Una de las bases del bulo parte de que Paul apareciera descalzo en la famosa portada |
Las teorías conspirativas tienen un gran atractivo,
entre otras cosas porque creerlas, propagarlas y defenderlas equivale a decir:
“a mí no me la pegan, yo sé toda la verdad”, con lo que el defensor de la
conspiración puede pasar (sobre todo ante sí mismo) por alguien que está en el
ajo, que conoce más allá de lo que se cuenta en la prensa, y que a diferencia
de la mayoría de los mortales, él no vive engañado. En realidad cualquier
suceso de alcance nacional o internacional (accidente, catástrofe, atentado…)
despertará inevitablemente la desconfianza de algunos, que no se creerán jamás
la versión oficial. De este modo, siempre hay quien ve tramas y conjuras por
aquí y por allá, complots y maquinaciones
oscuras por acá y acullá; en realidad, creen, todo es trampa y manipulación,
todo; y no les importa que las pruebas demuestren una cosa si ellos están
convencidos de otra: “son falsas, prefabricadas”, dicen entonces. En fin, que
los conspiranoicos creen estar en posesión de la verdad a despecho de evidencias.
Algunas de esas teorías se han convertido en lo que
se conoce como leyenda urbana, la cual suele regresar antes o después, pero
jamás deja de tener sus defensores y creyentes. Una de las más duraderas es la
que alude a la muerte de Paul McCartney en el año 1966; según la misma, al año
siguiente el bajista fue sustituido por otro músico de parecido asombroso.
Ahora vuelve con fuerza dicha conjetura, pues un diario mexicano afirma que tal
cosa se ha asegurado en Wikileaks (que a su vez lo ha negado rotundamente) y
que Scotland Yard tiene un documento secreto que demuestra el accidente y
muerte del beatle zurdo; igualmente no pocos están convencidos de que existe una
grabación (escondida bajo siete llaves, claro) con la voz de Lennon lamentando
el deceso, e incluso hay quien afirma que se notan los cambios en la cara, en
la voz, en los gestos. Y a todo ello se añaden las pistas, indicios e incluso pruebas que dejaron sus compañeros en
fotos, portadas y letras, sin que falte lo de escuchar un tema al revés en el
que se escucha… lo que uno esté dispuesto a escuchar (se han hecho experimentos
y el oyente oye lo que se le dice, y si no se le dice nada no escucha nada). En
fin, o los policías, notarios y médicos, los demás beatles, productores e
ingenieros, sus mujeres, familiares y amigos…, estaban todos en la conjura y
han sabido guardar a la perfección tan enorme encubrimiento cinco décadas
después, o simplemente nadie se dio cuenta del cambiazo; lo cierto es que
resulta muy difícil creer tanto una cosa como la otra.
Sin embargo, a pesar del transcurso del tiempo, los
convencidos no desmayan en su intento de esclarecer el ‘secreto’, analizan y
buscan diferencias entre el Paul de antes del 66 y el de después, y como quiera
que quien busca algo de lo que ya está totalmente convencido creerá encontrarlo
a cada paso, ya está el combustible listo para encender nuevamente la llama de
la confabulación. Si a ello se añade el irresistible tirón de The Beatles
(baste recordar que su recopilatorio ‘1’, editado en 2000, sigue vendiendo a
razón de 1000 copias semanales desde hace 700 semanas), está asegurada la
repercusión de cualquier cosa que con ellos tenga relación.
Pero lo cierto es que, dejando a un lado lo difícil de
construir una mentira así y mantenerla ‘per sécula seculorum’, de fabricar algo
así como un doble prácticamente exacto y de que éste sea además zurdo (o que
aprenda a tocar como tal), dejando a un lado cualquier otra consideración, la
prueba definitiva de que Paul es el Paul de siempre está precisamente en su
trabajo, en sus canciones. El músico que antes de 1966 escribió melodías
irrepetibles e inolvidables siguió haciéndolo después de ese año (contra esto los
partidarios de la conspiración suelen decir que todo lo hacía Lennon, que
permitía que el falso Paul figurara como compositor; además, hay quien asegura
que aquel fue asesinado porque iba a revelar todo el tinglado…, ¡uf!). Es
inútil citar títulos, pues cualquier puede revisar en el acto lo firmado por
Paul antes y después para comprobar que eso no está al alcance de cualquiera.
Además, las creaciones de Lennon después de Beatles, a pesar de piezas
magistrales, en conjunto son inferiores a las que hizo con McCartney. Este es
el principal e irrefutable argumento para desmontar el bulo en cuestión.
En todo caso, algo que queda absolutamente demostrado
es la pervivencia de este mágico cuarteto, puesto que magia es que después de
escuchar sus canciones miles y miles de veces a lo largo de varias décadas
resulte imposible no cantarlas o tararearlas cuando suenan en el autobús, en el
súper o en la radio. Si un impostor logró tal cosa ha de ser el impostor más
auténtico de la historia.
CARLOS DEL RIEGO