miércoles, 27 de noviembre de 2019

EVIDENCIAS DEL RACISMO Y SUPREMACISMO CATALANISTA


La propaganda racista acusa de todos los males a los 'inferiores'. Este cartel culpa a los judíos de provocar la guerra

Un vídeo publicado por el ayuntamiento de Barcelona demuestra de modo indiscutible la ideología racista y xenófoba que impregna a todos los líderes del separatismo golpista catalán; en el vídeo el machista habla español y el antimachista habla catalán. Evidentemente, el propósito del montaje es identificar el machismo y los machistas con los que hablan español, es decir, con todos los españoles menos los catalanes que sólo hablan catalán. En realidad, este tipo de propaganda ha sido recurso de todos los racistas de que da cuenta la Historia 
La propaganda ideológica contra colectivos, razas o creencias ha sido algo constante en todos los totalitarismos. Y a ello responden las intenciones de los que han montado ese vídeo distribuido desde el ayuntamiento de Barcelona, en el que quien habla español es un machista indeseable, mientras que quien habla catalán es un defensor de la dignidad de la mujer (como si el maltrato o el asesinato de mujeres estuviera tan erradicado de Cataluña como la viruela).  
Esa forma de utilizar imágenes manipuladas para asociarlas a un mensaje concreto ya lo hizo ‘Der ‘Propagandareichminister’, Her Joseph Goebbles. Este indecente personaje combinaba, en películas minuciosamente preparadas, judíos y animales, ahora judíos e inmediatamente un nido de ratas infectas. De este modo gran parte de la población (sobre todo los más jóvenes) terminaba por identificar ‘Die Juden’ con animales asquerosos. Los propagandistas del mencionado ayuntamiento (para gran regocijo de toda la parroquia independentista-golpista) han tirado del mismo manual que usó aquel criminal en aquella Alemania.
Y también se pueden encontrar similitudes entre lo que hoy dicen los líderes del ‘procés’ y lo que entonces proclamaban en la prensa los líderes del Reich. Así, el President Torra desprecia abiertamente a los españoles no catalanes y a los catalanes que hablan español con palabras tan racistas y xenófobas como: “La pijería española, sensación de inmundicia”, o “Son bestias carroñeras con una tara en el ADN”. En un texto publicado en la prensa afín en 2012, titulado ‘La lengua y las bestias’, escribía: “Ahora vuelves a mirar a tu país y vuelves a ver hablar a las bestias. Carroñeras, víboras, hienas. Bestias con forma humana”. En 2014 se rebajó anotando: “Se puede considerar al español como un elemento de raza blanca en franca evolución hacia el componente racial africano-semítico. El coeficiente de inteligencia de un español y un catalán, según el Ministerio de Educación y Ciencia, da una clara ventaja a los catalanes” (no es ‘coeficiente’, sino cociente de inteligencia).
La propaganda nazi vomitaba: “Son grupos de indeseables y enemigos del estado los judíos, gitanos, inmigrantes, marginados, incapacitados, tullidos… No son arios, son racialmente inferiores”. Y el mencionado Goebbels escupió en uno de sus discursos: “Hay que acabar con los degenerados y subhumanos judíos y comunistas”. Y a quienes se atrevían a llevarle la contraria los tachaba de “estentóreos y furiosos subhumanos, animales que escupen veneno a los que habría que erradicar y destruir”.
Es decir, Torra insulta a otras personas con términos como “bestias carroñeras con forma humana”, y el ministro de propaganda usa palabras como “degenerados, subhumanos”. ¿Hay o no hay similitudes entre las palabras de uno y otro? ¿Y lo de señalar como inferiores a otras razas?
Claro que en España ya hubo en el siglo XIX un líder racista convencido y orgulloso de serlo, Sabino Arana. Este sujeto dejó por escrito su profundo sentimiento racista (además de tribal e incluso endógamo) con diatribas como: “Es preciso aislarnos de los maketos. Nosotros los vascos evitemos el mortal contagio (…) Purifiquemos nuestras costumbres, antes tan sanas y ejemplares, y hoy tan infestadas y a punto de corromperse por los venidos de fuera”. Y también: “La espantosa invasión de los maketos que traen consigo la blasfemia y la inmoralidad”. Incitaba a la violencia: “A los maketos se les debe despachar de los pueblos a pedradas (…) Más que hombres semejan simios, poco menos bestias que el gorila”. Incluso exigía odiar: “Para amar el euskera tenéis que odiar a España”; “Nosotros odiamos a España con nuestra alma (…) No hay odio que sea proporcionado a la enorme injusticia que con nosotros ha consumado el hijo del romano” (¿). Igualmente, su xenofobia, su rechazo al extranjero quedó claro: “¿Cuándo llegarán todos los vizcaínos a mirar como enemigos suyos a todos los que los hermanan con los extranjeros?”.
En fin, puede deducirse que quienes tienen modos de pensar similares terminan por utilizar la misma metodología.
CARLOS DEL RIEGO

domingo, 24 de noviembre de 2019

CHIFLADURAS DE ESTRELLA DEL ROCK DE LOS 60 Y 70 EN LOS ÁNGELES

Keith Richards a punto de tirar la tele por la ventana del 'hotel del jaleo'


Los años sesenta fueron cruciales para el rock & roll, que convivió con la guerra y el primer antibelicismo, con hippies, amor libre, locuras, drogas y con su propia evolución. Además, en aquella década surge el concepto de estrella del rock, el cual viene acompañado de leyendas y auténticas locuras que pronto serán típicas de esa figura. En la ciudad de Los Ángeles es donde se sitúan aquellos primeros excesos que tanto abundarán desde entonces
Y si aquel es el decenio en el que surgen tópicos y características asociadas para siempre al rock y a sus grandes figuras, los setenta significarán su asentamiento definitivo y, a menudo, la época de los mayores excesos y las grandes leyendas de los héroes del rock. Por otro lado, una de las mecas del rock & roll siempre ha sido Los Ángeles, California, lugar de nacimiento de grupos y artistas legendarios y de los infinitos y llamativos sucesos asociados a ellos. En fin, si estabas en Los Ángeles y no ibas a ciertos locales a dejarte ver haciendo cualquier disparate no eras estrella del rock.
Todo el que está interesado en este negocio habrá oído hablar de un tugurio de gran ‘reputación’ llamado ‘Whiskey a go go’, escenario de enormes desvaríos y extravagancias. En 1966 The Doors tenía contrato para tocar unas cuantas noches en este local; en la última, a la hora señalada todos estaban listos para saltar a escena menos Jim Morrison, que no aparecía, de modo que Ray, Robbie y John decidieron empezar confiando en que el cantante llegaría en cualquier momento. Sin embargo, unas canciones después hicieron un descanso para ir a buscarlo al hotel, donde lo encontraron en pelotas y en pleno subidón de ácido. Lo vistieron, lo llevaron al local y lo pusieron ante el micrófono. Dice la leyenda que entonces, en medio de un gran ‘viaje’, Morrison empezó a improvisar una canción, ‘The end’.  
Cuenta la mitología del rock que los dueños de hotel Continental Hyatt House (apodado ‘Riot House’, o sea, la casa del jaleo) se sienten algo defraudados si la estrella de rock que allí se hospeda no la monta. También dicen que fue precisamente allí donde guitarristas y baterías iniciaron la moda de destrozar habitaciones y mobiliario. Entre los que hicieron honor a los cotilleos están los miembros de Led Zeppelin, a los que les encantaba alquilar íntegramente el piso superior para así no reprimirse ante la presencia de otros huéspedes. Por ejemplo, aseguran que Jhon ‘Bonzo’ Bonham consiguió subir una moto y la condujo por los pasillos con ruidosas aceleraciones y frenazos catastróficos. En una ocasión un guitarrista local que los conocía subió a visitarlos, y cuando se abrieron las puertas del ascensor vio una chica desnuda corriendo y riendo, luego otra, luego otra…, y detrás, dos sátiros, John Paul Jones y…, claro, ‘Bonzo’ Bonham.
Uno de los grupos asociados inevitablemente a la excentricidad e incluso el esperpento es Mötley Crüe, banda de ese estilo mestizo que tanto éxito tuvo en los primeros ochenta, el heavy-glam. Su guitarrista Nikki Sixx contó en una entrevista: “Una vez até a una chica en el baño del ‘Whiskey a go go’ con una cuerda de guitarra, pero antes de hacer nada fui a ver a Tommy para ponerme un buen ‘tiro’ de coca, lo malo es que con el colocón se me olvidó lo que estaba haciendo antes… Afortunadamente encontraron rápidamente a la chica y estaba bien, aunque enfada conmigo por haberle dado plantón”. Otra protagonizada por Sixx: después de una de las fiestas salvajes que por allí se celebraban, Sixx se fue con Slash, de Guns n’ Roses, a ponerse lo que tuvieran a mano, que era “heroína, pastillas, cocaína y toneladas de alcohol”; no es raro que el guitarrista de Mötley Crüe perdiera el conocimiento; cuando llegaron los doctores estaba en parada cardíaca, y durante un par de minutos le practicaron las maniobras de reanimación sin resultado, de modo que puede decirse que en esos dos minutos estuvo técnicamente muerto; por último le pusieron una inyección de adrenalina y su corazón volvió a funcionar…
El mismo hotel donde los Zeppelin conducían motos por el pasillo, el ‘Hyatt’, era donde solían hospedarse los Rolling Stones. En 1972, con una borrachera de las que tumbarían a un elefante, Keith Richards se sintió empujado a seguir la tradición de romper algo, así que cogió un televisor y lo tiró por la ventana. Lo bueno es que todo ello fue registrado por el fotógrafo Robert Frank, que lo grabó en video. El arrebato de Richards se convirtió en un clásico, de modo que a partir de entonces lo de tirar la tele por la ventana se convirtió en una moda entre los aspirantes a estrella…, como si el éxito exigiera tal gamberrada.
Otra discoteca angelina con muchas batallitas que contar se llamaba ‘Pandora´s Box’. Al parecer, los parroquianos de este local tenían la costumbre de arremolinarse cerca de la puerta, en plena calle y de madrugada, medio desnudos, gritando y cantando y, por supuesto, borrachos y colocados hasta las cejas. Tanto debía ser el jaleo que se estableció una especie de toque de queda que prohibía el ruido a partir de cierta hora. Un día de noviembre de 1966 los alborotadores seguían gritando, vomitando y haciendo todo tipo de escandaleras después del toque de queda, así que llegó la policía, lo que tensó los ánimos pero la cosa no pasó de cacheos e identificaciones. A la noche siguiente apareció el personal con carteles y pancartas exigiendo el fin del toque de queda, algo que también se había reclamado a través de las emisoras de radio; allí se congregó una multitud de ‘fiesteros’ entre los que había desde soldados licenciados hasta jóvenes que estaban ‘inventado’ el movimiento hippie, pasando por estudiantes y currantes…, eso sí, casi todos puestos hasta arriba de droguerío y alcohol; incluso aparecieron por allí actores como Peter Fonda o músicos como Sonny & Cher. Las autoridades (en aquella época poco dadas a ceder) cortaron por lo sano y clausuraron el local. Fin del problema…, hasta que volvió a abrir.  
Bien podría decirse que aquellas fueron las primeras gamberradas-chifladuras que han caracterizado a muchos de los que han triunfado en este negocio.
CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 20 de noviembre de 2019

LA MATANZA DEL BARCO ZONG

El Barco de Esclavos, de Turner, inspirado por el suceso del Zong. En el centro abajo se ven manos que emergen y grilletes

Detalle del cuadro en el que se ven manos, parte de un cuerpo cuya pierna tiene grilletes y peces devorándolo


Uno de los episodios más vergonzosos e infamantes de la historia naval, colonial y legal de Inglaterra se produjo a finales de noviembre del año 1781: la  matanza del barco negrero Zong. Fue un suceso atroz que mostró no sólo la crueldad infinita de los ingleses, sino también el racismo que impregnaba su sociedad y, peor aún, su legislación. En pocas palabras: el capitán y los tripulantes decidieron echar al mar a 142 esclavos africanos para cobrar el seguro…
Inglaterra siempre ha exhibido una gran habilidad para remarcar las barbaridades ajenas a la vez que justifica o esconde las propias. Por eso la atrocidad cometida por los que gobernaban el barco Zong es un hecho casi desconocido tanto en ese país como en el resto. Pero es que aquel acto criminal tuvo una segunda parte peor, mucho peor, ya que la legislación vigente en Inglaterra en aquel momento amparó el asesinato múltiple.
La ‘industria’ de la esclavitud tiene un muy largo recorrido. Pero es a partir del siglo XV cuando se convierte en una cuestión cotidiana que casi nadie se la planteaba. Cierto que incluso entonces hubo diferencias entre países; por ejemplo en algunos estaba muy mal visto e incluso penado legalmente maltratar a los esclavos y, evidentemente, matarlos (y si se convertían al catolicismo o si eran bautizados al nacer tenían consideración equiparable a los libres), mientras otras potencias coloniales, sobre todo Inglaterra y Holanda, jamás promulgaron una ley que los protegiera. De todos modos, todas las potencias coloniales participaron de tan odioso tráfico: Portugal llevó a América más de 4.5 millones de esclavos africanos, Inglaterra alrededor de 2,6 millones, Francia y España en torno a 1,5 millones; sin embargo, no se tiene noticia de que se arrojara por la borda a los pobres africanos para cobrar el seguro, que venía a ser unas 30 libras por persona.
El barco Zong era propiedad de un consorcio de comerciantes de Liverpool que se dedicaba exclusivamente a la captura y venta de africanos. En noviembre de 1781 navegaba rumbo a Jamaica (había partido de África occidental) con un ‘cargamento’ de 442 desdichados (hombres, mujeres y niños), más del doble de lo que la capacidad del barco permitía, lo que quiere decir que irían horriblemente hacinados, amontonados, casi sin aire, casi sin comida ni agua y sin salir de la bodega del barco en toda la travesía. Por la razón que sea, al avistar Jamaica creyeron que era la isla La Española y continuaron viaje; para cuando se dieron cuenta del error ya estaban casi a 500 kilómetros. Debido a las terribles condiciones en que iban, ya habían muerto más de sesenta africanos, de modo que pensaron que lo mejor era arrojar a la mitad de los que quedaban para así poder cobrar el seguro, ya que si morían en la costa o en el viaje de muerte ‘natural’ (como esos sesenta), no podrían exigir compensación a la compañía aseguradora. El caso es que lanzaron al mar Caribe 142 personas que, lógicamente, perecieron ahogadas (cuentan las crónicas que uno consiguió volver al barco).
A su regreso a Inglaterra reclamaron a la aseguradora, pero ésta se negó a pagar, de modo que se llevó a cabo un juicio; lo asombroso es que el juicio no era por asesinato, no era por la muerte de aquellos africanos, no era por la crueldad intolerable de lanzarlos al mar como si fueran lastre, sino por una cuestión económica: si procedía o no que la aseguradora pagara por la pérdida de ‘carga’. El capitán y los oficiales del Zong se justificaron asegurando que el agua escaseaba y que, para salvar el resto del ‘cargamento’, no hubo más remedio que lazar parte del mismo al mar. Sin embargo, la aseguradora demostró que al llegar finalmente a su destino llevaban los depósitos de agua a rebosar, y por tanto no había ‘necesidad’ de tirar al agua a los africanos, por lo que no procedía pagar; los marineros aseguraron que eso se debía a que el día antes de atracar se había desatado una tormenta y por eso las tinajas estaban llenas. Poco después se supo (por los diarios de otros barcos), que la tormenta había sido antes del 29 de noviembre, que es el día en que se produjo la masacre. En definitiva, tanto los mandos como la marinería se pusieron de acuerdo para deshacerse de la carga humana exclusivamente para cobrar el seguro; como cabía esperar, el cuaderno de bitácora del Zong había desaparecido misteriosamente…
En el primer juicio se falló a favor de los propietarios del barco, pero la aseguradora apeló y hubo un segundo juicio. En éste, el juez determinó que “arrojar los esclavos era exactamente lo mismo que arrojar caballos por la borda (…) lo importante es si había o no necesidad de arrojarlos al agua para salvar el resto de la carga”. Tras la insistencia de la aseguradora, los propietarios dijeron que “los esclavos perecieron como una carga de bienes materiales para salvar el bien mayor del barco”. Este modo de pensar, aun en 1781, sólo podía tener lugar en un país donde el racismo estuviera tan arraigado que contaba con el amparo de la propia ley: Inglaterra.
La aseguradora, entonces, puso sobre la mesa la perversión de asesinar a personas con el fin de cobrar esas 30 libras por cada una. Finalmente, cuando quedó demostrado que en el barco había agua más que suficiente, los jueces dictaminaron a favor de la aseguradora y en contra de los propietarios del barco, es decir, los asesinos no cobraron. Pero nunca se planteó un juicio contra el capitán y los marineros por asesinato; sólo un antiesclavista, Granville Sharp, intentó que se tuviera en cuenta la acusación por asesinato, pero aunque no tuvo el menor éxito, sí que aquello fue un primer paso…
Aquella salvajada fue protagonizada por marinos y propietarios ingleses en noviembre de 1781, pero peor fue el hecho de que la ley inglesa de aquella época considerara a las personas como simple ‘carga’ sacrificable para salvar el resto de los ‘fardos’. Si tamaña salvajada se hubiera producido en un navío español, ¡cuánto lo hubieran cacareado los ingleses!
CARLOS DEL RIEGO

domingo, 17 de noviembre de 2019

LA MALDICIÓN DE LA MOTOWN

Marvin Gaye y Tammi Terrell, pareja dentro y fuera de escena, ella murió con 24 años de un tumor, a él lo mató su padre la víspera de su 45 cumpleaños


Cuando se menciona el término Motown, todo interesado en este asunto de la música popular surgida en la segunda mitad del siglo XX pensará en canciones inolvidables, artistas inmortales, sonidos frescos e innovadores, y también en ritmos como el soul, blues, funk, disco… En realidad todo esto es lo que quedará. Sin embargo, la vida personal de muchos de los que triunfaron con la Motown fue verdaderamente terrible, a pesar de lo cual (o tal vez a causa de ello), su legado artístico es tan grande que sigue cautivando
No fueron pocas las grandes estrellas de la Motown (abreviatura de Motor Town, ciudad del motor, Detroit, Usa) que disfrutaron del éxito, la fama y el dinero pero, a la vez, sobrellevaban vidas lamentables. Este sello discográfico fue fundado por Berry Gordy en 1959 para dar posibilidades a músicos negros que lo tenían fatal en aquella sociedad en la que el racismo y la segregación eran la ley. Y como casi todos los afro-estadounidenses de ese momento, los músicos procedían de familias marginadas, generalmente muy pobres y con problemas de alcoholismo, violencia y discriminación racial. Muchas de esas leyendas de la música padecieron las mil calamidades y terminaron muy mal.
Uno de los gigantes de la Motown y artista con un talento desbordante fue Marvin Gaye. Su padre, Marvin Gay (sin la e final), era un predicador que casi siempre estaba borracho y muy propenso a la violencia. Y claro, convirtió al pequeño Marvin en un saco de boxeo. “Cuando tenía 12 años no había una sola pulgada de mi cuerpo que no hubiera sido golpeada infinidad de veces”, recordaba con amargura. Cuando pudo sacudirse la tiranía paternal, su talento empezó a desarrollarse. Pero en 1970 su novia Tammi Terrel murió a causa de un tumor cerebral, algo que fue devastador para el joven Marvin: cayó en una profunda depresión que le duró años, estuvo a punto de dejar la música, se casó y divorció varias veces, se hundió en las drogas y se desgastó luchando  por desengancharse…, incluso se volvió tan paranoico que sus guardaespaldas (armados) probaban su comida y bebida. A principios de los ochenta volvió a vivir casa de sus padres…, una muy mala idea. En 1984, la víspera de su 45 cumpleaños, su padre insistía en pedirle dinero (algo cotidiano), pero Marvin se negó y entonces el terrible progenitor le disparó. Según algunos especialistas lo último que dijo el cantante y compositor fue “he conseguido lo que quería, no podía hacerlo yo mismo, así que te obligué a hacerlo”; pero otros aseguran que, herido de muerte, le gritó a su asesino: “Me has disparado cabrón, no volveré nunca a esta casa”. Fuera como fuese, Marvin Gaye conoció tanto  éxito artístico como fracaso vital.
Su novia, la mencionada Tammy Terrell, sufrió lo indecible lejos del escenario y murió muy joven. Antes de entrar en Motown había trabajado para James Brown, de quien se cuentan infinitas crueldades. Su tema ‘I cried’ (‘Lloré’), que salió antes de Motown, indica cómo era su vida al lado del Padrino del Soul, pues éste la apaleaba casi a diario, brutalmente, sangrientamente; un ex integrante de su grupo, Bobby Bennet, dijo literalmente que Tammi abandonó a James Brown porque no soportaba que éste “estuviera siempre azotándole el trasero”. La pobre Tammi fue de lo malo a lo peor cuando cayó en brazos de otro gran artista y horrible persona, David Ruffin, cantante de The Temptations, quien se ensañó con la desdichada según infinidad de testigos; baste decir que le atizaba en la cabeza con lo que tenía a mano, desde un casco de moto a un martillo. Por fin, la deliciosa cantante se topó con Marvin Gaye, quien se enamoró de ella. Pero la desgracia no iba a dejarla tan fácilmente; durante un concierto con quien ya era su pareja artística y sentimental, Tammi se desmayó en brazos de Gaye en plena actuación; en el hospital le descubrieron un tumor cerebral, donde fue sometida a ocho operaciones quirúrgicas que la dejaron semiparalizada y casi sin memoria. Murió en 1970 con sólo 24 años. Demasiada fatalidad en tan poco tiempo.       
Entre las grandes estrellas de la Motown estaban The Supremes, que alternaban en las listas con los mismísimos Beatles a mediados de los sesenta. Pero las chicas no disfrutaron de vidas felices, sobre todo Florence Ballard, que fue la fundadora del grupo. Su padre murió cuando tenía 15 años y dos después fue violada por un pre-simio que se ofreció a llevarla a casa; desde entonces no confiaba en nadie, abandonó los estudios y buscó refugio en la bebida. Comenzó siendo la solista del grupo, pero fue despedida por faltar  reiteradamente a las grabaciones, compromisos artísticos y actos promocionales. Intentó una carrera en solitario que tampoco tuvo buen final, pues su abogado se aprovechó de su debilidad y le robó. Luego se casó con un maltratador para, finalmente, dejar su auténtico ‘valle de lágrimas’ en 1976, cuando falleció por un coágulo en una arteria coronaria. Tenía sólo 32 años. Con el tiempo, sus compañeras también recibieron duros golpes: Mary Wilson perdió a su hijo al sufrir un accidente de coche con ella al volante en 1994; y en 1996 Diana Ross se llevó el golpe de su vida cuando le dijeron que habían encontrado a su hermano y su cuñada estrangulados y en avanzada descomposición en el sótano de casa.
Mary Wells fue la primera que logró un número 1 para Motown, cuando tenía 17 años. Pero tuvo la desdicha de casarse con su compañero de discográfica Herman Griffin. Discutían violentamente a diario porque el tiparraco la engañaba a diario con una prostituta y, además, la obligó a abortar dos veces (en contra del deseo de la desgraciada Mary) para no “perjudicar su carrera”. Se divorciaron en 1963 y al año siguiente dejó Motown porque pensó que le pagaban poco; pero las cosas no le fueron mejor entonces. Se lió con diversos desaprensivos y luego se casó con Cecil Womack; después tuvo una aventura con el hermano de éste y, sintiéndose dolorosamente culpable, intentó suicidarse. Entonces se echó en brazos de la heroína. Y fumaba y fumaba, hasta que un cáncer de laringe destrozó su hermosa voz; desde entonces apenas susurraba sus canciones. Los gastos eran excesivos, no tenía para pagar ni médicos, ni tratamientos, ni vivienda, así que fue desahuciada. Entonces, muchos artistas (incluyendo Springsteen)  se volcaron para ayudarla, pero su salud no aguantaba más y murió, en 1992, a los 49 años. Dicen quienes estuvieron cerca que jamás se quejó y que “ella nunca lloraba”.   
Otro de los Temptations, Paul Williams, también lo tuvo difícil. De quienes formaron los primeros Temptations era el único que no trasegaba alcohol, es más, siempre aconsejaba a los otros que dejaran de beber. Pero Williams padecía anemia falciforme, que suele cursar con fuertes dolores, por lo que buscó alivio… en el alcohol. Según sus compañeros, podía beberse dos o tres botellas al día, así que en poco tiempo se vino abajo, se quedó sin fuerza, apenas podía respirar y, por tanto, no podía cantar, por lo que se vio obligado a dejar el grupo. Intentó carrera en solitario, pero dos años después, en 1973, aparcó a unos metros de Motown y se pegó un tiro.
¡Qué grandes canciones dejaron The Temptation!, pero qué mal lo pasaron algunos y qué malos fueron otros. El mencionado David Ruffin fue un cantante excelso, pero también una persona espantosa. Hijo de un predicador violento, Ruffin aterrorizó a quien fue su novia, la también citada Tammi Terrell, aporreándola en todo su cuerpo, especialmente en la cara. Además, Ruffin tenía un ego desmedido (a veces no compartía coche con sus compañeros, iba él solo en limusina). Luego se casó dos veces, y con las dos fue maltratador. A causa de su fuerte adicción a la cocaína, y de su carácter insoportable, fue expulsado de Temptations; inició su carrera en solitario, pero para entonces ya llevaba mucho metido en drogas, había sido juzgado por posesión y por enfrentarse a la policía, pasó por la cárcel y se le obligó a ingresar en un centro de desintoxicación, pero de poco sirvió: tenía 50 años cuando fue encontrado inerte en un fumadero de crack. Murió al poco, en 1991, en el hospital.
Sabido es que Michael Jackson fue golpeado, humillado, explotado por su padre hasta el punto de que, como él mismo confesó, muchas veces vomitaba hasta el desmayo. En todo caso, Michael no tuvo infancia, ya que su padre lo obligaba a trabajar en el estudio todos los días, a todas horas; “miraba con envidia a los otros niños jugando en el parque”, dijo muchas veces. La obsesión por la cirugía para tratar de mantenerse niño, así como su fijación por estar con niños, debieron ser consecuencia de su robada infancia. Como casi todos los niños prodigio, Jackson fue profundamente infeliz y murió joven. Su hermana LaToya acusó al terrible padre, Joe Jackson, de indescriptibles abusos: no sólo solía encañonar a sus hermanos con su pistola gritando enloquecidamente, sino que ella sufrió palizas brutales y abusos sexuales. Para huir de él La Toya se casó con su representante, Jack Gordon, que era…, otro cobarde abusón. No sólo la golpeaba de modo inmisericorde, sino que le echaba la culpa a ella de su mal humor… Por suerte se quedó viuda en 2005.
Menos conocidos son los músicos de sesión, los instrumentistas que estaban en el estudio a disposición de quien los necesitara. Allí se formó un grupo de acompañamiento para todo llamado The Funk Brothers. Su bajista era James Jamerson, de quien Gordy decía “es un genio al bajo y un excelente improvisador”; los grandes éxitos de Supremes o Marvin Gaye cuentan con sus líneas de bajo. Pero aunque en los sesenta era común no acreditar a los músicos, la Motown los trató como con gran desprecio, pagándoles tan poco que al terminar se iban a tocar a locales de tercera por unos pocos dólares durante horas; luego, en el 25 aniversario del sello humillaron a Jamerson prohibiéndole pasarse en el ‘backstage’ para saludar a los viejos amigos. Además, Jamerson había sufrido un accidente al caer de la bici que lo relegó a una silla de ruedas durante un año, y le dejó cojera y otras secuelas de por vida, incluyendo un tremendo alcoholismo. Todo ello le afectó mentalmente, pasando por varios hospitales e instituciones mentales hasta su muerte, en 1983, cuando tenía 42 años. Poco antes le habían robado su Fender Precision Bass. ¿Qué más podía pasarle?
Y esto hablando sólo de las grandes estrellas… No es disparatado decir que las grandes figuras de la Motown sufrieron una auténtica maldición.
CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 13 de noviembre de 2019

ALGUNOS EPISODIOS SORPRENDENTES PERO DE ESCASA TRASCENDENCIA DE LA II GUERRA MUNDIAL

Los soviéticos adiestraron decenas de miles de perros-bomba para lanzarlos contra los panzer, tuvieron escasos resultados y murieron reventados casi todos


Además de los hechos militares y políticos de los que tantísimo se habla y se escribe, la II Guerra Mundial (de cuyo inicio se cumplen 80 años) ha sido fuente de innumerables sucesos que tuvieron mucha menor importancia histórica, mucha menos influencia en el transcurso del conflicto; sin embargo, esos episodios que no produjeron efectos destacables, muestran la forma de ser y de pensar de algunos de los que protagonizaron aquella contienda    
Duró seis años, pero de la II Guerra Mundial han surgido miles de libros y decenas de miles de relatos y testimonios que, lejos de los grandes y trascendentes momentos, desvelan cuestiones y asuntos más cercanos, más cotidianos. Estos pequeños lances a veces mueven a la sonrisa, pero otras señalan hasta dónde se puede llegar cuando todo es sacrificable a la causa.
Un caso que evidencia cómo se agudiza el ingenio ante la necesidad lo protagonizó un noruego que estuvo preso en un campo de concentración cerca de Breslau (Wroclaw, Polonia). Se llamaba Artur Bergfior y era protésico dental. Aprovechando los cachivaches que los condenados metían en el campo al llegar, así como todo lo que pudiera distraer, este hombre tuvo la idea de construir un receptor de radio dentro de la dentadura postiza de un camarada de desdicha. Sin perder el ánimo, el tío fue acumulando piezas o elementos con los que construírselas él mismo, hasta que consiguió que el receptor quedara terminado y perfectamente camuflado en el postizo dental del colega. Tarde o temprano consiguió la pila y algo parecido a auriculares, de manera que cuando se sentían seguros, el compañero de la prótesis se sacaba los piños, le acoplaban la batería y los cascos y se ponían a escuchar la radio. No sintonizaban muchas emisoras, pero Bergfior declaró que escuchaban perfectamente la BBC para Europa. El artilugio está expuesto en un museo dedicado a la resistencia antinazi de Noruega. Hoy se podría hacer tal cosa muy fácilmente, pero entonces y en aquella circunstancia se antoja dificilísimo, ingenioso y meritorio.
Los animales también participaron activamente en la guerra, y siempre salieron muy mal parados. Algunos fueron entrenados para salvar vidas y otros para matar. Sobre todo caballos, perros y gatos tuvieron su papel en los escenarios bélicos. Y entre lo más canallesco que se hizo fue la creación de una especie de división canina-suicida que se montó en la Unión Soviética. A algún cerebro de mosquito se le ocurrió el disparate de adiestrar perros para que llevaran bombas antitanque. En principio se pensó en que las llevaran en la boca y las dejaran caer bajo los blindados enemigos (el entrenamiento consistía en dejarles la comida bajo tanques), pero muchas veces regresaban con su entrenador sin haber soltado la carga, así que ‘pensaron’ que era mejor colocar la bomba en el lomo del perro y una varilla vertical que detonara con poco más que tocarla; el chuquel se deslizaría debajo del ‘panzer’, la varilla tocaría el metal y… perro hecho picadillo y tanque inutilizado. Se entrenaron a miles de canes, pero los resultados fueron escasísimos para los soviéticos y letales para los animales. Sorprende que no tuvieran en cuenta que el perro estaba entrenado para meterse debajo del vehículo parado, no en movimiento, con lo que, ya en batalla, muchos volvían sin haber pasado por los bajos del ‘panzer’ y, llegados a donde estaba su entrenador, saltaban sobre él detonando el explosivo; los tiros de ametralladora, las bombas, los infinitos ruidos del combate distraían al pastor alemán (raza preferida para el proyecto), quien aterrado volvía con su adiestrador y…; los carros de entrenamiento llevaban motores diesel, pero los de los nazis iban a gasolina, así que el pobre perrito no sólo no se colocaba bajo los blindados enemigos, sino que podía ir directo a los T-34 soviéticos; además, en poco tiempo los tanquistas nazis comprendieron la estrategia, de manera que nada más que veían perro tiraban  a ráfaga sin más En fin, se estima que apenas 30 ‘panzer’ fueron destruidos por los perros-bomba, aunque nunca se ha desvelado cuántos carros y soldados soviéticos fueron presa de los pobres perros. Sí se sabe que la ocurrencia acabó con alrededor de treinta mil animales; y cuando los adiestradores protestaron por la matanza, los comisarios políticos se encargaron de ellos…
Algún iluminado tuvo también la ocurrencia de instalar una especie de centro de espionaje en un burdel, el ya famoso Salón Kitty. Esta madame Kitty regentaba un famoso y concurrido prostíbulo en Berlín; a comienzos de los años cuarenta algún jerarca nazi (Heydrich) ‘pensó’ que podrían llenar todo el local de micrófonos y así saber qué militar o civil tenía opiniones contrarias al régimen, si sabía algo que no debía o si no era los suficientemente incondicional (la madame, claro, aceptó sin rechistar). Pero para ello no valían las chicas que ‘trabajaban’ allí, sino que escogieron, reclutaron y entrenaron a mujeres para que se convirtieran en máquinas de sonsacar información; y una vez dispuestas las colocaron en el salón. La idea era saber lo que pensaban otros nazis y así tener algo contra ellos por si alguna vez se necesitaba, pero por allí también pasaban diplomáticos de otros países, como el Ministro de Asuntos Exteriores de Franco, Serrano Súñer, a quien grabaron lanzando improperios contra unos y otros. El caso es que un espía inglés, Roger Wilson, que se hacía pasar por diplomático rumano, se convirtió en asiduo; al parecer, este tipo tenía mucha experiencia en este tipo de establecimientos, de modo que muy pronto se dio cuenta de que allí había algo anormal, ya que le pareció que las chicas eran demasiado inteligentes e informadas para ejercer este oficio, hacían preguntas, hablaban dos o tres idiomas, demostraban gran educación…, algo no le cuadraba. Los demás clientes iban a lo que iban, se divertían sin pensar en nada, cantaban todo lo que las señoritas les preguntaban y nunca sospecharon, pero a este Wilson, que debía conocer burdeles y meretrices de toda Europa, no se la pegaron: descubrió el pastel y decidió aprovecharlo, así que pinchó los micros para que la inteligencia británica se enterara de lo mismo que la alemana, aunque no sacaron gran cosa, ya que casi nunca iban cargos importantes. Wilson fue descubierto y lo mandaron a un campo de concentración. El salón Kitty volvió a ser un burdel normal en 1943, cuando los nazis devolvieron la ‘gestión’ a su dueña llevándose los micros. Y es que, según afirmaba el despiadado Reinhard Heydrich, “es más fácil interrogar a un hombre si está en posición horizontal”.
Ingenio, atrocidad y picaresca son elementos que nunca faltan en las guerras.      
CARLOS DEL RIEGO

domingo, 10 de noviembre de 2019

PORTADAS DE GRANDES ÁLBUMES DEL ROCK QUE FUERON CENSURADAS

Esta fue la portada del cuarteto censurada en Usa, obligando a la discográfica a recuperar tres cuartos de millón de copias y reimprimir nueva cubierta
Así era el dibujo original del belga Guy Peellandert para la portada del disco de Bowie


Entre las grandes obsesiones que aquejan a quienes ostentan poder está la de creerse legitimados para decidir qué puede ver, escuchar o leer la gente y qué no. Con el tiempo la cosa se ha atenuado, de modo que, hoy día, censurar cualquier cosa equivale a proporcionarle una magnífica (y gratuita) campaña de publicidad. Pero hasta no hace mucho no era extraño que películas, libros, canciones o portadas de discos de rock fueran pasadas por la guillotina de la censura. A veces se piensa que ocurrió en España, sin embargo está claro que en todas partes hubo inquisidores empeñados en salvar al personal
Los iniciados españoles en esto del rock que tengan cierta edad podrían recordar cómo la censura metía sus manos en este terreno. Así el ‘Rock & roll animal’ (1974) de Lou Reed, que en la cara A contenía el tema ‘Heroin’, pero como eso de hablar de drogas era tabú, los iluminados censores cambiaron esa canción (que duraba más de trece minutos) por otras tres; lo bueno es que, con el tiempo, la edición española de aquel Lp se hizo más valiosa que la original. No se puede olvidar tampoco la portada del ‘Sticky fingers’ (1971) de los Rolling Stones, cuya primera edición mostraba una bragueta con cremallera que permitía mirar debajo…, para ver un calzoncillo; sin embargo, en España eso suponía demasiada insinuación, así que se cambió por la imagen de una lata de la que emergían unos dedos pegajosos… Cualquier interesado recordará otras memeces similares.
No será preciso recordar que el rock & roll estaba totalmente prohibido en países comunistas, pues era una muestra de la ‘decadencia capitalista’; más allá del telón no se podía comprar, escuchar o difundir rock. Pero lo curioso es que en Usa o Inglaterra se censuraron portadas de elepés que a algún covachuelista le parecieron excesivas para el público.  Entre las más sonadas está la del álbum ‘Yesterday and today’ (1966) que los Beatles publicaron para Usa. La cubierta de aquel disco mostraba a los cuatro en bata blanca con trozos de carne y muñecas descuartizadas. Hoy no parece tan grave, pero entonces hubo muchos estadounidenses que se sintieron ofendidos e incluso reaccionaron violentamente, estentóreamente. Por ello, su distribuidora recuperó nada menos que tres cuartos de millón de copias y volvieron a editar con una foto más bien simple de los cuatro en torno a un baúl.
Los Stones no sólo vieron censuradas sus portadas en España. La propia discográfica de los Rolling Stones rechazó la portada original del álbum ‘Beggars banquet’ (1968), la cual presentaba la pared de un baño público que estaba llena de grafitis con, como es de esperar, mensajes “ofensivos y de mal gusto”, dijeron los directivos de la disquera (y eso que no sacaron toda la pared); además, aparecía el inodoro, algo terrible para la época. Los cuartos de baño con inodoro y chascarrillos por las paredes herían la sensibilidad de puritanos y bienpensantes en aquellos años. Finamente se impuso una portada anodina: nombre del grupo y título del Lp sobre fondo blanco, a modo de una invitación para el ‘banquete de mendigos’. El asunto retrasó meses el lanzamiento del álbum; en los años ochenta se recuperó definitivamente la portada original.
Siempre llamativo y original, David Bowie lanzó en 1974 su ‘Diamond dogs’ con un dibujo de portada (desplegable) en el que se le veía mitad Bowie y mitad en perro tumbado, de modo que (en la parte de la contraportada) exhibía un abultado pene. En principio nadie protestó, pero tras una primera tirada de prueba algunos jefes se rasgaron las vestiduras ante tanta ‘obscenidad’, así que mediante aerografía oscurecieron esa parte tan pecaminosa, con lo que ya no estaba claro el sexo del Bowie perro.  
El primer album de The Mamas and the Papas se tituló ‘If you can believe your eyes and ears’ (1966) y presentaba una foto de portada con los cuatro metidos en una bañera: no debió ser fácil comprimir en tan poco espacio a Cass Elliot y sus compañeros, así que Michelle aparecía encima de los otros tres. Lo curioso es que no llamó la atención eso de que dos chicos y dos chicas se entremezclaran apretujadamente, sino que lo que no se toleraba es que, a un lado, apareciera la taza del wáter. Tan terrible e intolerable atrevimiento se subsanó tapando la taza con un cuadro de texto anunciando temas incluidos.
La portada del único Lp de Blind Faith, de título homónimo (1969), exponía a una joven de 11 años con el torso desnudo que sujetaba un avión, tratando de ofrecer un contraste entre inocencia y tecnología. En Usa, como podía preverse, se levantó no poca polvareda, por lo que la distribuidora pensó que era mejor no exponerse al escándalo y cambió esa foto por un posado del grupo. A diferencia de las otras cubiertas censuradas, esa imagen hubiera causado hoy mucho más escándalo que entonces, seguro. Además, según contó la modelo (Mariora Goschen) le prometieron un caballo por posar, pero los muy tacaños ejecutivos la despacharon con 40 libras. Hoy se les caería el pelo.
La portada original del segundo álbum de Poison, ‘Open up and say…Ahh!’ (‘Abre y di… ahh’), de 1988, proponía un montaje en la portada con una chica-demonio roja, con cabello alborotado, rostro a rayas y una enorme lengua puntiaguda. Llamativo pero poco más, ya que no había demasiada carga sexual aunque sí un toque satánico. El grupo cedió a la presión, encabezada por asociaciones de padres y/o religiosas, y aceptó cubrir casi todo el rostro, dejando ver sólo los ojos, aunque la imagen sólo se censuró en Usa.
También tuvieron este ‘honor’ Lynyrd Skykyrd, Alice Cooper, Roger Waters, Guns N’ Roses…, como puede verse, en todas partes cuecen habas y en todas partes hay inquisidores con mentes pervertidas.
CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 6 de noviembre de 2019

80 AÑOS DEL ATENTADO CONTRA HITLER A COMIENZOS DE LA II GUERRA MUNDIAL QUE PUDO CAMBIAR LA HISTORIA

Hitler vomitando sus soflamas aquel 8 de noviembre de 1939 poco antes de la explosión de la bomba colocada en la columna que está detrás de él
Así quedó la cervecería


Desde que Adolf Hitler tomó el poder en 1933, cada año se celebraba en una cervecería de Múnich el aniversario del llamado ‘putsch de Múnich’, el fallido golpe de estado que ‘proporcionó’ a los nazis sus primeros ‘mártires’ y condujo a Hitler a la cárcel. En 1939 un carpintero llamado Georg Elser colocó una potente bomba en ese local para acabar con Hitler; sin embargo, el atentado se vio frustrado porque el führer acortó su discurso y se marchó antes de tiempo…, unos doce minutos antes de que la bomba explotase. Si su sermón se hubiera alargado esos minutos, la historia habría cambiado radicalmente
El 8 de noviembre de 1939, poco más de un mes después del comienzo de la II Guerra Mundial, Hitler y su cohorte acudieron a celebrar el aniversario del fallido ‘putsch’ de Múnich, aquel intento de golpe de estado con el que el NSDAP, el partido nazi, trató hacerse con el poder en Alemania en 1923. Aquella celebración se convirtió en obligada para el partido y para el führer, de modo que, desde entonces, cada año los días 8 y 9 de noviembre se celebraba un gran mitin allí mismo, en la ‘bürgerbräukeller’ (algo así como la cervecería municipal) de la capital bávara. Toda la aristocracia nazi acudía con gran devoción a escuchar el discurso de Hitler en aquella especie de gigantesco bar con capacidad para más de 2.000 personas. Estar presente en ese  acto, convertido ya en una especie de rito ceremonial, era un honor y una obligación para los devotos del partido, pues celebraba su ‘heroico nacimiento’.
El Tercer Reich atravesaba su momento más glorioso, por lo que casi 3.000 nazis escogidos abarrotaban el local esperando ansiosos el largo y encendido discurso de su supremo líder Hacia las 20 horas del día 8 de noviembre de 1939 Hitler comenzó a gritar sus acostumbradas soflamas. Lo normal era que el discurso se alargara hasta la hora y media contando las interrupciones para los enfervorizados aplausos y vítores, sin embargo, en aquella ocasión apenas superó los tres cuartos. No está muy claro por qué, pero los especialistas señalan que Hitler parecía nervioso y cansado, tal vez porque deseaba volver a Berlín cuanto antes por estar ya necesitado de las múltiples drogas que le administraba su médico personal, el doctor Morell. Fuera lo que fuera, Hitler salió muy rápido de la cervecería, casi sin pararse a saludar a los familiares de los ‘mártires de 1923’, de modo que entre las nueve y ocho y las nueve y diez el führer y su estado mayor abandonaban la sala.
Exactamente a las nueve y veinte, cuando la mayoría de los asistentes continuaba la celebración, se produjo una potentísima explosión que destrozó el establecimiento. La bomba, colocada dentro de la columna más cercana al atril del orador, echó abajo el techo y parte de los pisos superiores, causando siete muertos en el acto, otros cinco poco después a causa de las heridas y decenas de heridos. Pero ningún gran gerifalte nazi se vio afectado.
El autor del atentado fue un lobo solitario, un carpintero aficionado a la relojería llamado Georg Elser. La Gestapo al principio pensó en una conspiración de las potencias enemigas, pero resulta que Elser fue detenido a pocos kilómetros de la frontera suiza y, mientras la radio daba la noticia del suceso, le encontraron una postal de la dichosa cervecería... Fue sometido a los más atroces interrogatorios para que cantara quiénes habían sido sus cómplices e instigadores, pero a pesar de los ‘convincentes métodos’ de la Gestapo, Elser no se desdijo: lo había hecho todo él solo. Era un carpintero tendente al comunismo, pero no militante, de Wurtemberg, solitario y callado, taciturno, más bien vulgar y escaso de dinero. Confesó que su intención era acabar con Hitler y sus principales lugartenientes para evitar la guerra.
Georg Elser reconoció que llevaba más de un año planeando el atentado y fabricando la bomba (aunque probablemente estuviera años informándose). Empezó dejando su ebanistería para emplearse en una cantera, donde robó, muy poco a poco, explosivos que iba almacenando; también adquirió conocimientos sobre su manejo y peligros al dejar ese trabajo por el de obrero en una fábrica de armas. Una vez que tenía los cartuchos comenzó a pensar en el mecanismo de relojería, especialidad a la que era aficionado. Aseguran los historiadores que el artilugio que fabricó era eficaz pero demasiado complicado, es decir, no contó con asesoramiento de expertos, ya que cualquiera especialista hubiera construido un aparato mucho más sencillo. Con la máquina explosiva montada, el siguiente paso fue trasladarse a Múnich y colocarla en la ‘bürgerbräukeller’. Ya en la capital de Bavaria, se empleó en una carpintería, pero por la noche entraba en la popular cervecería, que en horario diurno estaba casi siempre llena de alegres bebedores; parece ser que el vigilante nocturno, a cambio de unos marcos, dejaba pasar a parejas de jóvenes... Elser horadó la columna central del recinto, tapando el agujero cada noche y abriéndolo a la siguiente. A principios de noviembre empezó a colocar su artefacto en el boquete, y el día 5 ajustó todo para que explotara el día 8 a las nueve y veinte minutos de la noche, ya que calculó que Hitler estaría vociferando sus consignas y saludando a sus acólitos al menos hasta las diez. El día antes de la explosión abandonó Múnich.
Y a la hora prevista la bomba detonó, pero desgraciadamente Adolf Hitler y sus jefes se habían ido unos minutos antes. Se especuló que todo lo había orquestado la Gestapo para poder proclamar que Hitler estaba protegido por la Providencia, pero parece demasiado arriesgado que el führer estuviera tanto tiempo al lado de la bomba. También que si habían sido los servicios secretos británicos, e incluso organizaciones comunistas, pero jamás se encontró indicio de que no fuera Elser en solitario. Condenado a muerte, claro, el propio Hitler ordenó que no se le ejecutase para tener algo así como la prueba viviente de que su destino estaba protegido por los dioses. Internado en un campo de concentración, Georg Elser fue ejecutado en Dachau al final de la guerra.  
Lo que nunca se ha sabido es la causa de que Hitler acortara tanto su diatriba y se fuera tan rápido. Doce minutos más de cháchara antisemita más y la historia hubiera cambiado radicalmente, pues la II Guerra Mundial hubiera terminado en el acto. Casi seguro.
CARLOS DEL RIEGO

domingo, 3 de noviembre de 2019

TRES GRANDES ÉXITOS DEL ROCK CON EL MURO DE BERLÍN COMO TELÓN… DE ACERO

Concierto de Bowie ante el Reichtag, muy cerca del muro
Al otro lado miles de alemanes orientales se acercaron al muro para escuchar a Bowie a pesar de los guardias


‘Die Berliner Mauer’ representó mucho más que una pared de separación, puesto que siempre fue visto como el límite entre el mundo libre y el mundo encarcelado. Ese telón de acero, de cuya caída se celebran treinta años, causó frustración y violencia, pero también dio pie a algunas grandes canciones rock que ya han entrado en el apartado de clásicos y que, sin duda, resultan poderosamente evocadoras
Como casi siempre, incluso de las mayores catástrofes surge algo aprovechable; baste recordar que las indeseables guerras suelen originar enormes avances en campos como la medicina, la farmacia o la tecnología.  Por ello, Incluso algo tan vergonzoso como el Muro de Berlín dio origen a obras de arte de diversas disciplinas y, cómo no, a algunas grandes clásicas del rock que, inevitablemente, retrotraen a aquellos años, a aquella anómala situación. El muro pasó a ser recuerdo a comienzos de noviembre de 1989. Y ¿quién no recuerda el ‘Heroes’ de Bowie, el ‘One’ de U2 o el ‘Winds of change’ de Scorpions?, tres títulos que tienen el muro como motivo principal.
Además de ser una canción única y con un atractivo especial, ‘Heroes’ tiene mucho que ver con aquella enorme tapia. El propio David Bowie explicó en principio que se le había ocurrido el tema allí, en Berlín, mientras grababa en 1977 su álbum ‘Heroes’; dijo que a diario veía una pareja de enamorados que se citaba y se besaba apasionadamente junto a una torre de vigilancia del muro, y entonces pensó que debían ser unos héroes por atreverse a desafiar lo que representaba esa barrera. Sin embargo, ya en el siglo presente, Bowie aclaró que, en realidad, el romance era el que mantenía su productor, Tony Visconti (que entonces estaba casado), con una joven cantante alemana; el elegante y discreto artista no podía desvelar un secreto que no era suyo, así que modificó la identidad de esos ‘héroes’; lo que sí es cierto es que Tony y su amiga paseaban cerca del muro.
Pero ‘Heroes’, pieza intensa, melancólica, hipnótica, dio otro momento para la historia. Fue un concierto que Bowie y otros ofrecieron en Berlín en 1987. El propio músico lo cuenta: “Nunca olvidaré aquello, tal vez sea la actuación más emotiva que he hecho. Llegué a llorar. Habían colocado el escenario muy cerca del muro para que fuera como el telón de fondo. En cierto momento escuchamos que berlineses orientales podrían estar escuchando, pero no teníamos idea de cuánto ‘público’ había al otro lado. Nos dijeron que eran miles y miles los que se habían acercado al muro… Fue como un doble concierto, uno a cada lado. Pero lo mejor es que, en cierto momento, pudimos oír a ese público gritar y cantar. ¡Dios!, incluso ahora me ahogo al recordarlo. Jamás  había hecho algo así y supongo que nunca lo volveré a hacer”. Sincero, refinado, rememoraba el momento más especial: “Cuando hicimos ' Heroes’ tuve la sensación de que se convertía en un himno, casi como una oración. Por muy bien que la toquemos nunca será como aquella vez, pues la canción significaba mucho más. Fue simplemente extraordinario. Luego nos enteramos de que al otro lado del muro hubo más de 30.000 personas…, a pesar de que los guardias hicieron lo posible por desalojar”. Cierto, a la policía de la DDR no le gustó el concierto…, incluso detuvieron a quien hacía fotos. En todo caso, los héroes estaban en la parte este del muro.
¿Y qué dice la letra de ‘Heroes’? Más o menos: “Yo puedo recordar. De pie junto al muro. Y las armas dispararon sobre nuestras cabezas. Y nos besamos como si nada nos pudiera pasar. La vergüenza estaba del otro lado. Oh, podemos vencerlos (…). Entonces podríamos ser Héroes solo por un día”.
Otro tema indisolublemente asociado a aquellos días de la caída del muro y el fin de una dictadura es el ‘Wind of change’ de Scorpions, grabada unos meses después de aquel acontecimiento. Hay que tener cierta edad para recordar palabras como ‘perestroika’ o ‘glasnost’, que venían a ser apertura y transparencia en ruso y que en todas partes se entendían como ‘viento de cambio’. El tema del grupo alemán, escrito por su cantante Klaus Meine, trata de aquel momento en que todo iba a cambiar, se percibía en el aire, sobre todo por el inminente colapso de la cerca. La potente balada comienza en Moscú, caminando hacia Gorki Park y aventurando un mundo mejor gracias aquel tiempo mágico: “Llévame a la magia del momento de esa noche gloriosa. Donde los niños del mañana sueñan con el viento del cambio”. Puede decirse que este ‘Viento de cambio’ es la banda sonora del aquellos momentos históricos cuyo clímax es la caída del ‘Berliner Mauer’.
A poco del ansiado derribo, U2 se fue a trabajar a Berlín buscando la inspiración que pudiera surgir de ese ‘momentazo’, el cual, con total seguridad, significaría la reunificación de Alemania. Pero las musas no estaban por la labor, e incluso el grupo sufría su propio muro. Y entonces Bono dio con el asunto, dio con ese ‘One’ que significó la reunificación de U2. El asunto del tema es, en esencia, somos uno pero no somos lo mismo. El texto dice: “Un amor, una sangre, una vida. Tienes que hacer lo que debes (…) con los demás (…) Una vida, pero no somos lo mismo”. Y Bono insistió en que la esencia del tema es que “nos tenemos el uno al otro y que, nos guste o no, la única forma de salir de aquí es que yo te eche una mano por la pared y tire de ti”.
Son tres de las más significativas y celebradas canciones que tenían que ver con ‘Die mauer’, pero hay otras, como ‘A great day for freedom’ (1994), o sea, ‘Un gran día para la libertad, de Pink Floyd y escrita por David Gilmour, no por Roger Waters. ‘Nikita’ (1987) de Elton John, que trata de un occidental que se enamora de una chica de Alemania Oriental pero no puede verla porque no se le permite cruzar el muro…, una canción revolucionaria en los últimos momentos de la Guerra Fría. ‘Holidays in the sun’ (1977) de los Sex Pistols, que dice “tengo una razón para esperar el muro de Berlín (…) Tengo que cruzar el muro de Berlín (…) Estoy mirando por encima del muro y me están observando”.
El rock & roll siempre tiene algo que decir sobre los acontecimientos históricos.
CARLOS DEL RIEGO