miércoles, 25 de febrero de 2015

LA CORRUPCIÓN LEGAL Uno de los temas que más inquietan y enfurecen al ciudadano es el de la corrupción; sin embargo, al mencionar esta palabra sólo se piensa en la corruptela criminal, no en la mucho más costosa inmoralidad bendecida por la ley.

Los administradores públicos usan el dinero de todos sin tener en cuenta que no es suyo, a veces para embolsárselo, y otras para despilfarrarlo
Que quienes han sido escogidos para dirigir y administrar se dediquen a meter mano en la caja o adjudicar obra pública a conveniencia a cambio de un tanto por ciento (entre otra infinita lista de posibilidades de trinque), es algo que suele causar ligero desagrado entre el personal que ha de escotar para mantener en marcha el país. Los casos y modalidades de afananza, fraude, expolio, hurto, apropiación…, con que la prensa sobresalta a diario al currito pagano son verdaderamente abundantes.

Sin embargo, siendo preocupante este fenómeno de la distracción dineraria (tan humano como la hipocresía o la mentira), en realidad causa menos perjuicio al prójimo que el poco difundido y menos perseguido de la corrupción con respaldo legal. Y es que están dentro de la ley múltiples prácticas terriblemente onerosas para la ciudadanía que, inexplicablemente, se aceptan con total normalidad. Dentro de esas sustracciones legales de fondos de todos (que no rechaza ninguno de los beneficiados sea de la creencia política que sea) existen ilimitadas variantes. Así los beneficios que señoras y señores señorías se asignan alegremente, como lo de los viajes sin límite ni  justificación que pueden cargar sin problemas a las cuentas públicas. Así los pagos en forma de sobresueldo o gratificación, primas, premios y demás extras que se reparten entre altos y bajos cargos a costa del dinero público. Así los pluses en forma de dietas, vivienda, transporte…, que se añaden a los pingües sueldos de miles de supuestos servidores públicos; incluso en no pocos casos se les paga hasta la comida; por cierto, cuando la cámara o parlamento que sea debate sobre una subida de sueldo de sus parlamentarios, suele darse una unanimidad que bien podría tildarse de complicidad. Así las abultadas jubilaciones con que se retiran los diputados nacionales y senadores tras unos pocos años de trabajo; e igualmente los expresidentes de las comunidades autónomas: son diecisiete entes produciendo ‘ex’ continuamente, cada uno de los cuales ingresará cincuenta, sesenta o setenta mil del ala cada año durante los que le queden de vida; paradigmático es el caso de José Constantino Nalda, que fue presi de Castilla y León durante ocho meses (de noviembre del 86 a julio del 87), pasados los cuales se ha venido embolsando aquellas cantidades a cambio de estar mano sobre mano. Así los no pocos institutos, consejos, agencias y organismos oficiales que, con cargo al presupuesto del estado, sirven de coartada para seguir pagando a políticos amortizados.

Son sólo unas muestras, pues existe una inacabable variedad de modos de trasegar dinero de cuentas públicas a privadas, y los que tienen acceso a esos cuartos las aprenden rápido.

Y qué se puede decir acerca de las numerosas y desconcertantes subvenciones que otorgan prácticamente todas las administraciones (además de las cantidades para sociedades o fundaciones afines). El pagano de nómina no tiene más remedio que resignarse al pataleo cuando se entera de los miles o millones que se entregan para causas dudosas, algunas de las cuales son verdaderamente de traca: dos millones para estudiar la bicicleta como medio de transporte sostenible, no para construir carriles bici, regalarlas o mejorar el equipamiento, nada de eso, sólo para estudiarlas; poco menos para estudiar la educación bilingüe en varias regiones amazónicas; cientos de miles para el fortalecimiento del sistema de planificación institucional de la Procuraduría General de la República Dominicana (literal); ¿y los trescientos mil destinados a la mejora de la producción agrícola mediante la resolución de conflictos con los hipopótamos en Guinea-Bisau? (no es coña). Y se podría seguir y seguir, pasando de la risa a la indignación y viceversa.   

A ello hay que añadir el intolerable pero tolerado caso de los paraísos fiscales, que también están consentidos y, por tanto, aceptados por las legislaciones internacionales; poner ejemplos es ocioso, baste recordar que en Gibraltar o Luxemburgo hay más empresas que habitantes. Lo mejor del caso es que esos pequeños países que viven como parásitos adosados a otros más grandes se aprovechan de las ventajas que proporcionan los recursos pagados por los ciudadanos que cotizan en el estado parasitado y, a la vez, los critican y miran por encima del hombro por no poder superar las crisis. Esto es otro modo de corrupción legal.

Desgraciadamente,  lo más probable es que gran parte de la población obraría igual que los dirigentes manilargos en caso de tener ocasión, es decir, que la proporción de políticos que sisan y se pasan la ley por ahí no será mucho mayor que la de personas de a pie que hacen lo mismo en cuanto tienen ocasión. Afortunadamente también hay mucha gente honrada y trabajadora que jamás se permitiría ni dispendios ni hurtos.


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 22 de febrero de 2015

¿Y QUÉ FUE AQUELLO DE LOS NUEVOS ROMÁNTICOS? Hace unos días fallecía Steve Strange, quien fuera uno de los ‘inventores’ de aquello tan rococó que, en los primeros ochenta, se llamó ‘New romantics’

Elegantes y sofisticados, Japan es buena muestra visual del 'nuevo romántico'
Había un club en Londres llamado The Blitz que montaron dos tipos, Rusty Egan y Steve Strange. Como muchos jóvenes de aquellos años, Steve había pasado del punk pistolero al pop elegante y sofisticado, de la chupa de cuero, la cresta y los imperdibles a la ropa refinada y los peinados elaborados; algo así como el rococó del siglo XX.


En los primeros años ochenta del siglo pasado, y dentro del movimiento general conocido como ‘new wave’ (la cual a su vez venía a ser heredera directa del punk), se abría paso algo que desde el primer momento se conoció como ‘new romantic’. Así, en aquel local londinense, estos nuevos románticos indicaban novedosas formas basadas en la música y en el aspecto. En lo musical la principal referencia era Bowie, esa elegancia estilosa, diferenciadora; sin embargo, también había no poco de Kraftwerk, sobre todo a la hora de conseguir un sonido que no fuera el de siempre, sino el configurado con las nuevas generaciones de máquinas; asimismo, Roxy Music era otro norte del que fiarse, con su sonido tan pulido, limpio, brillante; los ritmos eran variopintos, pero la presencia en primer plano del bajo proporcionaba un cierto toque funk; y en general se echaba mano de todo tipo de arreglos, desde guitarras potentes hasta delicadas secciones de cuerda. También había una influencia intelectual que venía de ese romanticismo pesimista, oscuro, tortuoso, que había apuntado Joy Division y que hablaba de mujeres inalcanzables, de amores imposibles destinados a la fatalidad. En el terreno de lo visual el ascendiente directo era el glam-rock (aunque menos burdo, menos vulgar), y la consigna se basaba en alejarse de lo convencional, de lo esperado, de lo que podía verse habitualmente por la calle; la ropa debía ser abundante y distinguida, pero este concepto abarcaba también lo cercano al exceso, e igualmente los peinados y, por supuesto, el maquillaje; naturalmente la presencia trajeada y encorbatada de Brian Ferry (cantante de Roxy Music) era perfectamente admisible para el género. Esas eran a grandes rasgos las características del nuevo estilo.

      


Steve Strange, que fallecía el 13 de febrero del 15 en Egipto a causa de un ataque al corazón, estaba allí, justo en el momento preciso y precisamente en el foco difusor de ese invento. De hecho, él fue uno de sus ideólogos. Por tanto, debía tener su grupo, un nombre que se encargara de marcar el camino, y ese grupo fue Visage. Apoyado en vídeo-clips muy poderosos visualmente (y también novedosos como formato musical), Visage lanzó un primer disco verdaderamente meritorio (no en vano en sus filas había gente de Ultravox o Magazine), el cual contenía una canción emblemática: ‘Fade to grey’; con palabritas en francés (que siempre queda muy fino y distinguido) y un sonido cien por cien tecno, Steve escenificaba drama, decadencia, desdicha, a la vez que  desplegaba una llamativa colección de caracterizaciones a cuál más teatral y sin ahorro de maquillaje, tocados y efectos. Aunque el primer disco y ese tema en concreto tuvieron un gran éxito, apenas hubo continuación; un par de discos más que apenas llamaron la atención y fin. Strange transitó como pudo por los ochenta, y luego su chispa fue apagándose…

Pero aquello que él pergeño dio algunos frutos, efímeros pero fáciles de recordar. Y es que una de características de los grupos clasificables como ‘new romantic’ fue precisamente que apenas mostraron caudal suficiente para uno o dos discos, es decir, lo primero que sacaron fue lo mejor, siendo lo siguiente de muy inferior calidad. Cierto que algunos de los surgidos en aquel colorido momento continuaron y desarrollaron carrera larga, pero lo hicieron confundiéndose con quienes compartían lista de éxitos, o sea, mutando según las exigencias de la moda (no hay que olvidar que uno de sus pilares era ese, pues todos eran muy ‘fashion’), perdiendo personalidad y adecuándose a las exigencias del mercado.  



Entre los grupos que alcanzaron buena posición en aquel fugaz instante hay algunos cuyo nombre ha llegado hasta hoy, al menos entre los círculos más iniciados. Duran Duran se ha mantenido en escena con bruscos altibajos, aunque su mejore referencia sigue siendo su iniciático ‘Planet Earth’. Spandau Ballet lanzaron un primer disco verdaderamente excelente, ‘Journeys to glory’ (con el pegadizo y contundente ‘To cut a long story short’); de todos modos, su ‘neorromanticismo’ les duró poco. Con un ambiente entre funk, tecno y pop, ABC se dio a conocer con un estupendo álbum de debut, ‘The Lexicon of love’, cargado de bellas y eficientes melodías y barrocos arreglos. Ultravox venía de los setenta y pasó por varios escenarios (e integrantes) hasta desembocar en un excepcional disco (ya sin el ¡ tras la x), ‘Vienna’, una obra cargada de teatralidad, de emotividad y tragedia; la canción que da título y el clip correspondiente son sencillamente antológicos. Japan también tenía pasado en la década de los setenta y, por tanto, vaivenes estilísticos; lo suyo tenía un poco más de riesgo, más experimento, tanto que a veces resultaban difícilmente comprensibles, lo que no quiere decir que no tuvieran su atractivo, como el que exhibe ‘Gentlemen take Polaroids’. Hubo otros, claro, incluso con más éxito, pero estos son los más representativos (¿y Scritti Politti?).     

En realidad aquello duró poco, muy poco (aunque se extendió por todo el continente), y visto todo ello desde hoy es cierto que los nuevos románticos no dejan de tener un punto de lechuguinos, de mequetrefes decadentes, pero había que estar allí para entenderlo, pues sacarlo de su momento es injusto y lo vuelve incomprensible.


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 18 de febrero de 2015

LA HAMBURGUESA FÓSIL Y LA COMIDA INDUSTRIAL El asunto de la comida es de lo más peliagudo, pues comer es un acto de máxima intimidad. Quienes tengan ciertas edades recordarán tiempos mejores y pitanza no tan maquillada, modificada, manufacturada.

Aspecto del producto a comienzos de 2013, mil días después
de salir de la cadena de montaje
Una fotógrafa de Nueva York lleva años sacando fotos de una hamburguesa de una marca multinacional, de la misma hamburguesa, la cual no modifica su aspecto ni muestra moho o indicios de putrefacción; de hecho, la cara del supuesto alimento no ha variado prácticamente nada seis u ocho años después de que saliera de la ‘cadena de montaje’; la presunta carne, las patatas, el panecillo…, se han vuelto duros como piedras, pero su apariencia permanece invariable; asegura la neoyorkina que su perro se interesó por el comistrajo un par de días, pasados los cuales el objeto dejó de oler a algo, de modo que el chucho perdió todo interés. Indagando por la red se descubre que no es caso único, que no son pocos los que han llevado a cabo un experimento similar; así, existe un vídeo creado por un buen señor que preservó un ejemplar del producto estrella de la famosa cadena ‘alimentaria’ durante nada menos que ¡19 años!, con idénticos resultados: el mondongo parece recién salido de fábrica. Otro guardó ese mismo producto durante un tiempo, lo olvidó durante años, más tarde lo encontró y, ¡milagro!, tenía la misma e invariable pinta que cuando lo archivó. Existen, en fin, otros testimonios y documentales con similar argumento y todos con el mismo resultado: fosilización de la pieza. Aseguran los expertos que tal prodigio se debe a la presencia de compuestos químicos como clorotolueno, cloroformo, xileno, estireno…, incluso insecticidas y pesticidas, transgénicos claro. En fin, que se usan químicos con los que se conservan los cadáveres en las facultades de Medicina.   

El caso es que, a veces, se dejan las sobras del cocido en el frigo y quedan escondidas detrás de las cervezas; días después son redescubiertas y, al ir a inspeccionar el hallazgo, se siente un golpe hediondo en las napias a la vez que el explorador contempla un espectáculo de fibras lanzadas desde la otrora comida hacia las paredes del envase…, todo envuelto en una nube con colores diversos…; cosa parecida ocurre con el filete ruso (equivalente hispano a la tal de Hamburgo).

Sí, parece evidente que la calidad de los comestibles ha bajado en relación directa a la industrialización del sector; cierto que (al menos en teoría) todo está muy controlado, revisado, homologado, pero esta ‘seguridad’ exige la incorporación de un sinfín de aditivos, elementos añadidos, cuerpos extraños que potencien artificialmente el sabor y logren que se conserve el buen aspecto, compuestos que proporcionen durabilidad a lo que en teoría es perecedero, técnicas dudosas... Y aunque aún no se haya demostrado que todos esos compuestos y manipulaciones repercuten en la salud, seguro que beneficiosos no son, y de algún u otro modo terminarán por causar su efecto.

La lista de experiencias que todo el que de vez en cuando hace algo en la cocina podría ser infinita. Por ejemplo, ¿cuánto hace que no se echa un filete a la sartén sin que se produzcan las vibrantes y engorrosas burbujas?; esto demuestra que la res estaba engordada artificialmente. En este sentido hay que recordar aquel análisis que se hizo al ciclista Alberto Contador, el cual desveló que el campeón tenía en su sangre 0,00000000005 gramos de anabolizante…; el caso es que si tal test se hace a cualquiera que haya consumido recientemente vacuno, porcino o aviar, el resultado seguro sería descalificante y sancionable en el ámbito deportivo.

Pero no sólo los productos cárnicos están afectados por la industrialización, la cual consigue abaratar precios a cambio de rebajar también la calidad, e incluso la salubridad. Unos ejemplos. Cuando hace cuatro o cinco décadas el ama de casa compraba un kilo de fresas, el aroma invadía toda la casa, haciendo imposible sorprender con el postre; hoy se puede pasar al lado de una montaña de fresas sin que el mínimo olor llegue a las fosas nasales, y además, al cortarlas suenan como si fueran manzanas. Si se compra en el súper un kilo de cacahuetes, a la hora de cascar y comer sólo se encontrarán piezas con uno o dos frutos, nada más; sin embargo, hace unos cuantos años un chaval se hacía con un cucurucho de maní (alguno decía ‘cacagüeses’) y se topaba con piezas de uno, dos, tres, cuatro y, alguna vez, hasta cinco frutos…; por alguna razón, la industrial encuentra más rentable producir exclusivamente sólo los de uno o dos. Hubo un tiempo en que al anunciar los plátanos de Canarias se explicaba, entre otras ventajas, que esta fruta no exigía el uso de cuchillo para separar la piel; despellejar hoy a mano una de estas amarillas piezas es prácticamente imposible sin aplastarla. ¿Alguien ha comido últimamente tomates con sabor a tomate?; seguro que los hay, pero no en fruterías tradicionales, mercados o autoservicios. Raro será, en resumen, el ciudadano que no tenga sus propias experiencias al respecto.          

Parece ejercicio de nostalgia, batallitas del abuelo Cebolleta, pero pocas cosas hay tan evidentes como la caída de la calidad de los alimentos desde que se ha impuesto la industrialización: de ellos han huido el sabor, el olor, la textura, la calidad…, por muy buena facha que presenten.     


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 15 de febrero de 2015

CLÁSICOS QUE SE ATREVIERON A CHAPURREAR EN ESPAÑOL La lengua materna de la música rock es, evidentemente, el inglés. Por eso, cuando los grupos o solistas angloparlantes cambian de idioma el resultado suele ser rarillo, chocante, y a veces hasta risible

Cuando en sus primeros conciertos en España The Clash daban los primeros acordes de 'Spanish bombs', surgía verdadera magia
Aun así, siempre ha habido nombres históricos del género que se han atrevido a soltarse y cantar alguno que otro de sus éxitos en idiomas ajenos, a veces con agradables consecuencias, otras convirtiendo la letra en incomprensible y algunas más produciendo sonrojo al oyente hispanoparlante; por ejemplo, quienes tengan cierta edad recordarán el dulce acento de Matt Monroe o de Nat King Cole cuando atacaban en español, pero también se puede uno horrorizar al escuchar a Bon Jovi o incluso Michael Jackson destrozando sus propias composiciones al tratar de darles forma en español. Sting, Scorpions y otros muchos también tradujeron sus éxitos. Elvis lo hizo con bastante más encanto y gracia que todos ellos. Menos mérito tienen artistas como Carlos Santana o Joan Báez, cuyos apellidos señalan su ascendencia. Por otro lado, también hay idiomas reñidos con el r & r, como el francés.



Más difícil es encontrar grandes estrellas que se atrevieran a escribir originales en castellano, aunque la cosa no pase de un estribillo o un par de versos; tampoco es muy habitual que acometan clásicos de la música en idioma cervantino. Entre los poquísimos que se despojaron de vergüenzas y prejuicios está el gran Willy DeVille, que no tuvo reparos a la hora de crear ese maravilloso recitado que incluye su ‘Spanish stroll’ (1977): “Rosita, dónde vas con mi carro, Rosita, ya te llevaste mi televisión y mi radio…”; el difunto chulapo estadounidense creó en 1983 otro estribillo magnífico con su contagioso ‘Demasiado corazón’; y ya en solitario (en 1995) fue más allá con ‘Así mi amor’ escrita íntegramente en español. No ha de extrañar su abierto horizonte, pues tenía sangre de indio algonquino, irlandesa y española (vasca, por más señas). Pasión, drama, emoción…, eso era Willy, y muchas veces encontró cómo transmitir en español todo ese caudal de sentimientos. Sí, había en él demasiado corazón.      

Bob Dylan también se dejó seducir en su ‘Romance in Durango’ (1976), donde se arranca con versos como: “no llores mi querida, Dios nos vigila (…), agárrame mi vida”; y luego mete insoslayables vocablos mexicanos e hispánicos como ‘Villa’, ‘tequila’ ‘fandango’, ‘torero’… El genial judío, cristiano y luego otra vez judío siempre ha tenido gran facilidad para componer partituras brillantes y textos inteligentes, aunque sea en idioma ajeno.


Hasta Queen cantó en español, aunque apenas fuera un par de versos; así, en 1982, el guitarrista Brian May quiso que uno de sus títulos fuera ‘Las palabras de amor’; sin embargo, apenas fue más allá del título y el verso “despacito mi amor”. Eso sí, con el inolvidable Freddy haciendo coros.

¡Cómo olvidar a The Clash y su emblemático ‘Spanish bombs’! (1979). Cuando en sus primeros conciertos en España iniciaban esta pieza, se producía un irresistible y general escalofrío, tanto que el público cantaba con el acento del difunto Joe Strummer aquello de “yo te cuero infinito, yo te acuera, oh my corazón”; y también se entendía Fredrico Lorca, Guardia Civil, señoritas, Costa Brava, Andalucía, Granada, mandolina, Costa Rica… Sí, el inquieto y combativo Strummer vivió en España, así que no se cortó a la hora de soltar algunas cosas que aprendió (dicen que cuando estaba en Granada pronunciaba muy bien el tan hispano ¡hombre!, cuando le ofrecían una caña).

Los no menos guerreros The Pogues hicieron algo parecido en su divertida ‘Fiesta’ (1988). Es una canción sobre los días de idem y borrachera que se pasan los ingleses durante el verano en España; esta vez es en Almería, donde piden “sin gas and con leche”, alardean de que para sacudirse la resaca “él bebe cincuenta gin-campari” y no se resisten a soltar un etílico “no romperán mis cojones”. ¡Quiénes más expertos en el arte del trasiego sin control que Shane McGowan y sus compadres! Por eso, a la hora de explicar ese típico y etílico comportamiento, nada mejor que esta ‘Fiesta’.

¿Y The Beatles? Pues también osaron visitar la lengua romance. Así, revisaron a su manera el ‘Bésame mucho’ (según la versión del chileno Lucho Gattica), pero Paul no se compromete a ir más allá del título; al parecer la tocaban en su prehistoria alemana y también debieron presentarla en las pruebas para las discográficas; luego el bajista la cantó en otras ocasiones. Asimismo, en el ‘Sun king’ (del ‘Abbey road’) embuten palabras inconexas en español e italiano. Ah!, y dice la leyenda que en Hamburgo cantaron ‘La cucaracha’, e incluso que existe una grabación, eso sí, ilocalizable.  

De todos modos, cuando se conecta con una canción, no hace falta traductor: la música es lenguaje universal.      


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 11 de febrero de 2015

¿HAY CABALLOS CON CABEZA Y CUERPO DE CONEJO? En un episodio de la serie Los Simpsons se anuncia un fenómeno asombroso: “¡Un caballo con cabeza de conejo y cuerpo de conejo!”, y cuando el animal echa a correr, se apostilla: “¡Se aleja galopando!”… Hay quien está dispuesto a creérselo.

Aunque parezaca increíble, hay quien cree ver un caballo con cabeza de conejo
 y cuerpo de conejo. 
Lo más sorprendente no es que haya individuos que traten de colocar una paparrucha de tal calibre, sino que haya personas (y no pocas) que estén dispuestas a creerse tal prodigio. Y sin embargo así es. Una farsa semejante se está representando en diversas partes del mundo: El pueblo venezolano, cuando votó al líder bolivariano, se creyó la superchería: “Un Salvador con cabeza de Hugo Chávez y cuerpo de Hugo Chávez”; y tan profundamente interiorizaron la maravilla, que les está resultando muy difícil darse cuenta de que no hay forma de cabalgar un conejo; a pesar de todo, los feriantes caraqueños siguen insistiendo en que el brioso corcel que hoy tira del país es el sucesor de aquel gran semental, o sea, que todos los males del país (desabastecimiento, corrupción, pobreza, delincuencia descontrolada) son culpa de los que se empeñan en ver conejos, cuando lo que hay son caballos aunque tengan cabeza y cuerpo de conejo.

El poder de sugestión de los impostores populistas debe resultar irresistible para muchos en ciertas circunstancias, pues aquellos siempre encuentran masas que les escuchen con devoción y con una total disposición a creer en sus palabras por muy disparatadas que sean. Los argentinos confiaron en que la solución a todo consistía en montar en “un caballo con cabeza de Perón y cuerpo de Perón”, y pasadas décadas, siguen tratando de galopar a lomos de conejos, con resultados lógicos y naturales. El problema es que los abundantes ejemplos sudamericanos se están extendiendo, hasta el punto de que en la vieja Europa, en Grecia, gran parte de su población ya ha digerido la idea: “unos políticos capaces y honestos con cabeza de charlatanes y cuerpo de charlatanes”; así, los recién llegados con el bálsamo de fierabrás acusan de todos sus males a los de fuera, cuando lo cierto es que en la histórica Hellas había personas de 60 años cobrando pensión de orfandad y hospitales públicos con cinco jardineros y sin jardín…, por ello no es de extrañar no quieran ver la viga en el ojo propio.

Los buhoneros han instalado su feria también en España. De este modo, los recién llegados a la política tratan de atraer al personal con las típicas arengas del feriante timador modernizado, cuya barraca se ha transformado en televisión: “Un Ghandi con cabeza de Iglesias y cuerpo de Iglesias”, o “unos genios de la política con cabeza de sectarios y cuerpo de sectarios”. Como era de esperar, no ha faltado gente ansiosa de creer. Y no le ha importado a esa gente que los mesías que van a salvar al país empiecen a estar manchados por asuntos dinerarios (y eso que aun no han tenido acceso a fondos públicos), ni que hayan negado la libertad de expresión a discrepantes (boicotearon e impidieron que políticos rivales dieran una charla en “su” universidad), ni que demuestren su fanatismo ciego viendo mensajes reaccionarios en pelis como ‘El rey león’ o ‘Peter Pan’ (el garfio del Capitán Idem, afirman, es un símbolo peyorativo de la hoz comunista…, y eso que el libro con tal personaje es anterior a la Revolución Rusa); nada de eso hace mella en el dogma de fe que los mesías de la política española han conseguido implantar en gran parte de la población (a la hora de la verdad la cosa no será tanto como anuncian las embaucadoras encuestas).      
            
En fin, si un animal tiene cabeza de conejo y cuerpo de conejo no podrá ser otra cosa. Del mismo modo, un político es un político, y no hay nada que se parezca más a uno que otro, independientemente de creencias, partidos y proclamas; todos, sin mirar siglas o nombres, recurrirán a las mismas tretas, trucos y manipulaciones, tal y como se está demostrando con los bisoños que van a arreglarlo todo con ‘la purga de Benito’. ¿Que pillan a uno de los suyos con pasta dudosa?, todos sin excepción reaccionan del mismo modo: “es mentira, yo no sabía nada, es un ataque a nuestro partido, etc”. Por poner un símil cotidiano, los políticos son como los futbolistas, ¿acaso un defensa no agarrará, empujará o trabará al delantero si el árbitro no mira?, pues los profesionales de la política harán igual. Lo verdaderamente inusitado es que, pase lo que pase, hay verdaderas multitudes dispuestas a creer a pies juntillas todo lo que diga su redentor…, aunque tenga cabeza de político y cuerpo de político.
  

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 8 de febrero de 2015

SIMON & GARFUNKEL: LA CARA MÁS LIGERA DEL ROCK La música rock no es sólo distorsión, potencia y rabia, sino que también admite canciones ligeras y casi desnudas de acompañamiento, como las de Simon & Garfunkel.

Simon & Garfunkel, la cara más etérea del rock
La década de los setenta del siglo pasado fue algo especial en el ámbito del rock, tanto que para muchos viene a ser su época dorada. Y no sólo por la gran cantidad de nombres que aquellos años dieron para los anales, sino por el sentimiento de complicidad que surgió entre todos los que entonces habían entrado en ese espacio musical. Así, pocas cosas eran más estimulantes y emocionantes que ir a casa de un amigo, o del amigo de un amigo, y pasarse una tarde mirando sus discos, escuchando esta o aquella, descubriendo grupos de los que sólo habías oído hablar; y charlar sobre ello, comentar, expresar sensaciones. Para situarse correctamente en la época hay que tener en cuenta dos aspectos: uno que en esos momentos apenas había medios de comunicación que se dedicaran al rock (alguna revista más bien marginal, escasos minutos en radio y escasísimos y escondidos en la tele); y dos, que no existía otra forma de escuchar música escogida que no fuera pinchando el disco de vinilo (las cintas de casete eran, por así decirlo, de tercera división). Por eso, una excelente manera de descubrir nuevas bandas era curiosear entre los singles y elepés de otro aficionado. De este modo, podía uno encontrarse con nombres de los que apenas sabía. No pocos cmprendieron entonces que, además de modelos graníticos y musculosos, había formas más ligeras de rock, finos estilistas que dejaban la melodía casi al desnudo.



Por ese camino se podía acceder a propuestas como la de Simon & Garfunkel. Eran apenas una voz, suave, casi de terciopelo, y una guitarra acústica; a veces una segunda voz y, ocasionalmente, más acompañamiento, pero siempre manteniendo un tono ligerísimo, cristalino, casi etéreo. Además, la cadencia y dicción resultaban tan nítidas que hasta los menos ‘viajaos’ se atrevían a con la letra… En realidad, para cuando se estrenaron los setenta este célebre dúo neoyorquino ya había registrado todas las canciones con las que crearon su personalidad, títulos emblemáticos que, pasado cerca de medio siglo, mantienen su poderoso y a la vez refinado encanto.

Sólo grabaron cinco álbumes de estudio, pero con tanta sustancia como para lanzar posteriormente un sinfín de compilaciones y directos. Y de esas cinco docenas escasas de canciones pueden extraerse seis (podrían ser muchas más) absolutamente históricas, melodías que una vez escuchadas son asimiladas por los correspondientes receptores cerebrales, haciendo que se queden ahí para siempre, para ser recordadas, tarareadas, recitadas, disfrutadas. ‘The sound of silence’ es una obra que hechiza desde el primer momento: un discreto apunte con eléctrica y dos voces componen un diseño melódico delicioso que se desarrolla luego con base más sólida; hay quien dice que está escrita como reacción al asesinato del presidente Kennedy, sin embargo, el autor (Paul Simon) afirma que la escribió en el baño y a oscuras, pues en esas circunstancias encontraba inspiración, pero sin nada premeditado. ‘Scarborough fair’ es una tonada medieval inglesa que ambos arreglaron, dotándola de una pasión serena, sabia, contenida; con Garfunkel deslizando un hilo de voz y Simon respondiendo, con esos punteos y arreglos diáfanos, el oyente se pone en el lugar del amante despechado que pide: “¿vas a la feria?, dile a la que fue el amor de mi vida…”; pensamientos y formas de otro tiempo que siguen siendo válidos hoy. Morbosa y seductora, ‘Mrs Robinson’ se asocia irremediablemente a la película ‘El graduado’. Otra melodía irresistible es ‘The boxer’, cuyo ‘la la la’ se pega de manera indeleble; el pobre boxeador recuerda y lamenta… ‘El cóndor pasa’ es una adaptación de una pieza de una zarzuela que el autor peruano Daniel Alomía Robles escribió en 1913; éste, a su vez, se había inspirado en una tonadilla tradicional de su país; Simon escribió una letra en inglés y convirtió el resultado en un éxito mundial. Finalmente, la insuperable ‘Bridge over trouble water’, un exquisito canto a la amistad incondicional, una preciosa partitura cargada de pasión y ‘buen rollo’.

Son, en fin, canciones que transmiten muy bien aquello de ‘paz y amor hermano’, fáciles de identificar y que gustan incluso a quienes no tienen gran interés por esto del rock. Con Simon & Garfunkel este género musical se sale de sus límites hasta hacerse comprensible y agradable de manera casi universal. La finura y gracilidad, la calma y sosiego que contagian los hacen aptos para todos los púbicos y edades.

Aunque suene nostálgico, la mágica sensación de encontrarse en edad temprana con sonidos que te acompañan el resto de tu vida (como los del dúo del moreno bajito y el rubio alto) es algo que, para bien o para mal, se ha perdido con la irrupción de las (fabulosas) herramientas digitales. Eran los años heroicos del rock, cuando no estaba tan asimilado ni era tan accesible, cuando la cosa tenía un punto de misterio y quien estaba dentro tenía sensación de formar parte de un colectivo muy especial.  


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 4 de febrero de 2015

`PROBLEMOS’ YA EXHIBE TODOS LOS VICIOS DE LA CASTA Revolucionado anda el mundo de la política en varios países europeos con el auge de los populismos. España no es ajena al fenómeno, de modo que el nuevo partido populista tiene a tirios y troyanos que no les llega la camisa al cuerpo.

El estilo bolivariano que algunos quieren instaurar aquí
Sin embargo, la realidad señala de modo inconfundible que la opción recién llegada no sólo no es la solución, sino que es en sí misma un problema, tanto por lo que muestra como por la conducta de sus nombres más significados. ‘Problemos’.

Esta nueva formación, a pesar de que aún (febrero 2015) ni siquiera ha debutado en el terreno electoral (sin contar el Parlamento Europeo que, como está comprobado, aquí no importa demasiado al personal), ya muestra todos los tics y recursos característicos de los gobiernos tendentes al totalitarismo. Así, presenta ese discurso populista y demagógico, esa plática inconcreta y dispersa (de hecho aun no han formulado una sola idea o propuesta), esa táctica tan típica del que, en el mejor de los casos, cree que con sólo ‘buenas’ intenciones todo se soluciona (eso sí, sólo son buenas si son suyas). Luego llega la obstinada señora Realidad y se impone; es decir, en el mitin se vociferan promesas cuasi revolucionarias en todos los ámbitos (social, económico, fiscal…), pero llegado el caso, hasta el más exaltado comprueba la imposibilidad de mantener proposiciones enfrentadas a lo posible. Asimismo, cuando se presenta cualquier contratiempo o acusación, el líder populista echa la culpa a otros: “vienen contra nosotros”, proclaman cuando uno de sus líderes es denunciado. Y cuando los problemas se vuelven abrumadoramente evidentes (como sucede ahora en Venezuela), no dudan en usar el mismo discurso: “la culpa la tienen el imperio (USA) y el capitalismo” o el Banco Central Europeo, la Troika, la banca, una mano negra o una confabulación internacional (o intergaláctica).

Pero hay más detalles que dejan ver de qué van estos ‘Problemos’. Por ejemplo, no se cortan en justificar los asesinatos etarras, evidenciando empatía con los terroristas y, por tanto, antipatía hacia las víctimas, pero a la vez, abominan de idénticos crímenes si el pretexto político para cometerlos es de signo contrario. Asimismo, no les tiembla la mano a la hora de purgar a todo aquel miembro del partido que ose discrepar del líder y su camarilla.
Y, por supuesto, está el asuntillo ese de que varios de sus dirigentes estén implicados en casos dudosos con la pasta de por medio. Así, está el tronco que cobraba una beca de una universidad sin aparecer por allí, y la novia del patrón, que siendo concejal no sabía que estaba asignando trabajitos a la empresa de su hermano. Pero lo mejor (de momento) es el otro jerarca de ‘Problemos’, que recibe un pastón por un informe por el que a un premio Nobel le hubieran pagado la décima parte, una cantidad que es el triple de lo que se lleva el expresidente Clinton por una conferencia; además, incumple con obligaciones tales como comunicar el negocio a la Uni para la que trabaja (¿) o entregar a ésta lo que estipula el contrato; se inventa una sociedad para eludir al fisco y no hay forma de entregarle la correspondiente citación… En fin, aplauden a los jueces que encausan a “la casta corrupta”,  pero si ellos se ven en el mismo fango que la susodicha, vuelven al “nos quieren amedrentar porque nos tienen miedo, la casta nos agrede porque no quiere que lleguemos al gobierno y solucionemos las necesidades y problemas de los ciudadanos”. Además, no sería de extrañar que al tirar de los hilos se llegue a más ovillos ¡Y eso que todavía no han tocado el poder, y eso que aun no han tenido dineros públicos a su alcance!

Al margen pero como dato colateral se puede subrayar la deserción de muchos de IU que atisban más futuro en el nuevo partido; y es que no falla: en cuanto ven una vía de agua, las ratas abandonan el barco.

Afirman los especialistas que la aparición de partidos populistas es la respuesta lógica ante el desencanto y desconfianza que provocan los partidos tradicionales; una reacción tan lógica como la de tener ganas de dar un puñetazo a quien te mienta la madre. Sin embargo, aunque puedan ser impulsos naturales, no quiere ello decir que llevarlos a cabo sea lo más razonable y provechoso.

De todos modos, si es cierto que varios ‘Problemos’ asesoraron a Venezuela, los hechos parecen demostrar que sus consejos no han sido muy eficaces… O sea, que si por algún insospechado giro del destino los mencionados alcanzaran el poder, traerán a España el estilo bolivariano, en cuyo caso este país ya conocerá lo que le espera.  

Un detalle final: en su reciente manifestación no se vio una sola bandera española ni, por supuesto, sonó el himno; es curioso pero este debe ser el único país del mundo donde un partido con aspiraciones no exhibe esos símbolos, pues hasta sus amigos y correligionarios venezolanos van con su bandera a todas partes.


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 1 de febrero de 2015

EL ROMANTCISMO SERENO DE ALEJANDRO ‘COOPER’ Recientemente se ha editado el nuevo álbum del grupo leonés Cooper que, como todos los iniciados en el tema saben, es el proyecto de Alejandro Díez, otrora líder de los históricos Los Flechazos. ‘UHF’ es un mini álbum en vinilo con seis canciones.

Cooper propone otras formas de moverse en el universo de la música pop
Sí, el clásico y entrañable formato elepé sigue teniendo ese sabor único, sigue presidido por ese ritual que se degusta cuando se manejan objetos valiosos por sí mismos y por lo que representan. Por otro lado, hay especialistas que sostienen que el Cd terminará por quedarse obsoleto mientras que el disco de vinilo siempre será visto como algo especial y ajeno al avance tecnológico. En una palabra, el vinilo está impregnado de romanticismo, y por eso siempre estará unido a Alejandro en cualquiera de sus proyectos. 


La media docena de canciones que ofrece ‘UHF’ tienen, en mayor o menor medida y como no podía ser de otro modo según la trayectoria del personaje, ese delicioso toque ‘beatleliano’ que indica, sin la menor duda, una pasión incondicional para con las creaciones de los de Liverpool; así el sonido de las guitarras, las melodías y estribillos, los coros…, y todo con admiración y una preciosa sencillez que casi es humildad. Además, los temas toman adornos de otros momentos brillantes de la historia del pop, de modo que aquí se puede sentir a Elvis Costello y allí se aprecian otros tonos ‘new wave’, por este lado aparecen evidencias del ‘power-pop’ más atemporal y por aquel asoman cadencias y tintes de Oasis; y como quiera que los mencionados son incondicionales declarados de Beatles, de alguna manera se cierra el amplio círculo artístico de Álex. Pero además de todas esas influencias, los pasos anteriores del artista también dejan aquí su huella, es decir, el Alejandro de antes también influye en Alejandro de hoy. Sí, el exflechazo posee ese punto de romanticismo necesario para mantener la fidelidad hacia quienes le han servido de infalible referencia desde sus comienzos. Todo confluye y brilla en esta pequeña colección de grandes canciones (cinco más una).

Este nuevo trabajo de Cooper deja bien claro que está concebido por un artista que ha encontrado el equilibrio, un músico que trabaja desde la estabilidad que proporciona la familia como fuente de felicidad. Alejandro está en ese envidiable lugar, en esa madurez creativa que no deja de ser inconformista, inquieta, dispuesta. El veterano cantante, compositor y guitarrista ha encontrado la manera de acoplar la serenidad del hogar al romanticismo imprescindible para escribir canciones pop. Él es la demostración palpable de que no es necesario vivir en el exceso o en el escándalo, en la provocación o el desplante para concebir melodías atractivas y estribillos con alma; así, ha buscado y hallado en su interior la manera de sentir y expresar auténtico desamor y melancolía sin necesidad de experimentar la  desesperación. Es un artista y un hombre en plenitud.

Tampoco le quitan ya el sueño las ventas, la fama o el estrellato, y sin embargo, puede transmitir tanto o más que los que nadan en la angustia vital o en el irrefrenable deseo de protagonismo, más que los que obran impulsados por el deseo de números uno, de estadios rendidos, de ventas millonarias. No, esto no es prioritario para este gran conocedor del terreno que pisa, para este estudioso de la cultura pop que se declara fan antes que músico.

Siempre inquieto y apasionado, emprendedor ilusionado (él puso en marcha el festival ‘Purple Weekend’), activo (no se conforma con escribir y publicar canciones), viajero, honesto, tranquilo, romántico… y, seguro, feliz. Decía una de sus canciones para Los Flechazos: “Lo conseguí, soy feliz”.  

Todo está en el ‘UHF’.


CARLOS DEL RIEGO