El auténtico poder es mentir descaradamente, evidentemente, y que haya quien acepte la mentira. Tal ocurre en la política en España y en todo el mundo
Alguno dijo alguna
vez que el verdadero poder no consiste en mandar y ser obedecido, sino en
mentir descaradamente, evidentemente, y que haya quien apoye y crea al
mentiroso sin preguntarse nada, sin dudar, e incluso defendiendo los embustes y
al embustero como cosas beneficiosas. Ese es el auténtico poder. Tal cosa
sucede en todas partes, incluyendo España, donde grandes masas de población elogian
a sus líderes a pesar de ser conscientes de que han mentido, mienten y mentirán
En realidad la
política es el arte de la mentira y la manipulación, lo que significa que todo
político miente casi continuamente, sobre todo cuando toma el poder. Algunos
mienten con cierto disimulo, dicen medias verdades y tratan de esconder,
maquillar o justificar la trola. Pero hay otros que hoy afirman una cosa y
mañana la contraria sin el menor pudor, sin siquiera intentar explicar su
cambio de parecer, como dando a entender que estaban en lo cierto ayer, cuando
decían blanco, y hoy cuando dicen negro. Y lo peor es que gran parte de la
ciudadanía, a pesar de tener la absoluta certeza del embuste, no por ello les
retira credibilidad, apoyo y defensa ante quienes ponen en evidencia la
patraña. Esto es el verdadero poder.
Quien actualmente
sujeta el bastón de mando en España es uno de los seres más poderosos de toda
su Historia, puesto que ha mentido reiteradamente, machaconamente,
evidentemente, a los ojos de toda la población, y sin embargo cuenta con el
apoyo incondicional de una gran parte de la misma. Sin duda, ese tipo tiene un
poder desmesurado.
Todos saben que la
tesis doctoral del actual jefe de España fue un fraude que combinaba plagio
flagrante y comprobado, partes escritas por otro y un resultado final de una
mediocridad bochornosa. Sus fieles, aunque despellejaran a otros por idéntico
motivo, no le echan en cara tan gruesa falsedad, tan indiscutible mentira.
Lo mismo sucedió
cuando afirmó con rotundidad y convencimiento que no pactaría con los amigos de
los terroristas (“si quieres lo repito veinte veces”, llegó a decir), o con los
separatistas (“los que quieren romper España”, precisó) pero pactó cuando los
necesitó (al día siguiente) sin dudarlo ni un segundo y sin bajar la mirada.
Divertido fue lo de “no podría dormir
con uno de estos en el gobierno” para, una semana después, acostarse con él.
Pero no por ello pierde apoyo entre los votantes, sobre los que ejerce un poder
casi místico, religioso.
Y respecto a la monstruosa
epidemia, el grosor y tamaño de las mentiras resulta apabullante, escandaloso,
aunque no para sus fanáticos. Así, a pesar de que nadie duda de que él y sus
adláteres sabían lo que venía y sus peligros desde semanas o meses antes de la
‘llegada oficial’ del virus, son millones los que asumen la mentira sin
siquiera plantearse la duda; más aún, muchos de los que han perdido seres
queridos a causa de la negligencia y desidia del mandamás, siguen a su lado
aceptando como buena su evidente inacción. Esto es el poder total, absoluto.
Desde fuera, quienes
observan lo que ha ocurrido y ocurre en España no dejan de resaltar la
ineptitud del inquilino de la Moncloa, aunque esas denuncias no hacen mella en
la fidelidad de muchos españoles.
Por ejemplo, el
alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung (Diario de Información General de
Frankfurt) acusa al presidente de anunciar muy ufano en julio que la “pandemia
está controlada”, y también le echan en cara haber “perdido un tiempo muy
valioso” durante los primeros meses.
El británico
Financial Times calificó como “datos defectuosos” las cifras de fallecidos por
el virus que da el Gobierno desde el principio ( siguen dando cifras muy
inferiores a las evidentes). Respecto al epidemiólogo que está al mando, este
periódico recordaba con sorna que el 23 de febrero afirmaba que “no hay virus
en España”, y que la vicepresidenta decía unos días después que la situación
era “francamente buena”. Mentiras que casi nadie reprocha.
El diario progresista
estadounidense The New York Times afirmó que “La crisis del coronavirus en
España se aceleró por ignorar las advertencias”, a la vez que afirmaba que es
un “ejemplo doloroso de cómo algunos gobiernos ignoraron las experiencias de
países donde el virus ya había atacado”, y que esos gobiernos (incluyendo el
suyo) “trataron el virus como una amenaza lejana sin siquiera considerar que su
país podría ser el próximo”.
El inglés The
Guardian (de centro izquierda) destacaba los actos que el gobierno de España
autorizó el 8 de marzo y lo acusaba de “reaccionar tarde y con torpeza”, con lo
que el país se vio sin “el equipamiento básico necesario”.
La emisora
estadounidense de Tv CNN recordaba cómo el 28 de abril el jefe de gobierno de España
presumía de ser “el quinto país que más test ha realizado en todo el mundo, y para
demostrarlo citaba un informe de la Universidad John Hopkins”. La cadena explicó
cómo “facilitó datos manipulados para colocarse entre los países que más test realizaban”.
Una periodista de la CNN preguntó directamente al presidente español por ese
estudio, pero éste contestó “Los números están ahí”, sin más, por lo que esta televisión consultó con
la mencionada universidad, la cual contestó con un contundente: “No hemos
podido localizar el informe que nos pidieron”. Lo que pone en evidencia otra
gruesa mentira.
La catarata de
embustes, paparruchas, patrañas, ocultaciones y falsedades es ilimitada. Sin
embargo, una parte muy significativa de los españoles se lo tragan todo, lo
asimilan, lo dan por bueno sin que se les pase por la cabeza plantearse la
inmoralidad casi criminal de ese rosario de trolas Esto es poder. Poder absoluto.
CARLOS DEL RIEGO