Esta especie de cárcel de aspecto retrofuturista esperaría a los incautos que se embarcaran en esta ocurrencia |
Los responsables de esa empresa, que afirman contar
con casi 200.000 voluntarios dispuestos a emprender tan incierta aventura, aseguran
que el proyecto es como el que emprendió Colón; en realidad, antes de iniciarse la
gesta del Almirante de la Mar Océana hubo quien lo calificó de majadería, pero los
que sabían de qué iba la cosa (los Pinzón) la entendieron posible e
interesante; lógicamente, eso de irse a Marte tiene poco que ver con lo de los
osados navegantes de hace medio milenio, baste decir que a éstos nunca les iba
a faltar el aire y, en caso de venir mal dadas, siempre podían dar media
vuelta. En fin, que una cosa es explorar recovecos de casa, de la Tierra, y
otra muy distinta aceptar un riesgo elevadísimo y una inaceptable probabilidad de
desastre.
Los fantasiosos ideólogos de la mencionada empresa
han debido hacer unos cálculos de auténtica ciencia-ficción, pues las
dificultades a las que habrían de enfrentarse están fuera del alcance de la
tecnología actual, es decir, cuentan con que se producirán avances
significativos y determinantes para su propósitos en los próximos años, pero el
caso es que los progresos científicos son imprevisibles; en fin, desde antes de
empezar ya están jugando a la lotería.
Lo bueno es que las previsiones para el hipotético
viaje son a cinco y diez años, o sea, que no hay que esperar demasiado para,
desde entonces, poder echar un vistazo al día de hoy (13-12-13) y comprobar en
qué ha quedado esta ocurrencia.
Los que están dispuestos a embarcarse en esta
especie de Titanic (siempre habrá gente para todo) seguro que ya han tenido en
cuenta que sería un viajecito de casi 60
millones de kilómetros, que duraría en torno a un año y que a su llegada se
encontrarían absolutamente solos, en medio del ambiente más hostil a que
persona alguna se ha enfrentado nunca, y sin posibilidad de ayuda. Y como los
temerarios irían en grupitos de cuatro (cada dos años partiría una nave),
cualquier problema médico, electrónico, de cálculo, de mal funcionamiento de
aparatos que se presente, o alguna de las infinitas contingencias e imprevistos
que surgirán, conducirían inevitablemente a la catástrofe. Si los astronautas
de verdad han de ser atendidos médicamente cuando regresan de misiones
espaciales de varios meses, si apenas se pueden tener en pie a pesar de que no
van más allá del porche de la Tierra, ¡cómo llegarían estos domingueros del
espacio a Marte!
Pero bueno, en caso de que todo saliera como en las
novelas y cuentos de Asimov, una vez en el rojo destino los imprudentes
peregrinos deberían recluirse en espacios pequeños, vivir en unos pocos metros junto
a los robots ayudantes, expuestos a cualquier pérdida, accidente, avería, desgaste
inesperado, carencia imprevista (¡piensan extraer agua del subsuelo!) … Y a
ello hay que añadir el siempre espinoso tema de las relaciones personales, que
en espacio mínimo y siempre rozando con los mismos compañeros producirá una fricción
que fácilmente desembocará en siniestro total.¡ Ah!, y la intención es no
volver, de manera que quienes se empeñen en semejante desatino, si consiguen
llegar a destino, habrán de asumir algo parecido a una cadena perpetua, en Marte,
pero en una cárcel. ¿Aventureros temerarios?, ¿gentes insatisfechas que “no
encuentran la alegría en esta Tierra y la buscan más allá de las estrellas”?,
¿incautos soñadores?, ¿corderitos camino del matadero? Afortunadamente para
ellos pasarán todavía varias décadas hasta que ese anhelo de visitar otro
planeta sea factible.
La cosa, en fin, parece broma o sandez, y la duda
está en saber si los que han propalado esta paparrucha no son más que unos inocentes
ilusos que viven en el País de las Maravillas o, por el contrario, tienen
intenciones escondidas.
Carl Sagan, Isaac Asimov o Fred Hoyle se morirían de
risa si no estuvieran muertos.
CARLOS DEL RIEGO
A mí se me ocurren unos cuantos nombres para hacer este viajecito...
ResponderEliminarSeguro que coincidimos en unos cuantos nombres... Saludos
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