Joaquín Blume ejecutando un 'cristo' con su habitual elegancia |
Estos nombres estaban destinados a la
gloria olímpica, pero causas como la guerra o la política privaron a la
historia olímpica de grandes atletas. En los Juegos de Londres 2012 aparecerán
gigantes del estadio que permanecerán para siempre en el recuerdo, algo que inmerecidamente
han perdido Blume y Harbig.
El jueves 30 de abril de 1959 los periódicos españoles informaban de un accidente de aviación que había sucedido en un monte de Cuenca el día anterior y que no había dejado supervivientes. Entre las 25 personas que se estrellaron en aquel vuelo de Barcelona a Madrid estaba el gimnasta Joaquín Blume, su esposa y otros cuatro gimnastas. El destino volvía a darle la espalda (ahora de modo definitivo) a un gran deportista destinado a convertirse en el primer campeón olímpico español de la historia. Nacido en Barcelona, su familia emigró a Alemania al comienzo de
El alemán Rudolf Harbig murió en la II Guerra Mundial, perdiéndose la gloria olímpica |
El alemán Rudolf Harbig también tenía una
cita con la historia del deporte, pero se convirtió en uno de los grandes
atletas a los que la II Guerra
Mundial dejó sin Juegos Olímpicos (en realidad participó en el relevo 4x400 en
Berlín 36). Récord mundial de 400, 800 y 1.000 metros en 1939,
está considerado como uno de los mejores mediofondistas de la historia,
destacando su tiempo en 800
metros , que permaneció como tope mundial hasta 1955.
Destinado a ser atleta (y casi seguro) campeón olímpico en los juegos de 1940 y
44, el destino le arrebató esas medallas; en lugar de esto, en marzo del 44
(año olímpico sin juegos), Harbig perdía la vida en el frente ruso,
concretamente en Ucrania. Su fortaleza de carácter, su tremenda competitividad
(sus mejores registros siempre fueron en alta competición), su inquebrantable
fuerza de voluntad (nada de alcohol, te o café y durísimos e intensísimos
entrenamientos)..., todo se lo llevó la guerra.
El nadador húngaro Ferenc Csik antepuso su obligación a su seguridad.j |
También merece un recuerdo el nadador
húngaro Ferenc Csik, también víctima de la guerra, pero que al menos tuvo
ocasión de ganar un oro olímpico, insuficiente botín para un deportista de su
clase. Ganador de los 100
metros libres en Berlín 1936, Csik murió en la ciudad
húngara de Sopron durante un ataque aéreo en 1945 mientras estaba en su puesto:
era médico y prefirió quedarse atendiendo a los enfermos.
Era un extraordinario
deportista y un tipo de una pieza.
La guerra, o sea, la política, les
arrebató a los tres (y a muchos más) no pocas medallas olímpicas. Por eso hay
que recordar a aquellos a quienes les fueron arrebatados Juegos Olímpicos.
CARLOS DEL RIEGO
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