Campeón y subcampeón se saludan, exhaustos, tras acabar el triatlón, esta es la esencia y el espíritu olímpicos |
Después de 1.500 metros nadando, 40 kilómetros en
bicicleta y 10 corriendo, después de casi dos horas de esfuerzo al límite, el
campeón y subcampeón de la agonística disciplina del triatlón de Londres 2012
cayeron, exhaustos, nada más traspasar la línea de meta y separados por unos pocos
segundos. Absolutamente desfondados, agotadas hasta las últimas reservas y más,
incapaces de levantarse, en el suelo los dos rivales se tienden la mano y se
felicitan por el éxito. Se trata, sin duda, de una de las imágenes de estos
Juegos Olímpicos, puesto que resume por sí misma las grandes virtudes del
deporte y del olimpismo. Es oportuno recordar que el barón de Coubertain, el
restaurador de los juegos, dijo en 1894 que “es necesario que, cada cuatro
años, la juventud de todo el mundo tenga la oportunidad de reunirse humana y
fraternalmente”.
Esa inolvidable fotografía (de Reuters), que se ajusta
perfectamente al ideario de quien recuperó los juegos, muestra algo que se ve
en las pistas olímpicas desde hace mucho; un ejemplo que se da siempre se escenifica
al final de la prueba del decatlón, en la que los atletas, extenuados tras la
última prueba, el 1.500, se derrumban sobre la pista y se saludan con
complicidad, pues han compartido dos días de rivalidad y cercanía, y se
felicitan por haber terminado prueba tan dura.
Campeón y subcampeón de decatlón en Roma 1960, agotados y hermanados |
Esas imágenes son una orgullosa y honrada exhibición de
valores olímpicos y, evidentemente, también universales: compañerismo, lucha
leal y esfuerzo, rivalidad sana, competencia y capacidad de sufrimiento para
entregar hasta las últimas energías con el fin de superar a los rivales, a
todos los rivales, incluyendo el principal, uno mismo, pues si un deportista se
supera a sí mismo no se le puede pedir más, aunque quede en última posición…,
tal como expresa el lema olímpico “Lo importante no es ganar sino participar”,
que procede de la frase del Arzobispo Talbot (atribuida a Coubertin): “Así como
lo más importante en la vida no es el triunfo sino la lucha, lo esencial no es haber
vencido sino haber luchado bien”. Y es eso lo que eleva el espíritu del atleta,
competir noblemente y dejarse todo en la pista. Así el deportista siempre será
un triunfador.
CARLOS DEL RIEGO
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