Ballesta celebraba los goles con el saludo militar y nunca escondió sus sentimientos |
El asunto del ex futbolista Salva Ballesta ha formado dos
bandos perfectamente diferenciados y vehementemente enfrentados, dejando sin espacio
a quien trata de entender todo el hecho en sus términos justos. La cosa es
sencilla: Ballesta ha sido rechazado como integrante del cuerpo técnico del
equipo de fútbol Celta de Vigo debido a su ideología y a sus manifestaciones;
llama la atención que el cabeza visible de ese cuerpo técnico (el primer
entrenador) haya aceptado el cargo prescindiendo de parte de sus ayudantes, algo
que si no es traición debe estar bastante cerca; asimismo también resulta
sorprendente que el presidente de la entidad haya cedido ante la presión de sus
aficionados más radicales, que de ningún modo representan al total de la masa
social del club.
Según han afirmado en diversos
medios los aficionados y simpatizantes del equipo gallego, Salva se enfrentó en
más de una ocasión a la grada, tanto en Vigo como en otros estadios; también lo
acusan de ideología ‘fascista’ por diversas manifestaciones.
Ballesta (Zaragoza, 1955) dijo
respecto al jugador del Barcelona Oleguer “me merece más respeto una caca de
perro”, refiriéndose a la simpatía manifestada por el ex del Barça hacia el
etarra de Juana Chaos. Durante su trayectoria profesional expresó por activa y
por pasiva su devoción por España y sus símbolos, cosa que no parece muy
delictiva, e incluso subrayó varias veces que ese sentimiento es muy habitual
en la práctica totalidad de los países del mundo; como hijo de militar esta
posición no debe extrañar. Lógicamente está radicalmente en contra de los
separatismos, en contra del Estatut y contra los asesinos vascos; en este
sentido afirmó tras el 11 M ,
cuando se pensaba que era cosa de Eta: “dad 72 horas a los que hay que dárselas
y acabarán con el problema”, reflexión que en su momento muchos pensaron y
muchos manifestaron, además, no hay que olvidar que un gobierno de izquierdas
(teóricamente) organizó una banda asesina para matar etarras, y que ninguno de
los que hoy llaman fascista a Ballesta dijeron (o dicen) lo mismo de quienes
llevaron a la práctica lo que el ex futbolista propuso en momento de calentón.
En 2006 dijo que le gustaría conocer a Tejero (el que protagonizó el chusco
intento de golpe de estado el 23 de febrero de 1981), algo que ha sido considerado
escandaloso, pero en absoluto cuando directores de periódicos deseaban
contactar con los jefes etarras o con el mismísimo bin Laden; también se puede
recordar a la periodista de un importante diario nacional nominalmente de
izquierdas que afirmó que todos los días se levantaba con ganas de fusilar a
unos cuantos tertulianos... Asimismo manifestó Ballesta su admiración por
aviadores del bando franquista y de la Luftwaffe, algo fácil de entender dada
su devoción por la aviación (su padre pertenecía a este ejército).
Los que denostan al ex deportista
enumeran estas acusaciones y las señalan como merecedoras del trato de fascista,
sin embargo no se manifiestan respecto a lo que el propio Ballesta escuchaba
por esos campos; no es ya el hijo de tal, sino los ‘Eta mátalo’ o ‘Ballesta,
tiro na testa’ con que los grupos radicales (se dicen izquierdistas e
independentistas, algo imposible, pues no hay más derechista que el
nacionalista) le obsequiaban cuando jugaba en el campo vigués; y también es
oportuno recordar los numerosos gritos e insultos contra los símbolos españoles
que llevan profiriendo los ultras del Celta de Vigo desde hace años. En San
Sebastián se permitió durante todo el partido una pancarta con el elocuente
‘Salva muérete’, y el ‘Eta mátalo’ se escuchó también en otros campos vascos y
en Pamplona.
En el fondo del asunto subyace
otra vez el derecho que se arrogan unos para insultar, menospreciar, amenazar o
incluso agredir apoyados en su ideología, y la reacción violentísima que
muestran cuando desde la ideología contraria utilizan los mismos términos; es
decir, aquellos que creen tener derecho a la amenaza y el insulto se han
acostumbrado a que todos callen ante sus improperios (incluso muchos les ríen
la gracia), por lo que son incapaces de asimilar que haya quien les responda
usando idéntico léxico.
Si insultar al Rey y silbar el
himno es considerado libertad de expresión (por encima del derecho a escuchar),
¿cómo es que no tienen el mismo trato opiniones como del ex futbolista?
CARLOS DEL RIEGO
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