El ex punk va a tener que dar muchas explicaciones y, seguramente, muchas veces no van a ser convincentes. |
Parece que quedan pocas dudas de que la SGAE era una
organización dudosa (uno de sus ex agentes recaudadores la tildó de “muy
tóxica”), por lo que no puede sorprender que quienes manejaban los hilos
también estén hoy en tela de juicio. El último en visitar a jueces y fiscales
es Ramoncín, personaje que lleva viviendo en el ambiente musical desde hace
décadas, al principio actuando y vendiendo discos, en los últimos años de la
SGAE, como integrante, directivo o cliente. El caso es que Ramón Márquez ha
sido imputado por varios delitos administrativos, incluyendo aquello tan viejo
de contratar desde el organismo a una empresa propia, a la que encarga y paga
un trabajito (programa de televisión, herramienta informática…) que nunca llega
a ver la luz. Dicho sea de paso, la desprestigiada sociedad general ha sido
durante muchos años algo muy parecido a un partido político, algo así como una
agencia de colocación de amigos y correligionarios, una distribuidora de cargos
y destinos, una fuente de ingresos para quienes supieran manejarse en los
pasillos y despachos.
Lógicamente, a pesar de la contundencia de las pruebas,
Ramoncín niega y niega; según la Guardia Civil, la SGAE le ingresó dinero por un
programa de televisión que no existió ni siquiera sobre el papel, por un
software del que no se sabe una palabra, y por si fuera poco, el ex cantante
facturó cantidades a la sociedad que no hay forma de justificar… Sin embargo,
se define a sí mismo como “una persona honesta, honrada e inocente”…, sólo le
ha faltado aquello de tengo la conciencia
muy tranquila o al final quedará
demostrada mi inocencia.
Es curioso cómo muchos saben sacar tajada de su conocimiento
de los lugares donde se gestiona dinero y, claro, de su amistad con los que
autorizan pagos. La cosa no deja de tener sus similitudes con el caso
Urdangarín; éste también ha sabido aprovecharse de sus extraordinarias
circunstancias para presuntamente hacer caja y, a pesar de que las pruebas
contra él son abrumadoras, proclama una inocencia que cada día parece más
imposible. ¿De verdad uno y otro quieren hacer creer que existe algo así como
una conspiración intergaláctica para implicarlos en delitos de corrupción? Del
cantante se saben (parece que más allá de cualquier atisbo de duda) unas pocas
irregularidades, pero del ex deportista la lista es kilométrica y promete
aumentar; ¿de verdad pensaban que podían trincar y trincar permanentemente,
eternamente, sin que nadie se diera cuenta nunca?, debe ser que la codicia
termina por oscurecer la mente del sujeto y le hace creerse invulnerable, de
forma que llega a pensar que puede manipular números, dineros y documentos a su
antojo y engañar a todos por los siglos de los siglos.
Ramoncín (su cuero negro ya no “lleva el nombre de Los Clash”,
parafraseando su viejo tema ‘Muerte en Putney Bridge’) formó parte de la cúpula
de la SGAE varios años. Al respecto, el antes mencionado ex agente de la
manchada entidad, para la que trabajó 14 años, contaba en 2007 que “el problema es que existe un núcleo pequeñísimo
de directores (Teddy Bautista, Ramoncín, Víctor Manuel...) que llevan varias
décadas manejando grandes cantidades de dinero y que son los únicos que están
contentos con la SGAE, además de los grandes vendedores. Se mueve muchísimo
dinero, así que la sombra de la corrupción aparece como en otros sectores; y
luego está el problema (tal vez el más grave) de que sean los mismos quienes lo
manejen todo desde hace tanto tiempo”. No se puede decir más claro, aunque es
muy posible que jamás se lleguen a conocer todos los tejemanejes e
irregularidades que se han perpetrado en la oscura organización, tan hermética
y vertical, tan dictatorial, “tan tóxica”; y ello sin contar con el disparate de
ir a exigir derechos de autor a una residencia de discapacitados mentales que
representaban una obra de un autor que, además, les había dado permiso
personalmente; o sin mencionar a los agentes que se colaban en las bodas a
tomar nota de lo que tocara la orquesta; o sin tener en cuenta que los espías
no aparecían si quien tenía que pagar los derechos era uno de los de la cúpula…
Ahora le toca a
Ramoncín, pero La SGAE ha funcionado de modo parecido a una secta durante
muchos años, por lo que poco a poco irán descubriéndose todas sus maniobras,
sus movimientos de efectivo, sus facturas, sus anomalías e ilegalidades. A día
de hoy se puede afirmar que se trata de una sociedad dudosa, por lo que se
puede aplicar idéntico calificativo a quienes han estado tanto tiempo
manejándola.
CARLOS DEL RIEGO
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