El autónomo, al menos gran parte de ellos, vive en la incertidumbre y la injusticia. |
La ministra del ramo ha anunciado, como si de un gran
hallazgo económico y generador de empleo se tratara, reducir la cotización de
jóvenes que de forma autónoma pongan en marcha un negocio, y dejarla en 50
euros mensuales durante seis meses; y más allá, las mujeres de menos de 35 años
tendrán luego un 30% de descuento los dos primeros años, mientras que los
hombres sólo accederán a dicha bonificación hasta los 30 años.
Primero, es evidente la discriminación por cuestión de sexo
y edad; por un lado, ser mujer tiene ventajas frente al hombre, y por el otro
si la persona cuenta 39 años, nada, de nada, ¡joróbate viejo!
Y en segundo lugar, y mucho peor, es el hecho de que hay que
tener ganas, ilusión y seguridad ciega en la empresa que se va a abrir para
darse de alta como autónomo. Seguro que existen actividades en las que merece
la pena (sobre todo las cercanas al poder), pero muchas otras, precisamente las
que no generan más allá de 1000 ó 1.500 euros brutos al mes, significan un
negocio ruinoso para el autónomo-primo. De entrada, Hacienda retiene un 15% del
total, y luego hay que pagar no menos de 250 euros al mes; si el total bruto ha
sido de 1000 euros, el autónomo-panoli estará cotizando un 40%. Y a ello hay
que añadir que antes o después habrá que hacer frente a media docena de
ventanillas y soltar para permisos, licencias, impuestos y tasas de todo tipo,
pues cada administración exige su parte. Además, apenas tiene ningún derecho,
puesto que tendrá que pagar con independencia de si el mes ha salido bien o
sólo ha conseguido hacer 500 euros, y qué decir si se pone enfermo y no puede
trabajar, entonces no sólo no tiene derecho a desempleo, sino que está obligado
a seguir cotizando; por supuesto, si va de vacaciones ha de entregar. Lo dicho,
darse de alta como autónomo es una auténtica locura, y en ese sentido se
recuerdan los lamentos de uno que se inscribió como pringao, o sea, autónomo,
en el sector del metal, un buen hombre que abrió una chapistería con dos
empleados y que declaraba que “diez meses al año mis empleados, que ganan menos
de 1.100 euros, ingresan más que yo…, y muchas noches me despierto bruscamente
pensando en que soy un perfecto imbécil, que estoy trabajando para el inglés y,
al menos en ese momento, me encantaría encerrarme un cuarto de hora en una
habitación a solas con cualquier miembro del gobierno o con cualquier político,
para que nos diéramos mutuamente nuestras razones”. ¿No sería más lógico y
justo aplicar un porcentaje sobre los ingresos totales? ¿Es posible que la
legión de sabios, asesores, técnicos, expertos de que se rodean los ministros
sean tan ineptos?
Normas como las que rigen al autónomo (sobre todo al que
trabaja él sólo y para una o dos empresas) son las que abonan los impulsos
defraudadores y la economía sumergida. Y si además se piensa que esos impuestos
van a ir en gran parte a pagar sobresueldos, complementos, dietas, viajes y
otros privilegios feudales con que se obsequian los gestores…
CARLOS DEL RIEGO
la retención trimestral (130) es del 20% del neto, si el que ha pagado el trabajo no te ha retenido el 21%. Somos los que recaudamos y muchas veces adelantamos el 21% de IVA. esperando cobrar la factura. (las pro-forma es algo surrealista).
ResponderEliminarLo mas triste es cuando se cobra una cantidad y la gente se cree que es limpio ya se sabe, la luz, hipoteca local, abasteciminetos, etc son gratis.
Por supuesto cobramos el doble en B, y no pagamos a los empleados.
Fui autónomo muchos años y cuando conseguí entrar en plantilla fue como el que sale de la cárcel. Es incomprensible el trato que se da a este sufrido colectivo. Todo son obligaciones.
EliminarEn fin, gracias y un saludo
Carlos