Estos desdichados hermanos prefirieron arrojar la toalla a una vida mermada |
Sin juzgar ni mucho menos censurar ni reprobar la conducta
de quienes han practicado esta modalidad de suicidio, sí que se puede
reflexionar sobre algunos aspectos que rodean a la eutanasia y este caso
concreto.
Si se piensa con detenimiento, el suceso de los gemelos
belgas que se sometieron a la eutanasia con sólo 45 años es ciertamente
escalofriante. Sordos de nacimiento, vivieron y trabajaron siempre juntos y,
por lo que se ve, coincidían en todas sus decisiones, deseos, inquietudes,
miedos... Según se sabe, solicitaron ser ejecutados porque se les había
detectado una enfermedad en los ojos que, progresivamente, terminaría por
dejarlos ciegos, trágica perspectiva que colmó el vaso de su aguante, pues
declararon que no soportarían perder la vista y, por tanto, el contacto entre
ellos y el resto del mundo. En Bélgica está totalmente legalizada la eutanasia,
la muerte de quien la solicite, desde hace diez años, y el caso de los gemelos
entra perfectamente en los supuestos de la ley. A mediados de diciembre de 2012
su deseo se cumplió y, acompañados por sus padres y hermano, fueron
exterminados en un hospital de Bruselas.
Hay que comprender la desesperación, la angustia de estos
dos hombres, pero desmoraliza pensar que alguien se atreva a pedir tranquilamente
a otra persona que mate, aunque sea al mismísimo peticionario, desmoraliza que
existan leyes que permitan a una persona matar a otra con total frialdad, que
un médico se vista de nazi y asesine con alevosía (asegurarse de que la
ejecución se consuma sin peligro para el asesino) y premeditación a un
semejante, que la familia de los reos voluntarios asista y apoye la ejecución,
que la sociedad se haya acostumbrado.
Pero, lamentando profundamente las terribles desgracias que
sufrían estos hermanos, lo más descorazonador es que se tire la toalla con 45
años, que se firme la rendición incondicional renunciando a muchos años de vida
y a todo lo que ésta pueda dar aunque sea de menor calidad, limitado, con menos
alicientes…, aquí viene al pelo el dicho judío que se escucha en la película
‘La lista de Schindler’: “Una hora de vida es vida”. Son muchas las personas
que padecen similares y peores mermas y padecimientos físicos que, a pesar de su
desdicha, viven y tratan de ser felices. Y por otro lado se puede pensar que si
estos dos gemelos hubieran nacido en una tribu de las selvas amazónicas, de la
India o de Ruanda en lugar de en Europa, seguro que jamás hubieran recurrido a
una solución tan aterradora, tan antinatural.
Con respeto total a la decisión que cada persona tome
llegado a ese punto, no parece muy educativa la lección: cuando la vida se te
ponga muy difícil, desecha toda esperanza y ríndete.
CARLOS DEL RIEGO
Que tal Carlos. Bueno, han ejercido una libertad allí donde es legal. Y desde luego no creo que ellos lo hayan hecho por dar un ejemplo al resto, aunque haya trascendido a los medios (reconozco eso sí, que es la primera noticia que tengo). Es decir, que para bien o para mal, no todos los seres humanos tienen que realizar acciones ejemplarizantes o educativas. Es seguro que por cada caso que tira la toalla hay 100 en los que se sigue adelante con sufrimiento, mala vida, etc. y también sirven como ejemplo a quien prefiera tirar por ese camino. Y quizás en unos cuantos de esos casos todo sea baldío y no haya supuesto ni un sólo beneficio a quien lo ha pasado, lo cual para quien lo perciba tampoco va a resultar ejemplarizante. Yo he visto gente autodeshauciada y creo que se debe luchar hasta el final, básicamente porque a veces en el autodeshaucio simplemente hay un abandono por una visión de la realidad mucho más negativa de la que hay. Pero también acepto y asumo que cuando las condiciones son tremendamente negativas y las fuerzas escasas, una persona elija abandonar. Un abrazo
ResponderEliminarAmigo Juan Diego, compruebo que has entendido a la perfección la intención del texto. Ni se me ocurre juzgarlos ni valorar su decisión, al revés, están en su derecho, pero apenas tienen 40 años y ningún dolor (físico) insoportable. Son dignos de lástima tanto por su desgracia como por su decisión, pero yo nunca la aplaudiría ni recomendaría..., al menos ahora, que llegado el caso quién sabe cómo se reacciona. Un abrazo.
EliminarCarlos