'El violador del chándal' ya está en libertad y a la
caza de víctimas, gracias a jueces.
|
La crisis económica
acongoja, igual que las catástrofes medioambientales que sacuden periódicamente
a diversas partes del planeta; el desempleo, la contaminación de mares, la tala
de bosques, la desaparición de especies, el agotamiento de caladeros de pesca,
la corrupción…, son hechos que inquietan, que provocan incluso indignación.
Pero nada da tanto asco y enfada tanto como el hecho de ver salir de la cárcel
a delincuentes confesos de crímenes atroces, asesinos, violadores y pederastas
que, a causa de la interpretación de la ley pueden volver inmediatamente a la
búsqueda de víctimas (recordemos que lo que un juez dicta puede ser
desautorizado por otro, es decir, un caso o un delincuente procesado dependen
de la opinión, arbitraria y siempre subjetiva, de una persona).
En algunos casos (los
de abuso sexual), los expertos han expresado su preocupación al ver poner los
pies en la calle a esos degenerados, pues afirman que el riesgo de reincidencia
es extremo; en fin, que se puede asegurar que, más pronto que tarde, esas
bestias convertirán a niñas y mujeres en víctimas. Y ello gracias a unos
exquisitos señores que sólo han tenido en cuenta los derechos humanos de los
agresores, basándose en que una ley sólo puede tener carácter retroactivo si
beneficia al reo. ¿Es esto lógico? Si se sustituye reo por un término que
precise el tipo de reo que es, quedaría la cosa así: “si la retroactividad
beneficia al violador pederasta debe aplicársele, pero si le perjudica
(pobrecito él) no debe ser tenida en cuenta”. O sea, hay que buscar cómo
beneficiar al asqueroso e indigno individuo, que en todo caso situación,
presupuesto o condición (afirma la ley y los jueces) ha de ser tratado con
guante de seda y gozar de las mejores ayudas, cortesías, privilegios. El
problema es que (y de esto no se dan cuenta esos paradigmas del síndrome de
Estocolmo) cada vez que se favorece de cualquier modo al agresor se está
hurgando en la herida de la víctima, cada vez que se alivia pena al criminal se
está castigando a la víctima, cada vez que se otorga beneficio al depravado se trata
con puño de hierro a la víctima. Así, si estos delincuentes vuelven a las
andadas (que volverán) podría llegar a pensarse que los jueces han actuado como
colaboradores necesarios, pues han hecho todo lo posible para que esos
prehomínidos estén a la búsqueda de víctima un año antes, un mes antes, una
semana antes.
La cosa tiene relación
con otro concepto absolutamente perverso de los códigos penales, concretamente
ese que dice “In dubio, pro reo” es decir, en caso de duda hay que sentenciar a
favor del violador, en caso de duda hay que hacer lo mejor para el pederasta…
¿Alguien opina que este es un modo lógico de pensar?, ¿por qué hay que buscar
cualquier resquicio, debilidad, ambigüedad o posibilidad para que el agresor sexual
esté cuanto antes al acecho de niñas? Podría aceptarse esa máxima si el reo
fuera un carterista o a quien tenga delitos menores, sin sangre: “en caso de
duda, a favor del carterista”; tendría una lógica, pero eso no se puede aplicar
cuando el crimen es tan horrendo, cuando deja secuelas tan profundas y
terribles en quienes lo han sufrido.
El problema (hay que
insistir) es que los jueces (la mayoría de los jueces) siempre están pendientes
de los derechos del agresor, pero jamás atienden a los del agredido, pues cada
beneficio que se otorga a aquel es un agravio a este, es como proclamar: “este
te violó, pero vamos a aplicarle el beneficio tal o cual y tú debes aceptarlo
alegremente”. Otra cosa sería que a esos jueces sufrieran la agresión en
primera persona…, habría que ver entonces qué beneficios penitenciarios recibía
el culpable. Por cierto, los jueces suelen escudarse en que se limitan a
aplicar la ley; sin embargo, muchos de sus colegas afirman que se podría haber
interpretado la ley de otro modo y seguir ajustándose a derecho la sentencia; y
por otro lado, si los jueces dictan automáticamente según el código, mejor
sería sustituir la figura del juez por un ordenador con un programa específico.
En Inglaterra se han
pasado los dictámenes del tribunal de derechos de los criminales de Estrasburgo
por el forro, y nunca ha pasado nada. Allí no tienen que pasar por algo tan
indignante, aterrador e insoportable como es ver al violador del chándal volver
a la caza gracias a aquellos (y estos) magistrados. Aquí se han dado una prisa
incomprensible, una prisa que contradice la evidente y exasperante lentitud de
la justicia, pues nunca se les ha visto tan presurosos y diligentes a la hora
de exigir las compensaciones económicas que los depredadores deben a las víctimas.
CARLOS DEL RIEGO
No hay comentarios:
Publicar un comentario