En Estados Unidos cualquiera puede acceder sin mayores problemas casi a cualquier arma de fuego, con trágicas y periódicas consecuencias |
El mundo occidental está conmocionado a causa de la matanza
sucedida en Newton, Estados Unidos..., otra vez. Y otra vez se volverá a
debatir en torno a la permisividad y facilidad que hay en este país para
conseguir armas de fuego. Y otra vez no se hará nada y todo quedará como está,
tal y como desean los fabricantes.
No hay que poner el grito en el cielo por el hecho de que
allí cualquiera pueda comprar una pistola o un fusil ametrallador, puesto que
en España, Francia y casi toda Iberoamérica tienen algo que a muchos
escandaliza: los toros; e igualmente en el sudeste asiático (y otros lugares
del mundo) tienen lugar las peleas de gallos y en Inglaterra la caza del zorro;
en muchos países existe la pena de muerte, en otros es corriente golpear a las
mujeres, en aquel es tradición masacrar delfines y en este ballenas, aquí se
sacrifican miles de tiburones para aprovechar solo la aleta dorsal y allí se
exponen los cuerpos de familiares muertos para que se los coman los carroñeros…
Es raro el país que no practica alguna tradición que ofende a los nativos de
otro lugar. Pero lo que todos tienen en común es que aducen, sin excepción, que
son cosas propias e internas, que nadie tiene que meterse, pero curiosamente,
todos despotrican contra lo que ocurre en los otros países, de modo que se
exige respetar la propia tradición o particularidad pero se arremete contra las
de los demás.
Como es sabido, en Estados Unidos se permite que casi cualquiera
pueda poseer casi cualquier arma de fuego. Por un lado está su derecho, pues su
Constitución así lo indica, pero por otro está el exceso de armamento que
cualquier puede guardar en el armario. De este modo, en este país se producen
muchos miles de muertes por armas de fuego cada año, ya sean homicidios,
accidentes y suicidios; éstos son abundantísimos, mientras que en el ámbito
doméstico se producen más muertos y heridos de modo involuntario que los que
arrojan los producidos por la legítima defensa del hogar. Pero es que las
pistolas y rifles forman parte de la cultura estadounidense, de esa forma de
entender la vida que tiene que ver con la frontera y la autodefensa ante la
ausencia o lejanía de la ley…, aunque eso de que tienen armas para defenderse
del ataque del rey de Inglaterra…
Sea como sea, Estados Unidos no va a dejar de fabricar,
consumir y utilizar el revólver y el fusil semiautomático. En primer lugar están
los usuarios, tan acostumbrados a llevar el ‘hierro’ en el cinto que ya no hay quien
los desarme, y se echarían a la calle para proteger ese derecho tan propio de
su modo de vida, consolidado gracias a una muy arraigada costumbre. En segundo
lugar están los fabricantes de armas, que conforman un sector empresarial
potentísimo (tal vez más que el petrolero), una especie de cártel que utilizará
todos los medios para que las armas estén al alcance de cualquiera que pueda
pagarlas; y como quiera que esta industria es de las que más aporta a las
costosísimas campañas políticas, cuenta con la complicidad de quienes alcanzan
el poder. El último eslabón es precisamente el de los gobernantes, muchos de
los cuales harían algo para restringir el acceso al colt, pero tienen las manos
atadas y la amenaza de la industria armamentística, que apoyará incondicionalmente
a quien deje las cosas como están; y como quienes podrían estar dispuestos a
meter mano a la ley no reciben los millones de los fabricantes, nunca tendrán
poder ni para plantear la cuestión. En definitiva, es prácticamente imposible
que se prohíba la compra y posesión de armas de fuego en Estados Unidos; lo que
sí se podría hacer es evitar que haya auténticos arsenales en las casas, así
como endurecer las condiciones para comprar armas cortas e ilegalizar los
fusiles de asalto. De este modo, cuando un enloquecido se eche a la calle para
disparar contra todo bicho viviente (aunque no son exclusivos, casi todos estos
tiroteos indiscriminados e injustificados suceden allí), serán mucho menores
los daños, es decir, con la actual legislación un tipo de 20 años lleva encima un
arsenal y provoca decenas de muertos, mientras que si sólo se permitiera
comprar una pistola o revólver, las bajas disminuirían drásticamente; al menos
descendería el número de víctimas, que ya es algo. Claro que si no se permitieran
las armas de fuego, el enloquecido de turno tendría que ‘conformarse’ con
acuchillar de uno en uno, con lo que los muertos y heridos serían muchos menos
y desarmarlo sería relativamente fácil. En fin, que si en Estados Unidos se
producen diariamente múltiples tiroteos mientras que en países donde están
prohibidas las pistolas son raros, es evidente que la facilidad para acceder a
ellas es la causa principal de los tiros y los muertos.
Parece un imposible arrancar del sentir del estadounidense
el poso de la autodefensa armada, ese que se identifica con los pistoleros y
los sheriffs, con Pat Garret y Billy El Niño, con Wyatt Earp o Jasse James, con
Rambo y Chuck Norris; lo cual no quiere decir que todos lleven el arma
dispuesta para tirar contra el que les mire mal o para matar a quien se ponga
por delante, de hecho, la mayor parte de los posesores de pistolas y revólveres
no tienen nada que ver con el desequilibrado asesino múltiple o el delincuente
común. Pero esa forma de pensar está tan arraigada que ya forma parte de la
esencia, del alma de Estados Unidos.
CARLOS DEL RIEGO
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