El general del Riego se levantó contra el absolutismo, pero sólo consiguió propiciar la pérdida de los territorios americanos..., y su propia e indigna ejecución |
Cada acción de la persona tiene consecuencias, la mayor
parte de las veces intranscendentes, simples, previsibles, sin embargo, hay
veces que un acto produce efectos mucho mayores de los esperados, resultados
indeseados, desenlaces insospechados, y ello a pesar de que quien toma dicha
iniciativa lo hace con la mejor intención. Por ejemplo, existe la teoría de que
un joven alemán quedó tan entusiasmado con la aviación tras leer la obra ‘Vuelo
nocturno’ del autor francés Antoine de Saint Exupery, que decidió hacerse
piloto; como es sabido, este escritor y aviador fue derribado cuando volaba con
su avión P-38 Lighning en la costa mediterránea de Francia en 1944; pues se
asegura que quien derribó el aparato que pilotaba el autor de ‘El principito’
fue precisamente aquel joven alemán, que se había integrado en la Luftwaffe al estallar
la II Guerra Mundial, o sea, aquel que se había hecho piloto tras leer la obra
de Saint Exupery había sido quien lo ametralló y abatió… Aunque esta increíble
concatenación de sucesos no está totalmente contrastada, indica perfectamente
que una buena iniciativa (leer aquella magnífica obra del escritor de Lyon)
puede desembocar en una catástrofe (la muerte de dicho autor).
En la Historia de España hay hechos acogidos con alborozo en
su momento (e incluso bien considerados mucho después) que, analizadas las
consecuencias que produjo, se evidencian absolutamente catastróficos para el
devenir del país. Uno de ellos es el levantamiento del general Rafael del Riego
el primer día de 1920; el militar asturiano se hizo con el ejército que estaba
destinado a sofocar las revoluciones independentistas de América y lo levantó
contra la monarquía absolutista de Fernando VII, tratando de que éste jurara la
Constitución de Cádiz. Al final consiguió que el ‘Narizotas’ abrazara ‘La Pepa’
(al menos de momento), pero sin un ejército que defendiera los intereses de
España en Sudamérica, los revolucionarios se impusieron y desde aquel 1820 la
fiebre emancipadora acabó con la práctica totalidad de los reinos españoles de América.
Es decir, la rebelión de del Riego tenía buena intención: reinstaurar la
Constitución de 1812, pero su principal consecuencia fue la pérdida definitiva
de enormes territorios; además, tres años después se volvió al absolutismo más
cerril y el pobre Rafael del Riego fue derrotado, traicionado y abandonado,
condenado a muerte, ahorcado y decapitado y, finalmente, insultado e injuriado
por quienes poco antes lo vitoreaban. Una acción loable dio pie a un enorme
desastre para España…, y también para él.
Otro concepto que tiene muy buena prensa en amplios sectores
de la sociedad es el de la desamortización, sobre todo si se habla de
Mendizábal (en realidad, Álvarez Méndez) y Madoz. La primera expropió tierras
propiedad de la Iglesia con el fin de ingresar efectivo en la ruinosa Hacienda
Española y repartir esas tierras para que se movieran y produjeran. Pero la
cosa no salió, ni de lejos, como se había previsto. Quienes compraron fueron
los que tenían más dinero, pero en esa compra de terrenos se gastaron los
fondos que en otros países se destinaron a la industrialización, de modo que
España sufrió un notable retraso en su modernización por culpa de la oferta de
fincas y haciendas que hizo el gobierno del masón Mendizábal (el gran Pérez
Galdós explica a la perfección los cómos, los cuándos, los por qués en sus
imprescindibles Episodios Nacionales); no hay que olvidar que en este país se
tenía la posesión de suelo como símbolo de un alto estatus social. En resumen,
una iniciativa a priori beneficiosa (poner en circulación tierras de cultivo y
pasto para su mejor distribución y aprovechamiento) desembocó en algo tan
indeseable e imprevisto como la demora en el proceso de industrialización de
España, retraso que se fue arrastrando durante siglo y medio. Además, las
tierras las compraron los más ricos, que aumentaron su riqueza y pusieron a los
campesinos en situaciones desesperadas; el Estado apenas ingresó efectivo, pues
gran parte del pago se hizo con bonos de deuda, que eran papel mojado en los
mercados internacionales; al no llegar el dinero para pagar la guerra contra
los carlistas el conflicto se prolongó otros tres años; la expulsión de monjes
y curas de los conventos conllevó la pérdida de innumerables piezas de enorme
valor histórico y artístico por deterioro, robo, venta… En fin, una auténtica
calamidad para la mayoría de los españoles. Por su parte, la Desamortización de
Madoz arrebató tierras a los ayuntamientos, que hasta ese momento las cedían
gratuitamente a los vecinos para cultivo, pasto, leña…; al comprarlas los más
pudientes, obligaron a los mismos vecinos a pagar por lo que antes los
municipios les daban gratis. Buena pretensión, desastroso desenlace.
En fin, todos estos “cráneos previlegiados” (Valle-Inclán
dijo) y sus grandes ideas no han hecho sino traer colosales catástrofes y
calamidades para España y los españoles.
CARLOS DEl RIEGO
No hay comentarios:
Publicar un comentario