Rabioso, el cantante agarra la cámara mientras echa en cara a productores y ejecutivos que sitúen los criterios empresariales por encima de la dignidad de un artista |
En las redes sociales frecuentadas por jóvenes y
adolescentes la bronca montada por el líder del grupo estadounidense Greenday,
B. J. Armstrong, durante una actuación para una entrega de premios, se
convirtió en el tema principal durante muchas horas. La cosa mostró, por encima
de todo, el desprecio que los productores del mundo del espectáculo pueden
tener para con los artistas.
La escena (ya está el vídeo en muchos sitios) es
desquiciante. Durante la entrega de los premios iHeart Radio Festival en la
ciudad de Las Vegas, Greenday estaban en plena actuación, con su sonido
estrepitoso y efervescente (se trata, dicho sea de paso, de una de las mejores
bandas de rock de los últimos años, con un eficacísimo estilo entre Ramones y
The Clash) y con la vehemencia que su cantante, compositor y guitarrista,
Billie Joe Armstrong, suele verter cuando está en el escenario. Pues a mitad de
una canción (una nueva), los productores del programa del evento no tienen otra
ocurrencia que avisarle de que sólo le queda un minuto para desenchufar la
guitarra y largarse…, y ello a pesar de que aun le quedaban otros veinte
minutos, según estaba pactado entre la organización y el grupo. Al parecer, los
diseñadores del festival pensaron que había que recortar el tiempo establecido
para Greenday con el fin de alargar las actuaciones de otros artistas (Usher y
Rhianna, ¡uf!), y no se les ocurrió mejor momento que a mitad de un estreno
para darle el aviso, para decirle que aligerara y dejara el escenario libre. Lógicamente,
Armstrong, un tipo de fuerte carácter y personalidad desbordante (al igual que
los otros dos Armstrong que son noticia en 2012) se puso hecho una auténtica
furia. Empezó a despotricar contra aquellos que le habían concedido un j*****
minuto: “Estoy trabajando desde 1988 para que ahora me concedáis un j*****
minuto (…), yo no soy el j**** Justin Bieber” (éste no estaba allí de
casualidad). Tras lanzar un discurso con abundantes tacos, Armstrong la emprendió
con su guitarra, que rompió en el escenario y lanzó una parte al público, luego
se largó. Usher y Rhianna alargaron sus conciertos lo que quisieron.
La reacción de Armstrong fue desproporcionada, sobre todo
cuando rompió la guitarra (cosa que imitó su colega Dirnt), pero el insulto que
supone que te digan “¡en un minuto largo de ahí!” cuando te falta la mitad de
tu concierto debe resultar insoportable; los agravantes son muchos: el tiempo
acordado por la organización (que fue quien acudió al grupo ofreciéndole este
evento) no había llegado ni a la mitad, se le comunica tal cosa mientras está
presentando un título nuevo, o sea, ¡se interrumpe la actuación de un artista
para decirle que abrevie!, se le menosprecia al quitarle minutos para dárselos
a artistas con menor producción, menos discos y conciertos, inferior
trayectoria y, seguro, menor pervivencia. Imagínese que se hace tal cosa con
viejos cascarrabias como Van Morrison, Neil Young o Bob Dylan, con Rolling
Stones o con los Guns & Roses en sus buenos tiempos…, más de uno hubiera
“tirado de pipa” (sacado la pistola).
Pero ¿por qué harían tal cosa quienes diseñaron el programa
de esta especie de romería de la patata tempranera a la que tan aficionadas son
las televisiones? Casi seguro que por indicación de los especialistas en
marketing y manipulación de masas, por esos ejecutivos que traicionarían a su
madre por conseguir un punto más en el índice de audiencia, por esos
productores esclavizados por las (siempre mentirosas) cifras de espectadores
que dan las empresas dedicadas a manejar ese embuste que es el ‘share’. Y es
que en este mundo donde la imagen lo es todo (pues es la que vende, la que
convence al comprador), el arma principal es la manipulación. Esto, el uso
perverso de las técnicas de propaganda, es uno de los problemas actuales de la
sociedad occidental, un mal que afecta a la economía, los modos de pensamiento,
la política…
Iracundo y saliéndose del tiesto al romper la guitarra, pero
al menos Armstrong (nombre protagonista del año) les afeó su conducta en
público y, seguro, alguno de esos mequetrefes tendrá que dar muchas
explicaciones.
CARLOS DEL RIEGO
No hay comentarios:
Publicar un comentario