Sólo los tontos queman banderas, cualquier bandera |
La fiesta catalana de la Diada 2012 fue lo que se dice
multitudinaria. Y ya durante el día y al siguiente, las redes sociales, los
foros de opinión y cualquier sitio donde verter comentarios eran un hervidero
de puntos de vista totalmente opuestos; pocos ofrecían argumentos, muchos sólo
simplezas y generalidades y algunos cargados de improperios e insultos que
mostraban odio y violencia. Pocos, sin embargo, tuvieron en cuenta a los
catalanes que, sintiéndose también españoles, no salieron a la calle.
Pero quienes más manifestaban en la red su sentir eran los independentistas.
Así, muchos decían estar “hartos de soportar el maltrato psicológico y
económico”, olvidando el enorme superávit comercial de Cataluña respecto a
España; otros exigían “un pacto fiscal más justo”, es decir, privilegiado como
el vasco y el navarro; algunos apuntaban que “las otras comunidades tienen mala
memoria” dando a entender que dan más de lo que reciben; también quien decía
estar “muy enfadado con España”, ¿con los españoles o con el gobierno español?,
sin tener en cuenta, por ejemplo, que nunca hubieran tenido Juegos Olímpicos
sin el apoyo del resto de España y su gobierno; no faltó quien denunció que
“somos cornudos, apaleados y atacados”, mientras no es habitual la quema de la
bandera catalana, o el acosa a catalanes lejos de su patria chica, o la
prohibición de rotular en catalán en otras partes de España. Y seguían con
reflexiones y afirmaciones del tipo de “sólo queremos lo que es nuestro”, “nos
toman el pelo y no somos tontos”, “España está asfixiando a Cataluña”, “nos
merecemos otro trato”… Sin embargo, apenas hay quien explique con argumentos
tales denuncias, que se lanzan y se repiten como consignas aprendidas, es
decir, dan impresión de ser opiniones muy mediatizadas, muy manipuladas por los
políticos y los medios de comunicación afines.
Desde el bando contario también se produjo respuesta a la
manifestación, con algunos comentarios insultantes y otros más comedidos, pero
evidenciando mucha menos manipulación, algo lógico, pues en el resto de España hay
múltiples opiniones, no se piensa de modo tan combativo y tan excluyente; de
hecho, no pocas opiniones llegadas del resto de España apoyaban la
independencia catalana, unas por despecho (“ojalá se vayan de una vez”, “a
enemigo que huye, puente de plata”, “si hay un referéndum en toda España yo
votaré por su independencia”) y otras por solidaridad con aquel sentimiento
(“tienen derecho a decidir sobre su futuro”, “¿por qué los españoles no
admitimos que prefieren caminar por su cuenta?), aunque éstas, en verdad, eran
las menos. El caso es que este modo de pensar va creciendo en todo el
país.
Echando la vista atrás, se pueden recordar las enormes
muchedumbres que se reunían en la Plaza de Oriente de Madrid para vitorear a
Franco, se hablaba también de un millón; de este modo, la propaganda oficial
hacía creer a los españoles que todos estaban con el régimen, que los malos
eran los demás, que los problemas económicos de España eran culpa de las otras
naciones, que las democracias (dicho con desprecio) nos insultan y
menosprecian; “Si ellos tienen ONU nosotros tenemos dos” decía una de aquellas
pancartas. Pura manipulación, característica de los regímenes que tienen que
buscar algo o alguien a quien culpar de su absoluta incapacidad. Y no hay que
olvidar que Franco prohibió rotular o nombrar en idioma ajeno al castellano, de
modo que el Athletic Club de Bilbao se llamó durante cuatro décadas el Atlético
de Bilbao, o que el fútbol en televisión se anunciaba como ‘balompié’. Tampoco
es baladí el hecho de los artistas e intelectuales catalanes marginados por no
ser nacionalistas o proclamarse también españoles…, como cuando durante los
años del franquismo escritores o pensadores desafectos al régimen eran
perseguidos, acosados e incluso agredidos.
La segregación e independencia de Cataluña no sería, como
muchos creen, la solución para los problemas de los catalanes, sino todo lo
contrario: no estaría Cataluña en el euro ni en la Unión Europea, pues
necesitaría la aprobación unánime de todos sus miembros, y países con problemas
similares, como Francia o Bélgica, votarían siempre en contra; además,
perderían su principal mercado, las empresas catalanas radicadas en España
tendrían muy difícil su futuro, y las españolas en Cataluña saldrían de
inmediato. Claro que también sería esa separación un gigantesco quebradero de
cabeza para lo que quedara de España. Por cierto, si se llega a la segregación,
¿qué pasará con los catalanes que se sienten españoles y lo manifiestan?,
¿tendrían que huir?, ¿qué pasaría si se caza a alguien hablando en castellano?,
¿denunciar?, ¿y con los catalanes que viven fuera de Cataluña?, ¿estarían
obligados a decir que son una cosa u otra?, ¿y con los catalanes con padres
españoles, con amigos españoles, con consortes españoles?
Pero la realidad es que no todos los catalanes son
segregacionistas ni odian a España, es más, no todos los nacionalistas apuestan
por la separación y la independencia. Así, cuando se tenga la tentación de
generalizar y pensar que todos los catalanes son iguales y odian a los
‘charnegos’, lo mejor es acordarse de catalanes cien por cien que se sienten
españoles en la misma proporción, como Gasol o el desaparecido Nicolau Casaus
(dos catalanes admirables y con auténtico seny),
como Boadella (crítico con todos, catalanes y no catalanes), o el mismísimo
Josep Tarradellas, quien terminó su famoso discurso del ‘Ja soc aquí’ con
elocuentes “¡Visca Catalunya, Visca Espanya!”; ¡qué necesarios serían a hora el
carácter y pensamiento de Tarradellas, su espíritu conciliador e integrador, su
altura de miras, su ausencia de fanatismo! Pero los fanáticos no soportan que se
les lleve la contraria, y menos con argumentos.
CARLOS DEL RIEGO
Al margen de todo, creo que la situación actual es ideal para que afloren los nacionalismos (y eso lo veremos claramente en las elecciones vascas). En cualquier caso, deberían plantearse si Cataluña fuera independiente y quedara en manos de CiU que es tan o más sanguinaria recortando como el gobierno central (de hecho, muchos de los recortes más salvajes se les han copiado a ellos). Ya no entro en lo de que salgan del euro (igual hasta es una bendición), pero sí en que estén manipulados o mediatizados, pero en eso son tan españoles como los demás, sobre todo personalizado en ciudadanos que aplauden recortes en sanidad y educación a la vez que ven como fluye más y más dinero para salvar a un sistema bancario que ha demostrado ser voraz y despiadado con su dinero y con el de los demás, sólo porque su "lider" les ha dicho que es lo bueno sin pararse a pensarlo ni lo más mínimo. Nos queda mucho por ver de movimiento en la calle :)
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