lunes, 30 de julio de 2012

LONDRES 2012: UNA VICTORIA EN LA INAUGURACIÓN Todas las delegaciones que caminaron por el estadio olímpico en la ceremonia de apertura de los XXX Juegos Olímpicos de Londres incluyeron hombres y mujeres por primera vez en la historia. Todo un triunfo del olimpismo


La presencia de féminas en ciertas delegaciones
 ha sido un hecho muy importante

Han transcurrido 116 años desde la celebración de los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna, pero finalmente se han visto desfilar hombres y mujeres en todos los equipos nacionales (204 más otro bajo bandera olímpica) que tomaron parte en el glorioso paseo inaugural por el estadio. Han sido necesarias 30 ediciones de los juegos para conseguir que el movimiento olímpico haya impuesto la realidad del mundo a los dirigentes de países que siguen encorsetados en culturas ancladas, al menos en algunos aspectos, en la Edad Media. Por eso, el hecho de que el Comité Olímpico Internacional presionara casi hasta la asfixia para que no se impidiera a nadie participar por cuestión de sexo es un paso mucho más importante de lo que pueda parecer, es un auténtico triunfo del espíritu olímpico, puesto que ha logrado lo que ningún otro movimiento, negociación, país, cumbre política o iniciativa del tipo que fuera. Al menos durante ese momento y durante los días de competición, esas hijas, esposas y hermanas, que siempre están subordinadas, casi esclavizadas, tendrán los mismos derechos, estarán a la misma altura que los varones, y esto es una ruptura de gran magnitud en ciertas culturas.
Parece cosa de poco, algo que no pasa del plano anecdótico, pero viendo el fenómeno en profundidad se llega fácilmente a la conclusión de que es un enorme triunfo del olimpismo, pues los que imponen esa forma de entender la realidad han visto que hay reglas que están por encima de sus creencias, que hay organismos con fuerza suficiente para abrir puertas que desmonten atrasos como el que sufren ellas en no pocos países. Es un inicio y, seguro, el anuncio de que indeseables tradiciones reñidas con los Derechos Humanos (que subrayan que nadie puede ser discriminado por razón de sexo) tienen sus días contados.
Pero este notable avance social se quedaría en curiosidad si hay marcha atrás, si en los próximos juegos (y no digamos si los siguientes se otorgan a un país de cultura musulmana), se permite discriminación. Es más, una vez abierto el camino hay que transitarlo hasta que desaparezca esa insoportable desigualdad (que curiosamente defienden muchos que se creen de izquierdas y que, por tanto, piensan que los Derechos Humanos no son aplicables a todos y en todo el mundo), hasta que el deporte, el olimpismo alcance una meta que la Humanidad (una parte) lleva muchos siglos persiguiendo (a veces sin saberlo, inconscientemente).
Y por la misma razón no deben pasarse por alto indumentarias o uniformes antirreglamentarios y contrarios a las reglas de cada disciplina; y del mismo modo horarios, costumbres o cualquier privilegio o cambio en función de religión o tradición cultural. Si el COI se mantiene firme y logra el acatamiento de sus reglas y exigencias, toda la familia humana se beneficiará de la idea, pues significaría un cambio de mentalidad que sin duda permitiría otros que, finalmente, afectarían mucho y muy positivamente a aquellas sociedades. Claro que, desgraciadamente, siempre habrá fanáticos.

CARLOS DEL RIEGO









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