Divertida, imaginativa, emotiva, apasionante..., el cine de Lubitsch es una muestra de l mejor cine |
Hay excepciones pero por lo general el cine del siglo XXI
apuesta exclusivamente por lo que entra por los ojos, por lo visual,
olvidándose totalmente de que en el cine el ingenio, la creatividad, la emoción
tienen otros puertos de entrada
En épocas de crisis económicas como la actual las cadenas de
televisión recurren a la proyección de películas antiguas, que les resultan
mucho menos costosas. Viéndolas por enésima vez, uno se da cuenta de que
difieren muchísimo de las que se estrenan a diario en las salas de cine.
En la actualidad lo que manda en el cine es lo visual y los
trucos de cámara, muy por encima de guiones o diálogos. Pero en aquellas
producciones anteriores a lo digital, en las que los efectos especiales apenas
tenían importancia (cuando había, que no siempre), primaba la inteligencia, las
conversaciones ingeniosas y efervescentes, las historias sólidas y
convincentes, los héroes y demás personajes creíbles y reconocibles, las
situaciones cómicas, trágicas o sentimentales capaces de llegar al espectador
sin más ayuda que el trabajo de los actores y una puesta en escena con más
cerebro que trucos de cámara.
Pero la pantalla grande ha caído en manos de los expertos en
marketing y manipulación de masas, de modo que la promoción de la peli, la
propaganda, ha usurpado el protagonismo a los guionistas, directores y actores,
tanto que en muchos casos se diseña la difusión del producto antes de haberlo
terminado, modificando este o aquel aspecto del filme en función de lo que
posteriormente vaya a realizarse en el terreno de la publicidad, merchandising,
venta en Internet o DVD… Es por esto que la mayor parte de los estrenos muestra
protagonistas impostados y chulescos que pocas veces hablan más que con
monosílabos, de forma cortante o con sentencias amenazadoras, jamás titubean o
exhiben otra expresión que no sea soberbia, así que casi siempre miran por
encima del hombro y con aires de superioridad, resultando que buenos y malos muestran modos de
proceder prácticamente idénticos, sin más valor que ser tipos duros, decir
tacos y manejar muchas armas, y que, en fin, apenas tienen esbozada algo
parecido a una personalidad; y es así porque así lo deciden los que mandan en
todo el proyecto, que son los que se encargarán de publicitarlo y venderlo, ya
convertido en manufactura para masas.
Por el contrario, el cine realizado en tiempos de tecnología
analógica presenta personajes cuyo carácter y modo de conducirse están
perfectamente dibujados, resultan coherentes y proporcionan sentido a la
narración, tienen momentos de duda o debilidad y se ven humanos, no monolitos
inexpresivos que solucionan todo a tiros. El género donde más evidentes se
hacen estas diferencias es el de aventuras, y más concretamente en el de
superhéroes (incluyendo el de polis indestructibles, agentes muy duros y
mostrencos con todo tipo de armamento). Asimismo, es muy habitual que las
imágenes se sucedan a toda velocidad y que los planos apenas duren unas décimas
de segundo, como si directores y productores trataran de que el espectador no
piense, que no tenga tiempo de analizar y darse cuenta de que lo que está
viendo vale mucho menos (infinitamente menos) que una historieta de Mortadelo.
El problema, en fin, es que la historia que se cuenta ha pasado a un segundo o
tercer plano en favor de lo estrictamente visual, como si lo deseable fuera que
el espectador no tuviera que hacer ningún esfuerzo mental.
También podría hablarse del rol masculinizante adoptado por la
mujer, pero esa es otra.
CARLOS DEL RIEGO
No hay comentarios:
Publicar un comentario