Ninguno actuaríamos hoy de este modo, pero entonces no era extraño. |
Tanto
en medios de comunicación como en tertulias de barra o en familia se tiene por
costumbre juzgar hechos de hace cien, quinientos o mil años como si hubieran
sucedido ayer, de forma que se exige a quienes los protagonizaron un
comportamiento contemporáneo. Así,se ha denostado a El Cid acusándolo de ser un
mercenario, de estar siempre de batalla en batalla masacrando tanto moros como
cristianos; y del mismo modo a los conquistadores españoles (Cortés, Pizarro),
que para muchos son asesinos sanguinarios que sólo buscaban matar y
enriquecerse. Y se les juzga y se les condena con parámetros de la actualidad,
es decir, no se tiene en cuenta que cuando ellos vivieron no existían conceptos
tan asimilados hoy día como democracia, justicia social, igualdad ante la ley,
derechos humanos…, a pesar de los cual se les menosprecia, insulta y juzga como
si hubieran vivido hoy. Es decir, se les exige una conducta que entonces era
imposible, algo equivalente a pensar que habría que haber llamado a los
indígenas americanos por teléfono o ponerles un mensaje a través del móvil para
avisarles de las intenciones de Cortés o Pizarro. Tan imposible como el móvil
es exigir derechos humanos en aquellos tiempos.
Y
es que resulta curiosísimo comprobar cómo va cambiando la forma de pensar con
el paso del tiempo, de modo que lo que ayer parecía cosa cotidiana y corriente
hoy parece algo insólito. Por ejemplo, existe una foto tomada a finales del
siglo XIX (es posible que en París) en la que se ve a unos cuantos hombres
defecando de espaldas a una pared, todos en fila, todos en la misma postura y
casi todos mirando a la cámara sonrientes y sin el menor atisbo de vergüenza.
Menos de un siglo después, la foto sería imposible, pues no sólo no se le
ocurriría a nadie ponerse a evacuar en las calles de París a la vista de todos,
sino que, llegado el caso, lo último que haría el apurado cagón sería mirar al
fotógrafo sonriendo. Esto indica cómo van cambiando las formas de pensar, cómo
va evolucionando la consideración de las cosas, cómo lo que ayer pareció normal
a nuestros abuelos hoy nos parece imposible.
No se puede valorar la conducta de Hernán Cortés hace 500 años con parámetros de hoy. |
Más
cercano aun, hace sólo veinte o treinta años era normal ver a la gente fumando
en todo tipo de lugares públicos, oficinas, tiendas de alimentación, farmacias,
autobuses, edificios oficiales, hospitales, bares y restaurantes e incluso los
profesores en clase. Actualmente a nadie se le ocurre encender el cigarrillo no
ya en una tienda u oficina, sino en un bar, pues se ha asimilado
rapidísimamente la prohibición y la dura recriminación que sufriría el
infractor por parte de quienes le rodean. Sin embargo, echando un vistazo a
películas de los setenta, ochenta y noventa se ve con asombro cómo todos
fumaban en todas partes con total naturalidad; es más, en un internado hace
algo más de 40 años, a los niños de 12 años se les ofrecía una vez al año, en
la fiesta del colegio, un cigarrito, una copita de coñac y un cafetín; algunos
lo aceptaban y otros no, y ninguno terminó traumatizado, enfermo o predispuesto
a consumir; si hoy se supiera de un colegio donde se produjera esta situación se
hablaría incluso de cárcel. Son ilustrativas muestras de cómo va cambiando la
percepción de la situación en función de la época; lo que entonces era lo
corriente hoy parece muy sorprendente. Y a nadie que ve aquellas películas se
le ocurriría insultar a quienes fuman, no les llamará asesinos, socios del
cáncer o insolidarios, sino que simplemente entenderá que las cosas han
cambiado, y lo que antes era normal hoy es insólito. Y estos cambios de
mentalidad, de manera de ver y entender las cosas se producen cada vez más y
más rápido; por ejemplo, hace cientos de años la percepción y
consideración de las actitudes y
conductas permanecía en la sociedad durante siglos, mientras que hoy un cambio
de mentalidad se asimila en meses por toda la sociedad produciéndose muy
rápidamente una nueva consideración respecto a las mismas actitudes y
conductas.
Esta imagen muestra un modo de pensar de otro tiempo, y seria imposible hoy. |
Por
eso, cuando se esté ante un episodio histórico no se debe valorar como si se
hubiera producido hace unas horas. Así, se podría preguntar a los que juzgan a
Rodrigo Díaz, a Francisco Pizarro o a Hernán Cortés con mentalidad
contemporánea, qué hubieran hecho ellos en aquel momento, si creen que ellos
hubieran actuado de modo distinto de haber estado allí aquel día, y si dicen
que sí, que ellos hubieran obrado de otro modo, cabría preguntarles por qué haría
otra cosa si nadie obró de otro modo aquel día en aquel sitio y, de hecho,
nadie actuó de modo distinto en aquel momento en cualquier parte del mundo.
Y
es que cada época impone a las personas una forma exclusiva de ver las cosas,
de pensar, de actuar, pues cada época tiene sus propias influencias, sus
propios pensamientos, igual que cada época tiene su propia tecnología.
CARLOS
DEL RIEGO
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