jueves, 26 de julio de 2012

HUYENDO DE LAS NOTICIAS A diario aumenta la legión de ciudadanos de a pie que no pueden soportar las noticias sin sentirse seriamente, profundamente afectados, así que optan por la escapada como medida terapéutica


Hay mucha gente que huye de las noticias
 en beneficio de su salud mental

Es un curioso fenómeno que se viene observando desde hace años: cada día son más las personas que huyen de las noticias, que sintonizan sólo emisoras de radio musicales o deportivas, que cambian de canal al llegar los telediarios, que pasan las páginas de información general del periódico sin apenas leer ni los titulares... “Es que me deprimen mucho”, dicen unos, “me pongo de muy mal humor”, afirman otros, “muchas noticias me enfurecen y estoy que muerdo el resto del día”, confiesan algunos.

Esa postura no equivale a volver la cara a la realidad, sino que es una medida terapéutica para no amargarse la existencia; y de todos modos, ni siquiera los que huyen de las noticias dejan de enterarse de todas las calaveradas, barrabasadas y mamarrachadas con que diariamente confirman su condición aquellos a quienes el ciudadano desprecia y critica hasta el insulto.

Y no es por la delincuencia existente en las calles y entre la clase política, en la gestión de los bancos y en las esferas donde se maneja el poder, pues ya se sabe que estadísticamente tiene que haber manilargos y maletas e inútiles mejor o peor intencionados en todas partes. Lo que verdaderamente enfada y desespera, lo que no se soporta es la impunidad, lo que lleva a escapar de la noticia es evitar enterarse de que el asesino esté en la calle a los pocos años; que el ladrón de guante blanco pase unas vacaciones entre rejas y, al poco, vuelva a casa sin devolver nada; que el político cuya acción ha causado serios y evidentes prejuicios a causa de su ineptitud se retire sin rendir cuentas; que el dirigente que ha desviado contratos o subvenciones interesadamente no sólo no lo explique, sino que se diga “víctima de una conspiración” (¡cuántas veces se han escuchado estas palabras de boca de auténticos sinvergüenzas!) y adopte postura de gran indignación; que los rateros y ladrones estén en las calles enseñando el dedo anular a sus víctimas horas después de haber sido sorprendidos con las manos en la masa; que terroristas confesos queden en libertad gracias a las opiniones de jueces dudosos; que violadores, pederastas, proxenetas y maltratadores nieguen la evidencia y echen la culpa a las víctimas atendiendo los consejos de abogados despreciables… Y así sucesivamente, y eso sin contar con los actos de corrupción que quedan impunes, perdidos en una maraña legal. Que suceda todo esto y te lo cuenten como si nada es lo que desespera hasta el punto de decir “no aguanto más, no quiero enterarme de nada o cualquier día me echo a la calle y cometo una barbaridad”.

Esto es lo que ha llevado a muchos ciudadanos, hartos de cumplir estrictamente con la ley y comprobar cómo otros se la pasan gratuitamente por el forro, a alejarse del noticiero. Y además, el ciudadano (perseguido sin tregua si tiene el mínimo desliz), sabe que todas aquellas situaciones indeseables cuentan con la complicidad de un sistema y una judicatura tremendamente parciales y favorables a quien infringe la ley, pues el código penal español y la cárcel no tienen intención punitiva sino reinsertadota, mientras que los encargados de impartir justicia evidencian gran preocupación por acortar todo lo posible el padecimiento del pederasta, asesino, terrorista…, a la vez que se muestran indiferentes y despreocupados ante la víctima; y no digamos si anda la política y la ideología por medio, pues entonces se escucharán sentencias dignas de los Hermanos Marx.

En fin, si cada día son más los ciudadanos que asocian noticias con insoportables injusticias es, ante todo, por esa impunidad que permite el sistema (o sea, los legisladores, o sea, los gobiernos) y por la ceguera o la perversa interpretación de unos magistrados que bien podrían pasar por arbitruchos miopes.  
  
CARLOS DEL RIEGO












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