No son los turismos a gasoil los que más contaminan la atmósfera. |
De
repente, esos gobernantes (impregnados de ideología, prejuicios, populismo,
demagogia y buenismo) anuncian la prohibición
de los motores diesel más pronto que tarde, ya que, según muchos, es la
principal causa de contaminación; lo curioso es que las culpas no recaen sobre
todo lo que quema petróleo refinado, sino sólo sobre los automóviles, sobre
todo los turismos. La responsable española del ramo ha declarado que “el gasoil
tiene los días contados” lo cual no es decir gran cosa, ya que un día u otro
los combustibles fósiles se agotarán.
El
asunto de la prohibición afectará a millones de personas, usuarios de estos turismos
que, seguro, no van a aceptar que sus automóviles, que fueron homologados y
pagaron todos los impuestos, seguros, tasas e iteuves, sean repentinamente
ilegalizados, sobre todo porque serán discriminados respecto a camiones y
furgonetas, calefacciones o centrales térmicas, aviones o barcos (estos dos
últimos sí que echan humos). Así pues, podría pensarse que hay motivo para
querellarse contra quienes proclamen una norma que criminaliza con carácter
retroactivo aquello que anteriormente no sólo se dio por bueno, sino que
incluso se estimuló su utilización.
Pero
lo más llamativo es que no han dicho una palabra de las calefacciones que
consumen gasoil, con lo que hay que entender que los únicos diesel que
contaminan son los de los coches, pero no las calderas que queman el mismo
combustible (puesto que el gasóleo calefacción es casi idéntico al que sirven
en las gasolineras, sólo se diferencian en el color, y ambos sirven para ambos propósitos). Si a
ello se añade que las calderas queman continuamente (para agua caliente y radiadores)
es fácil llegar a la conclusión de que las calderas producen mucha más
contaminación que los automóviles. Sin embargo, los únicos perseguidos son los
utilitarios y las berlinas que, en realidad, la mayor parte del tiempo están aparcados.
De
igual modo, se pretende sustituir los vehículos a gasolina o gasoil por los de
motor eléctrico. Pero el caso es que la electricidad que necesitan esos motores
procede de las centrales eléctricas, muchas de las cuales son térmicas, o sea, queman
derivados del petróleo o carbón, lo que significa que cada una contamina como
muchos autos. Y si se impone el vehículo eléctrico por obligación, la demanda
de energía eléctrica se disparará, y habrá que echar más y más carbón, más gas,
más fueloil o gasóleo a la térmica para abastecer las sedientas baterías de
esos automóviles, ya que no sería suficiente con las centrales hidroeléctricas,
y lo que rinden las placas solares y los generadores eólicos es, aun, poco. ¿Y
las nucleares?, los puristas están en contra.
Suprimir
sólo los motores de automoción a gasóleo es una medida inútil, típica de los
gobiernos que buscan soluciones simples a problemas complejos y regalar los
oídos de parte de la población. En otras palabras, demagogia y populismo.
Además, si se prohíben los turismos a gasoil en Europa, gran parte de esos
coches acabarán circulando en países menos desarrollados, donde los escapes
vierten lo que quieren. A escala global, no habrá el mínimo beneficio.
Los
gobiernos se ponen estupendos con las emisiones de los tubos de escape, pero no
con las de las chimeneas o las térmicas, algo que se debe, sobre todo, a que se
trata de un tema con tirón: ¿quién se va a oponer a que se procure mantener
limpio el entorno? Sin embargo, será corto de miras todo aquel que piense que
medidas así, que persiguen el objetivo político pero no la eficacia, van a dar
resultado. Claro que, seguramente, todo se quede en alboroto y un motivo para
encarecer el litro.
Los
combustibles fósiles dejarán de usarse cuando el petróleo se agote (o no sea
rentable su extracción), momento para el que faltarán treinta o cuarenta años,
según expertos (los países productores no quieren revelarlo para que esa
información no influya en el precio del barril). Por eso, crear un problema de
magnitudes gigantescas y de consecuencias inimaginables para adelantarse unos
pocos años a lo inevitable no es razonable (sobre todo si se hace con fines
políticos o ideológicos). Otra cosa es mejorar el rendimiento del combustible
y, evidentemente, el de las renovables, y empezar a pensar en la transición
energética, ya que la cantidad de petróleo existente no es infinita.
El
problema de la contaminación del aire no se soluciona prohibiendo circular
turismos diesel.
CARLOS
DEL RIEGO
No hay comentarios:
Publicar un comentario