El clásico 'Starway to heaven' de Led Zeppelin es un claro ejemplo de letra misteriosa y, a veces, indescifrable. |
Así
es, rara es la persona que no se siente poderosamente atraída por una narración
misteriosa o con final desconocido. Tal vez sea porque una intriga sin
desenlace da pie a que se propongan todo tipo de teorías, algunas disparatadas
y otras más razonables, y generalmente cada uno se posiciona en alguna de ellas
según cuadre con su forma de pensar; será por esto que nadie se resiste al
hechizo del misterio. Lógicamente, el negocio del rock & roll ha producido
muchas canciones de dudoso o indescifrable significado, tan es así que hay
casos en los que el propio autor no sabría decir en qué estaba pensando cuando
la escribió o cuál era su intención. Algunas de esas canciones con incógnita
son ya piezas históricas dentro de la sociedad del rock.
La
letra de una de las cumbres del rock clásico, el ‘Starway to heaven’ (1971) de
Led Zeppelin, es un ejemplo perfecto. Se dice que el autor del texto, Robert
Plant, ha tenido que responder cientos de veces a la cuestión; en alguna
ocasión dijo que era una abstracción, pero lo que ayudó a potenciar el enigma
fue cuando reveló: “Dependiendo de qué día sea, todavía interpreto la canción
de una u otra manera…, y eso que yo escribí la letra”. Lo único que una vez
explicó se refería sólo a su comienzo: “Trata de una mujer que ha conseguido
todo, incluyendo dinero, pero descubre que con eso no llegaría al cielo y tiene
que comprar una escalera”. También dijo Plant que cuando la escribió estaba de
muy mal humor, y que empezó a garabatear casi sin darse cuenta los primeros
versos, e incluso pensó que no era él quien escribía…, entonces recordó la
fascinación de Jimi Page por el ocultismo, el esoterismo, el satanismo, con lo
que por su mente pasó el pensamiento de que debía ser el diablo quien le
dictaba la letra (¡qué habría trasegado!). A partir de ahí se dispararon los
rumores entre el personal: que la canción contenía mensajes ocultos de índole
satánica y que había que escucharla al revés para entenderlos, o que habían
vendido sus almas al demonio a cambio de crear una pieza musical del calibre de
‘Escalera al cielo’. Plant concluyó: “No me puedo creer que haya quien se tome
en serio semejantes tonterías”. Lo que está claro que el texto en su conjunto es
un laberinto, algo perfecto para mantener la intriga.
Dotado
de un gran talento para la música, Prince no fue, sin embargo, lo que se dice
un gran letrista; sus versos casi nunca contienen ideas profundas,
trascendentes, elevadas, sino que suelen ser simples, fáciles de entender e incluso
superficiales. Pero hay alguna notable excepción, precisamente uno de sus
títulos más celebrados y coreados, el evocador ‘Purple rain’ (1984). Y es que
jamás se entendió a qué venía o a qué se refería eso de la ‘lluvia púrpura’.
Empieza diciendo que “nunca quise causarte dolor o pena, sino que sólo quise
verte reír bajo la lluvia púrpura”, y el resto va en esa dirección, refiriéndose
a sus amantes y sus amigos y terminado cada estrofa con lo de la lluvia
púrpura. ¿Querría decir algo con eso?, o es que, a lo mejor, no encontró
palabras que encajaran mejor en la melodía, o simplemente le gustó la imagen
que transmite, sin otras intenciones, ya que la lluvia no suele ser de colores.
Cuando una vez le preguntaron, el inconfundible artista (más preocupado de ser
Prince que de cualquier otra cosa) contestó con ideas indescifrables: “Cuando
hay sangre en el cielo (¿) el rojo de la sangre y el azul del cielo dan púrpura,
así que la lluvia será púrpura; es el fin del mundo. Entonces tienes que dejar
que Dios te guíe a través de la lluvia púrpura”. ¿Está claro ya a qué viene el
color del chubasco? Claro que si la cosa va del apocalipsis, ¿por qué deseará a
sus amantes y amigos que bailen cuando el cielo cae sobre sus cabezas? Seguro,
ni él sabría a que viene ese tipo de precipitación, y como ya no está, el
enigma permanecerá.
Otro
título que mantiene su encanto es ‘A horse with no name’ (1972) de America. Dewey
Bunell, el autor, explicó que su intención fue describir la impresión que le
causó Usa en su primer viaje (había nacido en Inglaterra porque su padre, estadounidense,
estaba allí destinado, e hizo la letra con 19 años, cuando papá había sido trasladado
a California). El caso es que no se aclara si el jinete monta un caballo en
busca de libertad, si ambos están muertos, si alucina (“el desierto se
convirtió en mar”), si desvaría (“dejó que el caballo se marchara”), si la diña
en el desierto para alegría de los buitres o si regresa a la civilización… Como
mucho, Bunell dijo que el caballo es “una metáfora de un vehículo que sirve
para huir del caos de la vida e irse a un sitio pacífico y tranquilo” (lo de
huir del mundanal ruido que dijo aquel), y claro, ¿qué hay más tranquilo que el
desierto?; también confesó que no sabe explicar el porqué de estos o aquellos versos,
y que tampoco hay que buscar interpretaciones ocultas y tenebrosas. En todo
caso, ha negado muchas veces que la cosa vaya de drogas (por lo del caballo) o
alucinaciones. El fantasma del caballo sin nombre sigue cabalgando.
Una
canción que siempre ha sonado a adivinanza es el clásico ‘You're so vain’ (1972)
de la estadounidense Carly Simon (excelente la versión de Rolling Stones). En
sus versos la autora señala a un tipo (un novio) vanidoso y engreído, hasta el
punto de que la propia letra explica: “eres tan vanidoso que seguro que te
crees que esta canción es sobre ti”. Sólo en 2015 Carly desveló que esa frase
en concreto se refería al actor Warren Beatty, pero que cuando escribió la canción
pensaba también en otros dos hombres…, y de momento no piensa decir quiénes.
¿Se llevará el secreto a la tumba?
También
es enigmática la intención de Bob Marley en su ‘I shot the sheriff’ (1973),
puesto que admite que disparó al sheriff pero no a su ayudante. Preguntado qué
significado tenía eso de culparse de un asesinato pero no de dos, el jamaicano
dijo que el sheriff es “un elemento de maldad” que debe ser derrotado,
insinuando también que el ayudante no tiene culpa, que es como el poli bueno.
Pero una vez muerto, la que fuera pareja de Marley, Esther Anderson, declaró
que la cosa iba de anticonceptivos, ya que ella quería tomarlos mientras él
pensaba que eso era pecado, de modo que el médico que le suministró las
pastillas a la mujer era el sheriff al que disparaba…, entonces ¿el ayudante
era la enfermera? En fin, se impone un ¿quién sabe?
Aunque
hay autores que redactan sus textos con un propósito y un sentido muy claro,
seguro que abundan más los casos en que las letras no tienen mayores
intenciones, sino que los escritores usaron esas palabras porque rimaban,
porque daban la medida justa, porque resultan muy musicales o muy sonoras… Y
luego que cada cual piense lo que quiera, cosa que ayudará a que se mantenga el
interrogante y, por tanto, la vigencia de la canción.
CARLOS
DEL RIEGO
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