Según van las cosas en el COI esto (que no está exento de mérito) podría entrar en el programa olímpico. |
El Comité Olímpico Internacional da otro paso en su camino
hacia la indignidad. La última que se les ha ocurrido a Rogge y su caterva de
caraduras aprovechados es eliminar la lucha de los juegos tras Brasil 2016;
excluir la lucha grecorromana del
programa olímpico es algo así como hacerlo con el lanzamiento de disco, puesto
que luchar está en los Juegos Olímpicos desde la primera edición de la que se
tiene noticia, la del año 776 antes de Cristo. Sólo auténticos analfabetos
olímpicos, sólo aquellos que no hayan entendido nada pueden atentar contra algo
que es eminentemente tradición, espíritu propio y milenario ajeno a modas,
preferencias, oportunismos, televisiones y mercadotecnia. Sin embargo la
inclusión o exclusión de una disciplina en el calendario olímpico obedece a
cualquier cosa excepto a cuestiones deportivas, cosa que se viene observando
desde hace tiempo, pero que se ha disparado desde que el belga tomó las riendas.
Ciertamente el Olimpismo no ha hecho más que dar tumbos,
caminar como un borracho, deambular sin rumbo en los doce años que Jaques Rogge
lleva en la presidencia del COI. Regatista olímpico sin paso por el podio, este
cirujano se vengó de aquellas ausencias entrenándose en los pasillos, medrando
por los despachos y pegándose a los jefes hasta alcanzar, uno tras otro, los
diversos cajones que conducen a la medalla de oro del burócrata, la presidencia
del organismo con más afiliados del planeta. Este compatriota de Tintín entregó
los Juegos Olímpicos a Pekín sin valorar la situación dictatorial y de ausencia
de Derechos Humanos que impone el partido único, y para ello adujo que no
conviene mezclar política con deporte, lo que quiere decir que, en su momento, hubiera
dado los juegos a la Sudáfrica de la segregación racial; asimismo cedió ante
las cadenas de televisión para modificar los horarios, y se ha bajado
sistemáticamente los pantalones ante la NBA, que se niega a que los jugadores
de baloncesto norteamericanos sean sometidos a controles antidoping. Rogge
calla y concede.
Y como no quiere política en los juegos (cosa imposible
desde el momento en que hay himnos y banderas) prohibió cualquier homenaje a
los participantes israelíes asesinados en Munich 1972, sin darse cuenta de que
aquellos fueron atletas olímpicos asesinados en la villa olímpica y, por tanto,
bien se merecían un recuerdo en los 40 años del terrible suceso. Demostrando
mezquindad o escasez de luces, Rogge no supo distinguir entre un acto político
y unas palabras en memoria de aquellos que tan rematadamente mal protegieron
sus antecesores en el cargo; seguro que no deseaba molestar a los musulmanes
siguiendo la estúpida política de intentar apaciguar al agresor y luego darle
las gracias por que no te agrede. Eso sí, ha permitido que atletas con
extremidades artificiales o asesinos (el grapo Sebastián Rodríguez) desfilen
por el estadio.
Y ahora llega el camino de la vulgarización y el desalojo de
los verdaderos y más auténticos deportes olímpicos para dar entrada a
especialidades impuestas por la actualidad, los gustos y las exigencias del
mercado y las cadenas de televisión. El primero en caer será la lucha
grecorromana que, junto al atletismo (carrera, salto, lanzamiento), es la práctica
más antigua y clásica del deporte olímpico, pero pronto irán otros.
El programa olímpico en tres o cuatro ediciones podría estar
integrado por las siguientes disciplinas: fútbol playa, voley playa, fútbol
sala, gimnasia sobre patines, escalada, concurso de baile (tango, rock &
roll, salsa, clásica, break dance, hip hop…), skate, BMX y patines en línea en
el medio tubo, rampas, figuras…, kite surf, squash, padel, wushu y capoeira,
torneo poético, certamen de performances, ejercicios circenses, aerobic,
spinning… y golf. Se mantendrán la gimnasia rítmica y la natación sincronizada (que
no dejan de estar mucho más cerca del baile que del deporte) por lo bien que
dan en televisión, y el atletismo, baloncesto y natación porque tienen
aseguradas buenas audiencias. De este modo, los Juegos Olímpicos se convertirán
en unos muy bonitos y culturales juegos florales, y perderán su esencia, que es
la épica, la lucha hasta el último aliento, el cuerpo a cuerpo en unos
ejercicios cargados de simbolismo y consagrados por la historia, por la tradición,
por el clasicismo. ¡Y qué es más clásico que la lucha grecorromana!
Los JJ OO han de tener su propia personalidad y no dejarse zarandear
por las preferencias del momento, por lo que el número de deportes olímpicos ha
de ser cerrado, y como mucho admitir disciplinas de exhibición. Si no es así,
pronto serán una manifestación más cultural que deportiva, con lo que llegará
un momento en que se impondrá lo artístico, de modo que será medalla de oro
quien ejecute de modo más bonito su ejercicio, algo que ya no es deporte.
CARLOS DEL RIEGO
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