El himno hippy 'San Francisco', emblema de una generación |
Las canciones que gustaban a nuestros
padres nos disgustaban a nosotros, del mismo modo que las que a nosotros nos
gustan rara vez llaman la atención de nuestros hijos. Y ello a pesar de que con
el paso de los años es fácil que los gustos comiencen a confluir, sobre todo si
los padres preferían gustaban buenas canciones, no melodías de moda, no flores
de un día.
'Born to be wild', canción motera, inconformista, aventurera |
El 'Get ready' sonó en todas las discotecas de España_ era ideal para el baile |
Por eso, las canciones que consiguen
sobrepasar a su generación, las que perduran en el tiempo, las que son
utilizadas en el cine y en la televisión, las que cuentan docenas de versiones
a lo largo de los años con los más peregrinos arreglos, en fin, las canciones
que aparecieron en época de nuestros padres nos gustaron a nosotros y alguna
vez llegan a tararear nuestros hijos, son las que terminan por convertirse en
canciones-icono, en temas clásicos que valen para todo y para todo momento, en
melodías que reconoce el gran público a la primera y que, cuando suenan,
parecen convertirse en nexo de complicidad que une a toda la audiencia.
Este tipo de canciones son abundantes, pero
casi siempre son los mismos artistas las que las componen y las cantan. Sin
embargo, a lo largo del último medio siglo ha habido algunos francotiradores que han aportado un gran éxito, uno sólo, aunque su producción fuera de lo más
extensa y jamás hayan abandonado los escenarios. Son los grupos de un solo
éxito.
La nómina de los que podrían entrar aquí
es extensa, así que es mejor ir por partes. Muchos las reconocerán todas, y
otros ninguna; aquellos seguro que las tendrán que tararear o incluso escuchar,
y estos tal vez sientan curiosidad y busquen.
En la idealizada década de los sesenta
puede recordarse a Scott McKenzie y su emblemático ‘San Francisco’. La pieza es
de John Phillips (Mamas & the Papas) y, como todo el mundo sabe, es el
auténtico himno hippy, con esos evocadores primeros versos “Si vienes a San
Francisco no olvides ponerte flores en el pelo’. Fue un enorme éxito en 1967,
pero el bueno de Scott (que se llamaba Phillip) jamás volvió a lograr algo
parecido; publicó apenas un par de discos, y sus no pocas reapariciones siempre
han sido en torno a esa deliciosa melodía que parece transportar al momento del
‘flower power’, aquel instante en que algunos se creyeron que podían cambiar el
mundo sólo con el ‘paz y amor’; el tiempo los desengañó. Una vez escuchada, es
una melodía que jamás se olvida.
Mucho más recorrido artístico tuvo Steppenwolf, el grupo canadiense que en 1968 publicó el tema bandera de los moteros, ‘Bor to be wild’. Versioneada docenas de veces, utilizada en anuncios y películas, ese ‘Nacido para ser salvaje’ fue un éxito al momento, pues su popularidad se extendió por todo el mundo al ser el tema principal de la película ‘Easy rider’. Su cantante, John Kay (que se llamaba Joachim Frtiz Kraudelat) había llegado a Canadá a finales de los años 50 procedente de Prusia vía Alemania Oriental, y siempre fue más bluesman que rockero. El tema (compuesto por el hermano de uno de los miembros del grupo) transmite pasión por la carretera, por la aventura, por la libertad del camino; y además incluye palabras proféticas: “heavy metal thunder’, aportando así el nombre para un género nuevo. La combinación de órgano y guitarra resulta electrizante y la voz cavernosa y mate de Kay parece invitar a la rebeldía, al inconformismo. Más de 15 álbumes avalan la carrera de la banda, pero casi nadie en el mundo sería capaz de decir otro título de Steppenwolf.
En el mismo año, en aquel señalado 1968,
los californianos Iron Butterfly lanzaron un álbum titulado ‘In a gadda da
vida’, cuya cara A la ocupaba un tema con el mimo título, es decir, una única
canción de alrededor de 20 minutos. La melodía y la ambientación son
inconfundibles, con el contraste entre el sonido casi de iglesia del órgano y
la poderosa distorsión de la guitarra; el riff principal es contagioso,
penetrante, una vez escuchado se queda para siempre. Una de sus características
es el extenso sólo de órgano y los originales (para la época) detalles de la
guitarra; la letra es bastante vulgar, muy de “nena sabes que te amo, coge mi
mano y vente conmigo”. Iron Butterfly ha estado activo varias veces desde
entonces y ha publicado ocho álbumes, pero si es recordado es sólo por una
canción.
Una pieza que rápidamente llega a la
memoria cuando se habla de canciones largas es, cómo no, el irresistible ‘Get
ready’ de Rare Earth. Compuesto por el gran Smokey Robinson para The
Temptations, la banda de Detroit la reinventó extendiéndola hasta más allá de
los 20 minutos. Comienza con una parte instrumental lenta, para cambiar casi de
improviso a un ritmo endiablado; por ello la utilizaban los diyéis (al menos en
España) de finales de los sesenta y primeros setenta del siglo pasado para
hacer el cambio de lento a movido, pues en aquellos años en las discotecas
ponían un rato canciones lentas para bailar ‘agarrao’ y otro rato canciones con
ritmo para bailar ‘suelto’. La base rítmica engancha a la primera, con una
secuencia de bajo mil veces imitada y un ritmo muy marcado; la voz solista (a
cargo del batería) suena perfectamente engranada y los solos (atención al que
hace el bajista) resultan hechizantes. Era un auténtico seguro de vida para
quienes tenían la (difícil) tarea de llenar la pista de baile. Por cierto, el
grupo leonés Los Cardiacos (nunca suficientemente valorado) hizo una versión
sencillamente extraordinaria con una letra original en castellano que, tal vez,
supera a la original, que vuelve a decir cosas como “aquí te traigo un amor que
es de verdad, así que prepárate”. Rare Earth tenía otras grandes canciones y
publicó no menos de diez elepés, algunos con gran merito, pero ese ‘Prepárate’
lo eclipsó todo.
Para terminar (de momento) este viaje por
algunos temas que superaron a quienes las popularizaron, la maravillosa ‘Alone
again or’, que el grupo californiano Love editó en 1967 (aunque estaba escrita
desde dos años antes). Se trata de una letra más bien pesimista que habla de
quienes esperan y esperan a la chica (“Y estaré nuevamente solo esta noche,
querida”), mientras que el arreglo cuenta con deliciosos violines y una
guitarra acústica que se encarga de estructurar la brillante melodía que
preside la canción. El solo de trompetas (a cargo de un mariachi) y violines es
sencillamente perfecto, arrebatador, emocionante hasta el extremo, son unos
pocos segundos que se pueden escuchar una y otra vez y que logran extasiar
siempre. El tema lo compuso uno de los guitarristas, Brian McLean, quien era
adicto a la heroína y abandonó rápidamente; Arthur Lee se quedó con el nombre,
pero su trayectoria fue muy errática, apareciendo y desapareciendo durante años
y con algunas estancias en la cárcel por temas de drogas y de armas (por
cierto, él mismo había sido herido por un vecino furioso por el ruido que metía
su grupo durante un ensayo); murió de leucemia en 2006.
Todas estas canciones han alcanzado más
renombre, más gloria, que sus propios autores. Quienes las recuerden las
tendrán en lugar de privilegio, quienes las descubran se habrán hecho un favor
a sí mismos.
Carlosdelriego.
¡enhorabuena por tu blog, Carlos!
ResponderEliminarSupongo que en tu segunda parte saldrá My sharona :o)))) Un abrazo gordo:
Sevi