A pesar de la portada de Andy Warhol (el plátano podía pelarse), a pesar de los temas de Lou Reed, el primero de la Velvet Underground fue un completo fracaso
Ha ocurrido muchas
veces en la Historia del Arte: una obra o un artista pasan desapercibidos en su
momento, sin embargo, con el correr del tiempo termina por reconocerse su
valía. En los años sesenta y setenta del siglo pasado fueron varios los álbumes
de rock que fracasaron comercialmente, no se comieron un rosco en las listas y
apenas se vendieron, pero luego, otros músicos, el público y la crítica
convirtieron aquellos fracasos en clásicos imprescindibles
El señor tiempo suele
colocar a cada uno en su sitio, de modo que discos que se publicaron sin que
pasara gran cosa porque resultaron demasiado atrevidos y se adelantaron a su
época, son aclamados y reconocidos años o décadas más tarde. Es una especie de
maldición que puede recaer sobre el pionero, cuya obra choca con la mentalidad
del momento y es rechazada. En los años sesenta y setenta del siglo XX salieron
discos hoy considerados clásicos del rock a pesar de que en su día no se les
hizo el mínimo caso.
Era fecha tan
temprana (para esto del rock) como 1966 cuando los Beach Boys no se conformaron
con hacer lo de siempre y trataron de sorprender a todos con su ‘Pet sounds’. Ya
habían publicado ¡diez elepés! desde 1962, siempre con éxito gracias a sus
melodías surferas, a sus letras playeras y despreocupadas, a sus increíbles
voces. Entonces Brian Wilson quiso algo más, así que optó por arreglos de
orquesta, estructuras más complicadas, elementos del jazz y otros géneros,
armonías inusuales…; dicen que Wilson se decidió a dar el paso tras quedar
deslumbrado por el ‘Rouber soul’ de los Beatles. El caso es que en la
discográfica quedaron desconcertados, no era lo que esperaban de los Beach Boys
y no lo promocionaron como merecía; las ventas no fueron las esperadas y el
disco no superó el top 10 (en Inglaterra le fue mejor). Hoy es considerado como
una gran influencia para muy diversos estilos, con avances en producción,
grabación y sonido, con complicadísimas armonías vocales e instrumentos
inéditos en el pop y el rock.
En 1967 el grupo
californiano Love publicó ‘Forever changes’. Eran épocas sicodélicas, pero este
disco rompía con estereotipos del género, con un sonido mucho más fuerte, más
denso, y un tratamiento de voces que poco tenía que ver con lo que el ambiente
podía asimilar. En EE UU fue un descalabro, y aunque en Inglaterra tuvo mejor
acogida, nada que ver con un éxito. En los setenta la gente empieza a
apreciarlo, y en los ochenta se habla de él con veneración y se hacen versiones
del genial ‘Alone again or’… Más de medio siglo después aquel Lp tiene el
estatus de clásico.
El mismo año se editó
‘Velvet Underground & Nico’, el primer Lp del grupo original de Lou Reed.
Las letras de las canciones eran mucho más que atrevidas, eran insolentes, callejeras,
desacomplejadas, con abundancia de drogas, camellos y sexo de todo tipo, y lo
mismo pasaba con el sonido, deliberadamente sucio y cargado, excesivamente
innovador para aquellos años, demasiado incluso para las emisoras de radio de
Nueva York. Llegó al puesto 195 de las listas, e incluso fue retirado de las
tiendas, y eso que la portada era de Andy Warhol y que contenía auténticas
joyas como la sugerente ‘Femme fatale’ o las explícitas ‘Wainting for my man’ o
‘Heroin’. Luego, Lou Reed en solitario reivindicó aquellos temas y todo el
mundo volvió sus ojos al disco y al grupo. Hoy se cita como esencial.
The Stooges, el grupo
donde se dio a conocer Iggy Pop, lo tuvo peor, ya que se atrevió sacar un disco
con muchos elementos punk en 1968, años antes de que se supiera qué era eso.
Fue el debut de la banda y debió horrorizar al personal con sus guitarras
estrepitosas, baterías enloquecidas y aceleradas, voces estridentes y textos
del tipo de ‘quiero ser tu perro’. Todo eso era muy fuerte para las mentes
hippies de ‘paz y amor hermano’, así que el disco vendió lo suficiente para
llegar al puesto 106 de las listas. Luego (unos 7 años después) llegó el punk,
que tuvo que inspirarse en aquello para meter tanto ruido, y le puso a aquel
‘The Stooges’ tiene el aura de leyenda.
Algo parecido sucedió
con The New York Dolls, que en 1973 debutaron con un disco que tenía glam rock,
heavy metal, punk… Ya eran tiempos de rock duro, pero aun se tenía como
principal valor el virtuosismo instrumental y un sonido en el que se
distinguieran perfectamente la guitarra, el teclado, el bajo… Pero los Dolls
eran lo contrario, con sonido embarullado y ninguna preocupación por hacer
solos deslumbrantes ni nada parecido; su aspecto excesivo, peinados imposibles
y más pintados que un automóvil también chocó con su tiempo. No tenían ninguna
pretensión ni expectativa, por lo que no debieron defraudarse cuando
comprobaron que ni siquiera entraba en los cien primeros de la lista. Años
después el punk, la ‘new wave’ o el rock gótico los reivindicaron, aunque en
realidad sigue siendo lo que se dice un grupo de culto, o maldito.
¿Punk? Eso fue un
invento de los neoyorquinos Ramones. Su primer Lp resultó muy adelantado para
1976. Cuando debutaron el CBGB de Nueva York dejaron a todo el mundo pasmado
desde antes de empezar; el gerente del local contó que, a diferencia de todos
los demás grupos, que iban siempre con buen rollo y buenas palabras, Ramones
eran arrogantes, protestaban, exigían, maldecían y se presentaban con actitudes
y aires violentos, rompedores, chocantes, nuevos… Temas de menos de dos
minutos, máxima velocidad, sonido esquemático y primario eran sus señas, aunque
con influencias que iban de Beatles a Beach Boys. Y eso en pleno auge del rock
sinfónico y de canciones de quince minutos. Vendieron poco más de ¡6.000
copias!, sin embargo, se les tiene como los inventores del punk, del punk-pop,
del rock-punk, y su influencia en bandas posteriores de todo tipo de rock ha
sido evidente; incluso el cine y la televisión han recurrido infinidad de veces
a sus canciones. Necesitaron casi cuarenta años para llegar al millón de discos
vendidos.
Tener la idea antes
que nadie, descubrir nuevos caminos, adelantarse a su tiempo, atreverse a
explorar y hacerlo con talento a veces da poco resultado económico…, en un
primer momento.
CARLOS DEL RIEGO
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