Sin el consentimiento e incluso el apoyo de estos no sucedería lo que sucede hoy en Cataluña |
Los culpables de la
caótica, esperpéntica y sectaria situación que se vive actualmente (2019) en
Cataluña son, lógicamente, los que la han promovido. Sin embargo, pueden señalarse
a otros culpables, los culpables ‘de fondo’, los que permitieron que todo esto
se pusiera en marcha, son los culpables por omisión, principalmente los
presidentes de Gobierno González, Aznar, Zapatero y Rajoy
El independentismo
catalán es una secta, una secta que ha venido creciendo desde hace décadas. Y,
si se analiza con perspectiva, tiene como precedente lo ocurrido en Alemania a
partir de 1933. Salvando las distancias, allí
entonces y hoy en Cataluña se producen hechos prácticamente idénticos:
desde la primera escuela se adoctrina a los niños, de manera que en aquella
Alemania los niños de ocho años insultaban a los judíos y les hacían ese gesto
tan elocuente que consiste en pasarse el dedo gordo de un lado a otro de la
garganta; del mismo modo, niños de ocho años en Cataluña llaman nazis a los que
hablan castellano, a los que no pertenecen a la secta, a los hijos de
guardiaciviles…, y amenazan, insultan, realizan pintadas para meter miedo. En
ambos casos el proceso de fanatización sigue las mismas pautas y, lógicamente,
consigue el mismo resultado: tras el adoctrinamiento llega la adhesión
incondicional a los líderes de la secta y la obediencia ciega a sus órdenes,
todo lo demás carece de importancia. La violencia ya se ha instalado en la mente
del fanático como herramienta imprescindible.
Y el segundo recurso
principal para mantener la creencia en los dogmas (basados en la superioridad
de la raza aria o catalana) es la propaganda. En la Alemania nazi estaba
Goebbels, que manejó los recursos a su alcance con una diabólica maestría, ya
fueran la radio, la prensa o el cine; en la Cataluña de 2019 está TV3, que se
ha convertido en el medio de propaganda principal de este intento de alzamiento,
pero que cuenta con apoyo en colegios y universidades, en ambientes culturales,
empresariales, ciudadanos…, generalmente bien subvencionados. La maquinaria
propagandística es imprescindible para lograr la total manipulación de los
adictos a la secta.
Sin embargo, todo
este montaje no se consigue en unos días, ni siquiera en unos años, pues para
alcanzar tales grados de fanatización se precisan décadas de propaganda y
sectarismo: “los judíos son subhumanos”, decían los periódicos nazis (como ‘Der
Stürmer’, ‘Völkische Beobachter’), “los españoles son animales, bestias taradas”,
afirman sin atisbo de vergüenza destacados personajes de la política, el
deporte, la cultura, la prensa o la propia ciudadanía de Cataluña Y así durante
años y años. En ambos casos es evidente el racismo que mueve a estos y movió a
aquellos.
De todo esto los
culpables son los políticos o directores generales que lo han promovido, ya
fueran los presidents y sus machacas o los directores de los medios afines al
régimen. Pero también hay otros tanto o más culpables de lo que está sucediendo
(y lo que pueda suceder), que son los que vieron cómo empezaba y, pudiendo detener
el proceso, miraron a otro lado y no hicieron nada. Felipe González y José
María Aznar pactaron abiertamente por cuestión política con Jordi Pujol, y por
cuestión política permitieron no sólo que el President robara a manos llenas
(el 3 por ciento y Banca Catalana, por no extenderse), sino que consintieron
que en los colegios se distorsionara la Historia, se promoviera el odio contra
todo lo español y, en fin, se amaestrara convenientemente a los chavales. Y
ellos, González y Aznar, sabían perfectamente lo que estaba sucediendo y lo que
había organizado el tal Pujol, puesto que ni uno ni otro eran imbéciles, podían
ser cualquier cosa menos tontos que no se enteran. Así, por mantener el poder
permitieron el desarrollo del sectarismo que ha derivado en odio.
Luego llegó Rajoy,
que cobardemente, apocadamente, timorato y asustadizo, apenas movió un dedo por
detener lo que se venía encima; es decir, tuvo oportunidad de suspender la
autonomía catalana, pero decretó un ‘155’ sin intervenir la educación ni los
medios de comunicación públicos, o sea, sin atacar las raíces del problema, con
lo cual éstas han vuelto a desarrollar el tronco del fanatismo y las ramas del
odio. Y posteriormente fue el turno para Zapatero, quien autorizó “cualquier
cosa que venga del parlamento de Cataluña”…, sin embargo, Zapatero es el que
menos culpa tiene de los cuatro, puesto que no se puede exigir demasiado a los
disminuidos mentales, a cortos de entendederas, a tontos integrales. Y eso a
pesar de que este tipo de político es el más peligroso, puesto que en su
escasez mental es incapaz de calcular las consecuencias de sus actos, y por eso
este necio quiso ganar la Guerra Civil, para lo cual se inventó una manera de
dividir y enfrentar.
En todo caso, los
cuatro presidentes (en menor medida Zapatero dada su evidente discapacidad
intelectual), así como todos sus altos cargos, son culpables directos de lo que
sucede en Cataluña, son colaboradores necesarios, incluso cómplices, puesto que
sabían qué estaba pasando y lo permitieron por cuestión política. O sea, el
motivo político fue para ellos más importante que España y los españoles, catalanes
incluidos.
Desgraciadamente, y
ojalá no suceda nunca, pronto llegarán los primeros muertos.
CARLOS DEL RIEGO
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