miércoles, 16 de octubre de 2019

LOS PRIMEROS CULPABLES DE LA NAZIFICACIÓN DE UNA PARTE DE LA SOCIEDAD CATALANA


Sin el consentimiento e incluso el apoyo de estos no sucedería lo que sucede hoy en Cataluña

Los culpables de la caótica, esperpéntica y sectaria situación que se vive actualmente (2019) en Cataluña son, lógicamente, los que la han promovido. Sin embargo, pueden señalarse a otros culpables, los culpables ‘de fondo’, los que permitieron que todo esto se pusiera en marcha, son los culpables por omisión, principalmente los presidentes de Gobierno González, Aznar, Zapatero y Rajoy
El independentismo catalán es una secta, una secta que ha venido creciendo desde hace décadas. Y, si se analiza con perspectiva, tiene como precedente lo ocurrido en Alemania a partir de 1933. Salvando las distancias, allí  entonces y hoy en Cataluña se producen hechos prácticamente idénticos: desde la primera escuela se adoctrina a los niños, de manera que en aquella Alemania los niños de ocho años insultaban a los judíos y les hacían ese gesto tan elocuente que consiste en pasarse el dedo gordo de un lado a otro de la garganta; del mismo modo, niños de ocho años en Cataluña llaman nazis a los que hablan castellano, a los que no pertenecen a la secta, a los hijos de guardiaciviles…, y amenazan, insultan, realizan pintadas para meter miedo. En ambos casos el proceso de fanatización sigue las mismas pautas y, lógicamente, consigue el mismo resultado: tras el adoctrinamiento llega la adhesión incondicional a los líderes de la secta y la obediencia ciega a sus órdenes, todo lo demás carece de importancia. La violencia ya se ha instalado en la mente del fanático como herramienta imprescindible.
Y el segundo recurso principal para mantener la creencia en los dogmas (basados en la superioridad de la raza aria o catalana) es la propaganda. En la Alemania nazi estaba Goebbels, que manejó los recursos a su alcance con una diabólica maestría, ya fueran la radio, la prensa o el cine; en la Cataluña de 2019 está TV3, que se ha convertido en el medio de propaganda principal de este intento de alzamiento, pero que cuenta con apoyo en colegios y universidades, en ambientes culturales, empresariales, ciudadanos…, generalmente bien subvencionados. La maquinaria propagandística es imprescindible para lograr la total manipulación de los adictos a la secta.
Sin embargo, todo este montaje no se consigue en unos días, ni siquiera en unos años, pues para alcanzar tales grados de fanatización se precisan décadas de propaganda y sectarismo: “los judíos son subhumanos”, decían los periódicos nazis (como ‘Der Stürmer’, ‘Völkische Beobachter’), “los españoles son animales, bestias taradas”, afirman sin atisbo de vergüenza destacados personajes de la política, el deporte, la cultura, la prensa o la propia ciudadanía de Cataluña Y así durante años y años. En ambos casos es evidente el racismo que mueve a estos y movió a aquellos.
De todo esto los culpables son los políticos o directores generales que lo han promovido, ya fueran los presidents y sus machacas o los directores de los medios afines al régimen. Pero también hay otros tanto o más culpables de lo que está sucediendo (y lo que pueda suceder), que son los que vieron cómo empezaba y, pudiendo detener el proceso, miraron a otro lado y no hicieron nada. Felipe González y José María Aznar pactaron abiertamente por cuestión política con Jordi Pujol, y por cuestión política permitieron no sólo que el President robara a manos llenas (el 3 por ciento y Banca Catalana, por no extenderse), sino que consintieron que en los colegios se distorsionara la Historia, se promoviera el odio contra todo lo español y, en fin, se amaestrara convenientemente a los chavales. Y ellos, González y Aznar, sabían perfectamente lo que estaba sucediendo y lo que había organizado el tal Pujol, puesto que ni uno ni otro eran imbéciles, podían ser cualquier cosa menos tontos que no se enteran. Así, por mantener el poder permitieron el desarrollo del sectarismo que ha derivado en odio.
Luego llegó Rajoy, que cobardemente, apocadamente, timorato y asustadizo, apenas movió un dedo por detener lo que se venía encima; es decir, tuvo oportunidad de suspender la autonomía catalana, pero decretó un ‘155’ sin intervenir la educación ni los medios de comunicación públicos, o sea, sin atacar las raíces del problema, con lo cual éstas han vuelto a desarrollar el tronco del fanatismo y las ramas del odio. Y posteriormente fue el turno para Zapatero, quien autorizó “cualquier cosa que venga del parlamento de Cataluña”…, sin embargo, Zapatero es el que menos culpa tiene de los cuatro, puesto que no se puede exigir demasiado a los disminuidos mentales, a cortos de entendederas, a tontos integrales. Y eso a pesar de que este tipo de político es el más peligroso, puesto que en su escasez mental es incapaz de calcular las consecuencias de sus actos, y por eso este necio quiso ganar la Guerra Civil, para lo cual se inventó una manera de dividir y enfrentar.
En todo caso, los cuatro presidentes (en menor medida Zapatero dada su evidente discapacidad intelectual), así como todos sus altos cargos, son culpables directos de lo que sucede en Cataluña, son colaboradores necesarios, incluso cómplices, puesto que sabían qué estaba pasando y lo permitieron por cuestión política. O sea, el motivo político fue para ellos más importante que España y los españoles, catalanes incluidos.
Desgraciadamente, y ojalá no suceda nunca, pronto llegarán los primeros muertos.
CARLOS DEL RIEGO

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