Lemmy Kilmister ataviado con piezas de su colección de memorabilia nazi sin que nadie lo tenga por tal |
En el mundo del
espectáculo el éxito casi siempre viene acompañado de grandes cantidades de
dinero, premisa que sirve para el mundo del rock & roll. Pero de igual modo
que se ingresa puede evaporarse, puesto que existen casi infinitas maneas de
perderlo, sobre todo en un ambiente tan traicionero y con tantos sinvergüenzas
y aprovechados como este del rock & roll; y también puede desaparecer la
pasta por ser un manirroto, por engañar al fisco, por pensar que la ley está
para los demás…
Cuando un grupo o
solista vende millones de discos (sea en el formato que sea) y llena grandes
recintos se tiene la seguridad de que nadará en la abundancia. Es más, la
estrella de rock tiene que parecerlo, y por eso ha de gastar a manos llenas y,
en fin, hacer exhibición de poderío y de tener a su disposición cuentas
corrientes inagotables. Pero, como es lógico, no siempre es así, sino que hay
muchas grandes figuras del rock con tan mala cabeza que la pasta se les
escabulle entre los dedos como si fuera agua. Problemas con el fisco como Jerry
Lee Lewis o con la ley como David Crosby (que se hartó de pagar multas y
sanciones), estafados por su compañía discográfica o su representante como Tom
Petty, John Fogerty o Meat Loaf, o simples manirrotos que gastan a manos llenas
sin el menor control como Ted Nugent. En fin, no todos los que triunfan manejan
la pasta con cabeza
No muy conocido en
España incluso en sus momentos de máximo éxito, Sly Stone está considerado como
un auténtico precursor, un músico que combinó a la perfección el rock, el funk,
la sicodelia; su ‘Higher & higher’ de Woodstock es una explosión de ritmo y
pasión. Pero casi desde sus comienzos con Sly & The Family Stone (finales
de los sesenta), su vida fue un continuo de conflictos familiares, pelas
internas en el grupo con abandonos y odios viscerales, demandas y juicios con
managers y discográficas…, y drogas, muchas drogas. A pesar de todo, hacia
2007-08 aun vivía como una estrella, con gran casa, terrenos, automóviles de
lujo…, pero en 2011 lo había perdido todo y estaba viviendo en una caravana. Él
dijo que disfrutaba de esa vida de nómada, que se sentía más libre, pero
quienes vieron cómo eran las cosas realmente señalaron que sí, que era tan
libre como lo es un mendigo. El enfrentamiento permanente con su disquera y,
sobre todo, con su representante, Jerry Goldstein, y las drogas lo condujeron a
la furgoneta. Resulta que demandó en 2010 al tal Goldstein por 50 millones,
pero la causa fue desestimada, además, el manager presentó otra demanda por
calumnias; lógicamente tuvo que pagar a los abogados y, de paso, se metía más y
más polvo. En 2015 un jurado le dio la razón y obligó a Goldstein a pagarle
cinco millones, pero a finales de ese año otro tribunal superior falló en su
contra… Por suerte para Sly y muchos otros, en 2018 se promulgó la ‘Music
Modernization Act’ que puso orden y razón a la ley de derechos de autor y acabó
con esos agentes estafadores, lo que mejoró la situación del pionero Sly Stone’,
que habrá aparcado ya la caravana.
Aunque ha vendido en
todo el mundo, es en USA donde Billy Joel ha alcanzado sus mayores logros, con
ventas millonarias y llenos a reventar en los recintos más grandes. O sea, el
tipo ha ganado muchos millones, lo que no quita que ‘se moleste’ cuando le
guindan los cuartos. Al parecer (según cuenta la prensa estadounidense, tanto especializada
como generalista) a finales de los años ochenta del siglo pasado su
representante, Frank Weber, presentó un balance de cuentas ridículo que llevó a
Billy Joel a presentar una demanda contra él por malversación de unos cien
millones de dólares. El mánager trincón otorgaba, a interés cero, préstamos a
sus propias empresas con la guita de Joel, y para colmo lo enterraba en ruinosas
inversiones; no contento con este desfalco, Weber hipotecó los derechos de
autor del cantante y pianista sin, lógicamente, decir una palabra a su
representado; eso sí, puntalmente presentaba cuentas y balances al artista en
los que todo iba de maravilla. Finalmente, para completar la estafa, el desleal
administrador se embolsó no menos de veinte millones por el cobro de diversas
comisiones que, legalmente, correspondían al músico. En total, entre lo que es
seguro y lo que se supone que robó (imposible saberlo con exactitud) el cálculo
llega a los 200 millones. Aunque hayas ganado 500, seguro que fastidia que te
roben 200.
Parecido es el caso
del cantautor canadiense Leonard Cohen. Durante los años noventa del siglo XX
vivía de las rentas de sus éxitos pasados, sacando discos cada cinco o seis
años y tomándose las cosas con mucha calma (incluso se retiró a un monasterio),
pues estaba convencido de tener un buen remanente. Pero un día, a principios de
siglo, se enteró de que le quedaban unos cien mil dólares y bajando. Su manager
Kelley Lynch se había apropiado de un montón de pasta, e incluso había vendido derechos
de los temas de Cohen embolsándose los beneficios. Acusaciones, demandas,
insultos… Lynch se defendió acusando al músico de vivir a todo lujo y, como no
grababa discos nuevos, había fundido el dinero; sin embargo, Cohen demostró que
el agente cargó infinidad de facturas a su cuenta, la última apenas una semana
antes de descubrirse el pastel. Lógicamente lo despidió, pero el estafador aun
intentó sacar pasta de la cuenta de Cohen. Los abogados del demandante (que
tuvo que hipotecar su casa para pagarlos) calcularon en unos 9 millones de
dólares lo que Lynch había trincado. Así que se declaró en quiebra y, en 2005,
ya con 71 años, se vio obligado a volver a grabar y a actuar para tratar de
levantar cabeza. Murió diez años más tarde.
Elton John no ha
estado nunca verdaderamente necesitado. Sin embargo, también es cierto que ha
despilfarrado millones y millones a lo largo de los años. Según cuenta la
prensa especializada de USA, el pianista y cantante siempre ha sido un gran
derrochador, alguien que parecía disfrutar gastando y malgastando enormes
cantidades (drogas, fiestas, lujos, amigos, caprichos…). El artista no lo negó,
pero señaló que muchos de los que trabajaban para él y, sobre todo, los
expertos en negocios que manejaban su dinero, llevaron a cabo una gestión
desastrosa tanto de sus cuentas como de sus no pocas y variopintas empresas. Y
luego estaban los recaudadores de hacienda, a quienes no les importaba un
pimiento el estado de su economía, sino que exigía sus porcentajes por los
ingresos; Elton contó que estuvo varios años trabajando exclusivamente para
pagar sus deudas con el fisco. Todo empezó a mejorar cuando su marido, David
Furnish, se hizo cargo de la contabilidad. De todos modos, por mucho que haya
derrochado, no da la impresión de que esté o haya estado necesitado. Su
aspiración, explicó, es tener lo suficiente para una cómoda jubilación y para
atender las necesidades de sus hijos adoptivos. Con toda seguridad, no tendrá
problemas financieros el resto de su vida.
Decir Lemmy Kilmister
es decir Motörhead, que estuvo en el negocio del rock & roll desde 1971,
cuando militó en Hawkwind; es decir, hasta su muerte en 2015 llevaba unos 45
años trabajando, componiendo, grabando, actuando y, claro, cotizando.
Cualquiera diría que tendría un patrimonio más que abundante, sin embargo, el
Metal Insider desveló que su herencia apenas era de unos 640.000 dólares,
cuando debería superar los nueve millones…Dejó bastante a sus herederos, pero
mucho menos de lo que esperaban tras tantos años de ‘curro’. ¿Y en qué se
fueron los millones? En nada del otro mundo: excesos de todo tipo durante
décadas, alcohol y sustancias sin tiento, despilfarro sin control, mujeres,
muchas mujeres (él presumía de 1.200)…, y su conocida pasión de objetos de la
II Guerra Mundial, sobre todo alemanes, que conforman una importante (y
seguramente valiosa) colección. Cuando le acusaban de posar con memorabilia nazi, él replicaba que había
tenido muchas novias negras y que era “el peor nazi de la historia”. En fin,
nada raro en un tipo como Lemmy.
Las estrellas del
rock ganan muchísimo y lo normal es que gasten otro tanto, por lo que no es
raro que, cuando quieren hacer balance, las cuentas les den sustos importantes.
CARLOS DEL RIEGO
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