Tal vez el ecologismo vegano y animalista haya encontrado ya a su ''jesusa' o a su 'virgen' |
Desde que el Hombre toma conciencia de sí mismo empieza a cavilar sobre un más allá, y a desarrollar un pensamiento de trascendencia, es decir, desde hace decenas de milenios, el Hombre ha convivido con la creencia en algo que debe haber después de esta vida. Sin embargo, en las sociedades avanzadas del siglo XXI, esas creencias han mutado, de manera que muchas personas ya no creen en divinidades, pero no por eso han dejado de creer, ya que han aparecido otras ‘religiones’ llamadas ecologismo, veganismo, animalismo y muchas otras con idénticas características que las religiones tradicionales
Ya en el Paleolítico
varias especies del género Homo dejaron constancia de algo parecido a una
creencia, a una sensación de trascendencia. Esto queda demostrado en los
enterramientos: se depositaba el cadáver cuidadosamente en lugar y postura específicos
y a su lado se colocaban ofrendas, herramientas, armas, adornos… El motivo de
tal conducta es, inequívocamente, la convicción en un más allá, en algo
‘espiritual’ que trasciende a la persona. Ya en época histórica, los sumerios y
los egipcios, asirios y babilonios, luego griegos y romanos, y a la vez las
cosmogonías y divinidades nórdicas, célticas, americanas precolombinas y, en
fin, todas las culturas que han ido apareciendo, todas las civilizaciones y
pueblos han contado con su panteón de deidades. Hasta la llegada de la
Ilustración (siglo XVIII) apenas existía el concepto de ateísmo. Pero a partir
de ese momento la idea ha ido creciendo, sobre todo en las sociedades
occidentales avanzadas, hasta llegar al siglo XXI en que grandes masas de
población de estos territorios se proclaman fieles a la fe del ateísmo. Sin
embargo, paradójicamente, contradictoriamente, una gran mayoría de los que se
dicen ateos lo que han hecho es mutar la creencia, ya que han cambiado las
creencias ‘clásicas’ por nuevos conceptos como el veganismo, el animalismo, el
feminismo, la ecología, la ideología política…, conceptos que se han convertido
en auténticas religiones que ya profesan millones de personas.
No es que todos los
que hayan optado por esos principios los hayan convertido en objetivos
absolutos, pero sí que la gran mayoría de los que militan en estos ‘ismos’ los
han interiorizado como auténticos dogmas, los han asumido como su verdadera
religión. Y así, todos los fieles de los nuevos credos están continuamente
haciendo proselitismo, erigen a sus sacerdotes y han ideado sus símbolos y
preceptos. O sea, repiten todo lo que tradicionalmente ha caracterizado a la
religión.
Por ejemplo, el
ecologismo de trinchera ya tiene su propia ‘virgen’, Greta Thunberg, esa
adolescente escandinava que va riñendo a diestro y siniestro y que cuenta con
miles de discípulos y apóstoles en todo el mundo dispuestos a ‘difundir la
palabra’. La joven tiene sus propios ‘joséymaría’ que le organizan y la guían
en sus sermones, apariciones y homilías. Y en la más añeja tradición, los
profetas expresan sus profecías apocalípticas sobre el fin del mundo y las
grandes catástrofes que se avecinan si no se siguen los preceptos de esta
especie de Iglesia de la Santa Madre Tierra.
El veganismo
militante y combativo, que bien podría reunirse en torno a la Congregación de las
Sagradas Lechugas, tiene su propia inquisición y sus prosélitos, que califican
de ‘asesinos’ a los que comen carne y denuncian que se están cometiendo
‘genocidios’ con los animales. Por todas partes proliferan héroes y profetas
que anuncian ‘esta nueva verdad’. Muy cerca de esta confesión está el
animalismo ciego, empeñado en exigir derechos humanos para los irracionales, y
que ya cuenta con sus ‘mártires’ (los que simulan en la calle ser animales en
el matadero o los que buscan el ‘martirio’ ante las plazas de toros), e incluso
sus sacerdotisas (las chicas de las gallinas, por ejemplo).
El feminismo
exagerado y agresivo cuenta con su propio sanedrín, llamado ‘Me too’ (pero bien
podría ser la Iglesia Reformada de las Santas Mujeres Hembras de Condición
Femenina), que no necesita pruebas, testigos, tribunales ni abogados para
condenar por los ‘pecados’ cometidos sólo por individuos de sexo masculino: si
ella mata a él es ‘pecado venial’, pero si es él quien mata a ella es pecado
mortal y sumo sacrilegio. Además, dicha curia siempre está a la caza y captura
de blasfemos y herejes que hayan caído en la perversión y agresión que supone
enviar un beso por teléfono sin el consentimiento de ella.
La corrección política
es ya una doctrina con muchos adeptos. Y posee sus propias tablas de la ley,
que incluyen mandamientos como ‘no llamarás negro a una persona con la piel de
este color’, o ‘no llamarás ciego a una persona privada del sentido de la
vista’, o ‘no cederás el paso o el asiento a una persona de sexo femenino si
eres de sexo masculino, y siempre creerás antes en la palabra dicha por mujer’,
o ‘no consentirás la apropiación de tradiciones y elementos culturales de
pueblos y culturas no occidentales para creación artística (en sentido inverso
no es pecado)’, o ‘nunca te disfrazarás porque siempre ofenderás’... Esta Orden
Suprema de Correctores de Conductas y Apóstoles de la Única Verdad está en
permanente busca de infieles que no se expresan o actúen como dicen los
expertos en Verdadología.
No faltan feligreses
para las confesiones de origen político, cada una de las cuales cuenta con sus
propios evangelios, sus seres supremos y sus sumos sacerdotes, que mandan y son
obedecidos ciegamente. Los parroquianos de cada una de estas Iglesias
Reformadas del Modelo Único se dan tanto a escala global como local, y siempre
son celosamente ortodoxos.
En fin, es una
evidencia que estos nuevos movimientos (que no son cuestionables por sí mismos,
sino sólo cuando llegan al extremo, al fanatismo), se dan casi exclusivamente
en las sociedades menos necesitadas: Estados Unidos y Canadá, Europa
Occidental, Australia…, donde grandes masas de personas sin verdaderos
problemas necesitan encontrar una fe, un dogma, una creencia con la que llenar
el hueco que antaño ocupaban las religiones más espirituales y menos
terráqueas.
Sí, desde siempre el
Hombre ha tendido a creer en divinidades e ideas superiores e inabarcables para
el limitado cerebro humano, pero hoy hay quien se conforma con ideas y
conceptos visibles, simples y fáciles de entender.
CARLOS DEL RIEGO
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