Karen Carpenter (que también era baterista) es una de las mejores cantantes de la historia del rock. |
Janis Joplin es pasión salvaje, rock desbocado. |
Grandes,
enormes cantantes ha aportado a la causa del rock el sexo femenino. Como es
lógico, existe una abundantísima variedad vocal femenina, y no faltan las que
fueron referencia y contribuyeron decisivamente a la evolución de esta
especialidad musical. Tan heterogénea diversidad podría acotarse entre la voz
refinada de Karen Carpenter y la desbocada de Janis Joplin. Entre ambas, un
universo de estilos y personalidades, de voces de seda y de expresiones
agresivas. Como solistas con acompañamiento o como líderes de su grupo, en esto
del rock & roll no faltan las chicas que cantan o cantaban bien,
especialmente bien. Algunas serán siempre recordadas por su voz singular, otras
por su poderosa personalidad, por su estilo, sus modos innovadores, su
capacidad de transmitir sensaciones o por su académica corrección… e incluso
hay algunas que lo tienen todo. Las hay que apenas bordearon las fronteras del
rock, pero es imposible no acordarse de cantantes excelentes como Aretha
Franklin, Nina Simone, Roberta Flack o Billie Hoilliday (que murió aun en los
años cincuenta); son voces inconfundibles y vocalistas con mucho temperamento y
enormes capacidades, de modo que no es extraño que el incondicional del rock
sepa apreciarlas.
La
voz de Karen Carpenter es la dulzura hecha sonido. Modulada, segura y con
aplomo, transmisora de todas las emociones, aparentemente delicada pero con un
fondo infinito. Así es la voz de la mitad de The Carpenters. La malograda
cantante (y extraordinaria baterista) entonaba con una naturalidad asombrosa, tanto
que al escucharla se tiene la impresión de que no le cuesta el mínimo esfuerzo
recorrer la melodía. Su repertorio y ambientación tiraba al country más ligero
(con letras cargadas de tópicos), pero su desbordante talento le permitía
entonar cualquier canción y mejorar el original, o aventurarse por cualquier
registro como si fuera una consumada especialista. Podía cantar la cancioncilla
más simplona e intrascendente y dejar al público con la sensación de estar
escuchando la partitura más solemne. La voz y entonación de Karen es, tantos
años después de su muerte, armonía en estado puro.
Entre
las que tienen (o tenían) ese algo especial está la desgraciada Whitney Houston,
que exhibía una textura vocal clarísima, pulida, resplandeciente y colorida; era
muy expresiva en escena y poseía gran dominio del ritmo y control de la
intensidad. No puede olvidarse a la menuda integrante de Fleetwood Mac Stivie
Nicks, cuya voz es frágil y poderosa a la vez, ronca e infantil, dulce y
misteriosa a veces y cargada de agresividad rock en otras. De los tiempos de la
sicodelia hay que recordar a Grace Slick y sus lisérgicas interpretaciones.
Estupenda, inolvidable Ronnie Spector, la esposa de Phil y solista de las
Ronettes, cuyo tono de voz no puede ser más evocador. Justo es mencionar a las
prematuramente fallecidas Patsy Cline, que estaba entre el country y el pop y
fue una de las primeras grandes figuras femeninas; a la deliciosay Tammy
Wynette, que era puro refinamiento soul; y claro, a la inolvidable Mama Cass,
dotada de una poderosa voz de soprano.
Pero
hay más, pues la magnífica variedad vocal y de personalidades que el sexo
femenino aportó al rock & roll parece infinita… Todas estas tenían esa
chispa, ese don que diferencia a alguien que canta con el que emociona cuando
canta. Por ejemplo Patty Labelle, todo fuerza y control; Debora Harry, de
Blondie, que supo poner un toque de clase al primer ‘punk-new wave’ estadounidense.
El folk –pop estadounidense cuenta con muy buenas cantantes, como Joni Mitchel
o Linda Ronstadt, que siempre supieron afinar sus intencionados textos. Recientemente
desaparecida, la irlandesa Dolores O´Riordan (The Cranberrys) dejó un estilo
muy fácil de reconocer. Sentimental y al tiempo profunda, con clase y una
gracia especial, la completísima Carole King. ¿Y Diana Ross?, ¿y Donna Summer?,
¿acaso no lo hacen con personalidad y más que corrección? ¡Cómo no recordar a
la exuberante y potente voz de soprano de la germana Nina Hagen! ¿Y alguien se
acuerda de la malograda Marisca Veres, la cantante de The Shocking Blue? Ah!, y se puede colar por aquí la desbordante
Dolly Parton, casi siempre en el terreno del country, capaz de ser alegre y desgarradora,
ingenua y resabiada, y puede hacerlo todo en la misma canción. Y si de energía
y carisma se trata, pocas como la tonalidad metálica de Tina Turner y su
impetuosa presencia.
Hay
otras tal vez menos refinadas, pero eso no impide que sean figuras
imprescindibles. Así Patti Smith, que no tiene una buena voz ni grandes
cualidades canoras, pero todo lo suple con su fortísimo carácter, con su grito
desbocado y su salvaje presencia; sus gemidos, bufidos y quejidos señalaron los
modos del punk. E igualmente tampoco se puede decir que Suzi Quatro, Joan Jett,
Pat Benatar o Chrissy Hynde cantaran especialmente bien, pero tienen su mérito.
Y
finalmente, Janis Joplin. La recordada cantante texana abría por completo su
alma en cada concierto (los vídeos lo demuestran) y echaba su corazón hasta la
último nota; aun hoy es capaz de agitar el corazón y el sentir de cualquier que
la escuche. Su voz es inigualable, no hay con qué compararla, rasgada,
suplicante, emocionante, encendida…, inconfundible. Cuando hacía blues tendía
al grito, pero por increíble que parezca, jamás desafinó, nunca se salía de
tono: ni en el más desesperado quejido, ni en la voz más desgarradora perdía el
sitio. La manera con que ella se expresaba y cómo trataba su voz abrió todas
las puertas a quien soñara con cantar rock, blues, pop, soul…, hombre o mujer.
Con ella se aprendió que un cantante de rock debe dejar salir lo que tiene para
que la gente sienta lo que él. Tantos años después de su muerte sigue
produciendo escalofríos.
Entre
Karen y Janis, una gama infinita de rock con chicas al micro.
CARLOS
DEL RIEGO
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