Leiber y Stoller crearon algunos de los primeros clásicos del rock, como el 'Hound dog', que escribieron en veinte minutos, pero ellos nunca los cantaron. |
Una de las características del rock
& roll, la cual se ha venido consolidando con el tiempo, es que la mayoría
de los grupos adscritos al género cantan sus propias canciones, es decir, cada
uno compone y escribe aquello que quiere comunicar e interpretar; y aunque es
habitual recrear ocasionalmente piezas de otros, ser el autor de casi todos los
títulos que se graban y tocan en vivo es algo que siempre ha dado mucho
prestigio, mucha credibilidad. Por tanto, en el barrio del rock, lo más normal
es que el grupo o el solista construya su personalidad artística ideando todo
lo que luego ofrece (lógicamente, hay excepciones).
Pero tampoco es una rareza la figura del
compositor o equipo de compositores que, por la razón que sea, se limita a eso,
a engendrar una melodía y adecuar a ella las palabras (o al revés), nada más; o
sea, su intención es entregar la obra a otros para que la defiendan ante el
público, la hagan famosa y la vendan por todo el mundo. Algunos de esos
creadores de magia (como bien puede llamarse a quien crea una obra de arte) han
conseguido que sus nombres sean reconocidos gracias a títulos eternos que,
curiosamente, ellos jamás han interpretado en un escenario. El caso es que esos
que diseñan partituras para que otros se luzcan han de tener sobradas aptitudes
musicales, pero por no tener voz apropiada, por la presencia física o incluso
por timidez, deciden quedarse siempre en un segundo o tercer plano. En todo
caso, algunos de los nombres de creadores de éxitos que jamás los cantaron
merecen permanecer en la memoria de todos los amantes del rock & roll.
Un caso que resulta muy explicativo es
el del trío Holland-Dozier-Holland, responsables de más de dos docenas de
éxitos mundiales. Los tres habían probado como cantantes, pero la cosa no les
convenció, e incluso uno de ellos, Eddie Holland (hermano de Brian), se ponía
terriblemente nervioso en el escenario (miedo escénico), por lo que pronto se
dieron cuenta de que lo suyo era componer y dejar que otros y otras con más
tirón comercial dieran la cara. Así, desde 1963, este prodigioso trío de
compositores se sacaron de la manga auténticos pelotazos discográficos que aun
hoy mantienen la gracia y siguen siendo reconocidos. Eso sí, ellos jamás se
pusieron ante el micro, dejando tan comprometida tarea a Martha & The
Vandelas, The Supremes, Four Tops o el mismísimo Marvin Gaye, que no tuvieron
problemas para colocar piezas como ‘Heat wave’, ‘Reach out (I´ll be there)’,
‘Can I get a witness’, ‘You can´t hurry love’ o ‘You keep me hangin´ on’ en lo
más alto de las listas de todo el mundo; y eso
sucede una y otra vez con esas canciones independientemente quien las
cante, pues las partituras de H-D-H han conocido infinitas versiones desde su
estreno…, pero ninguna cantada por ellos.
Al dúo Leiber y Stoller se deben
algunos de los más emblemáticos clásicos del primer rock & roll;,Jerry (el
primero) siempre se encargaba de la letra y Mike de la música; éste tocaba en
un grupo y aquel era un vendedor. Apasionados por la música negra, en 1953
alguien les dijo que necesitaba una canción para cierta artista, así que se
pusieron manos a la obra y en menos de veinte minutos (afirma la leyenda) se
habían inventado el ‘Hound dog’, que en poco tiempo recorrió Usa (y el planeta)
en la voz de un tal Elvis Presley; no era su primera composición, pues el año anterior ya habían hecho ‘Kansas city’
aunque ninguno había cumplido los veinte. Debieron pensar “vaya, esto se nos da
bien”, ya que a partir de ese momento empezaron a idear títulos que,
invariablemente, daban la vuelta al mundo fuera quien fuese el intérprete.
¿Quién no ha escuchado miles de veces el ‘Jaihouse rock (el ‘Rock de la cárcel’)?,
e igualmente ‘King creole’, ‘Poison Ivy’, ‘Stand by me’…, temas que ha sido
grabado cientos y cientos de veces por otros tantos artistas (desde Beatles
hasta Johnny Cash) a lo largo de las décadas. Pero ellos jamás vieron un disco
con sus caras en la portada.
Whitfield & Strong ya se dedicaban
a la música cuando se conocieron y empezaron a trabajar juntos. De su
colaboración surgió la chispa para idear auténticos emblemas de la música negra
como la innovadora ‘Papa was a rolling stone’ o la fabulosa ‘Ball of confusson’,
la pacifista ‘War’, ‘Funky music’, ‘I heard it throu the grapevine’… Además,
Norman Whitfield escribió no pocas con otros autores, como el arriba mencionado
Eddy Holland, mientras que Barret Strong sí que hizo carrera como cantante,
aunque su fama y mérito están limitados a su cooperación con Whitfield, pues
cuando se habla de soul o funk, la presencia de este dúo es obligada.
Chinn & Chapman condujeron a grupos
de los setenta como The Sweet o Suzi Quatro a la cima de las listas mundiales
con éxitos construidos a base de melodías fáciles y estribillos muy pegadizos,
arreglos atrevidos y, generalmente, ritmos vivarachos; a ellos se deben
imprescindibles del glam rock como ‘Ballroom blitz’, ‘Can the can’, ’48 crash’
o ‘Living next door to Alice’. ¡Cuánto sonaron aquellas canciones!
También merecen ser recordados Bryant
& Bryant (Felice y Boudleaux, esposa y esposo), que hicieron grandes a los
Everly Brothers fabricándoles éxitos como ‘Bye bye love’, ‘All I have to do is
dream’ o ‘Wake up little Susie’, canciones dotadas de melodías y armonías que
han recorrido el tiempo sin perder frescura; también escribieron para otros
como Roy Orbison (‘Love hurts’), y su encanto sedujo a otros grandes del
negocio como Bob Dylan o Ray Charles. Es preciso mencionar a Pomus &
Schuman (Doc y Mort), que regalaron temas tan evocadores como ‘Viva Las Vegas’
o la deliciosa ‘Save the last dance for me’. Y ¿alguien recuerda a Stock Aitken
Waterman, tan típicos de los ochenta?
Creaban magia, pero no sabían o no se
atrevieron a presentarla ellos mismos.
CARLOS
DEL RIEGO
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