Los protagonistas del disco original de 1970, Ivonne Elliman, Ian Gillan y Murray Head |
Esta creación de los especialistas en
grandes y exitosos musicales Andrew Lloyd Weber y Tim Rice, se centra en los
últimos días de Cristo, en La Pasión, pero atendiendo sobre todo al
Cristo-Hombre, sin pretensiones religiosas ni afán proselitista. Asimismo,
además de la potencia de la historia, la obra posee mucho rock & roll y
muchas y muy buenas canciones. ‘Jesucristo Superstar’ apareció como una
producción musical en un doble álbum en 1970; luego se hizo más de una película
y un sinfín de montajes teatrales en diversos idiomas, pero es la versión
original la que tiene más rock y la que más apetece recordar.
Para empezar, los cantantes que
prestaron su voz a los personajes de este elepé eran integrantes de bandas
reconocidas de la escena del rock británico de aquella época. Así, Ian Gillan,
solista de Deep Purple, encarna a Cristo, Murray Head e Ivonne Elliman (con
números uno en sus carreras) a Judas y María Magdalena, además de otros
solistas e integrantes de bandas diversas en los papeles de Pilatos, Herodes,
sacerdotes… Una potente banda, apoyada a veces por una orquesta, completa una
puesta en escena que concuerda perfectamente con lo que cabe esperar de un disco
o concierto de rock.
La letra de las canciones, y en general
la sustancia del argumento, se interesa principalmente en el componente humano
de Cristo y en la relación que mantiene con Judas y la Magdalena, los tres
protagonistas del relato. Jesús muestra debilidades típicas de las personas
corrientes: se siente agobiado, superado por la multitud que lo rodea
pidiéndole curación, se enfada con los mercaderes y prestamistas que aprovechan
el templo para sus mercadeos y trapicheos, expresa más y más dudas a medida que
se acerca la hora final, pide ser eximido de lo que se le viene encima y,
finalmente, se resigna con algo tan humano como “hagámoslo pronto antes de que
cambie de parecer”; pero la evidencia con que la obra muestra su idea de
ceñirse a la faceta humana de Cristo es el hecho de que todo termina con sus
últimas palabras en la cruz, antes de la resurrección. Por su parte, Judas, que
tiene más papel en la obra, parece no entender las intenciones y el mensaje de
su Maestro, pues critica que se deje ver con una mujer, María Magdalena, cuya
‘mala vida’ sólo traerá una pésima reputación a la causa; también parece
desorientado cuando afea a sus compañeros que se gasten dinero en ungüentos
cuando se lo podrían dar a los pobres… Y María Magdalena no tiene claro cómo ha
de ser su relación con Jesús, y así lo expresa en una de las mejores canciones
del disco: “No sé cómo amarlo”. No
faltan Pilatos, a quien se presenta indeciso y tibio, Herodes, decadente y
burlón, el acobardado Pedro, los sacerdotes…, sin embargo apenas hay
referencias a María y José u otros discípulos.
La partitura es ciertamente brillante y
muy rockera. Batería, bajo, teclados y guitarras de todo tipo se hacen casi
omnipresentes, de manera que no extraña que muchos de los cortes del disco
consiguieran triunfar de modo autónomo, como si fueran otros singles más que
compiten en las listas de éxito. De las dos docenas de piezas que componen el
álbum (todas verdaderamente inspiradas) merece la pena destacar ‘Getsemaní
(sólo quiero decir)’ y las tres primeras de la cara B del segundo disco. En
aquella, Ian Gillan hace un auténtico alarde vocal, una demostración de
potencia y capacidad que posteriormente sería una de las señas de identidad de
Deep Purple, sobre todo en sus discos en vivo; la melodía es pegadiza y cuenta
con una elegante orquestación que aporta solemnidad a un texto que vuelve a
mostrar un Cristo acosado por la debilidad humana: “Lo he intentado durante
tres años que han parecido treinta”. La última cara del doble álbum arranca con
‘La muerte de Judas’, tema dotado de una enorme carga dramática; Judas increpa
a los sacerdotes y les dice que no quería hacer daño a su Maestro, que ellos le
engañaron, a lo que los Caifás y Anás le replican que deje de lloriquear y que
no tenga remordimientos, puesto que será recordado eternamente por su acción;
luego, desesperado, el traidor se lamenta, llora su traición y, antes de
ahorcarse, pregunta a Dios: “¿Por qué me elegiste a mí para esto?”. A
continuación se desarrolla ‘El juicio ante Pilatos y los 39 latigazos’; los
silencios y las escasas palabras del Reo despistan al gobernador romano, que
termina por ordenar pena de látigo; esos 39 latigazos están representados como
un crescendo sonoro tenso y, a la vez, conmovedor. Y luego llega el tema más
popular del álbum, ‘Supoerstar’, una canción memorable que alcanzó los puestos
más altos de las listas en muchos países; combinando factores de rock y de
góspel, el espíritu de Judas, acompañado por un coro de ángeles, clama en un
ambiente lleno de intensidad y pasión en el que pregunta, sin que Jesús
responda,: “¿Por qué viniste en esta época en la que no hay medios de
comunicación?, ¿estaba todo planeado?, ¿qué hay de Buda y Mahoma?.. Sólo quiero
saber”.
Se sea creyente o no, cualquier puede
escuchar esta magnífica obra y disfrutar de la visión más rock de los últimas
días de Jesucristo; además, como la historia que narra debe ser de las más conocidas de todos los
tiempos, es fácil comprender de qué va cada canción, cada movimiento, cada
título.
CARLOS DEL RIEGO
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