Imágenes como esta y la detección de sales que pudieron estar hidratadas han sido la base de la Nasa para aventurar que hay agua en Marte |
Además de política, economía y guerra (sempiternas
fuentes de noticias), ha tenido su cuota de protagonismo el anuncio (otra vez) de
que se ha “descubierto” agua en Marte; hasta Google se ha sumado a la
‘corriente’. Los medios de comunicación han llevado a sus portadas tan
llamativa nueva, afirmando en sus titulares la certeza del hallazgo basándose
en los comunicados de la Nasa. Sin embargo, la agencia espacial estadounidense
no presenta una evidencia empírica; hay que tener en cuenta, asimismo, que el
texto original en inglés dice ‘evidence’, que no equivale a evidencia, como
muchos han traducido por aquí, sino a indicio, pista, señal.
Puede haber indicios, e incluso es posible que
existan rastros y huellas que lleven a la hipótesis de que por allí corrió el
líquido elemento. Sin embargo, no se ha presentado una evidencia incontestable,
es decir, no se tiene la certeza matemática, no se ha aportado la demostración
empírica que permita afirmar con total seguridad que en el planeta rojo hay H2O
en estado líquido.
Cualquiera de los presentes tiene la certeza
absoluta de que si se tira por la ventana desde el quinto piso se dará el gran
porrazo contra el suelo; e igualmente que en la luna no se puede respirar o que
la tierra es redonda. Son conocimientos seguros, muchas veces demostrados
gracias a pruebas concluyentes. Pero lo mostrado por los investigadores de la
Nasa son sólo síntomas, conjeturas, posibilidades, sospechas basadas en que han
detectado la presencia de sales que parecen haber estado hidratadas;
textualmente: “percloratos con rasgos de estar en presencia de agua líquida”; y
con una base tan poco sólida certifican que el agua circula a veces por algunos
lugares del vecino planeta. Es más, no han visto el agua, pero se atreven a
afirmar con contundencia que “podemos afirmar que, bajo determinadas
circunstancias, hemos hallado agua en Marte”. ¿Cómo es posible que un
científico se atreva a realizar afirmación tan contundente sin presentar una
prueba irrefutable?
El caso es que desde hace años la Nasa está corta de
fondos, pues se ha recortado notablemente su financiación. Por eso, con el fin
de atraer inversión, de vez en cuando realizan anuncios espectaculares (de
hecho, agua y vida bacteriana fósil en Marte vienen aventurándolo desde antaño)
y con repercusión internacional que, como el presente, carecen de la única base
que la ciencia admite: la demostración empírica. Mucha menos repercusión
mundial tienen los posteriores desmentidos; así, aun se recuerda cómo hace unos
meses un equipo de investigadores divulgó a bombo y platillo el hallazgo de
‘los ecos del Big Bang’…, ‘descubrimiento’ que al poco fue contradicho y
refutado por otros astrónomos y astrofísicos, quienes mostraron sólidas objeciones
al supuesto hallazgo tras sesudas y laboriosas comprobaciones. Y es que, en su
ansia de financiación, prestigio y fama, de premios y oropeles, algunos
científicos son idénticos a la mayoría de los mortales: dispuestos a la
mentirijilla..., o a la gran trola.
Sorprende, por otro lado, la credulidad con que la
población que lee las noticias acepta informaciones indemostradas. De este
modo, hay personas que desconfían de que el hombre haya llegado a la luna o de
que sucediera la barbarie del holocausto judío, pero a la vez están dispuestas
a creer casi cualquier cosa que pueda sostener su creencia en la vida extraterrestre
(un prestigioso especialista en la materia proclama, aun sin ninguna base, que
la cuestión no es si hay o no alienígenas, sino cómo serán). Ni que decir tiene
que no son pocos los que, basándose en esa supuesta agua, adivinan la
existencia de vida marciana. Abundando en esta reflexión, la mayoría de las
personas que están convencidas de que hay inteligencia lejos de la Tierra lo
están también de que no hay nada después de esta vida…, y ello a pesar de que tienen
tantas pruebas de una cosa como de la otra.
No es que se niegue la existencia de agua líquida en
Marte, sino que no hay demostración empírica ni se ha aportado prueba
concluyente alguna que disipe cualquier duda. Y de igual manera, tampoco se ha
encontrado el menor argumento sólido que induzca a creer que existe
inteligencia más allá del Sistema Solar (la estadística no constituye prueba,
por ejemplo: por la Tierra han pasado billones de especies y sólo una consiguió
hablar).
CARLOS DEL RIEGO
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