Young, Nash, Crosby & Stills, cuatro solistas al unísimo |
Todo grupo de pop, rock o género afín tiene,
generalmente, como prioridad la parte vocal: el autor idea una melodía pensando
en entregársela a una voz solista que, ocasionalmente, puede decorarse un poco
más haciendo uso de los coros. Pero algunos compositores han trabajado más y
más la faceta culminante de la canción, llegando en ocasiones a vistosos
malabarismos orales, a creaciones de una irresistible belleza barroca. Aunque desde
Beatles a Ramones todos han tratado de ofrecer la mejor entonación, algunas
bandas de la historia de este negocio se han distinguido por prestar la máxima
atención a la armonía vocal. Los primeros en venir a la mente al tratar esta
modalidad son los californianos The Beach Boys, aunque si se piensa un poco,
rápidamente se llega a The Queen e incluso a Crosby, Stills, Nash & Young.
El primero, el grupo de los hermanos Wilson, en
escena desde 1os primeros sesenta del siglo XX, es el emblema del surf-rock, y
aunque este género nació instrumental, es con ellos que conquista las listas y
la simpatía en todo el mundo. Si de entre su extensísima producción hubiera que
quedarse con un único título, el más representativo de su estilo sería el ya
clásico ‘Good vibrations’ (aunque también son muy ilustrativos ‘Barbara Ann’,
‘Surfin´Usa’ o ‘I get around’). El tema debió incluirse en el antológico álbum
‘Pet sounds’, pero a Brian Wilson (el genio de esta historia) no le encajó, así
que salió como sencillo. Es una delicia en la que asombran los excelentes y
originales arreglos y cambios de ritmo, pero por encima de todo deslumbran unas
preciosas armonías vocales. Encantadoras, con elegante atractivo y enorme
clase, las voces de los Wilson, Love y compañía son capaces de mantener hasta
tres líneas melódicas a la vez sin que se atisbe la mínima disonancia, al
contrario, lo que parece intrincado suena equilibrado, con una inestable
simetría que cautiva incluso al neófito en el asunto. Brian Wilson dijo que es
una pequeña sinfonía vocal. Por algo sigue transmitiendo ‘buenas vibraciones’
medio siglo después.
Sobre The Queen es prácticamente imposible añadir
nada. Es una de las bandas más importantes de la historia y su propuesta
artística es fácilmente reconocible. Preocupada hasta el extremo por la parte
vocal, The Queen dejó abundantes muestras para el lucimiento de la cristalina
voz de barítono de Freddie Mercury, perfectamente arropado por May y Taylor. En
muchas ocasiones consiguieron un efecto operístico asombroso, como en la
sensacional ‘Somebody to love’, que también semeja un espiritual negro tanto en
fondo como en forma. Apareció en el ‘A day at the races’ de 1976, cuando La
Reina gozaba ya de un merecido y sólido prestigio tras dejar fascinado a todo
el mundo con su anterior ‘noche en la ópera’, o sea, de algún modo estaba
obligada a causar sensación. ¡Y vaya si mantuvo su status! En este ‘Alguien a
quien amar’ el diálogo entre el solista y el coro es apabullante, emocionante,
la confluencia de todas las voces pone los pelos de punta, y la resolución de
las frases deja en el oyente una incontenible satisfacción, un sentimiento que
casi hace levitar. No pocas de sus canciones tienen más tirón popular entre
rockeros irredentos (tal vez porque las guitarras tienen más primer plano),
pero si se trata de entramado de voces, ‘Somebody…’ es de las que hace hervir
la sangre. Seguro que Freddie ya ha encontrado ese alguien a quien amar.
Como magos del rock vocal también se puede calificar
a la superbanda Crosby Stills Nash & Young, y de entre su no demasiado
abundante producción no es disparatado extraer el trepidante ‘Carry on’. Realmente
CSNY es una asociación de cuatro cantantes y compositores más que un grupo en
sí; todos presentaban antecedentes ilustres y posteriormente se combinaron de
dos en dos o tres en tres, e incluso desarrollaron extensas carreras en
solitario. ‘Carry on’ (algo así como ‘continúa’) se incluye en el fantástico
‘Deja vu’ (1970). Tras una acústica iniciática, esa doble pareja de iconos del
rock americano despliega todo su poderío armónico, cantando a coro o
permitiendo que el solista se alterne con el conjunto; en todo caso, el engarce
de las voces consigue una química especial, una perfecta conjunción que eleva
la simple partitura a un plano estricta y excitantemente artístico. La pieza
presenta varios cambios rítmicos pero, eso sí, dejando en todo momento el
protagonismo a la parte coral. Las fantásticas líneas melódicas de la obra
lucen, deslumbran al ser ejecutadas por esas cuatro poderosas personalidades.
Asimismo, en ‘Carry on’ se materializa una sorprendente unión de folk, rock,
pop y country, variedades que se entrelazan con precisión química sin más
catalizador que las modulaciones y timbres de esas cuatro gargantas.
El rock que prima la parte vocal parece poseer, en
fin, un toque de exquisitez y refinamiento.
CARLOS DEL RIEGO
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