De situaciones e imágenes como esta no tiene la culpa Europa |
Es algo así como un sentimiento de culpabilidad
surgido del convencimiento de ser afortunado en un mundo en el que no todos lo
son. Según cuentan los que consiguieron volver de los campos de concentración
nazis, jamás han encontrado el modo de sacudirse una cierta sensación de culpa
provocada por el hecho de que ellos siguieron viviendo, mientras que amigos,
familiares y compañeros de infortunio perecieron víctimas de la extrema
brutalidad. Pues un sentimiento parecido está penetrando en gran parte de la
población europea, que no deja de golpearse el pecho y acusarse como si estuviera
aquejada de este extraño mal; así, aunque objetivamente no pueden achacarse a
los europeos todos los males de este mundo, hay muchos que se juzgan culpables
de las barbaridades que ocurren en el planeta y, por tanto, se sienten mal por el
hecho de tener la suerte de vivir en estados organizados en los que hay respeto
por las personas.
Esa autoinculpación (que no coincide con la realidad
de los hechos) provoca comentarios, declaraciones y artículos periodísticos
alejados de la razón. Así, se habla en varios de ellos de ‘la vergüenza de
Europa’, y se culpa a sus gobiernos y población del éxodo de los perseguidos,
incluso de las muertes, ya se produzcan éstas en el viaje o en donde los
fanáticos islámicos exterminan poblaciones enteras (tanto en Oriente Medio como
en África); pero lo más sorprendente es que no se culpa de los cadáveres a esos
descerebrados de Isis (o estado islámico o como quiera que se le llame), nada
de eso, pues apenas se les menciona…; es como cuando los asesinos etarras (y
parte de la población vasca) insultaba y culpaba a las víctimas. Más allá: hay
quien sostiene que ‘la culpa es de todo el mundo’, incluyendo, por tanto, a los
indios del Amazonas, a los aborígenes de Papúa-Nueva Guinea y a los bosquimanos
del Kalahari; y ya puestos podría extenderse la cosa: ‘¡la culpa de la muerte
del niño en la playa es de todo el sistema solar…, de toda la galaxia!’
Sea como sea, esas mentes sentimentaloides y
tendentes a la hipocresía y el relativismo moral viven en la contradicción
‘buenista’: quieren que se acabe con los terroristas islámicos que matan y
destruyen, que esclavizan a mujeres y niñas y se apoderan de territorios y
estados, pero a la vez abominan de la guerra a voz en grito; abogan por ‘el
diálogo’ sin caer en la cuenta de que cuando ataca una manada de hienas es
verdaderamente difícil el parlamento, y tampoco en que lo único que es eficaz
contra una horda invasora y sangrienta es un ejército.
Es curioso cómo la terrible imagen del niño muerto
en la playa ha provocado un movimiento colectivo autoinculpatorio, una
corriente casi general bastante parecida a la reacción de los peces en un
banco, que se mueven al unísono en la misma dirección y responden sincronizadamente a la amenaza. Del
mismo modo, llama la atención que no hubiera un clamor de igual intensidad
cuando se difundían imágenes de desdichados quemados en una jaula; es decir, da
la impresión de que los que mueren en las costas mediterráneas (cerca de casa,
vamos) son más importantes y provocan mayor empatía que los masacrados en las
tierras donde mandan los monstruos, pues es sabido que ‘el sueño de la razón
produce monstruos’.
En fin, cada vez está más difundida y aceptada la
idea de que Europa ha de ser no sólo el guardián del mundo y centro de acogida
universal, sino la culpable de toda maldad. Y por ello, los que elevan su
clamor pretendidamente progresista y buenista (quienes, además, se creen poco
menos que la bondad hecha carne) están absolutamente convencidos de que este
tiene que ser un lugar donde la solidaridad (o la caridad) ha de ser impuesta
por la ley; sin embargo, es evidente que la solidaridad ha de ser un acto voluntario,
pues si existe obligación se convierte en un impuesto. Por otro lado, en unos
cuantos meses, esos refugiados que rechazaron la comida porque procedía de una
bolsa con la Cruz Roja estarán exigiendo que se les permita pisotear a sus
mujeres y, en casos extremos, matando infieles.
Sin embargo, pase lo que pase en otros espacios y
sociedades del mundo, muchos sectores y grupos de población europea se va a
sentir siempre culpables de haber tenido buena suerte.
CARLOS DEL RIEGO
No hay comentarios:
Publicar un comentario