Tal vez piensen en una mascota como el pez-mutante-nuclear de Los Simpsons |
Aunque pueda parecer presuntuoso, no pocos
comentaristas venían avisando desde hacía meses que los Juegos Olímpicos de
2020 no se celebrarían en Madrid, puesto que los indicios y trayectoria
apuntaban en otro sentido. Para empezar hay que asumir que el COI (o CIO) es
una empresa, una multinacional, no una asociación sin ánimo de lucro, de modo
que como toda firma comercial su principal objetivo, en realidad su único fin,
es ganar dinero. Por eso sorprende que los responsables de la candidatura
madrileña hayan vuelto a caer en la misma piedra, que es la de destacar que en
la capital de España está casi todo hecho y que por tanto hay que invertir poco
dinero; es asombroso que no hayan caído en la cuenta de que al COI lo que le
interesa es que haya mucho movimiento de numerario, que haya mucha transacción,
que circule la pasta, pues ellos tienen los mecanismos precisos para que una
parte siempre revierta en la empresa COI S.A.; buena prueba de ello es el hecho
de que esta empresa exige, cuando asigna la celebración del evento, no pagar
impuestos en el país que lo acoge, o sea, esta firma comercial está exenta de
rendir cuentas a ningún organismo ajeno a los suyos; en fin, que está por
encima de gobiernos y derechos. Y no es una excepción, puesto que las
federaciones internacionales de fútbol (FIFA y UEFA) y probablemente las de
otros deportes funcionan del mismo modo, por encima de leyes, haciendas u
obligaciones fiscales.
Hay que estar loco o tonto para echarse a nadar o navegar por estas aguas |
Y dado que el único criterio que tienen los
electores es la orden de que a lo único que hay que atender es al movimiento de
cantidades, no se tienen en cuenta otras consideraciones; que se posean las
instalaciones perfectas y listas y que se asegure que todo va a funcionar como
un reloj no tiene ninguna importancia, como tampoco la tiene el riesgo de
catástrofe nuclear, que exista corrupción, que haya dudas de doping, que sea
evidente la inestabilidad social…¿Alguien cree que el representante-votante de
Mongolia Exterior, de Fidji o de Togo tiene idea del asunto Bárcenas, de los
vertidos diarios de aguas contaminantes de Fukushima o de las revueltas y
violencias que casi a diario se producen en países musulmanes? No, ni saben
nada de eso ni les importa. ¿Acaso cuando se otorgaron los juegos a Brasil se
pensaba que este país estaba exento de corrupción?, ¿y cuando se dieron a China
donde se pisotean los Derechos Humanos a diario? Nada de eso tiene peso a la
hora de decidir. Sólo importa el parné. Y Tokio puso sobre la mesa más que
nadie, como lo hicieron Brasil y China. En general los Juegos han sido
rentables, pero Montreal 76, Atlanta 84 y Atenas 2004 resultaron sonoros
fracasos económicos, de forma que ahora el COI no quiere correr riesgos y exige
la guita por adelantado. Y el que más pone se lo lleva.
Asombra que a los deportistas se les exija limpieza
y trasparencia, se les obliga a estar localizados y disponibles, siempre
dispuestos a pasar pruebas antidoping; se les mira con lupa para que la
limpieza en competición sea absoluta, que su conducta antes y durante los
juegos sea intachable o que sus declaraciones y mensajes en las redes sociales
sean absolutamente políticamente correctos… Sin embargo el COI no quiere para
sí esas reglas ni exigencias, sino que actúa como ejemplo de opacidad,
oscurantismo, secretismo…, es el paraíso del corrupto: tiene el privilegio de
otorgar enormes prebendas, grandiosas concesiones sin tener que dar
explicaciones, sin la obligación de argumentar, sin tener que dar la cara
nunca, sin decir cómo y por qué y, en fin, sin siquiera tener que manifestar
abiertamente por quién se decanta cada elector. Lógicamente cuando todo se hace
a puerta cerrada se da pie a la sospecha, de hecho es legítimo y comprensible
sospechar cuando la elección de la ciudad no responde a criterios definidos y
objetivos, y así se puede pasar de la sospecha a la certeza con una base muy
sólida; si no fuera así, ¿por qué la votación es secreta? Se cuenta que, en la
anterior elección, Obama presumía de haber conseguido el apoyo para Chicago de
más de 50 integrantes del comité, pero a la hora de la verdad la capital de
Illinois sólo recibió 16 votos… Esto quiere decir que cada votante asegura su
voto a todos o casi todos los candidatos, y como luego no se sabe por cuál se
decidió finalmente se puede mantener la paparrucha hasta el infinito. Fácil es
deducir que todo se basa en un capricho, en simpatías y antipatías…, y eso en
el mejor de los casos, pues abundan los casos de corrupción entre los miembros
del COI.
En realidad la designación de la ciudad organizadora
de tan importante evento debería producirse tras algo parecido a un concurso
oposición que valorase criterios económicos, sociales y organizativos. Además,
así sabría cada candidatura perdedora en qué aspecto esforzarse y qué mejorar la
próxima vez.
COI S.A. lo integran 125 miembros, de los que en
esta ocasión votaron 94. Hay entre ellos treintaytantos antiguos deportistas
olímpicos, y el resto lo forman integrantes de varias casas reales y representantes
de la política. Si al deportista que quiere participar en los juegos se le pide
una laboriosa clasificación previa o unas marcas mínimas, ¿cómo es que no se
precisa absolutamente nada para acceder al poder que proporciona ser
componente-elector del comité?
Tokio está en la isla de Honsu (la más grande de
Japón), en lugar de privilegio del cinturón de fuego del Pacífico, o sea, en
lugar con seguro de terremotos y maremotos; de hecho, soportan cientos de
movimientos de tierra cada año, algunos de gran intensidad. Afirman que todo allí
está construido teniendo en cuenta la posibilidad de que se produzcan esas
catástrofes naturales, pero sólo los tontos ignorantes y arrogantes pueden
llegar a pensar que están a salvo cuando la naturaleza se desboca. En todo el
país hay actualmente más de 50 reactores nucleares en pleno funcionamiento,
todos bajo aquella amenaza, de modo que es sólo cuestión de tiempo que llegue
otro desastre. A diario se sabe de vertidos al mar de aguas muy contaminantes
procedentes de Fukushima (300 toneladas) y también que tienen almacenados
decenas (tal vez cientos) de miles de toneladas de aguas terriblemente
perniciosas, y que no saben cómo sacarlas de allí ni, en realidad, qué hacer
con ellas. Antes o después un terremoto afectará a esas instalaciones. El
desastre de Chernobil se produjo hace 27 años, pero la contaminación
permanecerá allí y en cientos de kilómetros a la redonda por miles de años (uno
de cada cuatro niños de la zona desarrollan cáncer de tiroides); eso lleva a
deducir que los vertidos de Fukushima (a unos 200 kilómetros de Japón) al mar
se propagarán y permanecerán cientos, miles de años. ¿De verdad un nadador de
aguas abiertas o un regatista se echará tranquilamente a las aguas cercanas a
Tokio? ¿Cómo es posible que esta Caterva de Inútiles Obsoletos no haya tenido
en cuenta esta certeza?
CARLOS DEL RIEGO
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