Obama, como Bush I y II, Reagan, Johnson..., no quiere dejar la Casa Blanca sin una guerra en su currículo. |
Da igual que el presidente de Estados Unidos sea
blanco o negro, hombre o mujer, homo o heterosexual, pues ante todo es
presidente y, por tanto, actuará como tal, como han hecho todos los máximos
mandatarios de Usa desde Washington; o sea, hará lo que él crea conveniente
para su él, su país, su partido y quienes lo han colocado en la Casa Blanca.
Actualmente se está en situación prebélica ante la amenaza de intervención
armada en Siria, pero ¿por qué ese interés de Obama en soltar unas cuantas
toneladas de bombas en Damasco y otras ciudades sirias?
Echando un vistazo a la situación lo único que se
puede sacar en limpio es que hay allí (y en general en todo Oriente Medio) un
follón incomprensible, algo habitual en la zona desde hace milenios. Por un
lado está ese sátrapa de Asad, que gobierna como todos los tiranos de la zona,
como los Gadafis, Sadames o Abdalás: sometiendo a la población con todos los
recursos de los dictadores. Por otro lado están los rebeldes, grupos
absolutamente incontrolados, fanáticos musulmanes, paramilitares formados en
otros países que acuden allá donde hay gresca. ¿Cuál de los dos bandos es
peor?, ¿por qué no se publican las pruebas de que el ejército gubernamental usó
armas químicas, por qué no se dan a conocer esas evidencias concluyentes que
dicen tener? Seguro que al-Assad ha ordenado crímenes horrorosos, pero los
rebeldes no se han quedado atrás (incluyendo la quema de iglesias y persecución
y asesinato de cristianos que, aseguran, ya han huido todos), y no sería
descabellado que ambos bandos hubieran usado armas químicas; por tanto, ¿por
qué ponerse de parte de los rebeldes teniendo en cuenta que éstos cuentan con
el respaldo de Al Qaida? No será preciso recordar que Usa apoyó en Afganistán a
los talibán de Ben Laden contra los rusos para luego, una vez huidos éstos,
combatir hasta la muerte a aquellos que fueron sus aliados; como tampoco será
necesario refrescar la memoria de lo ocurrido en Irak y ‘sus’ armas de
destrucción masiva.
Así las cosas es difícil entender las razones
verdaderas que tiene Obama para insistir y convencer no ya a sus compañeros
demócratas, sino a sus adversarios republicanos. Resulta sospechoso ese afán de
buscarse una guerra al igual que los Bush y, en realidad, que casi todos lo que
han sido presidentes Usa, los cuales no han querido dejar el despacho oval sin
un conflicto (mayor o menor) con el que pasar a la historia. Nadie niega las
atrocidades cometidas allí por orden de Bashar al-Asad, pero no son mayores ni
más execrables que las perpetradas por el dueño de Corea del Norte o por
Mugabe, el de Zimbabwe, y sin embargo no hay peligro para uno y otro déspota.
¿Por qué los presidentes estadounidenses son tan sensibles con los crímenes de
unos y tan insensibles con los de otros? Las respuestas a estas preguntas no
pasan, lógicamente, del terreno de la especulación, de la suposición; sin
embargo, vistos los antecedentes se pueden aventurar dos factores que, seguro,
tienen muchísimo peso en la mente del presi a la hora de tomar sus decisiones:
por un lado están las fábricas de armas, que suelen poner muchos millones para
las campañas electorales de los candidatos y que, lógicamente, esperan algo a
cambio, y como quiera que el mejor cliente de esas fábricas es el gobierno Usa,
periódicamente exigen una guerra (fuera de su territorio, claro está) para
vender barcos, aviones, tanques y demás parafernalia indispensable para la
intervención militar. Y por otro lado tenemos el hecho de que varios países de
la zona están empezando a realizar sus transacciones en euros en lugar de
dólares (ésta fue una de las principales razones de la invasión de Irak por
parte de Bush II); Siria extrae petróleo aunque no demasiado, pero sí que por
su territorio pasan los principales oleoductos y rutas que llevan el crudo de
Oriente Medio a Europa, y últimamente exige pagos en euros, no en dólares;
dicen los expertos que si los billetes del tío Sam no se mueven a la hora de
pagar petróleo la economía de Estados Unidos entrará en un colapso de dimensiones
monstruosas.
Obama es Bush (da igual I ó II), es Reagan, es
Johnson. Aun está cercana la fecha en que los abanderados del ‘buenismo’
celebraron la llegada de un negro a la Casa Blanca como si eso fuera a remediar
todos los males de este mundo; pasado el tiempo se comprueba que de las grandes
promesas que hizo, nada de nada: Guatánamo continúa funcionando, se venden
armas en Usa como churros en España, sigue sin haber allí sanidad universal,
palestinos e israelíes se zurran todo lo que pueden igual que siempre… Sí,
Barak Obama es un buen político, afirmación cuya esencia viene a ser la misma
que decir que alguien es un buen ladrón, un buen asesino, un buen violador, o
sea, que hace muy bien lo que indica su actividad: roba, mata o viola con gran
eficacia; es decir: Barak Hussein es un buen mentiroso, un buen manipulador, un
buen veleta, un buen intrigante, un buen cínico…, esto es un buen político. Y
Obama lo es. Aunque le dieran un Premio Nobel de la Paz unos meses después de
ser investido presidente por “sus esfuerzos en pos del desarme nuclear”, aunque
nadie se ha desarmado, al revés; por “perseguir un proceso de paz en Oriente
Medio”, aunque las cosas están evidentemente peor que cuando él acometió la
tarea y, además, ahora tiene intención de “perseguir la paz” lanzando bombas; y
por “luchar contra el cambio climático”, con nulos resultados. En fin, se le
dio el galardón por intentar, por perseguir, por luchar, sin importar si
consiguió algo o no.
Sí, Obama es un buen político y un auténtico presidente
de Usa. No hace nada que sus predecesores no hicieran en su momento. Sigue la
tradición.
CARLOS DEL RIEGO
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