domingo, 22 de noviembre de 2015

HOLLY, COCHRAN, KIDD, PIONEROS DEL ROCK CAIDOS EN LAS PRIMERAS HORAS Fueron pioneros del rock & roll, la primera hornada. Pero para su desgracia, también fueron los que escribieron el primer capítulo de su historia negra: en esto fueron asimismo pioneros.

El cuerpo de Buddy Holly, a la izquierda, el de Big Bopper al fondo, y el de Ritchie Valens, en primer plano. El piloto seguía en la cabina.
Es curioso comprobar cómo atraen las historias de esos que, estando destinados al triunfo, son golpeados de modo inmisericorde, fatal, por la fortuna. Ahí, en el libro de esas historias de éxito y tragedia, entran los músicos de rock. Y es que la carretera, el viaje de un escenario a otro, se ha llevado la vida de cientos de nombres escogidos para los anales de este género, cosa que sucede desde sus primeros balbuceos, hace ya sesenta años. Algunos de los nombres que el imaginario rockabilly tiene casi en un altar dispusieron de muy poco tiempo, pero sí del suficiente para trascender gracias al talento que el destino no les permitió desarrollar. Aquellos primeros caídos por la causa merecen, en cualquier caso, que de vez en cuando se los recuerde.

Todo aficionado ha escuchado eso de ‘el día en que murió la música’, dicho que hace referencia a aquel trágico accidente de avión que, en febrero de 1959, dejó el rock & roll huérfano de nombres tan señalados como Buddy Holly, Ritchie Valens y Big Bopper. Las incipientes estrellas que ese nuevo estilo acababa de crear sucumbieron mientras iban de un concierto a otro en una historia miles de veces contada: cientos de kilómetros por delante, autobús incómodo, resfriados…, un avión con sólo tres plazas y un fatídico sorteo…, y la catástrofe. Todos muertos.    


Buddy Holly fue algo más que un pionero del rock & roll; autor visionario, sus escasos años en activo fueron suficientes para dejar un legado verdaderamente genial. Sin dejar las esencias del estilo que acababa de nacer, sus composiciones gustaban también de las melodías brillantes y los estribillos simples y directos, como adelantando un subgénero que en poco tiempo triunfaría en todo el planeta: el pop. Su modo de hacer canciones caló profundamente en quienes unos pocos años después se iban a convertir en protagonistas eternos de la nueva música. Por eso, no cabe duda de que maravillas que suenan hoy tan frescas como en los últimos cincuenta del siglo pasado (‘That´l be the day’ o la deliciosa ‘Words of love you’ que de modo tan exquisito hicieron The Beatles, entre otras) resultaron decisivas en el posterior transcurrir de ese impetuoso nuevo ritmo. Buffy sólo tenía 22 años… A su compañero de infortunio Ritchie Valens la fatalidad sólo le permitió unos meses, un par de singles, cuatro canciones, ya que sólo tenía 17 cuando aquel avión…; a pesar de todo, su adaptación del corrido ‘La bamba’ a los cánones del rock jamás pasa, jamás provoca otra cosa que no sea alegría; y también hay que agradecerle la creación de un enorme clásico: ‘Come on, let´s go’. Al mismo tiempo, la Parca no permitió que Big Booper (al igual que el piloto) se librara; había empezado antes y aunque se había mostrado como un autor con clase, sólo uno de sus temas sobrevive en el pedestal de lo clásico, ‘Chantilly lace’.  

Eddie Cochran, otro personaje dotado de una creatividad desbordante, escribió al poco de la tragedia un tema en honor a esos tres, ‘Three stars’…, sin siquiera plantearse que idéntico futuro le deparaba el destino unos cuantos meses más tarde. Así es, un accidente de coche privó a todo el mundo de un talento musical con inimaginables posibilidades en abril de 1960, en Inglaterra. Eddie tenía verdadera obsesión por la música; se cuenta que sus padres hasta le tenían que esconder la guitarra, pues su gran ilusión desde niño fue ser músico profesional. El blues y el country eran los géneros en que más a gusto se encontraba, por lo que cuando irrumpe el rock & roll él estaba preparado. Tenía 21 años (quienes lo vieron testimonian que siempre fue un adolescente ilusionado) cuando el taxi chocó; él murió al día siguiente; sobrevivieron su novia, su manager y su colega Gene Vincent, quien se destruyó una pierna que ya tenía destrozada y que arrastró hasta el fin de sus días, diez años después (‘Sweet Gene Vincent’, cantó más tarde otro lisiado inolvidable, Ian Dury). Autor sobresaliente, Cochran creó piezas fundamentales como los eternos ‘Summertime blues’, ‘Something else’ o ‘C´mon everybody’, las cuales dieron un tremendo impulso al r & r, aportando nuevas estructuras y mostrando distintos caminos y posibilidades; incluso en el terreno del sonido y la técnica de grabación Eddie proporcionaba ideas brillantes y eficaces. Era un fantástico guitarrista, un precursor, un gran innovador cuyos gestos han sido imitados una y otra vez: ¡cuántos han copiado sus poderosos guitarrazos! Y también fue músico de sesión, arreglista y, en fin, un artista capaz de tocar cualquier cosa que sonara. Sería difícil citar grupos y autores del pop y el rock de las décadas posteriores que no estén fuertemente influenciados por Eddie Cochran. Dice la leyenda que un chaval, fascinado por el estadounidense, iba a ver el siguiente concierto de su gira inglesa, un chaval llamado George Harrison…, y también cuentan que McCartney convenció a Lennon cuando tocó una de Eddie Cochran.   

Johnny Kidd (inglés, a diferencia de los otros) tiene menos prensa, de hecho, sólo los fanáticos del rockabilly y del rock & roll más clásico saben de él, aunque, eso sí, lo tienen en un pedestal. Antes de los sesenta del siglo pasado ya había hecho un montón de canciones (con su grupo The Pirates), pues era otro gran compositor; a pesar de todo, su nombre está asociado al potente ‘Shakin’ all over’, tema revisado una y otra vez (hay decenas, tal vez centenas de versiones publicadas) desde que en 1960 se convirtió en número 1; y no deben olvidarse otras piezas memorables como el ‘Hungry for love’. Es el suyo un rock & roll distinto, muy vivo de ritmo a veces, otras más cortante, como a hachazos, y otras cadencioso, pero siempre creativo y siempre con un poso de rythm & blues. Sus maneras impregnaron a muchos que triunfarían en los sesenta (y los setenta, como Dr. Feelgood, que tomó su nombre de uno de sus títulos). Dejó sus huesos en una carretera en octubre de 1966; tenía 30 años, un gran bagaje, muy buen gusto y mucho que cantar.   

Vivieron poco, muy poco, apenas tuvieron tiempo de dejar pinceladas de su talento, sin embargo, sin ellos, sin su imprescindible aportación, esto del rock, esto tan multicolor y que tanta pasión levanta en todo el mundo, sería absolutamente distinto y, seguro, peor. De vez en cuando conviene recordar sus nombres y escuchar sus canciones. Se lo merecen.


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 18 de noviembre de 2015

CONTRA LA BARBARIE TERRORISTA, ¿COMBATIR O APACIGUAR-JUSTIFICAR? Tras las atrocidades del viernes 13-XI-15 en París, todo el mundo se ha puesto a señalar cuáles han de ser las medidas a tomar: respuesta armada o pacto, negociación y diálogo.

 
Por increíble que parezca, hay quien piensa que a estas bestias se las puede derrotar con diálogo
Las opiniones están claramente divididas en dos propuestas, en dos formas de pensar; unos proclaman que hay que emprender acciones que eviten a toda costa el enfrentamiento, es decir, se haga lo que se haga, sin armas; por el contrario, la otra corriente opina que no hay más remedio que defenderse; en lo que ambos pensamientos coinciden es en aspectos tan lógicos como la asfixia de las fuentes de financiación de los asesinos o la vigilancia exhaustiva del mercado negro (o blanco) de armamento.

En España, al primer modo de pensar (el de la solución exclusivamente verbal) pertenecen mayoritariamente los partidos de izquierda ‘inmoderada’, los antisistema, los populistas. De este modo, voces de estas corrientes de pensamiento exponen como solución el diálogo, la educación, el envío obligatorio de ayuda (sobre todo económica), la apertura total de fronteras… En este barco viaja la alcaldesa de Madrid (que parece tan escasa de luces como si su segundo apellido fuera Zapatero) ha declarado sin rubor que “en lugar de bombardear a Daesh hay que hablar con él”…; ¿se ofrece esta señora para ir a hablar con los que degüellan, queman, lapidan, mutilan?... ¿Y qué se puede decir de su colega de Córdoba, que guardó un minuto de silencio por las víctimas y otro por los verdugos? Analizando la cosa, resulta ciertamente difícil, en realidad imposible, dialogar con un ladrillo, que es a lo que equivale el cerebro de un fanático dispuesto a detonar un cinturón de explosivos: no hay debate, no hay razón o argumento que tenga la mínima posibilidad de convencer a quien va a suicidarse y sólo tiene el deseo de llevarse consigo cuantas más víctimas mejor. Volviendo la vista atrás, ¿de verdad alguien piensa que diálogo y diplomacia hubieran frenado a los nazis?

 Lo de la educación suena a broma, puesto que educar en territorios del islamismo bestial es adoctrinar en las madrasas, donde se manipulan mentes infantiles y adolescentes con el fin de que estén listas para el sacrificio. Quien piense en la educación allí ha de empezar por hablar de derechos y libertades de la mujer, de los homosexuales, de los ateos…, reivindicaciones a las que no está dispuesto ni siquiera el islam menos extremo; de este modo, ¿quién se ofrece voluntario para ir allí a educar según valores y derechos democráticos? Por otro lado, muchos de los que hacen estallar las bombas en medio de la multitud proceden de familias de clase media, han sido educados en los mismos colegios que los autóctonos y viven económicamente desahogados; o sea, no llegan al aquelarre terrorista desde la pobreza y la marginalidad. Algunos expertos apuntan a que la caída en ese pozo negro se produce cuando el joven (de segunda o tercera generación en el país de acogida) se desconcierta al tener su vida en un sitio al que no acaba de adaptarse, mientras sus raíces, tradiciones, creencias y cultura están a miles de kilómetros; llegado un momento sienten el inevitable impulso de escoger, de tomar partido…

Lo de las ayudas económicas sólo serviría para que se llenasen los bolsillos las autoridades y todo el entramado dominante en el país receptor…, como viene demostrándose desde hace décadas cada vez que se entrega dinero a un país. En este sentido parece apropiado preguntarse si hay que enviar ayuda, condonar deuda, 'prestar' dinero a fondo perdido, acoger a todo el que se presente y proporcionarle casa, sustento, sanidad…, todo ello ¿sin exigir nada a cambio?, ¿sin pedir ninguna contraprestación?, ¿sin al menos una declaración de intenciones?; ¿es obligatorio darles todo eso a la vez que ellos evitan a toda costa integrarse en la sociedad que los acoge?; ¿no hay que reclamarles una mínima aceptación de la sociedad que les abre sus puertas?

Es verdaderamente curiosa y digna de estudio, por otra parte, la manera de entender el asunto terrorista que muestran algunos presuntos ideólogos. Así, muchos de los que casi exculpan a los salvajes matarifes se autoinculpan e inculpan a toda la sociedad occidental, y se dan golpes en el pecho diciendo: “algo habremos hecho para obligar a esta buena gente a venir a masacrarnos”. Tan injusta e inexacta reflexión procede de la incomprensible culpa que esos caletres sienten por pertenecer a una sociedad que evoluciona (sobre todo en el terreno del pensamiento) y prospera (de modo imperfecto y mejorable) mientras la de aquellos desgraciados sigue anclada en la Edad Media. Como si los culpables de este anacronismo fueran los que han promulgado los Derechos Humanos o extendido la Democracia.

En fin, nunca se consiguió derrotar al agresor con diálogo, buenas palabras y flores en las manos. La Historia muestra abundantes ejemplos de que sólo los fusiles pueden enfrentarse a los fusiles.     


CARLOS DEL RIEGO   

lunes, 16 de noviembre de 2015

CONTRA PREHOMÍNIDOS ASESINOS… ¡ROCK & ROLL! Los verdugos feroces, idiotas, los asesinos que se llevaron la vida de más de cien seres humanos odian todo lo occidental, especialmente el rock & roll, un invento que los degenerados creen un concepto de infieles. Sin embargo, ¡rock es vida!

Ya lo cantó Louis Armstrong hace mucho 'a pesar de todo, qué mundo tan maravilloso'
No deja de tener su parte simbólica el hecho de que los acéfalos que masacraron en París a más de cien personas (13-11-15), se cebaran con los que asistían a un concierto de rock. No hay que olvidar que primero hay que ser un perfecto imbécil para, posteriormente y con el paso del tiempo, especializarse en cada una de las variedades existentes dentro del campo de la estupidez, es decir, tras adquirir la condición de idiota, cada uno de ellos escoge un carril dentro de la anchísima autopista de la estulticia: uno elige el de maltratador, otro prefiere el de ladrón…, y los hay que optan por aplicarse en una de las especialidades que exigen prescindir totalmente del cerebro, la de asesino terrorista suicida. Por eso, no puede extrañar que los parantropus que entraron a aquel concierto con ansias de vidas y sangre, lo hacían henchidos de odio hacia esa manifestación cultural tan característica de occidente que se llama rock & roll; así es, este tipo de música es, según las dos neuronas de aquellos imbéciles envilecidos, una expresión de los infieles y, por tanto, todo el que acuda a ver una de estas actuaciones, debe ser ejecutado. Así debe ser, más o menos, el funcionamiento de la exigua mente del sanguinario fanático.


Pues contra esa irracional e iracunda sed de mal, ¡rock & roll! Si esos tiparracos con cerebro de paramecio quieren muerte, aquí van canciones que celebran la vida…, y el rock. Una de las más perdurables y encendidas defensas de las maravillas de este mundo es la inmortal ‘What a wonderful world’, escrita para la pedregosa voz de Louis Armstrong a finales de los sesenta y que tantos han sentido como propia; entre las infinitas versiones hay que mencionar la del entrañable Joey Ramone, quien la dotó de un tinte rockero y ‘ramonil’ poco antes de morir. El tema viene a decir, más o menos, que cada vez que uno echa un vistazo a todo lo que le rodea no puede dejar de pensar que, a pesar de todo, “qué mundo tan maravilloso”. Sí, lo es a pesar de los memos feroces y crudelísimos que no pueden soportar que otros vivan y vivan el rock.
Del estante del rock ligero estadounidense puede extraerse el gran éxito de Bon Jovi ‘It´s my life’. Con toques y recursos típicos del grupo y con esa combinación de elementos rock y melodía pop, el tema proclama a voz en grito: “Es mi vida, es ahora o nunca, no voy a vivir para siempre, sólo quiero vivir mientras siga vivo”…, palabras que bien podían haber suscrito los ciento veintitantos de París, los que estaban en plena ceremonia del rock o los que simplemente pasaban por allí. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los brutos jamás entenderán mensaje alguno: no es el lenguaje algo a su alcance.

Entre las muchas canciones con las que The Beatles celebraban la vitalidad, la existencia, la inteligencia, bien puede sobresalir ese monumento titulado ‘In my life’, una de las máximas expresiones surgidas del ingenio de la música del siglo XX. Con el texto de John y la música de Paul, la pieza emociona en todo momento, pero especialmente cuando, como en el presente, alguien ha sido privado de su vida; fascinan su ritmo sincopado, sus coros y armonías, la voz solista, la limpísima guitarra, la sencilla y preciosa melodía, el sólo de piano barroco y hechizante… “Algunos (amigos) han muerto y otros viven. En mi vida los he amado a todos (…) sé que a menudo pensaré en ellos”, dicen esos versos que John escribió hace medio siglo y que no pueden tener más actualidad. Sin duda, todos los que fueron violentamente empujados hacia su fin en aquella disco son ya esos ‘amigos’ a los que todos aman y recordarán para siempre.

Y para frustrar a todos los que creen que matando vivirán eternamente, para esos ausentes de pensamiento, para quienes poseen menos entendimiento (mucho menos) que una bacteria, y tanta humanidad como una garrapata, ahí está la reconfortante recomendación de Neil Young ‘Keep on rockin´ in the free world’. La pieza (en su visión eléctrica) posee ese demoledor sonido distorsionado que proporciona la energética Gibson del canadiense, así como el ritmo entre ágil y perezoso (sí, él consigue tal paradoja) que tan bien casa con su voz aguda y, a veces, suplicante. El texto, evidentemente, denuncia desigualdades, pobreza, agresiones al medio ambiente, consumismo..., y sin embargo, también revela “Tenemos un hombre que dice mantened la esperanza viva” y finalmente grita explícitamente “Sigue moviéndote en un mundo libre” (también podría decirse “sigue rockanrroleando”). Critica la política de ciertos políticos, sin duda, pero también viene a ser una auténtica celebración de la democracia… Algo que los matones jamás podrán entender y, por tanto, jamás aceptarán.    

Sí, contra todos esos que venden su humanidad, su ser, por un plato de ideas (sean las que sean) ¡Rock & roll’. Por ello, cae muy oportuno aquel pensamiento del francés Víctor Hugo (muerto en París, como esos desdichados ciento veintitantos), quien afirmó: “La música es eso que no se puede poner en palabras pero tampoco puede permanecer en silencio”.


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 11 de noviembre de 2015

LA INTERMINABLE DISCUSIÓN SOBRE LOS VIAJES A LA LUNA Es un debate que dura décadas: multitud de incrédulos, contra toda evidencia, mantienen la creencia de que la llegada del hombre a la Luna fue un fraude desde el primer instante. Estos días (IX-2015) se conmemora el segundo alunizaje.

Cuesta creer que aun haya gente persuadida de que esto fue un colosal y multitudinario montaje, a pesar de que todos los 'indicios' de esta leyenda urbana han sido refutados con pruebas concluyentes.
Era noviembre de 1969 cuando se llevó a cabo el segundo viaje a la Luna. El primero todo el mundo lo recuerda o, al menos, sabe de él, sin embargo, no son pocas las personas que desconocen que hubo un segundo, y un tercero, cuarto, quinto y sexto alunizaje. A pesar de ello, sigue contando con muchos convencidos la teoría conspiratoria, la que niega que algún terráqueo haya puesto sus pies en el satélite. Cuesta creer que existan criaturas que sólo necesiten escuchar las ‘razones’ que esgrime cualquiera, en la barra del bar, en la oficina o en la mesa, para creerse a pies juntillas que fueron un pérfido montaje los logros de los Apolo 11, 12, 14, 15, 16 y 17 y que, por el contrario, no tengan en cuenta los argumentos expuestos por científicos y estudiosos del tema; debe ser que hay quien encuentra irresistible lo de creerse en el ajo, lo de saber algo que los demás no, para así poder mirar por encima del hombro a quienes, según ellos, se han tragado la bola. Sea como sea, hay que ser un poco testarudo para mantener la convicción de la conjura a pesar de todo lo que todos los especialistas han manifestado.

Los ‘indicios’ que esgrimen los empeñados en la teoría del complot han sido rebatidos infinidad de veces, a pesar de lo cual siguen presentándose como pruebas concluyentes. No es, por eso, cuestión de ir enumerando esas supuestas pruebas para ir refutándolas una por una. De todos modos, hay diferentes versiones: está quien afirma que sólo el primer viaje está en duda, no los siguientes, ante lo cual cabría preguntarse, ¿por qué harían un montaje tal si sólo cuatro meses después fueron de verdad?; otros sostienen que sí llegaron, pero que el vídeo se rodó en un estudio (una de las señales que apuntan como evidencia es que el viento mueve la bandera…, como si en los estudios hiciera viento); también están los que apoyan su posición incrédula en las fotos, las sombras y distancias de los objetos o en algunas veladuras…, sospechas que han sido explicadas (cualquiera puede encontrar esas explicaciones) por activa y por pasiva. ¿Y por qué no se ven estrellas?, preguntan algunos persuadidos de la conjura sin tener en cuenta que la respuesta es de lo más simple: porque es de día y, entre otras causas de carácter fotográfico, porque la superficie de la luna refleja muchísima luz.

Se podría continuar revisando todos los motivos de desconfianza, pero sería repetir una vez más lo expuesto hasta la saciedad. Por eso es más oportuno presentar otras líneas de razonamiento. Aquí van tres. Pocos años después de la desintegración de la Unión Soviética, varios de los especialistas que habían trabajado en los diversos proyectos espaciales soviéticos (incluyendo el ingeniero Vasily Mishin, quien había sido el brazo derecho de Sergey Koroliov, el genial diseñador de cohetes y naves como Sputnik o Vostok) contaron cómo habían seguido la trayectoria del Apolo 11 desde el momento del despegue hasta el amerizaje con todos los instrumentos con que contaba su avanzada tecnología aerospacial; además, tal y como confesó uno de ellos, si hubieran tenido la más leve sospecha de fraude lo hubieran proclamado a los cuatro vientos para, así, demostrar la ‘perfidia del capitalismo’. Sin embargo, reconocen no les quedó más remedio que asistir en butaca de primera clase a aquel primer viaje a la Luna, cuyo éxito significó el abandono del proyecto que la URSS tenía en marcha para poner un hombre sobre su superficie antes que nadie. Por tanto, si los máximos enemigos de todo lo estadounidense corroboran sin el mínimo atisbo de duda aquel primer viaje… Ah!, y ya en el presente siglo sondas de Japón, India y China (que tiene programa espacial propio) han fotografiado el suelo selenita (con resolución de hasta 1,5 metros), mostrando las huellas y restos de los alunizajes. Como curiosidad puede añadirse que los familiares de Gagarin y Komarov (héroes soviéticos del espacio) entregaron a Neil Armstrong pequeños recuerdos de sus fallecidos para que los llevara con él en su aventura.  

Otro argumento. En la odisea del Apolo 11 (al igual que en las demás) tomaron parte directa cientos, tal vez miles de técnicos y especialistas, destacados expertos en las múltiples disciplinas que la magnitud del proyecto requería: en las fotos y grabaciones del control de Tierra se ve una auténtica multitud. Así las cosas, en caso de que todo hubiese sido trola, una de dos, o todos esos técnicos participaron en el fraude o todos ellos fueron a su vez engañados; si es que tomaron parte en la farsa resulta difícil pensar que, tras tantos años transcurridos, ninguno haya sucumbido a la tentación de desmontar todo el tinglado, de hacerse rico y famoso e incluso ser considerado un héroe a escala planetaria…; por el contrario, si ellos, las máximas autoridades mundiales en cada especialidad, fueron víctimas de la estafa, cabe preguntarse ¿quién sabría más que ellos para poder falsear todos los datos y de este modo burlar su pericia y experiencia? En cualquiera de los dos casos…

Y otro más. No hay astrónomo, astrofísico, estudioso del cosmos o científico de cualquier rama del saber que vacile a la hora de dar como hecho evidente cada una de aquellas asombrosas aventuras. De este modo, puede tenerse como irrelevante (incluso calificarse de ignorante) la opinión de gentes absolutamente ajenas a los verdaderos entresijos del asunto.

No puede dejar de mencionarse el curioso falso documental francés ‘Operación Luna’ (2002), el cual cuenta con entrevistas a grandes personalidades que parecen explicar cómo se construyó el supuesto embuste; la filmación de éste habría sido dirigida por el aclamado director Stanley Kubrik; sin embargo, al final de la película se desvela entre risotadas que todo ha sido una chanza, e incluso salen algunas divertidas tomas falsas. Por cierto, cualquier aficionado al cine se sorprenderá al darse cuenta de que muchos de los ‘testigos’ que aparecen en esta inocentada (se estrenó el día de los inocentes en Francia) se llaman igual que personajes emblemáticos de pelis de Kubrik y Hitchcock.

Bromas aparte, nadie en su sano juicio puede defender esta leyenda urbana. Atreverse a tal cosa equivale a dárselas de saber más que nadie, de ser más experto y conocedor del tema que todos los profesionales que corroboran la veracidad de aquellos asombrosos viajes espaciales.    


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 8 de noviembre de 2015

MEMORABLES SOLOS DE SAXO: CARÁCTER PARA EL ROCK & ROLL Dos siglos (largos) han pasado desde el nacimiento del inventor del saxo, que murió sin atisbar lo que iba a ser su invento: no hay género musical que no cuente con el vibrante y noble sonido del saxofón, incluyendo el rock, que ofrece solos de saxo antológicos.

El saxo es brisa o huracán dorado para cualquier partitura.
Adolfo Sax, belga él, inventó hace algo más de dos centurias un instrumento de viento a partir de los existentes (flautas, clarinetes). El caso es que con el paso de los años su idea pasó a integrar la panoplia instrumental de todo tipo de géneros musicales. Y llegado el momento, desde el primer instante, el rock & roll supo aprovechar la capacidad comunicativa del retorcido artefacto dorado…, como antes habían llegado a la misma conclusión  el jazz o el blues. Y es que, sin duda, se trata de un instrumento tan versátil que puede enlucir y dar lustre a cualquier ambiente; o sea, vale para todo: ya sea para proporcionar el aire festivo al circo o para acelerar los corazones en una inquietante escena de una peli de terror, para elevar el termómetro de la atmósfera tórrida de una secuencia subida de tono o para sugerir serenidad total. Sí, el saxófono (el vocablo más español) puede sonar fuerte o dulce casi a la vez, y cuando uno se imagina el jazz, el soul, el blues, aparece la figura de un saxofonista negro. Por ello, instrumento tan vibrante y con tanto potencial expresivo no podía quedar fuera del escenario del rock & roll, género al que proporciona personalidad, carácter.

¿Canciones con saxo?, innumerables. ¡Cómo no recordar el maravilloso tono del ‘Take five’ de Paul Desmond para el grupo de Dave Brubeck!; sí, es jazz, pero no hay oído que se le resista. ¿Y la explosiva y deslumbrante docena de notas que componen la melodía ‘Baker street’ de Gerry Raferty?, ese impetuoso son sólo precisa una escucha para convertirse en un símbolo ‘saxual’.

Ya dentro del universo del rock no se puede olvidar al grupo estadounidense Morphine, que sólo tenía sección de ritmo y saxo. Sin embargo, a pesar de que el rock no precisa ese metal para ser lo que es, no cabe duda de que numerosísimas piezas adscritas a este estilo han elevado su intensidad, su poder de sugestión, su grado de apasionamiento, cuando el viento se libera por esa redonda y áurea boca siempre abierta.      

Aquí va un pequeño recorrido por unos pocos títulos enriquecidos con saxos. Alegría y vitalidad, diversión, irrefrenable felicidad juvenil es lo que contagia el vertiginoso ‘One step beyond’ de los siempre estimulantes Madness; aquí el saxo lleva la voz cantante, es el solista…, y su voz pone a todo el mundo en marcha, inevitablemente. Por el contrario, el ‘Us & them’ de Pink Floyd propone un ritmo calmo en el que el instrumento acompaña y acaricia la melodía, sutilmente, elegantemente; incluso cuando la intensidad vocal aumenta, el aparato no abandona el tono ligero y delicado. Los Rolling Stones (a diferencia de The Beatles, que recurrieron muy poco al saxofón) le otorgaron mucha presencia en sus canciones; así se pueden recordar las dos virtuosas intervenciones que hizo el gran Sonny Rollins en su ‘Waiting for a friend’, al que aporta un toque de clase delicioso. Supertramp, que tenía saxofonista en nómina, le da mucho primer plano; en su ‘Logical song’ hay una entrada ‘saxofónica’ rabiosa y desabrida que transmite gran excitación, sin embargo, segundos después se vuelve suave para arrullar la melodía. Incluso los casi olvidados King Crimson ya tiraron de saxo en los últimos sesenta del siglo XX: en su iniciático ‘21st Century schizoid man’ pintan con tonos sorprendentemente jazzísticos una pieza rasposa y salvajemente sicodélica (en su álbum ‘Islands’ también muestran usos increíbles para este chisme). Del torbellino de la ‘new wave’ estadounidense sobresale la dulzura infinita del apasionante solo que incluye el precioso ‘Total control’ de The Motels, que dibuja una melodía bellísima, un toque primoroso que parece flotar en el éter.

Pero para solo emblemático ahí está la fina pincelada que se escucha al final de la no menos simbólica ‘Walk on the wild side’ del ya desaparecido Lou Reed. Como todo seguidor del rock sabe, el tema invita a adentrarse por el camino más animal, más salvajemente sexual, sin embargo, cuando el saxo avanza al primer plano, da la impresión de que desaparece toda tensión. Sobre todo cuando suena la versión de estudio (producida por Bowie, quien, dicen, aprendió a tocar el saxofón con Ronnie Ross, el que se encarga de soplar en esta canción), todo el mundo está esperando la voz del saxo: es una de esas canciones que nadie se atreve a quitar hasta que esa brisa de oro deja de suspirar. 

¡Y quién puede resistirse al poder que transmite el gigantesco Clarence Clemons cuando Sprignsteen le daba paso! (cosa que era muy habitual). Entre los muchos solos con los que engalanó las composiciones de Bruce, sobresale el estremecedor que regala en ‘Jungleland’. Tarda en aparecer (hay que esperar casi hasta el minuto cuatro), y lo hace con una nota sostenida con la que parece pedir la palabra (sobre todo en el original del Lp ‘Born to run’); los bramidos ponen los pelos de punta, hasta el punto de que el propio Jefe se vuelve espectador entusiasmado ante el vehemente despliegue de emociones que era capaz de revelar este tipo tan grande…, de cuerpo y de talento. Cuando Clarence daba un paso adelante todo el mundo sabía que iba a pasar algo excitante.

Su inventor nació hace más de doscientos años y presentó en sociedad su aparatoso ingenio hacia 1846. Hoy es un imprescindible en formaciones musicales de todo pelaje e intención, tal es su aptitud para irradiar emociones y sentimientos. Bien puede defenderse la idea de que el saxo es algo así como la materialización del ‘feeling’.
“No toques el saxo. Deja que él te toque a ti”, dicen que dijo aquel monstruo de la música llamado Charlie Parker.   


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 4 de noviembre de 2015

LA HORA DE LOS SIMPLES, HARAGANES Y MEDIANÍAS El actual es el momento de mayor auge de los manirrotos que, sin haber estado en contacto jamás con los verdaderos problemas, están convencidos de la eficacia de las soluciones simples para resolver los problemas más complejos

Corbyn, el 'podemos' a la inglesa que tan acertadamente ha retratado el escritor Martin Amis, señala el camino de su solución
El excepcional novelista inglés Martin Amis publicaba (octubre 2015) una demoledora descripción del político Jeremy Corbyn, al que acusa de tener ideas caducas, inmóviles, de tercera mano…, de ser un vago que ni siquiera fue capaz de esforzarse para terminar el primer curso de sus estudios, de tener una “mente lenta y rígida” y, entre otras cosas, de carecer de sentido del humor, “lo que lo convierte en un chiste que él no será capaz de comprender”; asimismo, le reprocha ver el mundo “en blanco y negro, sin el más mínimo matiz” y, en fin, ser “hostil a la democracia” por estar convencido de que su pensamiento es el único, ya que quedó “anclado en lo que leyó de joven” (al parecer, se refiere a Marx). A ello se puede añadir que en la biografía de Mr. Corbyn no aparece ni un solo trabajo fuera de la política, ‘actividad’ en la que lleva asentado y acomodado más de tres décadas; y para completar el retrato hay que hacer constar que en todo este tiempo no ha sido capaz de redactar una propuesta, confeccionar un proyecto o aportar una idea elaborada y trabajada…, nada de eso, lo único que ha hecho ha sido protestar, proclamar, condenar, acusar, quejarse…, es decir, hablar, sólo hablar, dejando en evidencia su manifiesta alergia al esfuerzo.   

El detallado dibujo que de la figura del dudoso político inglés hizo Amis puede aplicarse sin apenas variaciones a otros muchos neo-profesionales de la cosa pública que están emergiendo en los últimos años en todo el viejo continente. Los casos más notorios (que no los únicos) se encuentran en Grecia y en España, lugares donde criaturas de este pelaje han alcanzado importantes cuotas de poder.    

Estos sujetos se sienten iluminados, posesores de la verdad absoluta que van a destruir todo lo hecho antes de su advenimiento para, posteriormente, cambiar el destino del planeta; por eso se piensan legitimados para insultar, ofender, faltar al respeto e incluso decidir qué muerte es intolerable y cuál tiene disculpa. Se trata de mentes simples y maniqueas, persuadidas de que los problemas complejos tienen soluciones simples: ¿pobres?, se hace más dinero, se reparte, se dan las subvenciones que hagan falta; ¿gente sin casa?, se expropia una al que tenga dos y se le regala a quien la necesite; ¿desempleo?, se pone a todo el mundo a trabajar para el estado; ¿terrorismo?, dependiendo del pretexto del terrorista, si hay que ceder se cede…

Por este motivo las recetas con las que pretenden acabar con los problemas del país se basan en un concepto simplón de las cosas, y por ello creen que cambiar nombres de calles o grandes recintos, derribar estatuas y monumentos, prohibir los toros, perseguir la religión e incluso abrir totalmente las puertas a refugiados e inmigrantes va a terminar con las preocupaciones del personal; e igualmente están seguros de los indudables beneficios que traerá a la población trocar monarquía por república o modificar el actual estatus administrativo. Sin embargo, nada de eso va a proporcionar trabajo al desempleado ni va a solucionar problema alguno por más medios materiales y humanos que se empleen.

Así carbura el cerebro obtuso y/o infantiloide: resolver el problema de la pobreza fabricando más billetes. Pero claro, si se regala casa y sueldo, ¿quién va a ir a trabajar ocho horas para pagar las facturas si ve que al lado hay uno que está todo el día mano sobre mano pero ingresa poco menos que él y tiene pagados casa, luz y gas? Y si todo quisque trabaja para el estado, éste se convertirá en una monstruosa empresa que, con total seguridad, llegará a la quiebra total (la Historia lo demuestra), pues gastar muchísimo más que lo que se ingresa sólo tiene un desenlace. 

En esta hora de medianías es oportuno recordar que, en España, este tipo de personas tienen su inspiración (y el inicio de su auge) en Zapatero, un hombre con escasas luces, con pensamiento raso, soso y siempre dispuesto a la ocurrencia ocasional, con verdadera alergia al esfuerzo (hay que recordar que, aunque se lo recomendaron infinidad de veces, jamás tuvo intención de aprender un poco de inglés) y que, en fin, jamás estuvo en el mercado de trabajo.

En realidad, los remedios que presentan estos individuos armados exclusivamente con ideología (y que harán lo que sea antes que ir todos los días a la oficina) son los que propone el holgazán, puesto que son medidas que no precisan ningún esfuerzo ni exigen grandes conocimientos… Son las recetas del intelecto vulgar, son las que se le ocurrirían al chaval, al adolescente cimbreante y pisaverde, y por eso es tan inequívocamente infantil aquello de ¿por qué no hacen más billetes…?

Por cierto, la mayoría, la aplastante mayoría de quienes están convencidos de que existe un sencillo bálsamo de fierabrás que lo arregla todo, no han trabajado pie a tierra nunca, es decir, entre ellos apenas los hay que hayan pasado por el mercado laboral, puesto que entraron en política y viven de la política desde su primera juventud. Y es que, a la postre, su único activo es su discurso, su palabrería, su retórica iluminada, cosa que solo vale para la política; tal vez por eso no tienen lo que hay que tener para poner los pies en el suelo y ganarse la vida en función de su esfuerzo y su mérito.

Sin embargo, seguro que, más pronto que tarde, pasará la hora de los mediocres.


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 1 de noviembre de 2015

EL ROCK TAMBIÉN SE DISFRAZA DE BRUJA Y SE VA DE HALOWEEN Los ambientes tenebrosos de la tradición de Halloween también han seducido a los grupos de rock, de modo que muchos no se han resistido ante la fascinación de la chica que embruja

El rostro de la auténtica Reina Bruja de Nueva Orleáns.
Vale, la de Halloween no es una tradición española, aunque tampoco estadounidense. Procede la cultura irlandesa de origen celta, sin embargo, de algún modo está conectada con la tan cristiana e hispánica celebración del Día de Difuntos, de Todos los Santos; además, lo de las calabazas e incluso lo de pedir por las casas tampoco es totalmente ajeno a las costumbres ancestrales de algunas zonas de España. Sea cual sea su origen e intención, lo que está claro es que el tema seduce a los autores, ya sean escritores o músicos. Y en cuanto al rock se refiere, la realidad señala que hay mucha música rock que transita por los oscuros, tortuosos y pasionales ambientes de la magia y brujería, de los hechizos y nigromantes; sin embargo, ciñéndose a aquella festividad (que los niños españoles han adoptado con gusto tanto por lo de disfrazarse como por lo de recolectar dulces) no son pocos los grupos que no han resistido los sortilegios brujeriles. No hay que olvidar que lo de Halloween es, ante todo, cosa de brujas. 


Pactos con los demonios, historias de magia y brujería, cuentos de terror, monstruos, leyendas y sustos, todo ello ha tenido su presencia en la temática de los grupos de rock casi desde el primer minuto. Sí, lo misterioso, el más allá, el espíritu entre la niebla…, todo ello tiene su encanto; y si quien protagoniza el maléfico conjuro es una mujer, o sea, una bruja, el autor de canciones tiene medio trabajo hecho, puesto que lo de la ‘chica-hechicera’ es algo que siempre funciona.

Al hablar de mujeres con poderes mágicos se impone el clásico de Santana ‘Black magic woman’. Con su inquietante introducción y su inconfundible guitarra, sus pasajes instrumentales y su excitante y tribal percusión, este ‘Mujer de magia negra’ posee el potente atractivo de todo que lo desconocido, e incluso lo amenazador. En su letra se especifica “Ella es una mujer de magia negra y está tratando de convertirme en diablo (…) Me echaste un hechizo (…) Te necesito así de mala”.

Mujer seducida por el oscurantismo es Stevie Nicks, una de las integrantes de Fleetwood Mac; ella es la autora de ‘Rhiannon’ y, como ella se encarga de recordar en cuanto tiene ocasión “Esta es una canción sobre una vieja bruja galesa”, y suele añadir que trata de una mujer mística con dos personalidades. La pieza es un medio tiempo con mucha clase pero con menos nervio que otros clásicos de la banda. Al respecto de la festividad de los disfraces terroríficos y su gusto por los atuendos largos, severos y oscuros, Stevie se despacha, coqueta y con soltura: “Simplemente me gusta Halloween, y pienso que las rubias se ven más delgada en negro”.

Más que bruja, lo que reflejan los Eagles en su ‘Witchy woman’ es algo así como la mujer inalcanzable que suelen describir los escritores románticos clásicos, es decir, esa semidiosa de “cabello negro y los labios de rubí” ese “espíritu inquieto en un vuelo sin fin”. Sí, versos como esos hubieran hecho furor en tiempos de Poe o Bécquer.Y como estos, no pierde su embrujo.

Imposible olvidarse de la ‘Reina bruja de Nueva Orleáns’ que popularizaron los nativos estadunidenses Redbone. Se trata de algo así como un homenaje a una especie de sacerdotisa vudú del siglo XIX en esta ciudad, una mulata llamada Marie Laveau. Entre la vibrante ambientación y ‘efectos especiales’ de la canción, las voces de ultratumba y unos inevitables matices étnicos, ‘The witch Queen of New Orleans’ explica quién es y qué hace “Marie, Marie, La(vudú)veau”, que “te va a echar un hechizo (…) y vivía en una choza cerca de los pantanos (…) donde agita sus brebajes de bruja”, y termina con “una reina bruja nunca muere”. Pero el caso es que Marie Laveau sí murió, en 1881, siendo noticia de portada y motivo de controversia, pues para algunos era una bruja arpía y sibilina, mientras que otros decían que se trataba poco menos que de una santa. Sea como fuese, este personaje de la historia de Nueva Orleáns ha tenido gran influencia en las artes y cultura popular, pues desde músicos hasta escritores se han ocupado de recordar su figura.

La lista puede alargarse mucho más. The Sonics ya hicieron en los sesenta su contundente ‘The witch’, con sonido fácilmente identificable con su época y un texto que advierte de la presencia en la ciudad de una mujer sexy de cabellos negros, que va en un gran coche negro y que seduce con artes mágicas, y “si escuchas que llama tu puerta, más vale que te largues”; en los ochenta The Fuzztones hicieron una versión más pantanosa y lisérgica, como de cine de terror de serie B.

Los poderosos Uriah Heep hicieron varias piezas de tono ocultista, e incluso uno de sus grandes discos se titula ‘Demons & wizards’, demonios y magos, pero suele tratarse de brujos buenos, como en ‘The wizard’, que pretende “ayudar a la gente a ser feliz”. Incluso los históricos Cream también se apuntaron a unos traguitos de poción mágica, ‘Strange brew’, una canción que, con aires sicodélicos, trata de una “bruja de problemas en azul eléctrico…, una especie de demonio mensajero en la chimenea”.

Sí, la figura de la bruja y su facilidad para seducir ha fascinado a quienes escriben canciones desde hace décadas. Y Halloween es noche de brujas.


CARLOS DEL RIEGO      

miércoles, 28 de octubre de 2015

LOS DUDOSOS ESTUDIOS E INFORMES DE LA OMS Cada vez que eleva su voz corre un riesgo muy elevado de meter la pata, más alto que el que aseguran sus desproporcionadas conclusiones sobre el consumo de carne. Claro que la experiencia con sus anteriores informes induce a la desconfianza

Hay que ser mequetrefe para afirmar que esto es cancerígeno, cuando lo que es malo para la salud emocional y sensorial es no comerlo
Enorme conmoción, sentimientos de incredulidad, indignación, alarma social e incluso risa ha producido el informe que en todo el mundo ha publicado la Organización Mundial de la Salud (la OMS) acerca de los peligros de comer carnes rojas. Resulta que, según un comunicado sensacionalista y de dudosas intenciones, comer ciertas carnes eleva la posibilidad de contraer cánceres en unas proporciones que, de ser ciertas, llevarían a casi toda la población a la mortal enfermedad; por otro lado, no parece demasiado perspicaz afirmar que comer carnes ( o cualquier otra cosa) en exceso es malo para la salud…, no se puede decir que ha descubierto la pólvora.

Da la impresión de que la OMS viene a ser algo así como el oráculo de Delfos, de modo que para gran parte de la población (y para ellos mismos), lo que esos señores digan es dogma de fe. Sin embargo, detrás de esa organización están personas, con sus simpatías y antipatías, preferencias, ascendencias, influencias, creencias…, todo lo cual afecta a cada uno de ellos; es decir, nada es verdaderamente objetivo, al contrario, toda investigación, análisis o ensayo depende de quién lo realice y de quién extraiga las conclusiones (los productores de alimentos cárnicos podrían sacar infinidad de estudios que ‘demuestran’ lo imprescindible de comer abundante carne). Además, la OMS ha protagonizado escandalosos deslices, vergonzosos errores y desprestigiantes desaciertos; por ejemplo, ¿alguien recuerda la alarma que provocó con aquello de la ‘gripe aviar’ y los 14 millones de vacunas que obligó a comprar?, y ¡qué decir de su penoso ‘mea culpa’ en cuanto a la gestión del virus del ébola de este mismo año! No se puede olvidar que la mayoría de los ‘expertos’ que emiten estos informes no salen jamás de la oficina o el laboratorio, o sea, jamás ven a un enfermo; ni tampoco es cosa de poco el hecho de que coloquen en el mismo nivel de riesgo el jamón ibérico y el tabaco o el plutonio… , ¡qué disparate! Asimismo, si la OMS está segura que determinados aditivos o ingredientes utilizados en el procesamiento de vacuno y porcino son perjudiciales, que los prohíba sin más, en lugar de avisar de lo perniciosos que son.

Hay ocasiones en que se tiene la sensación de que esta organización hace proclamas aparatosas y sensacionalistas para llamar la atención, para demostrar que hace algo, que sirve para algo. Siguen al pie de la letra eso de que ‘más vale que hablen de uno aunque sea mal’. En fin, que la OMS, a día de hoy, tiene su crédito y prestigio en horas muy bajas.   

Esta organización, que ha perdido tanto peso e influencia como su superior, la ONU, basa sus conclusiones en muchos estudios (400, 600), pero no indica ni quién los hizo, ni de qué modo, ni sobre qué tipo de sujetos, ni cuántos, ni edades, ni antecedentes médicos, ni en qué capas sociales, ni en qué ambientes (¿en el sudeste asiático o en la Patagonia?), ni cuándo, ni cómo ni, en fin, dónde se puede comprobar cada uno de ellos. Por ejemplo, investigando y profundizando se puede saber que algunos de esos trabajos se han hecho con ratones de laboratorio a los que, en algunos casos, sólo se les ha dado a comer carne roja, de modo que no hay que ser adivino para concluir que esos ratones desarrollarán enfermedades. Otros se han realizado a base de encuestas y estimaciones, lo que permite poner en duda su fiabilidad, puesto que no se tiene en cuenta cómo ha combinado el condumio cada sujeto, es decir, si además de filetes y chuletas ha consumido recomendables cantidades de frutas y verduras.

No se debe olvidar tampoco que parte de la alarma viene provocada por los titulares de los medios de comunicación, que extraen una parte, un párrafo que, sin todo el contexto, distorsiona su sentido. También comenten muchos errores los periodistas que traducen, pues la traducción induce al error y en ella también se pierde significado e intención.

Se tomen como se tomen este tipo de informaciones, es conveniente ser escéptico: recordar antecedentes de la entidad que publica, pedir demostración empírica (lo único fiable y científico), pruebas concluyentes, claridad y posibilidad de comprobar los hechos que permiten las conclusiones; y si no hay nada de esto lo prudente es, como mínimo, poner la cosa a enfriar. Lo más curioso del caso es que uno de los responsables del informe, un tal Kurt Straif (con más de político que de científico), declara “no hemos hallado un nivel de consumo por debajo del cual no haya riesgo”…; está claro: comer (desgastas órganos), respirar (oxidas las células) y vivir afectan a la salud y llevan inexorablemente a la muerte.

No es de extrañar que hayan aparecido por las redes ‘servicios gratuitos de recogida de carnes de cerdo y vacuno, incluyendo jamones (aunque estén empezados)’…  


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 25 de octubre de 2015

‘MORRISON HOTEL’, 45 AÑOS DESLUMBRANDO A veces parece que aquello sucedió hace mil años…, y otras da la impresión de que fue ayer. Pero objetivamente era 1970 cuando The Doors editaron un Lp histórico, ‘Morrison Hotel’, un disco que resplandece y jamás pierde brillo.

Un fulgor mágico, casi místico, irradia este icono de la música rock
Hace 45 años el mundo quedó conmocionado por el desastre que causó el ciclón Bhola en Bangladesh, el cual se llevó la vida de más de medio millón de personas; pero también se hablaba del mundial de fútbol de México que ganó Brasil (con Pelé) o del accidentado viaje de la nave Apollo 13, que tenía la luna como destino pero no consiguió alunizar, aunque sí regresar. En el universo de la música rock, el notición fue la separación de The Beatles; asimismo, aquel año fallecieron Jimi Hendrix y Janis Joplin, y nacieron Queen y Aerosmith. Y entre otros discos notables, en fin, apareció uno de los mejores álbumes de la historia del rock, el fabuloso ‘Morrison Hotel’ de The Doors.

Después de haberse dispersado un tanto en lo musical y del escándalo conocido como ‘Incidente de Miami de 1969’ (Morrison, borracho e incapaz de cantar, insultó al público y fingió ‘actos obscenos’, entre otras ‘locuras’, por lo que fue detenido y enjuiciado), The Doors vuelve a la senda del rock y el blues. Y así publican el inmortal ‘Morrison Hotel’, un disco especial, brillante, deslumbrante, apabullante, un álbum genial cuyas canciones, estribillos, solos, voces y sonido en general mantienen una vigencia que lo convierte algo mágico, casi ajeno al tiempo.


El sonido de guitarras y los teclados eran alucinantes; rock cercano al hard a veces, otras con querencia hacia el blues profundo y sentido; y además, un ambiente psicodélico que, en aquellos momentos, resultaba hipnótico… No puede extrañar, por tanto, que en aquella España más bien en blanco y negro, una explosión de policromía, una obra caleidoscópica como el ‘Morrison Hotel’ causara tan potente impacto entre los que ya habían puesto sus pies en el camino del rock. Hubo ocasiones en que se reunían varios amigos, integrantes de esa nueva tribu, atenuaban la luz, colocaban el Lp en el plato y, en silencio, se dejaban agitar o mecer por lo que ofrecían Morrison y sus cómplices; sin alucinógenos, sin psicotrópicos, apenas entre la bruma del denso humo de un Celtas Cortos (tabaco negro sin boquilla cuyas bocanadas eran como inmisericordes puñetazos en el pecho), los perplejos españolitos creían alucinar. Como si fueran capaces de traspasar las puertas de la percepción (hay que recordar que The Doors toma su nombre de un verso del pintor y poeta romántico británico del XVIII-XIX William Blake en el que hablaba de esas puertas).

El arranque del disco deja KO. El riff de guitarra del ‘Roadhouse blues’ se graba a fuego de modo perenne (todo el que tenía una guitarra se ponía inmediatamente a sacarlo). El ritmo rock-blues provocaba en el personal expresiones entre la furia y el éxtasis. Y luego de varias escuchas, todo oyente acompañaba a Jim en las frases más fáciles. Acto seguido llegaba una melodía maravillosa, dulce, la de ‘Waiting for the sun’, contestada por un conglomerado de guitarra y teclado de metal fulgurante, centelleante; y qué decir de los cortes en la línea melódica, unos tajos que obligaban a golpear la batería en el aire. En realidad todo el disco está a una altura artística sólo al alcance del auténtico talento: hay rock & roll ligero o pesado, rythm & blues musculoso, oasis de reposo romántico y melancólico, balada enamoradiza, una invitación a subirse al barco de los tontos…, en fin, un disco magnífico, diferente, una obra que no pierde su frescura y capacidad de seducción ni siquiera cuatro décadas y media después.

A ello contribuye la voz poderosa, dominante en ocasiones y suplicante en otras, la interpretación pasional, emocional, del legendario Jim Morrison, un hombre que desde el primer momento parecía destinado a convertirse en mito, en gloria del rock & roll. A su altura, el órgano y la capacidad creativa de Ray Manzarek, otro genio capaz de imaginar y materializar los más maravillosos arreglos, así como líneas y armonías instrumentales sorprendentes; y la guitarra punzante, ácida, de Krieger y el ritmo impuesto por Densmore.            

¿Nostalgia? Sí, de un disco irrepetible. Dentro de otros 45 años su importancia habrá crecido. Seguro.


CARLOS DEL RIEGO

jueves, 22 de octubre de 2015

¿Y SI HUBIERAN DECUBIERTO AMÉRICA LOS INGLESES? Para envidia de ingleses, franceses y holandeses, España llegó antes que nadie a América y eso provocó maledicencias y leyendas negras. Pero, ¿qué hubiera ocurrido de haber llegado ellos antes? Se puede deducir viendo qué hicieron en sus colonias.

Esto hubiera esperado a los indios americanos de haber llegado antes ingleses u holandeses.
Es una constante entre los que detestan y desprecian a España, tanto españoles como extranjeros: América hubiera sufrido menos con otros descubridores. Sin embargo, revisando y analizando cómo actuaron otros en sus colonias se descubre que todo habría sido infinitamente peor para los americanos.

El Imperio Británico no dejó continente sin ‘visitar’. En Norteamérica y El Caribe su política sólo tuvo en cuenta sus propios beneficios, persiguiendo a los indios por todos los medios (guerras, engaños, infecciones intencionadas); sus sucesores, los estadounidenses, llevaron a cabo un exterminio sistemático y planificado de la población nativa (entre otros medios se dispuso la eliminación de su principal fuente de recursos, el búfalo), cosa que, como es sabido, consiguieron. La India, desde mediados del XIX, estaba en poder de la Corona Británica después haber sido ‘propiedad’ de la Compañía de Indias, es decir, Inglaterra consideraba el subcontinente como una posesión y como tal lo trató. En Sudáfrica los ingleses lucharon contra los holandeses para hacerse con las riquezas minerales, y ambos masacraron a la población autóctona para, finalmente, implantar un régimen abiertamente racista que redujo a los nativos (así como a todos los que no fueran blancos) a la condición de inferioridad; y tal situación se mantuvo hasta cerca del final del siglo XX. En China los británicos pretendieron pagar el té con el opio que extraían de la India, provocado las Guerras del Opio; toda su acción se hizo según intereses económicos y políticos. Podría continuarse repasando el comportamiento británico en todo su imperio sin que el patrón se modificara: represión, racismo, muerte, expolio (el Museo Británico es buena muestra), y todo supeditado a sus pretensiones territoriales, comerciales, estratégicas y políticas. Así las cosas, ¿hubieran dado los ingleses mejor trato a los indios de Centro y Sudamérica?  

Holanda jamás miró a Sudáfrica con ojos distintos a los del racista más radical, de manera que, en comandita con Inglaterra, legalizó el régimen racista (el ‘apartheid’, de inspiración nazi) hasta hace un par de décadas. Su vecino, Bélgica, se adueñó de Congo, territorio que se convirtió en propiedad privada del rey Leopoldo II; entre 1860 y 1900 asesinaron a entre cinco y diez millones de africanos y amputaron cientos de miles de manos (los capataces llegaron a usarlas como moneda); y cuando la situación se volvió escandalosa se quedó en un sistema presidido por la pura discriminación hasta los 60 del siglo pasado; además, nunca hubo ninguna intención de organizar o de llevar la democracia que ya había en la metrópoli. Francia ocupó Argelia de 1830 a 1962; en 1881 se divide a los habitantes de Argelia entre ‘ciudadanos’ (los colonos franceses) y ‘sujetos’ (los argelinos nativos); éstos carecían prácticamente de derechos, y durante la ocupación y la subsiguiente guerra de independencia, los franceses recurrieron continuamente al terrorismo y la tortura; y ello por no hablar de la actuación de Francia en otros territorios africanos, americanos y asiáticos. La conducta de Japón en Corea o Manchuria resulta escalofriante, como demuestra la barbarie (tan o más nazi que los propios nazis) del Escuadrón 731, donde se experimentó con personas y se torturó de modo atroz; lo peor es que había escuadrones de este tipo desde Pekín hasta Singapur. ¿Hay algo que haga suponer que cualquiera de ellos hubiera actuado de modo más humano que España?

¿Alemanes en la América del siglo XVI? Pues sí. Y su comportamiento fue cualquier cosa menos ejemplar. El emperador Carlos I había cedido la conquista de las regiones venezolanas a la Casa Welser (familia de banqueros y financieros de Augsburgo), que desde el territorio de Santa Ana del Coro emprendieron varias expediciones: Ambrosio Talfinger fundó Maracaibo, Georg Hohermuth llegó hasta la Alta Amazonia, y Nicolás Federman hasta Bogotá, todos ellos con una única idea, la búsqueda del oro y otras riquezas, sobre todo minerales. Como cabía esperar, los enfrentamientos entre alemanes (que trataron a los indios con la máxima y más racista brutalidad) y españoles no tardaron en producirse. Y es que los germanos tenían mucha más avidez por el oro que los extremeños. Federman era codicioso, feroz y de sangre muy fría, y en su cabeza sólo había un modo de avance: matar y saquear, hacerse con todo el metal precioso posible y vender como esclavos a todos los supervivientes; este explorador germano fue detenido y enviado a Madrid por no pagar a la corona española lo pactado, pero fue el único teutón que, al final, no dejó la vida en la Amazonía. Hohermuth (llamado también Jorge Spira), perdió la razón, según el cronista Antonio de Herrera, por su obsesión por las riquezas; él y la mayoría de su hueste (unos 350 hombres) murieron en una búsqueda desesperada y enloquecida de tesoros en la selva, comidos por los mosquitos, hostigados por los indios, debilitados por el hambre, trastornados por la jungla y, al fin, exterminados por las fiebres tropicales. Al final, después de casi 30 años de gobernantes y expediciones alemanas, todos sus generales excepto el mencionado Federman murieron allí; esas escasas tres décadas fueron “uno de los períodos más brutales de la conquista de nuestro territorio (…). Armas y dinero, soldados y banqueros, aristas indiscutibles de la hoguera que su propia ambición avivó” (según Carlos Alfredo Martín en ‘El camino sangriento de Eldorado: la Venezuela de los Welser’).   

Comprobando cómo actuaron estos otros conquistadores, es fácil deducir que, en caso de haber llegado antes a estas tierras los ingleses, holandeses o franceses, los indios no hubieran recibido mejor trato, al contrario, hubieran sufrido mayores calamidades y tenido peor consideración, ya que nunca nadie habría puesto freno legal a su avaricia. Además, ni los alemanes en Sudamérica ni los demás en sus colonias pretendían nada que no fuera la riqueza, no ansiaron ningún hallazgo o conquista de mérito, no llevaron a cabo acciones gloriosas ni alcanzaron el mínimo triunfo. Asimismo, todos ellos se condujeron con un racismo y discriminación insoportables, y por eso no hay mestizos inglés-indígena en ninguna parte del mundo (África, América, India…), ni holandés-indígena (africano, asiático o americano), ni belga-africano, ni francés-magrebí, ni japonés-manchú…; sin embargo, el mestizaje es abundantísimo en Hispanoamérica. Según el hispanista británico Hugh Thomas (en su obra ‘Felipe II, el señor del mundo’): “El mestizaje fue la mayor obra de arte lograda por los españoles en el Nuevo Mundo (…). A aquellos que piensen que se trata de una afirmación obvia les pediría que consideren cuán raro fue este estado de cosas entre los anglosajones y los indios de Norteamérica”.

Por último, recuérdese que la actuación de España en América se produjo tres siglos antes de que se promulgaran los Derechos Humanos, mientras que ingleses, holandeses, belgas o franceses masacraron y discriminaron desde sus parlamentos democráticos…

CARLOS DEL RIEGO