domingo, 17 de abril de 2016

LED ZEPPELIN Y EL ETERNO ASUNTO DEL PLAGIO En los mentideros y lugares donde se habla de rock se ha comentado, con apasionamiento pero sin sorpresa, la noticia del juicio que se va a seguir contra la canción ‘Starway to heaven’ de Led Zeppelin.

Led Zeppelin tiene ya el feo sambenito de copista, pero aunque haya tomado de unos y otros para 'inspirarse', el que esté libre de ese pecado....
Así es, un juez en California ha admitido a trámite la denuncia interpuesta contra el grupo inglés, al que se acusa de haber plagiado la entrada de su exitosa canción, que según el magistrado presenta excesivas similitudes con ‘Taurus’, pieza del grupo Spirit. Hay que recordar que éste dejó de existir hace mucho, que el autor de la canción supuestamente plagiada, Randy California, murió hace veinte años (de hecho han muerto tres de los cinco miembros originales), que Randy nunca reclamó ni exigió nada por este asunto, y que quien ha puesto en marcha el proceso ha sido el que fuera representante de Randy Wolfe (su verdadero nombre).

Que Led Zeppelin (especialmente su guitarrista Jimmi Page) cimentó su leyenda fusilando el talento de algunos de los más grandes ‘bluesmen’ estadounidenses es algo de sobra conocido por todo interesado en el mundillo del rock. Infinidad de veces se han demostrad los plagios perpetrados por el emblemático guitarrista; muchas veces tomaba frases melódicas enteras a las que sólo modifica el tempo, otras copiaba versos enteros, algunas calcaba palabra por palabra hasta el título de la obra imitada, en ocasiones se limitaba a modificar ligeramente la letra y, en fin, las más, agarraba de aquí y de allí, retocaba, redecoraba, ponía un nuevo título y ya está: tema nuevo listo. Él y su colega-cómplice Robert Plant daban una diferente ambientación a lo que achicharraban, le añadían arreglos diferentes, cambiaban el ritmo y, con sonidos diferentes, presentaban la canción como propia… En el mejor de los casos podría decirse que se trataba de algo así como una variación sobre el original, y en el peor que era poco menos que una fotocopia.   

Sí, los Led Zep atracaron a músicos y grupos de todo tipo como Moby Grape, Jake Holmes, Little Richard o Procol Harum, pero su debilidad eran las entradas, riffs y secuencias melódicas de algunos de los grandes clásicos del blues como Otis Rush, Muddy Waters, Bobby Parker, Willie Dixon …, ¡hasta se atrevieron con Robert Johnson! Claro, en su época resultaba muy difícil que alguien cayera en los parecidos (en algunos casos evidentes, y en otros, mucho más ocultos), pero con el paso del tiempo y la posibilidad de escuchar prácticamente todo en cualquier momento, los abundantes ejemplos de la apropiación indebida perpetrada por Page y Plant se han convertido en vox pópuli. Sin embargo, precisamente en el proceso de ‘Taurus’ contra ‘Starway to heaven’ la cosa se presta más a la discusión…, en fin, que las pruebas de plagio no parecen tan flagrantes, tan evidentes como en otros. Es más, se puede afirmar que, en realidad, no se parecen tanto; de las tres partes en que se estructura la ‘escalera’ sólo hay problema con la primera, con la entrada, mientras que las otras dos no presenta indicios demasiado sospechosos; y además en esos primeros compases ambas muestra una acústica y un fondo etéreo, sí, pero las similitudes terminan ahí, pues las guitarras desarrollan líneas melódicas muy distintas… Un elefante y un ratón tienen un 90% de genes similares, y sin embargo se parecen muy poco.

De todos modos el rock & roll está lleno de episodios similares más o menos evidentes: en ocasiones una gran canción se inspira en unos segundos de otra (algo aceptable), pero hay otros en que se arrasa con largos minutos del original. Así, Chuck Berry tomó un toque de piano de una pieza de Louis Jordan (de 1946) y lo trasplantó, acorde por acorde, a su ‘Johnny B Goode’ para construir esa famosa entrada de guitarra; luego  John Lennon se adueñó alguna frase de una de Chuck Berry para hacer su excelente ‘Come together’; Oasis (o sea, los hermanos Gallagher) han tomado prestados de Lennon y McCartney innumerables pasajes para otras tantas canciones…, y así sucesivamente. En otras palabras, el universo del rock está saturado de denuncias, sospechas y evidencias de robo de versos y melodías; y de las acusaciones no se libra casi nadie, desde Michael Jackson hasta George Harrison, desde The Doors hasta ZZ Top. ¡Y qué no habrán hecho los grupos españoles! ¡Y qué no se habrá hecho con las infinitas construcciones melódicas que dejaron los compositores clásicos!, ¿cuántas sinfonías, sonatas o arias han sido, seguro, cortadas y pegadas?

Afirman los eruditos que en los siglos gloriosos de la música clásica era práctica habitual tomar algún pasaje firmado por otro y desarrollarlo según ideas propias. Y al parecer, al autor original no sólo no le parecía mal, sino que se sentía halagado por el hecho de que otro quisiera basarse en su trabajo y darle nueva ambientación, perfeccionarlo, enriquecerlo, llevarlo por caminos diferentes… Más aún, algunos expertos sostienen la teoría de que Cervantes se inspiró en una obra anterior (una que hablaba de un tipo que se vuelve majara por leer demasiado) para componer el arranque de su colosal creación, y no por eso se puede hablar de plagio. Todo gran artista, de hecho, toma inspiración de otros artistas que le precedieron y da el siguiente paso.

Claro que una cosa es tomar impulso apoyándose en algo ya hecho y luego correr por propia cuenta, y otra es hacer toda la carrera subido a hombros de intelectos ajenos… En cualquier caso, y a pesar de que ya tiene el sambenito encima, la aportación de Led Zeppelin, más allá de haber dado una vuelta de tuerca (o toda la rosca) a obras de anteriores autores, queda fuera de discusión.


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 13 de abril de 2016

COMENTARIOS EN INTERNET, ANTOLOGÍA DEL DISPARATE La posibilidad de difundir opiniones que proporcionan a todo el mundo los múltiples foros de internet revela, entre otras cosas, la desinformación e ignorancia en que se basan muchas de ellas, lo cual conduce inevitablemente al disparate

Muchos muestran en la Red tanta instrucción como un pollino
Todos esos foros, debates y tertulias que se establecen en el apartado de comentarios de los periódicos y demás sitios que admiten participación son, sin duda, algo muy deseable, ya que se permite a todo el mundo manifestar su opinión, sus creencias, ideologías, criterios… y también su grado de cultura, formación e incluso su educación. Así, se leen por ahí críticas profundas, interpretaciones juiciosas, reflexiones lúcidas o exposiciones muy ilustrativas; pero también se observan muestras evidentes de ignorancia ilimitada, dislates que resulta difícil explicarse, enormidades insensatas o desvaríos delirantes. Es curioso comprobar cómo existen criaturas internéticas (¿) que escriben comentarios a una noticia sin haber leído más allá del titular, personas que, dejándose llevar por un primer impulso, se lanzan a enjuiciar sin haberse molestado en leer el texto en su totalidad o, en todo caso, sin prestar la atención mínima para comprenderlo. Lógicamente, lo que estos comentaristas escriben es poco menos que una confesión de ignorancia, que en muchos casos se presenta acompañada de chabacanería y ordinariez.

Esto puede comprobarse a diario, más aún, casi cada minuto, en todos los lugares donde existe la posibilidad de manifestarse. Así, las necedades que parte del personal se deja decir llenarían un libro más largo que El Quijote (partes una y dos). Algunas de ellas, por lo fácil que es rebatirlas, resultan desconcertantes. Una sandez muy gorda, que ha resucitado con motivo de un artículo en un diario deportivo, es la que afirma el Real Madrid ganó sus primeras seis copas de Europa (de 1955 a 1960 y en la 65-66) porque Franco tenía amedrentados, atemorizados, acogotados, dominados a los países europeos y a sus instituciones, de manera que todos (árbitros, directivos, organismos) se veían obligados a favorecer a dicho equipo… La realidad, sin embargo, dice que el dictador no tenía la mínima influencia más allá de los Pirineos: casi cada semana había manifestaciones en su contra en las principales capitales europeas con declaraciones de políticos y dirigentes; apenas un par de veces se atrevió a salir del país siendo Jefe de Estado (a Italia y a Portugal); España fue excluida de la ONU y se le negó su entrada en los organismos económicos europeos (la Comunidad del Carbón y el Acero, luego Comunidad Económica Europea y finalmente Unión Europea); estuvo años sin embajadores… En fin, si Franco y su régimen fueron aislados social, política y económicamente, si España estaba subdesarrollada y su industria era casi testimonial, ¿cómo asustaría Franco a Europa para que se favoreciese al Real Madrid? 

También suelen verse por ahí cifras desproporcionadas cuando se habla de muertos. Por ejemplo, hay quien sostiene en los sitios de debate que España mató a más de ¡cien millones! de indios durante su estancia en América. Dejando a un lado el hecho de que entre el 90 y el 95 por ciento de las muertes (según los autores más indigenistas) se debieron a las enfermedades (a las que tarde o temprano los indios habían de enfrentarse), resulta difícil acabar con cien cuando, según los más optimistas, no habría ni ochenta; así, hay investigadores que sostienen que no había más de 9 millones de indios antes de la llegada de Colón (España y Portugal tenían, en total, unos 10 millones de habitantes), mientras que otros lo elevan hasta esos ochenta. Por otro lado, según investigaciones sobre los restos óseos, se sabe que existía una elevadísima tasa de mortalidad infantil y que la esperanza de vida era muy baja, con lo que es muy difícil el aumento de la población; además, las precolombinas eran sociedades extremadamente violentas, en las que el pueblo dominante sojuzgaba, esclavizaba y masacraba a los demás. En todo caso, siguiendo a los historiadores menos ideologizados, la población indígena hacia 1500 estaría entre los 40 y los 55 millones; así, parece difícil matar a cien millones. 

Volviendo al asunto deportivo. La figura de Rafael Nadal es denostada por una auténtica legión de opinadores, los cuales señalan convencidos que el tenista se dopa y si no ha sido acusado oficialmente es porque está protegido por las agencias antidopaje; esta especie se da tanto en España como fuera. Un hecho cierto es que en sus doce años de profesional el deportista se ha sometido a cuantos controles anti-dóping se le han presentado; en total son más de 400, lo que significa que ha pasado unos 34 cada año (a todas las horas del día y de la noche), o sea, uno cada diez días, sin habérsele detectado nunca el más mínimo indicio de sustancia prohibida. Por otro lado, reiterarse en que la ausencia de positivos se debe a que goza de protección y que le han enmascarado positivos tiene muy poca lógica; si en USA la Agencia Antidopaje Americana acosó hasta derribarlo a un personaje tan emblemático y admirado en su país como Lance Armstrong (recibido por el presidente, elevado a símbolo de la superación y la lucha contra el cáncer), ¿por qué iba a tener tanto miramiento con un extranjero? Y del mismo modo la Agencia Mundial Antidopaje y los organismos correspondientes del Comité Olímpico Internacional.

Y una más, una muy típica del ‘pesimista narcisista’, ese español que se cree que su país aglutina todo lo peor del planeta. Se puede leer, sobre todo en algunos periódicos, que “España es el país más corrupto del mundo”. Esta especie de paranoia la rebatió un comentarista desde un país sudamericano, quien dejaba escrito refiriéndose a los españoles: “ustedes no saben lo que es corrupción y robo institucionalizado, ustedes no saben qué es injusticia, ustedes no saben lo que es crisis”…, para a continuación recorrer media docena de repúblicas iberoamericanas siguiendo sólo los casos más escandalosos. Además, nadie negará que hay mucha más perversión pública en África y en casi toda Asia, más en la Europa del Este e incluso en algunos países cercanos…

De todos modos, dado el anonimato y la impunidad para decir cualquier cosa de que se goza en Internet, podrán seguir leyéndose ahí los más absurdos desvaríos. Sí, ese anonimato permite a cada uno expresar sus carencias.     
        

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 10 de abril de 2016

¿DEBE EL ARTISTA, COMO HACE SPRINGSTEEN, ESTAR SIEMPRE EN PIE DE GUERRA? La suspensión de un concierto de El Jefe como protesta contra una norma impuesta en la ciudad donde debía tocar, da pie a preguntarse si los músicos, escritores o pintores han de estar permanente enfadados con algo o con alguien

El gran Bruce Springsteen es el arquetipo del artista comprometido, aunque a veces sus posturas puedan parecer desconcertantes y contradictorias
Bruce Sprignsteen ha cancelado un concierto en una ciudad estadounidense del estado de Carolina del Norte; según el propio artista, no tocará como forma de protesta contra la llamada ‘bathroom low. HB2’ (‘ley del baño’), una ley que, afirma, va contra el colectivo de transexuales, pues al parecer, ese estado obliga a que cada uno vaya al servicio que le corresponde en función de lo que diga su documentación, no según lo que haya elegido. Dejando a un lado el hecho de que esa norma afectaría a una parte pequeñísima de la población, y evitando también el hecho de que el trastorno causado tampoco sería para presentar denuncia ante el Tribunal de Derechos Humanos como delito de lesa humanidad, desde la incorrección política cabe la pregunta: ¿es éste suficiente motivo para suspender un concierto?; y por otra parte, ¿tienen que estar los artistas permanentemente metidos en faena reivindicativa?

Seguro que serían miles de personas las que tenían su entrada y esperaban el concierto con ilusión, sin embargo, el artista decidió castigarlos por una ley que, evidentemente, promulgaron otros. Con bastante seguridad, los que escribieron esa norma no perderán el sueño ante la actitud de Springsteen, mientras que los que no han tenido que ver con el asunto (o sea, el público) sí que se llevarían una gran decepción al enterarse de la suspensión del ‘show’. El músico ha explicado que no se le ocurre una acción de protesta más potente con la que dejar constancia de su repulsa hacia la mencionada ley; es decir (continuando con la postura de incorrección política), sancionar y escarmentar a los inocentes le parece lo más apropiado para manifestar su disgusto y rechazo a los legisladores... Puestos a ello, tendría mucha mayor repercusión que él y su banda encabezaran una manifa ante el organismo correspondiente, e incluso que una vez allí improvisaran una cancioncilla alusiva; sin la menor duda, la foto del artista cantando pancarta en mano sería portada en medio mundo, con lo que la protesta obtendría muchísima más repercusión y el hecho se convertiría en emblemático. Y en todo caso, no pagarían justos por pecadores.

La cuestión de fondo está en esa especie de obligación de permanente compromiso social que algunos, ya sean artistas o no, atribuyen a los músicos, escritores, pintores… Así es, abunda la opinión de que los autores deben estar siempre en guardia, prestos a realizar todo tipo de actos que demuestren su ‘compromiso social’, preocupados de que su arte tenga siempre mensaje; así, han de manifestarse políticamente (eso sí, sólo se admite como correcta una opinión) y tienen que dejar clara su posición en todo tipo de asuntos: proclamar su preocupación por el medio ambiente, expresar su repulsa a la riqueza y las desigualdades, escribir sobre utopías humanísticas o arremeter contra los poderes establecidos…, continuamente, insistentemente. En fin, se exige que su arte esté orientado exclusivamente a denunciar las infinitas maldades de este mundo.  

Y si no lo hacen así serán señalados, serán ridiculizados y tachados de hacer el caldo gordo al poder, al capitalismo, a la sociedad de consumo. El caso es que si se toma postura activa en temas como el de quién debe entrar en el WC de señoras y quién en el de caballeros, da la impresión de que habría que hacer lo mismo con otros muchos atropellos e injusticias ya que, de lo contrario, colectivos que tienen problemas muchísimo más serios podrían sentirse agraviados. De este modo, habrá quien piense que si este gran personaje se moja de modo tan radical por algo así, bien podría echar una mano en otros casos que resultan muchísimo más escandalosos; por ejemplo, The Boss no dijo una palabra sobre Guantánamo cuando se reunió con Obama. Dicho de otro modo, ¿nunca ha tocado el gran Bruce Springsteen en una ciudad en la que se dieran mayores injusticias?, ¿sus actuaciones siempre han sido en lugares bendecidos por la justicia plena, la total honradez y la perfecta equidad?, ¿de verdad que en Nueva York (donde ha tocado tantas veces) no hay causas sociales e injusticias que merezcan una postura tan radical?, ¿qué otros motivos solidarios le llevaron a anteriores suspensiones? ¿Debieron Rolling Stones cancelar su reciente debut en Cuba a causa de la ausencia de derechos y democracia que aun se da allí?

Sea como sea, debe ser agotador estar todo el día reclamando, todo el tiempo protestando, reivindicando, condenando, enjuiciando, reprochando. Cierto que el rock es (casi) sinónimo de rebeldía, pero ésta se puede expresar también haciendo canciones ruidosas, contado la aventura de aquella cita, lo divertido de la fiesta de anoche, lo malo de estar en chirona, e incluso vistiéndose del modo más estrafalario y provocativo. No hay que olvidar que la música (al igual que la literatura o las artes plásticas) también tiene un componente festivo y vitalista; y aunque es beneficioso e incluso necesario que el grupo de rock deje constancia puntual de su postura ante situaciones indeseables o problemas generales, no parece lógico exigirle que haga de cada disco un manifiesto, de cada concierto un mitin, de cada declaración una arenga. Hay bandas, sin embargo, que tienen ahí su objetivo, insistentemente, monotemáticamente…, y parecen haberse metido tanto en ese papel mesiánico que están convencidas de que con sus melodías pueden modificar conductas, alterar actitudes y cambiar modos de pensar, o incluso cambiar el mundo. E igualmente hay público para un rock con tales intenciones.

Bueno, tiene que haber de todo.       
      

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 6 de abril de 2016

EL CURIOSO CASO DEL RETRATO DE STALIN QUE HIZO PICASSO Unos días después de la muerte de Josif Stalin (marzo, 1953), la revista de tendencia comunista Las Letras Francesas colocó en su portada un retrato del dictador soviético firmado por Picasso; lo que parecía un excelso homenaje se convirtió en un calvario…

Portada de la revista literaria francesa de tendencia comunista con la que se quiso homenajear a Stalin y en la que se publicó el polémico retrato.
En la Francia inmediatamente posterior al fin de la Segunda Guerra Mundial el Partido Comunista tenía gran influencia tanto entre la población (con muchos afiliados y simpatizantes) como en los ámbitos políticos y, sobre todo, culturales; también es oportuno recordar que el PCF obedecía incondicionalmente las órdenes que dictaba Moscú. Igualmente, los dogmas soviéticos habían señalado como único arte admisible el neorrealismo socialista, de manera que lo contrario, lo abstracto, no era sino “imperialismo estadounidense, que todo lo corrompe”, “la bancarrota artística del capitalismo”. Entre los artistas que encarnaban ese “hedor viciado” estaba Pablo Picasso, quien para entonces ya se había afiliado al partido; desde éste se comunicó que ni Picasso ni Léger eran pintores comunistas, sino simples afiliados…

Cuando a principios de marzo de 1953 muere Stalin, los directores y editores de Les Lettres Françaises tuvieron la idea de hacer un monográfico que incluyera un buen número de firmas que, inevitablemente, loaran su figura. Y como guinda, para la portada encargaron un retrato del dictador a Picasso. Viendo el dibujo del malagueño resulta muy difícil entender todo el revuelo e indignación que se desató entre las filas del comunismo francés…

Apenas puestos los ejemplares en las calles llegó la airada respuesta de los más fanáticos, la cual se contagió como la peste entre toda la militancia, incluyendo a los que habían tenido la genial idea, entre los que estaba el escritor Louis Aragón, combativo y exaltado militante. Cuenta el gran investigador británico Antony Beevor en su muy recomendable obra ‘París después de la liberación’ que, ante la conmoción producida entre los comunistas, el editor Pierre Daix telefoneó a Louis Aragón, pero contestó la esposa de éste, Elsa Triolet, la cual, rabiosa, furiosa, le gritó que cómo se le había ocurrido encargar a Picasso un dibujo del gran Stalin; ante este ataque, Daix se defendió: “Stalin no es Dios Padre”; pero ella, enardecida, contestó “sí que lo es”, y añadió que aunque el retrato estaba hecho con respeto “Picasso ha osado tocar su cara, ¿no lo entiendes?, ha osado tocarla” (capítulo XXX, pág. 327).

El siempre desafiante Louis Aragón, quien tuvo la genial idea del retrato, reculó, se dio de golpes en el pecho y escribió compungidas disculpas en el siguiente número de la mencionada revista literaria, la cual también publicó numerosas críticas al retrato procedentes de diversos y significados nombres del comunismo francés; un texto preguntaba: “¿dónde se expresa en el retrato de Picasso la bondad y el amor por los hombres de Stalin?”; otro afirmaba: “dibujar al padre de los pueblos es, pura y simplemente, una herejía”; igualmente el Partido Comunista Francés emitió un comunicado desaprobando “categóricamente la publicación del retrato del gran Stalin”, calificado como “el más grande titán de todos los tiempos” y a quien se había representado “como una persona cruel y con rasgos asiáticos”. Además, la redacción de la revista recibió múltiples llamadas insultantes y amenazadoras. Es fácil suponer que, en caso de haberse producido el incidente más allá del telón de acero, algunos hubieran terminado en Siberia…, o de espaldas al paredón.    

Contemplando hoy la creación picassiana resulta difícil entender el por qué de tanto alboroto, ya que el artista trató el rostro del líder soviético de modo más bien realista, sin cubismos ni deformaciones. Por eso, se antoja incomprensible la auto-humillación, las disculpas infinitas de Aragón y los demás responsables de la publicación. Sea como sea, el caso es evidencia concluyente del grado de fanatismo que exigía la pertenencia al estalinismo francés, que vivía al dictado del Krmelin y aceptaba sin rechistar y con total sumisión las disposiciones, órdenes y opiniones del secretario general. En realidad, eran más papistas que el papa, puesto que cuando Nikita Kruchov en 1956 denunció los crímenes y atrocidades de Stalin (en el XX Congreso del Pcus), los comunistas galos miraron a otro lado, y sus publicaciones no dijeron nada, no trataron el tema en sus páginas a pesar de ser noticia de primera a escala internacional.            

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 3 de abril de 2016

EMERSON: CUANDO EL ROCK VALORABA LA EJECUCIÓN EXCELENTE Keit Emerson falleció hace unos días. El histórico teclista, además de pionero en el uso de los teclados electrónicos, era un fino representante de un valor que se ha venido perdiendo en el mundo del rock en los últimos decenios, el virtuosismo, la excelencia en la ejecución musical.

Keith Emerson, un pionero de la electrónica, un virtuoso de los teclados.
En la primera mitad de los setenta del siglo pasado empezaron a tomar notoriedad (limitada a la órbita de la música rock) una serie de grupos que, además de canciones, proponían un gran dominio del instrumento, un talento especial en la materialización de la música, una destreza excelente ya fuera con el piano, la guitarra, la percusión, la flauta, el saxofón, el violín... Y todo ello sin abandonar el entorno del rock. Los adeptos más veteranos del género tendrán en su memoria los lúcidos paisajes de jazz por los que se paseaba la guitarra de Robert Fripp (King Crimson), las virguerías disparatadas o las demostraciones académicas de la flauta travesera de Ian Anderson (Jethro Tull), la exquisita elegancia de la guitarra de Andy Latimer (Camel) o la inmensidad abrumadora de los órganos de Rick Wakeman (Yes), por citar sólo a unos pocos de aquellos que, entonces, eran auténticos héroes. Todos tenían en común un vigoroso talento interpretativo que hacía que, además de integrarse en la melodía, el oyente quedara atrapado en el genio de unos artistas capaces de transmitir todo tipo de emociones con ‘sólo’ ese lenguaje universal que no precisa palabras.


Entre aquellos verdaderos superdotados estaba en lugar preferente Keith Emerson, que se dio a conocer como integrante de uno de los primeros ‘supergrupos’, Emerson, Lake & Palmer (ELP). Los Beatles habían dejado un hueco tan imposible de llenar que la música pop y rock, ante la imposibilidad de seguir donde ellos lo habían dejado, se vio obligada a abrir nuevos caminos. En esa circunstancia surge la unión de tres músicos de reconocida solvencia y sólido pasado. ELP sorprendieron con un primer álbum que presentaba una serie de texturas sonoras absolutamente novedosas y originales, unas  desconocidas tonalidades sónicas que dejaban al personal boquiabierto, desconcertado; Emerson tomaba partituras de colosos como Bach o Bartok y las adornaba con su panoplia de innovadores teclados. Era una nueva visión de la música rock en la que el talento interpretativo tomaba tanta importancia como la mismísima composición; las sutiles guitarras de Lake (acústica, eléctrica, bajo) y las infinitas percusiones de Palmer proporcionaban la base ideal para que Emerson diera nueva vida a añejas partituras (en todos sus discos hay obras de autores clásicos) o liberara su talento creativo.

Tras aquel primer álbum, en 1970, hicieron otros cuatro antes del 74, todos ellos de gran mérito y enorme valor artístico. Pero, tal vez, la obra cumbre de su estilo sea ‘Trilogy’. Además de las partes vocales, de las preciosas canciones y de los ambientes oníricos (se cuenta que la portada iba a ser un cuadro de Dalí, pero pedía tal cantidad de dinero que la idea se desechó), además de los tremendos saltos que se producen (incluyendo un increíble y divertido piano estilo ‘saloon’), con este elepé Keith Emerson consiguió que los aficionados al rock (los que tenían visión más amplia) comprendieran y disfrutaran de la belleza y potencia que puede transmitir un piano, el piano solo, un gran Steinway Piano; tan es así que no son pocos los que hoy son capaces de paladear un buen solo de piano, sea en el género que sea, gracias a aquellas demostraciones de talento con que Emerson fascinó hace más de cuarenta años. En fin, gracias a él (y a otros como él) muchos entendieron cómo una interpretación técnicamente excelente es tan valiosa como la creación de una melodía brillante.

Todo eso se disipó entre la rabia del punk. Así, de repente, el virtuoso dejó de ser apreciado, el genio interpretativo dejó de interesar. Lo único que las nuevas bandas pretendían era expresar energía iracunda con un par de acordes y, en muchos casos, pésimas ejecuciones, salidas de tono, instrumentos desafinados… En este negocio de la música rock cada época es distinta y deudora de su momento, de lo que la rodea, de su circunstancia, de modo que los cambios son drásticos: el estilo que hoy triunfa mañana será aborrecido, lo que hoy gusta mañana será despreciado. Pero con el paso del tiempo, con la perspectiva necesaria, lo que tiene mérito regresa y vuelve a ser reconocido, y por eso es obligatorio recordar aquellos años y aquellos músicos. Claro que, lo bueno de esto del rock, es que admite tanto a los técnicamente excelentes como a los tuercebotas rasca-guitarras.   

Sea como sea, algunos majaras guardan como oro en paño, con cariño y emoción a veces nostálgica, aquellos primeros cinco elepés de Emerson, Lake & Palmer. Son recuerdo impagable de esa época en la que se comprendió que el virtuosismo también tiene cabida en el universo del rock.


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 30 de marzo de 2016

ATENTADO BRUSELAS CULPABLES. EL PECADO ORIGINAL DE LOS EUROPEOS Unos días después de la matanza de Bruselas todo el mundo ha elevado su voz para manifestar opinión. La mayor parte de las mismas son razonables, pero se han difundido otras que son auténticos disparates, como esa que culpa de todo a los europeos.

Según ciertos individuos de mente obtusa, los europeos nacen con un pecado original, y son los culpables de todos los males de este mundo.
Viendo esos sucesos con un poco de distancia se puede uno formar idea y opinión documentada. Sin embargo, existen personajes de relevancia que en lugar de opiniones lo que expresan son disparates. Así, algunas voces (como la del actor estadounidense Morgan Freeman) culpan a la religión, e incluso los hay que van más allá y piden que se prohíba; por su parte, nada menos que el Papa Francisco acusó a las fábricas de armas de ser, finalmente, los responsables; pero el personaje que ha dejado patente su estrechez mental más allá de toda duda razonable es el alcalde de Zaragoza, que no tuvo reparo en afirmar que esta violencia es la que Europa debe esperar, pues es la respuesta a la que ella misma ejerció en todo el mundo; según este, el viejo continente se está llevando su merecido.

Sin embargo, esas tres posturas son muy fáciles de rebatir con argumentos concluyentes. Si, como señalan muchos, la culpa es de la religión (así, en genérico), la gran mayoría de los creyentes estarían poniendo bombas a diario y la religión agredida respondería a la agresora con las mismas armas. Por otro lado, el hecho de que se perpetren espantosas masacres en nombre de la religión no hace a ésta responsable, puesto que también se ha matado en nombre de la democracia, de la libertad, del progreso…, pero a nadie se le ocurriría decir que la culpa de estas muertes sea achacable a la democracia, la libertad o el progreso.

El Papa es infalible cuando trata asuntos teológicos, pero si emite un dictamen sobre, por ejemplo, una novela, su opinión será tan respetable como la de cualquier otro, pero habrá perdido ya la infalibilidad. Por eso, sin dejar de lado el hecho de que las fábricas de armas están interesadas en que existan conflictos armados para dar mayor salida a sus productos (convirtiendo así su objetivo en indeseable), tampoco es cierta la afirmación del pontífice. Y no lo es porque, en realidad, los productos para fabricar bombas y detonadores se pueden comprar legalmente en droguerías y ferreterías, sin tocar ni un solo artículo salido de la cadena de montaje de la fábrica de armas. Es más, si uno acuchilla a otro, ¿se culpabilizaría de ello al fabricante de cuchillos? En lo que el bienintencionado religioso argentino sí tiene razón es en que sin fábricas de armas (o mucho más controladas), seguro que habría menos conflictos, menos sangre.       
De todos modos, la 'summa cum laude' de la estulticia es, sin duda, para el alcalde de Zaragoza, un petimetre llamado Pedro que, dicho sea de paso, da la sensación de que gasta más horas en el acicalamiento personal que una vedete. Este sujeto echó la culpa de la masacre a Europa en general, o sea, a todos los europeos desde Laponia al Algarve, desde Finisterre hasta los Urales; según tal monstruosidad todos los nacidos aquí llegaron al mundo con una especie de pecado original, todos tienen una responsabilidad colectiva por haber tenido la desgracia de nacer europeos. Es el pecado original con el que nacen españoles o franceses, ingleses o belgas, portugueses o eslovacos, estonios o bielorrusos…, esto es en esencia lo que sostiene el lechuguino. Alguien debería hacerle saber a este heliogábalo, a esta especie de estantigua que el 80% de los atentados terroristas de origen islamista se producen lejos de Europa; así, en las últimas semanas ha habido que lamentar sangrientos ataques terroristas en Chad, Costa de Marfil, Nigeria, Iraq, Pakistán, Yemen, Siria, Turquía…, lo que contradice la ocurrencia de que Occidente está sufriendo una venganza. Claro que, tal vez, el problema de este dudoso personajillo es que entiende que esos países son europeos. Por otro lado, es característico de las mentes totalitarias (esas que se atribuyen el monopolio de la verdad) la tendencia a la generalización culpable, a señalar con el dedo acusador a colectivos enteros. De este modo, el engominado y repeinado personajillo se atreve a decir que "nos vuelve la violencia que sembramos", como si los agricultores ucranianos o los mineros bercianos que apenas han salido de su pueblo sean responsables de las acciones ejercidas por unos políticos en cualquier lugar del planeta hace décadas o siglos. En fin, este Pedro demuestra tener menos cerebro que un calcetín.   

Al final, por mucho desvarío y esperpento mental que se propale, es absolutamente innegable que los que matan son individuos con nombre y apellido, personas concretas, en otras palabras, los que aprietan el gatillo o el detonador son (junto a quienes los financian, los ayudan y los convencen) los verdaderos y únicos culpables.        
CARLOS DEL RIEGO

  

lunes, 28 de marzo de 2016

EL ROCK & ROLL TAMBIÉN HABLA DE CRIST0 La figura de Cristo es, muy probablemente, la que más ha influido en el devenir de la Historia. No es extraño, por tanto, que llegado el momento, el rock & roll también se haya fijado en tamaña figura.

El rock también ha hablado de Jesucristo
Aunque a lo largo del año son varias las fechas y festividades que en los cinco continentes lo recuerdan, es en Semana Santa cuando la figura de Cristo se convierte en protagonista absoluta. No es necesario recordar lo mucho que la música se ha ocupado de aquel Hombre de Nazaret en siglos pasados, por lo que parece lógico que, cuando irrumpe, el rock también se haya interesado por Él; de hecho, raro es el autor adscrito a ese género que, antes o después, no se ha fijado en su persona. Lógicamente, algunos lo han hecho con irreverencia e incluso de un modo insultante, pero la gran mayoría se atreven a hablar del asunto con respeto y, en muchas ocasiones, con verdadera veneración. Es oportuno recordar que el góspel o espiritual negro (¡cómo no acordarse de la deliciosa 'Oh happy day'!) y más recientemente las bandas que se incluyen en el 'rock cristiano' se dedican casi en exclusiva a glosar su vida, milagros y enseñanzas.

Pero ciñendo la cosa a la esfera del rock más bien clásico, podría enumerarse una lista larguísima de canciones de los grupos más dispares que le han dedicados sus versos. Lo primero que acude a la mente es el brillante elepé conceptual de 1970 'Jesucristo Superstar' (luego ópera rock, musical y película), el cual contiene algunas canciones absolutamente excelentes; a destacar los pasajes interpretados por el pasional Ian Gillan, solista de Deep Purple, a cuya voz el papel le iba que ni pintado; igualmente resultan irresistiblemente atractivas piezas como el ya emblemático 'Superstar'. Andrew Lloyd Weber y Tim Rice, los autores, presentaron a Cristo exclusivamente como hombre, y contaron la historia desde la perspectiva de Judas, que es tan protagonista como aquel; asimismo también proponen la duda: ¿y si hubiera venido hoy?, y se puede añadir ¿como una estrella del rock?    



Los más iniciados en los entresijos del rock seguro que han rememorado el primer verso de la primera canción del primer disco de Patti Smith; 'Horses' (1975) se abría con aquel 'Gloria, in excelsis Deo' al que seguía una versión del clásico de Van Morrison; la primera frase especificaba de manera provocativa "Jesús murió por los pecados de los demás, pero no por los míos"; lo curioso es que la musa del primer punk neoyorquino no es católica, a pesar de lo cual, siempre se manifestó devota de San Francisco de Asís…, tal vez por ello fuera invitada por el Papa Francisco a cantar en el Vaticano; la cara de Patti Smith, iluminada y entusiasmada, una cara en la que no cabe más expresión cuando saluda al pontífice argentino resulta, por tanto, desconcertante.  

Los músicos estadounidenses (seguramente por su educación) hablan constantemente, sin prejuicios y con convicción sobre el Personaje. El propio Bruce Springsteen se fija en la Pasión y en el dolor de una madre al ver a su único hijo pasar por un trance tan doloroso en su emocionante 'Jesus was an only son' ('Jesús fue hijo único'). Por su parte, Violent Femmes recuerdan a 'Jesus walking on the water', o sea, 'caminando sobre las aguas'. Y tampoco faltan Ramones, que en su 'I´m not Jesus' explican que no quieren morir por el pecado de otro y que, en todo caso, al no ser ellos Jesús, no pueden curarte. Los texanos ZZ Top, en su incomparable álbum 'Tres hombres' (sí, el que contiene el icónico 'La Grange') incluyen el explícito 'Jesus left Chicago', en cuya letra van señalando las ciudades en las que Cristo pasa haciendo milagros, desde que 'deja Chicago' hasta California, a través de casi toda Usa.

Fantástico es el 'Spirit in the sky' de Norman Greenbaum, una excelente canción que ya en su momento, a finales de los setenta del pasado siglo, fue recompensada con un éxito multitudinario; se trata de una suerte de blues sólido (con esa evocadora guitarra distorsionada) y ambiente sicodélico, una canción cuyo texto recomienda hacerse amigo de Jesús, ya que así podrá recomendarte cuando, tras palmar, estés a la puerta del cielo… Y eso que este hippy salido de los sesenta es y siempre ha sido un judío convencido y practicante.



Y hablando de judíos, imposible es tratar de este asunto sin hacer mención del a veces indeciso y tornadizo Bob Dylan. Como es sabido, Zimmerman es judío de nacimiento, pero hacia 1978-79 se convirtió al Cristianismo; cuenta él mismo que durante un concierto alguien le echó una cruz, la cogió y la metió en el bolsillo, al día siguiente, reflexionando, se dijo a sí mismo que necesitaba algo, algo distinto, metió la mano en el bolso y allí estaba la cruz...; también ha hablado de una visión de Cristo que experimentó en su habitación del hotel… El caso es que publicó tres álbumes bajo tan potente influencia, 'Slow train coming', 'Saved' y 'Shot of love', los dos primeros muy espirituales, muy góspel, el tercero más tendente al rock; casi toda la temática gira en torno a su nuevo credo, aunque en el último ya aparecen otros asuntos; se pueden recordar temas como el 'Mangave name to all the animals' o el 'Property of Jesus'. Al parecer, años después volvió a abrazar el judaísmo.

          
Entre otras muchas figuras del rock, The Byrds y The Doobie Brothers, The Queen o Depeche Mode, Velvet Underground, Roxy Music, Tom Waits… también se han referido a Jesucristo en sus versos, vistiéndolos del modo más variopinto. Curioso es que Beatles y Rolling Stones apenas hayan tocado el tema.  

CARLOS DEL RIEGO

jueves, 24 de marzo de 2016

LA ENVIDIA, CAUSA DEL ODIO ISLÁMICO Y DEL DE SUS ALIADOS OCCIDENTALES Las atrocidades perpetradas por los prehomínidos islámicos aterrorizan en todas partes, aunque buscan hacer el máximo daño a las democracias occidentales. La pregunta es ¿por qué ese odio enloquecido a Occidente?

Por inconcebible que resulte, hay europeos que comparten ideas y conceptos con los terroristas , como el odio a occidente.
Esa es la cuestión, puesto que el rencor especial que sienten hacia todo lo que suene a occidental está en el origen de esa violencia ciega que sienten esos sarracenos de mente estrecha, casi todos nacidos y criados en Europa. El caso es que, entre otras, una de las causas de ese odio islamista y deshumanizado hacia Europa y Usa (aunque matan en cualquier lugar del planeta) es la envidia, la más pura, insana, visceral y violenta envida. Su mayor deseo, su más pasional anhelo es hacer daño a las democracias surgidas de la tradición judeo-cristiana. ¿Por qué?, pues porque éstas han conducido al sistema político que, cargado de imperfecciones y defectos, se va imponiendo como el menos malo: la democracia. Y esto, el hecho de que las ideas con raíces bautizadas triunfen, resulta insoportable a los que, en el fondo, sólo entienden la existencia de las diversas creencias como enfrentamiento armado (igual que hace mil años).

Como señala Antony Beevor (gran especialista en las guerras del siglo XX) en su ‘París después de la liberación’, ningún país ama a su libertador. Siguiendo esa línea argumental, se puede admitir sin temor a la exageración que nadie ama al que le saca de la miseria, al revés, existen muchas personas que odian a muerte a quien le proporciona libertad, bienestar, futuro, sobre todo si esas personas se niegan radicalmente a sentirse parte de su país de acogida. La demostración más palpable es el evidente rencor que los norteafricanos y musulmanes en general (sobre todo los de segunda o tercera generación) sienten hacia la Francia que los acogió, les dio derechos y libertades, servicios sociales, trabajo…, porvenir. Tal vez la razón de tal ingratitud sea la sensación de que jamás podrán devolver tanto como han recibido, de modo que ese sentimiento se transforma en una inquina rabiosa que (combinada con otras causas) desemboca en sed de sangre. 

Por otra parte es innegable que, en los últimos quinientos años, ningún país musulmán ha albergado el mínimo progreso, al contrario, esa cultura no hace más que retroceder; y para explicar esta afirmación no hay más que recorrer el mapa de países donde es ésta la doctrina imperante: son países lastrados por la injusticia en los que apenas existen las libertades asumidas como elementales en occidente, son auténticas dictaduras donde la mitad de la población (la femenina) carece de derechos, donde se mutila, se azota y se lapida, donde el fanatismo es la ley. Si se prescinde de la tecnología, esas poblaciones viven, piensan y actúan de modo idéntico a como lo hacían en la Edad Media.

Por ello, parece oportuno recordar que todo avance tecnológico, filosófico y de pensamiento, toda mejora médica o social, toda conquista en ámbitos de derecho y libertad, incluso algo tan universal como el deporte, procede de esos países en los que, un día, la razón se impuso al fanatismo más colérico y regresivo. Y esto es, precisamente, lo que no soportan los más enloquecidos y descerebrados musulmanes: su religión no permite el avance, no aporta nada al beneficio de la Humanidad, lleva medio milenio sin ofrecer una idea o una obra de provecho a la sociedad humana (excepto algún buen escritor) y, por tanto, miran con envidia a los países que anclan sus raíces en el cristianismo, que son los que prácticamente a diario proponen nuevos proyectos, nuevos conceptos, nuevos ingenios que ayudan y se aprovechan en todo el planeta.

Bueno será recordar ahora que en España hay partidos (nuevos y viejos) que se han negado a apoyar una declaración en contra de la violencia terrorista-yihadista; no es que se hayan opuesto a una acción armada o a una campaña de sanciones económicas, nada de eso, han rechazado con altanería y orgullo firmar un papel en el que sólo se manifiesta la repulsa a la violencia terrorista, sanguinaria, indiscriminada. Y si esos partidos políticos (básicamente los unidos y los que pueden) no están con los que escriben es que están con los que ponen bombas. Así de sencillo, puesto que en temas como este no hay puntos intermedios, es decir, el que sostiene que “poner bombas está mal pero…” está justificado, excusando, protegiendo o defendiendo la masacre como recurso. Así de sencillo. Y la razón de esa traición conceptual también está bastante clara; por un lado, uno de esos partidos emergentes ha recibido financiación de un país islámico, por lo que al callar está protegiendo a su benefactor; y por otro, los integrantes de esos partidos políticos (muchos de los cuales se declaran abiertamente antisistema), odian a occidente tanto como los musulmanes, ya que, al igual que éstos, no soportan que el progreso que surge de la Ilustración (de donde salieron conceptos como Derechos Humanos, Democracia, Igualdad) tenga su raíz en la tradición cristiana. Así, no puede sorprender que existan individuos que, con tanta inteligencia como una ameba, afirmen que la culpa de que unos tipos se pongan un cinto de explosivos y maten a cuantos más mejor, es del país que los acogió y, por extensión, de todo occidente.

Desgraciadamente esta barbaridad volverá a repetirse.    


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 20 de marzo de 2016

AJUSTANDO CUENTAS CON EL PAPI MALO O AUSENTE ¡Cuántas canciones se han escrito pensando en papá! Para bien o para mal todo autor de letras tiene tiempo para escribir sobre la figura del padre; y cuando es para mal aparecen tipos oscuros, indeseables y, casi siempre, ausentes.

Se cuenta que Murry Wilson, padre de tres Beach Boys y tío de otro, dejó sordo de un oido a Brian (arriba) tras golpearlo en la cabeza con un palo.
La grandísima mayoría de los que tienen hijos son, más o menos, buenos padres, de esos que se limitan a repetir aquello de “¡tu habitación está hecha una pocilga!”, o “¿cómo llegas tan tarde?” e incluso el inútil “¡no se te ocurra beber ni fumar!”. Pero aunque minoritarios, hay padres malvados y canallescos, algunos de los cuales nunca están en casa y otros, los peores, se quitan el cinto a menudo para medir las espaldas del pobre infante: aquellos son los papás ausentes, éstos los absolutamente odiosos. La música rock (y géneros afines) ha hablado mucho del paterfamilias, ya fuera para remarcar su bondad o para relatar la diferencia generacional, para rememorar sus enseñanzas o para señalarlo con el dedo acusatorio. De este modo, el inventario de canciones que tiene a papi como centro de atención resulta interminable, pero siempre se pueden recordar unas pocas.  


Una pieza recurrente al tratar el asunto es el clásico del soul-funk ‘Papa was a rolling stone’ que popularizaron The Temptations en 1972; es un caso extremo, pues trata del niño que nunca ha visto a su ‘viejo’, y cuando pregunta a su madre por él, ella le explica que los abandonó porque era un golfo, un holgazán que jamás les dio nada, un mal tipo que se fue para siempre. Pero para papás malos, los de ‘Tommy’, la excelsa obra de The Who publicada en 1969; en ella los progenitores cometen una maldad, el chico lo ve y ellos se gritan que ni ha visto ni ha escuchado ni dirá nada, con lo que el pobre se queda ciego, sordo y mudo (todo aficionado sabe de qué va esta ópera rock). Anecdótico (por lo inusual) es lo que plantea el ‘Gonne daddy gonne’ de Violent Femmes, pues aquí es la hija la que se va a por tabaco y…

Sin embargo, es el páter ausente el que más describen los escritores de canciones: es el ajeno al hogar, el que nunca tiene tiempo porque siempre estaba fuera, el que jamás pasa un rato con el chaval y, claro, éste crece con esa espina clavada. Dos temas verdaderamente excelentes dibujan esta situación. Una es el clásico ‘Old man’ de Neil Young, maravillosa y sencilla composición cargada de emociones y melancolía country e incluida en el inspirado ‘Harvest’ de 1974. Resulta que el padre del genio canadiense era periodista deportivo, por lo que pasaba mucho tiempo fuera de casa; Neil era un niño cuando el señor Scott Young, durante uno de sus continuos viajes, se lió con ‘otra’ (fuera una pelandusca o una señora muy respetable), la madre se enteró, seguro que no le sentó muy bien y se divorció; es lógico suponer que todos esos sucesos no le hicieron mucha gracia al futuro cantante... El tema habla de un padre (‘old man’ es un modo familiar de referirse al ‘viejo’ en Usa) casi siempre ausente y un hijo que, paradójicamente, se va dando cuenta de que cada día se parece más a él, y además, como él, está sólo y necesita tener a alguien al lado.


Pero hay otro tema que refleja mejor que ninguno la cuestión del páter ausente: el ‘Cat´s in the craddle’ del estadounidense Harry Chapin; este poco conocido cantautor neoyorquino de folk-rock logró un enorme éxito en 1974 con esta excelente y amarga canción; se cuenta que está basada en un poema de su esposa (hija de un político que raramente estaba en casa), y que Harry (muerto en 1981) la escribió pensando en su propio hijo; incluso declaró: “esta canción me asusta mortalmente”. La letra habla de un hombre de negocios siempre demasiado ocupado como para hacer caso a su retoño; en sus versos se lee: ‘¿Cuándo vendrás, papa?, no sé, pero cuando vaya estaremos muy bien’; la canción sigue y en ella pasa el tiempo hasta que llega un momento en que el padre se jubila y nunca sale de casa, sin embargo, ahora será el hijo el que nunca va por allí, y entonces es el viejo quien pregunta ‘¿cuándo vendrás a verme?’, ‘no sé’, responde su vástago, ‘pero cuando vaya estaremos muy bien’. Se cumple así una frase que el niño le decía al principio de la canción: ‘Voy a ser como tú, papá, sabes que voy a ser como tú’. ¿Es puro resentimiento o, simplemente, la inercia de la vida?   

El progenitor pegón e iracundo es el que refleja el ‘I´m bugged at my old man’ (algo así como ‘Estoy molesto con mi viejo’) de The Beach Boys. Alejándose de la playa, el sol, el surf y las chicas, esta canción muestra un padre absolutamente indeseable, un tipo malo de verdad: te encierra en tu habitación (‘y clava tablas en mi ventana’), te deja sin comer y, peor aún, te vende la tabla de surf y te rapa mientras duermes. Se cuenta que con esta pieza los hermanos Wilson quisieron vengarse de su padre y manager, Murry Wilson, un tiparraco violento, gritón y colérico que, de niños, les voceaba, humillaba y atizaba por sistema.   

Lo normal, lo más habitual es que se tengan buenos recuerdos de papá, pero desgraciadamente siempre hay chichos y hombres que tienen poco o nada bueno que recordar…


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 16 de marzo de 2016

EL USO INTERESADO DE PALABRAS COMO CAMBIO O PROGRESO El enmarañado panorama que actualmente (III-16) preside la esfera política española está dando para una vorágine de declaraciones y opiniones; así, continuamente se escuchan términos como cambio o progreso, aunque dándoles un sentido discutible.

Cambio no es sinónimo de mejora
Los protagonistas de esta desenfrenada carrera de proclamas, consignas y eslóganes son tanto los profesionales de la cosa política como los medios de comunicación, que se hacen bocas a diario de todo lo que aquellos sueltan por sus ídem. De este modo se están repitiendo letanías que, a fuerza de decirlas unos, repetirlas los otros y escucharlas todos, terminan por ser aceptadas como verdades inamovibles; sin embargo, si se reflexiona con detenimiento en torno a esas supuestas verdades surgen en principio las dudas, las cuales pueden conducir a una negación categórica sostenida con graníticos argumentos.

Por ejemplo, varios de los líderes políticos que pugnan por encaramarse al sillón presidencial (así como medios de comunicación) vienen proclamando desde hace meses consignas del tipo de “los votantes han decidido terminar con el bipartidismo”. En primer lugar, ‘los votantes’ no es una singularidad, no tiene un único pensamiento, no es un ente con idea propia ni tampoco un banco de peces que se mueven todos a la vez respondiendo al mismo impulso; dicho de otro modo, los votantes sólo tienen en común que han ejercido ese derecho, pero más allá de este concepto sólo existe cada votante con toda su circunstancia, de modo que cuando uno va a votar no mete la papeleta pensando en desterrar el bipartidismo (eso podría hacerse si se pudiera votar diez veces y se eligieran diez opciones distintas), sino que cada uno de ellos vota con el deseo de que su partido sea el más apoyado.

La otra parte cuestionable de la frase es la pretensión de exterminar el ‘bipartidismo’, sin embargo, tampoco debe ser tan indeseable cuando está tan asentado en muchos de los países con más rancia tradición democrática; e incluso en varios de ellos se ha impuesto esa sublimación del bipartidismo que es la segunda vuelta, cuando sólo se puede votar por A o por B, siendo éstos los dos primeros de la carrera electoral. Lógicamente, la idea de acabar con el dominio de los dos más potentes sólo la tienen los que sólo aspiran a la medalla de bronce… Puede deducirse, por tanto, que el bipartidismo no es necesariamente perverso y, en consecuencia, quien se presenta con esa idea no está proponiendo un beneficio indiscutible. Existe, asimismo, una variante de aquella frase, la cual asegura que ‘los votantes no quieren más mayorías absolutas’, una afirmación absolutamente falsa, ya que todo votante vota con el deseo y la ilusión de que su partido logre esa superioridad matemática; en pocas palabras, puede asegurarse que todo votante desea la mayoría absoluta para su opción política. Sin duda. 

Otro mantra repetido con insistencia es, más o menos, “somos un partido de cambio y de progreso”. Nuevamente puede argüirse que el cambio no es obligatoriamente algo bueno, no conlleva beneficio simplemente por ser cambio; por ejemplo, si el Barça cambia a Messi por el delantero del Avellino no habrá mejorado, habrá cambiado, sí, pero ese cambio habrá sido para peor…, para mucho peor (no es el caso, claro, pero el ejemplo sirve para mostrar que cambio no es sinónimo de beneficio). Siguiendo con este razonamiento, cuando uno expone su intención de cambio como principal valor y único aval, no significa que el tal vaya a terminar con todos los problemas: el cambio por el cambio no trae como consecuencia segura e inevitable bienes y soluciones para todos.

En cuanto a lo de ‘progreso’, también es algo debatible, ya que lo que para unos es progreso y avance para otros es regreso, retorno. Este razonamiento se puede ilustrar comprobando cómo los que se presentan como ‘progresistas’ no dejan de mirar al pasado: insisten en cuestionar y revisar (con intención belicosa, provocativa) sucesos pretéritos como la Transición, regresan una y otra vez a la Guerra Civil (buscando el enfrentamiento sectario) o incluso retroceden más atrás en la Historia de España, ya sea para renegar de la expulsión de los musulmanes o de la presencia española en América; por eso, a muchos que se creen y se proclaman ‘progresistas’ les encantaría poder modificar los libros con la ilusa pretensión de que de este modo quedarían cambiados los hechos, la Historia. Asimismo, sus proposiciones para conseguir ese supuesto progreso son vetustas, probadas y fracasadas desde hace decenios. Por ello, lo que unos entienden como progreso otros lo ven como regreso.

Sí, el uso partidista e interesado del vocabulario es una constante en la cancha política y todos, todos, lo utilizan como recurso imprescindible. El caso extremo se da en los totalitarismos, regímenes que han hecho (hacen) de la palabra un arma.   
     

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 13 de marzo de 2016

GEORGES MARTIN, EL PRODUCTOR, EL MAGO A los pioneros, a esos que siempre serán los clásicos del rock, les llega la hora de baja el telón. El gran productor Georges Martin acaba de morir a los 90 años. Podría decirse, simplemente, que sin él la música hubiera sido distinta y, seguro, más pobre .

 "Cuando Georges Martin hablaba, los Beatles escuchaban".
“Producido por Georges Martin”. Ese rótulo en un disco es una verdadera garantía, un referente. Él ya estaba allí preparado para asistir al recién nacido (ya fuera rock o pop), es decir, no ha tenido más remedio que rendirse a la naturaleza (en realidad casi todas las semanas hay noticia del fallecimiento de alguno de aquellos héroes, como el del gran teclista Keith Emerson, muerto hace unos días). Verdaderamente Georges Martin fue uno de los primeros productores del nuevo género musical (una figura imprescindible de este mundillo a partir de entonces), por lo que tiene más merito, mucho más, que todos los que vinieron después, ya que él les mostró un patrón, un modelo de cómo conseguir que una canción alcanzara sus máximas posibilidades. Por eso, parece conveniente la pregunta ¿qué hubiera sido de este negocio sin él?

"Ellos tocan, él escucha y se imagina cómo mejorar la canción.
Como se subraya en todas las notas de prensa, se encargó de dar forma a casi un millar de producciones y de construir un sonido característico que resulta muy evocador y fácil de recordar. Pero su obra mayor, su pieza maestra es la materialización de la nueva manera de hacer que trajeron The Beatles. Junto a ellos diseñó las bases de algo que el tiempo convirtió en pilar esencial de la música joven, y aunque parezca exagerado, también en factor determinante de la sociedad occidental, en unas formas de expresión que se han comprendido y asimilado en todo el planeta. Por tanto, también puede afirmarse que la obra de Georges Martin ha influido en la historia de la cultura del siglo XX.

Cuando aquellos cuatro mozalbetes con flequillo cayeron en sus manos él ya había producido muchos discos: clásico, infantil, folclore, popular, orquestal, humorístico…, hay que tener en cuenta que en los cincuenta y primeros sesenta de la pasada centuria en las casas sólo había, como mucho, discos y radio. Sin embargo, no había tenido contacto con esos ritmos recién llegados de Estados Unidos, a pesar de lo cual Martin supo darse cuenta de que la música iba a cambiar, de que ya estaba inmersa en el proceso, de modo que se adaptó, cambió el rumbo y se dejó seducir por eso que estaba naciendo. Es más, consiguió reciclar sus gustos y bagaje clásicos (él quería ser compositor de música clásica, quería ser Rachmaninov) y aprovecharlos para proporcionar ese gusto tan especial que hace de aquellas canciones algo único; gracias a ello tenía una percepción muy lúcida de la música, de la armonía, de la consecución de la belleza a través de la melodía.   

Muchas veces se ha destacado la química, la magia que surgía cuando Lennon y McCartney ponían en contacto su talento. “Tenían un carisma especial, pero en los primeros momentos sus canciones no me gustaban mucho”, reveló Georges Martin muchos años después. Pero el caso es que también se produjo fascinación entre la banda y el productor, de modo que bajo su dirección los Beatles presentaron algo nuevo, algo que llamó la atención del público joven desde el primer single; y con él a su lado encauzaron de modo muy acertado su posterior evolución.  

Desde el puesto de productor artístico, dijo en más de una ocasión: “Una grabación no es lo que uno oye, sino lo que consigue hacer oír a los demás”. Es decir, él pretendía que la canción transmitiera sentimiento, que causara impacto en el oyente, y por eso buscaba que las melodías que Beatles le presentaban contaran con una estructura sólida, con una construcción armónica y una decoración elegante, diferente, atractiva. 

¿A quién no le hubiera gustado estar allí como espectador?, ver cómo iba creciendo la canción hasta quedar rematada, cómo se iban probando ideas y sugerencias, cómo se la figuraban y debatían sobre los detalles unos y otro… Se puede desatar la imaginación y fantasear acerca de lo que serían aquellas sesiones: “Eh John, ¿qué te parece si metemos aquí una pincelada de tensión y enigma y rompemos el ritmo tras la segunda estrofa para retomarlo después del estribillo? Oye Paul, ¿no crees que sería mejor dar a esa melodía la forma de una balada sencilla con tu guitarra y un cuarteto de cuerda?, seguro que funciona. George, ¿por qué no le damos a esta otra un aire ligero y etéreo con una acústica limpia en primer plano? Ringo, eso es, pon el ritmo por delante de lo demás”. Allí se hacía verdadera magia y allí estaba él, en el centro, encajando la poética surrealista o sicodélica de Lennon con la elegancia lírica de Paul, más cercana a la realidad.

Georges Martin fue lo que se dice un ‘gentleman’, un tipo elegante, tranquilo, brillante, un hombre que supo entender la nueva música, impulsarla, orientarla; y ello a pesar de tener su procedencia en maneras mucho más académicas, o tal vez gracias a ellas.

En este momento sólo puede haber una despedida: Thank you, Sir.  


CARLOS DEL RIEGO