Neil Young también ha vendido parte de sus derechos de autor por una fortuna, aunque seguro que no le falta efectivo.
En los últimos meses
varias figuras de rock con dilatada trayectoria y gran catálogo de canciones
han vendido los derechos sobre las mismas, consiguiendo así auténticas
fortunas. Nombres de la talla de Bob Dylan o Neil Young, que siempre
defendieron con uñas y dientes el control de sus composiciones, ahora los ceden
a editoras, discográficas o grupos de gestión. Paul McCartney hizo lo contrario,
recompró lo que un día fue vendido
El control sobre la
publicación, emisión o cualquier otro tipo de uso de sus creaciones siempre ha
sido uno de los elementos de poder que tiene el músico ante la fuerza de todos
los sectores que componen la industria. Y es que esos derechos, que incluyen la
licencia para usar las canciones en anuncios, cine, radio o televisión, dan más
beneficios que lo que es el porcentaje por las ventas. Muchos autores que
vendieron esos derechos se tiraron luego de los pelos al ver lo que generaban
al ponerse de moda una suya gracias a un spot. El caso es que grandes figuras
del rock se han lanzado a la venta de sus melodías a pesar de que, seguro, no
tienen problemas para llegar a fin de mes.
Julian Lennon, el
hijo que John tuvo con Cynthia Powell en 1963, vendió los derechos de parte de
las composiciones de su padre en 2007 a la discográfica Primary Wave, aunque el
acuerdo no afectaba a las de Beatles y parte del resto. Años después esa
compañía vendió un paquete de derechos de varios artistas, en el que iba
Lennon, a BMG por 150 millones de dólares.
Uno de los que más
recientemente ha tasado y traspasado su talento es Bob Dylan, quien a finales de
2020 cedió el control de publicación de algo más de 600 de sus temas a Universal
por 300 millones de dólares, tras haber rechazado una oferta de 400 de
Hipgnosis, una empresa de gestión e inversión en propiedad intelectual que
cotiza en bolsa. Su producción incluye unos cincuenta elepés, otros tres con
los Traveling Wilburys, diez o doce en directo, recopilaciones de rarezas…
La fiebre vendedora pareció
a afectar a grandes veteranos del negocio al final de 2020, como Neil Young,
que despachó la mitad de los derechos de sus canciones a la mencionada empresa
Hipgnosis por 150 millones de pavos (el tío ha publicado más de 80 elepés con
los grupos en que militó y en solitario, además de bandas sonoras, singles,
directos…). El dueño es Merck Mercuriadis, un canadiense que se las sabe todas,
pues ha trabajado en el negocio casi desde niño, conoce todo lo referente a las
discográficas, el marketing y promoción, la gestión de artistas…, hasta que
montó esta compañía para dedicarse a la compra de catálogos de grandes del pop
y el rock (ya posee docenas) y su posterior gestión comercial. El caso es que
Young le hizo prometer que nunca utilizaría sus canciones como sintonía para
spots publicitarios; Mercuriadis lo anunció así: “Tenemos una pasión común por
la música y por estas grandes canciones, y por eso nunca habrá una hamburguesa de oro”, dijo refiriéndose a
‘Heart of gold’, uno de los grandes éxitos de Neil Young que ha pasado a
propiedad de Hipgnosis.
Por las mismas fechas
la gran cantante y compositora Stevie Nick, que fue clave en el éxito
millonario de Fleetwood Mac, decidió vender el 80% de sus derechos de autor y
publicación (tanto de sus aportaciones al grupo como de su extensa carrera en
solitario) a Primary Wave. Al parecer, esta compañía se decidió a comprar
cuando el tema ‘Dreams’ volvió otra vez al éxito gracias a un vídeo que circuló
por las redes. Nicks cerró la operación en 100 millones de dólares.
También en 2020,
Richie Sambora, de Bon Jovi, vendió a Hipgnosis los derechos de 186 canciones
que escribió para el grupo, y además dijo que Mercuriadis es “la única persona
a la podría confiarle a mis bebés”. Mucho antes, en 2008, Steven Tyler, de
Aerosmith, vendió sus composiciones a Primary Wave, la cual los revendió a BMG
cinco años después por la bonita cifra de 150 milloncejos.
Estos son sólo los
más famosos, pero esa tendencia se observa desde hace décadas. La incógnita es
por qué, puesto que resulta muy difícil creer que Dylan o Young estén
necesitados de efectivo y lo hagan exclusivamente por pasta; también parece
extraño que vendan para que sus canciones ganen popularidad y difusión; aunque
tal vez la venta de derechos se deba a que los tíos van cumpliendo años y
prefieren no tener que preocuparse ya por la gestión y tejemanejes de disqueras
y gerentes, o sea, que se conforman con el cheque mensual sin querer saber
más.
Claro que alguno ha
recorrido el camino inverso. Como todos los ‘beatlemaníacos’ saben, Michael
Jackson ganó en 1985 la subasta de las canciones de los Beatles, algo que Paul
consideró una puñalada por la espalda; el fallecido cantante las vendió
posteriormente a Sony por nada menos que 750 millones de dólares. Macca siempre
buscó la forma de recuperar esos derechos, hasta que en 2017, tras haber
presentado varias demandas, llegó a un acuerdo extrajudicial con Sony para
hacerse con lo que era suyo, el cual se hizo efectivo en 2018; no se publicó el
monto de la operación, aunque es de suponer que la multinacional no perdería
dinero…
CARLOS DEL RIEGO
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