Spector con Lennon, al que también le sacó la pipa
Hace unos días murió
Phil Spector (en la cárcel a causa del Covid 19), uno de los compositores y
productores musicales más innovadores, influyentes y exitosos del siglo XX. En
él coincide la dualidad formada por la genialidad
artística y la perversión humana, dicotomía que tantas veces se ha visto a lo
largo de la Historia.
Todo el que tiene un
mínimo interés por la música rock y derivados sabe de Phil Spector, de sus
visionarios ‘inventos’ sonoros, de su magia en el estudio de grabación…, y
también de la actitud irascible, colérica y violenta que lo volvía
absolutamente odioso. Varias veces se ha visto esta duplicidad, este Jekill y
Hide en el terreno artístico y literario (Voltaire, Paul Verlaine, Rousseau,
James Brown…), por lo que ya no puede sorprender que el talento y la maldad
coincidieran en Spector.
Expresiones como
‘muro de sonido’, superposición de capas sonoras o saturación de tonalidades y
texturas siempre se asocian al productor neoyorquino. Es innecesario mencionar
a todos los que aprovecharon su talento para tocar el éxito, ni las más de dos
docenas de álbumes, los más de cincuenta singles que produjo (o compuso) y los
incontables éxitos que, de un modo u otro, llevan su nombre; baste recordar que
apenas tenía 21 años cuando ya había ganado su primer millón de dólares. Y
tampoco hace falta enumerar los cargos y acusaciones que a lo largo de su vida
lo llevaron ante la justicia, hasta que fue condenado por asesinato en 2009 y encarcelado
hasta el pasado 21 de enero, cuando lo sacaron con los pies por delante.
Quienes trabajaron a
su lado no lo olvidarán jamás, tanto por su lucidez artística como por sus
inclinaciones violentas. Según cuentan algunos de los ingenieros y técnicos de
sonido que trabajaron a su lado en los años sesenta, cuando hizo aquello tan
viejo de grabar tres guitarras (o tres pianos) con sonido diferente y
superponerlas, los profesionales del estudio pensaron que ese recurso era viejo,
vulgar y facilón; sin embargo, cuentan, él cogía las grabaciones, las retocaba
y manipulaba, y luego las mezclaba y difuminaba de un modo tal que resultaba
imposible separar el sonido de una guitarra del de las otras, quedando una sonoridad
diferente, impactante, muy diferente a la simple superposición de instrumentos.
Y podía mezclar y remezclar una y otra vez, horas y horas, y cuando todos
creían que ya estaba satisfecho decía que no le gustaba y que había que volver
a empezar.
Pero también eran
constantes sus reacciones coléricas; casi todos los que trabajaron con él
coinciden en que experimentaba unos desconcertantes cambios de humor, de modo
que por cualquier nimiedad pasaba de ser un tipo alegre y amistoso a un
energúmeno gritón, amenazante, tiránico y rencoroso. Más que conocidas son las rabietas
que le llevaron a tirar de pistola, como cuando se la sacó a Ramones o a
Leonard Cohen, cuando pegó su frente a la de Lennon y se puso a disparar al
techo… Y a ello se añaden las incontables denuncias por maltrato y abusos que
presentaron casi todas sus novias y esposas.
En la parte artística
no todos quedaron satisfechos con su trabajo. Así, Dee Dee Ramone (tal vez el
más músico del grupo) explicó que el tipo hacía verdadera magia con las piezas
lentas (el clásico ‘Baby I love you’ fue el tema más vendido de Ramones) e
incluso con los medios tiempos (como ‘Danny says’), pero que con los temas
rápidos no lo tenía tan claro.
Por su parte, Paul McCartney
quedó muy decepcionado con el trabajo de Spector en el álbum ‘Let it be’, sobre
todo con su ‘The long & winding road’. El beatle la había concebido para ser interpretada con piano,
percusión suave y poco más, y sin embargo, Spector le añadió toda una orquesta.
En cuanto tuvo ocasión, Paul editó la versión ‘desespectorizada’.
Como ‘atenuante’ a su
personalidad Hide puede apuntarse un hecho tan terrible como que su padre se
suicidara cuando él tenía nueve años; y también su tremenda adicción al alcohol
y las drogas, que durante los años 70 lo llevó al descontrol total y a una
especie de pasión por las armas de fuego (dicen que incluso cuando hablaba por
teléfono hacía escuchar a su interlocutor cómo amartillaba el arma). El caso es
que, por diversas causas, eran muy frecuentes sus arrebatos de ira salvaje.
Al morir, con 81 años,
Phil Spector era un hombre muy rico. Era propietario de un extenso listado de
canciones de muy diversos artistas, como el ‘Let it be’, ‘Be my baby’,
‘Unchained melody’ o el ‘You`ve lost that loving´ feeling’ (el tema más
reproducido del siglo XX en sus muchas y muy diversas versiones); sólo las dos
últimas han generado más de cien millones de dólares, por lo que es fácil
deducir que cada año ingresaría verdaderas fortunas. Tuvo que pagar millones a
sus ex esposas, entregarles mansiones, automóviles de gran lujo, su avión
privado…, y alrededor de un millón al año en abogados, y más aún para los que
lo defendieron en el juicio que lo llevó definitivamente a la cárcel.
CARLOS DEL RIEGO
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