El concierto de rock es como un gran ritual en el que los fieles participan con gran devoción
El rock & roll ya
tiene 65 años si se da por bueno que el primero de su especie fue el ‘Rock
around the clock’; hubo una especie de prehistoria, pero se tiene el año 1955
como el de su nacimiento (en realidad ese tema es del 54 pero su irrupción fue
en el 55). Desde entonces el rock ha tomado su espacio en la sociedad, tanto
entre los jóvenes que lo descubren como entre quienes vivieron sus épocas
doradas. En todo caso el rock es algo único, diferente a cualquier otro modo
musical, y las razones son sólidas como una de AC DC, por ejemplo
Aunque el rock ha
alcanzado la edad de la jubilación, no parece que vaya a dejar la actividad. Sus características, sus
rituales, sus dogmas, santos y mártires, sus reliquias, sus cánones…, todo ello
diferencia al rock de cualquier otro género musical.
Una de las
particularidades del músico o grupo de rock es que escribe sus propias
canciones (aunque haga alguna versión) y no suele permitir que nadie meta mano
ahí. Se tiran semanas, meses, dándole vueltas a una idea, y luego horas y más
horas en el estudio. Es decir, sus discos, sus canciones definen a la banda de
rock, la identifican. Cuando escucha una pieza, el buen aficionado identifica
la banda por sus peculiaridades, impresas en las canciones. Y eso le costó
mucho al compositor, que en cada nuevo disco trataba de ofrecer lo mejor de sí.
En otros estilos musicales es raro que el músico o grupo tenga repertorio
propio, ya sea una orquesta sinfónica, de jazz o un cantante de canción ligera.
En fin, una banda de rock siempre ha dependido más de su mérito y menos del
marketing.
Otro tanto puede
decirse de la instrumentación. En la actualidad un disco pensado para las
listas y radiofórmulas es pura mercadotecnia, todo hecho con ordenadores, con
equipos que corrigen errores, salidas de tono o entradas a destiempo, todo está
repulido, híper producido. Y los intérpretes tampoco tocan, de modo que el
solista llega cuando el ordenador tiene cargados todos los archivos con el acompañamiento.
Los grupos de rock cuentan con verdaderos virtuosos, tipos que dominan la
guitarra, el teclado o la batería hasta límites sólo al alcance del verdadero
talento; comparten mucho tiempo en el estudio, participan en mezclas y
producción, se enriquecen artísticamente con el contacto profesional. Así,
cuando en vivo se acerca el solo o el pasaje instrumental de referencia, el
público flota y, llegado el momento, el músico pone toda el alma en sus dedos…
Es su solo, es su canción. Y no es difícil escuchar debates sobre cuál es el mejor
batería, el sólo más arrebatador, el sonido más potente… En música de moda no se
habla de músicos y solos.
¡Y que bien cantan
los buenos cantantes de rock!; claro que hay que decir que los cánones estéticos
del r & r son exclusivos y diferentes a los de los demás estilos musicales,
de modo que un cantante o guitarrista limitados pueden hacer buen rock, aunque
a la larga hasta los punks más recalcitrantes progresan y prefieren tocar y
sonar mejor. Los solistas del rock suelen entonar muy bien, y no será preciso
recordar voces inolvidables y con grandes capacidades canoras aun cuando detrás
hubiera guitarras rabiosas y baterías desbocadas. Ah!, y las letras, que
empezaron siendo poco más que inquietudes propias de la juventud para, muy
pronto, empezar a tocar todos los asuntos, denunciando injusticias con
convicción, gritando contra los excesos de la autoridad, adelantándose a
movimientos sociales, incluso profundizando filosóficamente sobre el ser humano
o la propia naturaleza.
Para millones en todo
el mundo el rock nunca envejece. Canciones de los cincuenta, estribillos de los
sesenta, riffs de los setenta, exageraciones de los ochenta…, se escuchan hoy
con deleite, no pierden su fuerza ni su capacidad de emocionar por más años que
pasen; de hecho, muchos medios (cine, radio, tele) las utilizan por su poder de
atracción, por su eterna actualidad, por su fuerza evocadora.
También es propio del
rock una variedad casi ilimitada de sub-estilos, lo que indica una raíz muy segura
y un tronco muy sólido, además de gran flexibilidad y capacidad de adaptación.
A partir del rock & roll primigenio surge el pop-rock, el country rock, el
folk rock, el sicodélico, el progresivo, el rock sinfónico, el ‘soft’ rock, el
glam rock, el jazz rock, el rock chicano, el heavy metal (gran rama de la
parten muchas otras), el punk, la new wave, el rock gótico (o after punk, o
siniestro), el ‘indie’, el alternativo, el ‘grunge’…, incluso hay techno rock.
Todo tiene la misma raíz, todo es rock. El cantante romántico, en realidad, es
siempre el mismo, el de hace medio siglo canta lo mismo que el recién lanzado.
Pero donde el rock
exhibe lo más profundo de su ser es en el concierto, templo donde se repiten
los más excitantes y exclusivos rituales. Para empezar, es rarísimo que alguien
vaya él solo a un concierto de rock; se queda con la peña, se programa y se
espera el día y el momento, se anticipan unas birras o lo que caiga… Dentro,
antes de empezar, es momento de excitación e ilusión. Y entonces se apagan las
luces, el personal reacciona de modo muy sonoro, brilla el escenario y todo el
recinto explota. El público grita, canta, baila, vitorea, aplaude, silba…,
mientras los altavoces atruenan con el tema que abre el espectáculo. Todo el
mundo conoce los ritos: se responde a las arengas, estímulos y anuncios del
cantante, se hace ‘air guitar’ con los solos más encendidos, se cantan a voz en
grito los temas preferidos…, se mete todo el ruido que se puede para pedir uno
o dos bises y se estalla en gran salva cuando por fin se escuchan los primeros
acordes de la canción más esperada. Se apagan las luces del escenario, se
encienden el resto y se oye música de fondo, todo el mundo sabe que se acabó,
como si hubieran dicho ‘podéis ir en paz’. El ritual del concierto de rock es
el que cualquier amante conoce y disfruta por más veces que lo haya repetido. Y
luego está el festival, que es como un empacho, como un exceso muy
satisfactorio.
Los símbolos propios
del rock son las poses y bailes reconocibles, las portadas icónicas, los logos
de las bandas, las guitarras legendarias, el club de los 27 y los grandes
caídos, el legendario disco en directo, los trajes identificativos, las
leyendas…, todo eso es lenguaje universal, algo que cualquier iniciado sitúa
sin dudar, sea del continente que sea. Además, las grandes figuras del rock
influyen en el público mucho más que los profesionales de otros géneros
musicales, ya sea en el vestir o en actitudes. El incondicional del rock hace
suyos esos símbolos.
Sí, el rock &
roll (con todos sus hijos) es algo único, y no sólo en lo musical.
CARLOS DEL RIEGO
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