El indeseable Kim Fowley, manager innovador y creador de las Runaways, fue también un violador de adolescentes |
Figura imprescindible
en el terreno del rock & roll es el manager. De hecho, ¡cuántas historias
podrían contar todo tipo de artistas en torno a sus representantes! Su trabajo,
casi siempre alejado de los focos, es determinante para el músico, de modo que
puede hacer que alcance el éxito o que no pase de segunda división, puede ser
honrado y profesional o un caradura que lo único que persigue es el beneficio
personal
A veces los que se
ocupan de la administración y, en general, de todo lo que no es la parte
artística son simplemente hombres de negocios que velan por los intereses de
sus clientes. Pero en este imprevisible universo del rock ha habitado todo tipo
de gerentes, administradores y encargados de aconsejar y orientar la carrera de
los artistas. Y al igual que ocurre en todas partes, el comportamiento de los
managers puede llegar a ser enloquecido, disparatado, autodestructivo,
delictivo. En todo caso, hay gestores de los que el consumidor de rock &
roll no sabe nada y, sin embargo, tendrían mucho que contar.
Un verdadero pez
gordo en este gremio de administradores de bandas de rock fue Allen Klein,
quien llevó las cuentas de los Beatles y los Rolling Stones (entre otros). Aunque
alguno lo señala como un mago de las finanzas, la mayoría lo tiene por mentiroso,
aprovechado y sinvergüenza. Aun en los sesenta del siglo pasado se hizo cargo
de la carrera de los Stones, pero cuando murió Brian Epstein, en 1967, puso sus
manos en los libros de cuentas de los Beatles, cuyo sello discográfico, Apple,
estaba al borde de la bancarrota; Klein hizo que los números cuadraran. Sin
embargo, en 1971 sus anteriores clientes, los Stones, le pusieron una bonita
demanda, pues el tío (no se sabe muy bien cómo) se había hecho con derechos de
canciones y se había apropiado de elevadas sumas de dinero que lo convirtieron
en multimillonario. Por otro lado, tras sanear las finanzas de los Beatles (y
llevarse una parte sustancial), logró hacerse con el 20% de los beneficios que
se obtuvieran en los años siguientes; Paul siempre se negó a este acuerdo y
desconfió de este manager-tiburón que, otra vez, fue llevado a juicio.
Igualmente, también metió sus manos en el célebre ‘Concierto para Bangladesh’
(1971): sólo él supo cuánto se ingresó por los diversos conceptos, cuántas
entradas se vendieron, cuánto llegó a los beneficiarios, cuánto se quedó en su
bolsillo... En 1977 se las vio otra vez en los tribunales, y dos años después fue
condenado por evasión de impuestos. Trabajó con Lennon y con Harrison, y ambos
terminaron demandándolo. A finales de siglo volvió a presentarse ante el juez por
sus manejos con The Verve En fin, un
manipulador codicioso que murió en 2009 sin acordarse de nada, pues padecía el
mal de Alzheimer.
Kit Lambert y Chris
Stamp, además de socios, fueron figuras determinantes en una banda tan señalada
como The Who, empezando por el propio nombre del grupo, que fue idea de Lambert.
Éste llevaba una vida tan excesiva como sus representados: bebía como un cosaco
y se metía cualquier sustancia que se le pusiera delante (y era homosexual,
algo perseguido en aquellos años). Antes de entrar en la industria del rock, en
1961, había intentado descender un río amazónico, el Iriri, pero la expedición
abandonó al asesinar y comerse los indios a uno de los expedicionarios. Luego
se metió en el cine y, en el 63, se puso a los mandos de la ‘empresa’ The Who
junto a Stamp. El caso es que Lambert fue el que sugirió a Moon, Townsend y
compañía que hicieran todo tipo de locuras en el escenario, saltar, romper,
dejarse llevar y no cortarse a la hora de hacer cualquier disparate; esto ayudó
notablemente a aumentar la fama de la banda. Con Lambert en la dirección
comercial The Who se convirtieron en millonarios. Él se llevaba una buena parte,
pero todo se le iba en drogas y alcohol, hasta convertirse en un heroinómano
que necesitaba kilos de polvo. Murió a los 45 años a causa de una hemorragia
cerebral originada por una pelea en un bar y una monstruosa borrachera, en
1981.
El otro que trabajó
con The Who, Chris Stamp, también tenía tendencia a ‘colocarse’, lo cual no le
quitaba capacidad de trabajo, por lo que, al final, su labor con la banda fue
beneficiosa para todos. De hecho, gracias a él se ingresaban grandes
cantidades…, pero dado su carácter también se multiplicaban los gastos, de modo
que, en cierto momento, todo el mundo se vio endeudado. Además, a causa de sus
adicciones, no dudaba en echar mano a la caja para pagar todo tipo de drogas y
fiestas con mujeres, muchas mujeres (él probó antes que nadie eso de sexo,
drogas y rock & roll); por si fuera poco, su otra afición eran los coches
de lujo, los cuales, dadas las condiciones en que conducía, terminaban
estrellados. Él mismo recordaba: “Fueron años de locura, chicas y coches
destrozados”. Aun así, además de trabajar con The Who, tuvo tiempo de producir
el ‘Purple haze’ de Jimi Hendrix, con el que logró otro gran éxito. Finalmente fue
despedido por sisar en cantidad. En 1987 detuvo la locura, se desenganchó y se hizo
asesor de yonquis en rehabilitación. Hizo las paces con Daltrey y Townsend y
murió a los 70 años en 2012.
Otro tipo singular
fue Kim Fowley. Dicen que, a pesar de sus delitos, era un tipo trabajador y
creativo. Produjo a bandas como Kiss o Alice Cooper en los años setenta del
siglo XX, aunque siempre será recordado por haber sido el creador del grupo
femenino The Runaways; también se le atribuye la idea de que el público
encendiera el mechero en pleno concierto: fue en un festival en Canadá, en 1969
y durante una actuación de John Lennon, cuando animó al público a prender
cerillas o mecheros y mantenerlos en alto… Pero también tenía una malsana
inclinación, una obsesión por las chicas muy jóvenes, apenas adolescentes. A
mediados de esa década puso un anuncio pidiendo chicas de menos de 18 años para
formar un grupo de rock, y así se creó el cuarteto femenino The Runaways. Una
de sus integrantes, Jackie Fox, declaró en 2015, poco después de la muerte de
Fowley a comienzos de ese año, que el manager la había violado en 1976, y
además que lo presenciaron sus compañeras de banda Joan Jett y Cherrie Curry,
que miraron sin hacer nada. Lógicamente, estas lo niegan, y aunque admiten que
el tipo era un depredador sexual especializado en adolescentes, y que creían a
su compañera cuando acusó a Fowley de
violación, proclaman que ellas jamás lo hubieran permitido en caso de estar
presentes. Al año siguiente The Runaways, sin que mediara denuncia, prescindió
de los servicios de Fowley. Pero hay más; durante una fiesta ofrecida por Alice
Cooper en 1975, el productor conoció a una joven compositora llamada Kari
Krome, que tenía 13 años y de la que se enamoró a pesar de casi triplicarle la
edad; le ofreció contratarla para The Runaways y, en cuanto se le presentó la
ocasión, la violó cuando ella contaba sólo 14 años. Y Michael Steele (que militó en The Bangles),
declaró en 2001 que Fowley la expulsó de las primeras The Runaways por rehusar sus
pretensiones sexuales. A pesar de sus méritos, los delitos de Kim Fowley (que
murió de cáncer de vejiga en 2015) son mucho peores que los de quienes ‘sólo’
roban.
Poco conocido es Peter
Grant, representante de Led Zeppelin. Este tipo se había buscado la vida como guardaespaldas,
chapista o luchador. En la primera mitad de los sesenta comprendió que esto del
rock era una industria en expansión, así que se metió en el engranaje; su
primer cliente fue The Yardbirds, donde conoció a Jimmi Page, que había
rehusado integrarse en la banda. Cuando éste formó Led Zep, Grant se convirtió
en su manager. Al poco de ponerse el grupo en marcha, Grant les dijo que se
negaran siempre a tocar en televisión por dos razones, una porque así el
público estaría ansioso por verlos y llenaría todos sus conciertos, y otra
porque su sonido no funcionaba en los receptores de televisión. En el festival
de Knebworth en 1979 Grant casi se pelea con los promotores porque estos decían
que sólo se habían vendido cien mil entradas y, por tanto, los beneficios de la
banda serían inferiores a lo esperado; sin reparar en gastos, Grant contrató un
helicóptero desde el que se tomaron fotos que luego las llevó a expertos, los
cuales certificaron que, al menos, había el doble de espectadores. Gracias a
Grant la banda se convirtió en una de las más exitosas financiera y
artísticamente. Todo se vino abajo cuando murió John Bonham en 1980. Led Zep se
disolvió y Grant se retiró. El resto de su vida lo pasó luchando contra su
adicción a las drogas y su diabetes. Murió en 1995 a los 60 años. No dejó duda
de su visión profesional.
El primer manager de
los Rolling Stones fue Andrew Loog Oldham, que entonces tenía 19 años. A él
deben Jagger y compañía su imagen de chicos malos, pues él fue quien los animó
a fomentar esa postura como polo opuesto a los Beatles; además, expulsó al
pianista Ian Stewart porque era demasiado mayor que el resto (aunque sólo tenía
cinco años más que Jagger); y también hizo su aportación artística al sonido
del grupo. Asimismo, consiguió para ellos un contrato mejor que el de Epstein
para los de Liverpool. Pero para 1967 Andrew se había convertido también en
chico malo, pues estaba más que enganchado a las drogas, de modo que dejó la
banda (que cayó en manos del mencionado Allen Klein). Intentó volver al trabajo
con otros grupos, pero la droga se lo impidió
Se mudó a Colombia, se casó y, en 1990, logró dejar sus adicciones. Lo
contó todo en sus libros ‘Stoned’ y ‘2 Stoned’.
CARLOS DEL RIEGO
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