Marvin Gaye tuvo que enfrentarse seriamente al dueño de Motown, Berry Gordy (izquierda), pues éste se negaba a publicarle un tema que, luego. fue millonario |
Paul McCartney contaba
no hace mucho que en los sesenta se le ocurrían continuamente melodías o temas
para canciones, pero como no anotara inmediatamente, la idea se perdía para
siempre. Esas fueron ‘no natas’, pero en la historia del rock se han dado casos
en que un tema que luego fue un éxito monumental y global estuvo a punto, por
causas diversas, de no llegar a ver la luz
Sí, en este negocio
puede pasar de todo: “No hay negocio como el negocio del espectáculo”, dicen en
Usa. Ha ocurrido que títulos hoy emblemáticos en esto del rock & roll
estuvieron cerca de ser desechados y olvidados para siempre; afortunadamente
alguien tuvo la lucidez suficiente para ver el potencial de esas piezas que,
con el paso del tiempo, están en lugar destacado en los altares de los fieles
de esta ‘religión’.
Entre los muchos
títulos inequívocamente ‘rollingstone’ está, cómo no, el ‘Satisfaction’. Ha
contado Keith Richards muchas veces que un día de 1965, durante su primera gira
por Usa, a las tantas de la mañana se le ocurrió el famoso ‘riff’ de guitarra y
tuvo la idea de grabarlo, pero acto seguido se quedó dormido como un cesto, así
que la cinta muestra el ‘riff’ seguido de insistentes ronquidos. Al despertar
(seguro que con resaca) la había olvidado, pero recordó haber grabado algo, así
que escuchó y, aunque no le gustaba nada, se lo mostró a Jagger; juntos
empezaron a trabajar sobre ella a pesar de las protestas de Richards, y como la
cosa no marchaba, el guitarrista aumentaba el tono de disgusto,
maldiciendo continuamente ‘Satisfaction’
. Entre otras razones para odiar la canción solía decir que “suena demasiado a
una tonadilla popular”, o “es un ‘riff’ de lo más tonto”, o “se parece mucho al
‘Dancing in the streets’ de Martha & The Vandellas”, incluso dijo que, una
vez terminada, seguía sonando “como una maqueta inacabada”, e incluso maldijo
el sonido ‘fuzz’ que salía de su Gibson, “resulta truculento, suena mal”. En
resumen, se negaba rotundamente a lanzarla; la insistencia de músicos,
productores y técnicos le obligaron a claudicar, y en junio del 65, un mes
después de la noche de autos y ronquidos, el disco salió en Usa, luego en
Inglaterra…, con el resultado conocido.
Uno de los máximos
éxitos de U2, ‘Where the streets have no name’, estuvo en un tris de irse a la
papelera definitivamente. Músicos, productores e ingenieros se pasaron una
semana dedicándole horas y horas, pero nada les convencía. Eso frustró a Brian
Eno, que decidió tirar todo lo grabado, empezar de cero y dar otra forma al
tema, pero los ingenieros (tal vez no querían que su trabajo y esfuerzo
terminara en la basura) lo convencieron de que no lo hiciera, incluso dijeron
algunos de los presentes que casi hubo que usar la fuerza para que no
destruyera aquellas cintas. Adam Clayton recordó: “teníamos principio y final,
pero entre uno y otro no teníamos nada, y por más tiempo que trabajábamos no
encontrábamos modo de unir ambos”. Otro de los productores, Daniel Lanois,
aseguro que “Brian nos dijo que si borráramos todo dejaríamos de trabajar en
ello y así harían otra canción”. El tema sobrevivió y triunfó.
Uno de los más
vendidos, radiados y utilizados de la historia es el ‘Like a rolling stone’ de
Bob Dylan. Cuenta uno de los ejecutivos de la discográfica que el máster estuvo
prácticamente archivado, ya que aunque a muchos les gustaba, el departamento de
ventas se negó a lanzarla, sobre todo porque duraba más de seis minutos y
pretendían cortarla o no salía; en todo caso estaba destinada al cajón de
‘lanzamientos no asignados’, o sea, cancelados. Pero aquel ejecutivo (S. Considine)
cogió el corte de acetato y se lo puso a unos locutores de radio, a los que les
encantó, por lo que se dirigieron a la disquera para que les enviara copia.
Ésta encontró la solución: la mitad en la cara A y el resto en la otra; los
diyéis se hicieron con dos copias y así la emitían entera.
El gran Marvin Gaye
logró uno de sus más sonoros y millonarios éxitos con un tema ajeno, el ‘What´s
going on’ (‘Qué está pasando’), que denunciaba la violencia policial contra los
jóvenes que se manifestaban contra la guerra de Viernam. Compuesta por uno de
los Four Tops, se la ofreció a Gaye, y para convencerlo lo acreditó como compositor. Y fue necesaria esa
‘razón’, ya que el dueño del sello, Berry Gordy, le dijo a Gaye: “No hagas el
ridículo, eso es llevar las cosas demasiado lejos”, refiriéndose a la letra,
que denuncia y protesta. El artista, sin embargo, la grabó y se la presentó a
Gordy, pero éste la despreció: “Es lo peor que he escuchado en mi vida”, dijo
reafirmándose en su negativa. Gaye, a su vez, le amenazó con irse de Motown si
no se publicaba. Gordy cedió y la editó en un sub sello, Tamla. El empeño de
Marvin Gaye, ya fuera porque denunciaba la brutalidad policial, o por estar
acreditado, o por ambas razones, salvó un tema tan simbólico. Si hubiera sido
por Gordy…
James Hetfield, de
Metallica, escribió ‘Nothing else matters’ (‘Nada más importa’) exclusivamente
para cantársela a su novia. De hecho se la cantaba por teléfono, en la
intimidad de su habitación cuando la banda estaba de gira; así la escuchó el
batería Lars Ulrich un par de veces, y así se convenció de que era un gran tema
para el grupo. Hetfield reflexionaba: “Siempre estuve convencido de que esa
canción era lo menos Metllica que uno puede imaginar, la menos probable que un
día la hiciera el grupo, la última canción que los fans de Metallica quisieran
escuchar”, y explicaba: “Estaba pensada para cantarla a solas en mi cuarto,
cuando estábamos de gira y yo triste por estar lejos de ella”. Sin embargo,
“Agradezco a los chicos que me obligaran a convertirla en parte del repertorio
de Metallica”.
¿Quién no se enciende
cuando escucha los primeros acordes del poderoso ‘Pinball wizard’ de The Who?
Fue la última canción en incorporarse a la ópera rock ‘Tommy’ y la que le dio
el sentido a toda la obra. Lo curioso es que el tema no existía cuando ya
estaba casi todo el disco hecho; al parecer, Pete Townsend se enteró de que el
célebre crítico Nick Cohn (que iba a pasarse por el estudio) era un apasionado
del ‘pinball’, lo que en España se llamaba ‘máquina del millón’, así que
escribió la letra en torno a la máquina de marras; pero le puso la música que,
según él, era una de las peores que había compuesto nunca; dijo que “la odiaba”
e incluso pensaba que era una canción “tonta y mal escrita”. En fin, jamás
creyó que ‘aquello’ llegara al estudio. Sin embargo, cuando el resto del grupo
la escuchó, todos dijeron que tenía un gran éxito entre manos. Al final, el
‘Mago del pinball’ no sólo se convirtió en el eje central del álbum, sino que
es una de la más celebradas, vendidas y escuchadas de The Who. Pero a Pete le
sigue pareciendo floja…
CARLOS DEL RIEGO
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