domingo, 17 de noviembre de 2019

LA MALDICIÓN DE LA MOTOWN

Marvin Gaye y Tammi Terrell, pareja dentro y fuera de escena, ella murió con 24 años de un tumor, a él lo mató su padre la víspera de su 45 cumpleaños


Cuando se menciona el término Motown, todo interesado en este asunto de la música popular surgida en la segunda mitad del siglo XX pensará en canciones inolvidables, artistas inmortales, sonidos frescos e innovadores, y también en ritmos como el soul, blues, funk, disco… En realidad todo esto es lo que quedará. Sin embargo, la vida personal de muchos de los que triunfaron con la Motown fue verdaderamente terrible, a pesar de lo cual (o tal vez a causa de ello), su legado artístico es tan grande que sigue cautivando
No fueron pocas las grandes estrellas de la Motown (abreviatura de Motor Town, ciudad del motor, Detroit, Usa) que disfrutaron del éxito, la fama y el dinero pero, a la vez, sobrellevaban vidas lamentables. Este sello discográfico fue fundado por Berry Gordy en 1959 para dar posibilidades a músicos negros que lo tenían fatal en aquella sociedad en la que el racismo y la segregación eran la ley. Y como casi todos los afro-estadounidenses de ese momento, los músicos procedían de familias marginadas, generalmente muy pobres y con problemas de alcoholismo, violencia y discriminación racial. Muchas de esas leyendas de la música padecieron las mil calamidades y terminaron muy mal.
Uno de los gigantes de la Motown y artista con un talento desbordante fue Marvin Gaye. Su padre, Marvin Gay (sin la e final), era un predicador que casi siempre estaba borracho y muy propenso a la violencia. Y claro, convirtió al pequeño Marvin en un saco de boxeo. “Cuando tenía 12 años no había una sola pulgada de mi cuerpo que no hubiera sido golpeada infinidad de veces”, recordaba con amargura. Cuando pudo sacudirse la tiranía paternal, su talento empezó a desarrollarse. Pero en 1970 su novia Tammi Terrel murió a causa de un tumor cerebral, algo que fue devastador para el joven Marvin: cayó en una profunda depresión que le duró años, estuvo a punto de dejar la música, se casó y divorció varias veces, se hundió en las drogas y se desgastó luchando  por desengancharse…, incluso se volvió tan paranoico que sus guardaespaldas (armados) probaban su comida y bebida. A principios de los ochenta volvió a vivir casa de sus padres…, una muy mala idea. En 1984, la víspera de su 45 cumpleaños, su padre insistía en pedirle dinero (algo cotidiano), pero Marvin se negó y entonces el terrible progenitor le disparó. Según algunos especialistas lo último que dijo el cantante y compositor fue “he conseguido lo que quería, no podía hacerlo yo mismo, así que te obligué a hacerlo”; pero otros aseguran que, herido de muerte, le gritó a su asesino: “Me has disparado cabrón, no volveré nunca a esta casa”. Fuera como fuese, Marvin Gaye conoció tanto  éxito artístico como fracaso vital.
Su novia, la mencionada Tammy Terrell, sufrió lo indecible lejos del escenario y murió muy joven. Antes de entrar en Motown había trabajado para James Brown, de quien se cuentan infinitas crueldades. Su tema ‘I cried’ (‘Lloré’), que salió antes de Motown, indica cómo era su vida al lado del Padrino del Soul, pues éste la apaleaba casi a diario, brutalmente, sangrientamente; un ex integrante de su grupo, Bobby Bennet, dijo literalmente que Tammi abandonó a James Brown porque no soportaba que éste “estuviera siempre azotándole el trasero”. La pobre Tammi fue de lo malo a lo peor cuando cayó en brazos de otro gran artista y horrible persona, David Ruffin, cantante de The Temptations, quien se ensañó con la desdichada según infinidad de testigos; baste decir que le atizaba en la cabeza con lo que tenía a mano, desde un casco de moto a un martillo. Por fin, la deliciosa cantante se topó con Marvin Gaye, quien se enamoró de ella. Pero la desgracia no iba a dejarla tan fácilmente; durante un concierto con quien ya era su pareja artística y sentimental, Tammi se desmayó en brazos de Gaye en plena actuación; en el hospital le descubrieron un tumor cerebral, donde fue sometida a ocho operaciones quirúrgicas que la dejaron semiparalizada y casi sin memoria. Murió en 1970 con sólo 24 años. Demasiada fatalidad en tan poco tiempo.       
Entre las grandes estrellas de la Motown estaban The Supremes, que alternaban en las listas con los mismísimos Beatles a mediados de los sesenta. Pero las chicas no disfrutaron de vidas felices, sobre todo Florence Ballard, que fue la fundadora del grupo. Su padre murió cuando tenía 15 años y dos después fue violada por un pre-simio que se ofreció a llevarla a casa; desde entonces no confiaba en nadie, abandonó los estudios y buscó refugio en la bebida. Comenzó siendo la solista del grupo, pero fue despedida por faltar  reiteradamente a las grabaciones, compromisos artísticos y actos promocionales. Intentó una carrera en solitario que tampoco tuvo buen final, pues su abogado se aprovechó de su debilidad y le robó. Luego se casó con un maltratador para, finalmente, dejar su auténtico ‘valle de lágrimas’ en 1976, cuando falleció por un coágulo en una arteria coronaria. Tenía sólo 32 años. Con el tiempo, sus compañeras también recibieron duros golpes: Mary Wilson perdió a su hijo al sufrir un accidente de coche con ella al volante en 1994; y en 1996 Diana Ross se llevó el golpe de su vida cuando le dijeron que habían encontrado a su hermano y su cuñada estrangulados y en avanzada descomposición en el sótano de casa.
Mary Wells fue la primera que logró un número 1 para Motown, cuando tenía 17 años. Pero tuvo la desdicha de casarse con su compañero de discográfica Herman Griffin. Discutían violentamente a diario porque el tiparraco la engañaba a diario con una prostituta y, además, la obligó a abortar dos veces (en contra del deseo de la desgraciada Mary) para no “perjudicar su carrera”. Se divorciaron en 1963 y al año siguiente dejó Motown porque pensó que le pagaban poco; pero las cosas no le fueron mejor entonces. Se lió con diversos desaprensivos y luego se casó con Cecil Womack; después tuvo una aventura con el hermano de éste y, sintiéndose dolorosamente culpable, intentó suicidarse. Entonces se echó en brazos de la heroína. Y fumaba y fumaba, hasta que un cáncer de laringe destrozó su hermosa voz; desde entonces apenas susurraba sus canciones. Los gastos eran excesivos, no tenía para pagar ni médicos, ni tratamientos, ni vivienda, así que fue desahuciada. Entonces, muchos artistas (incluyendo Springsteen)  se volcaron para ayudarla, pero su salud no aguantaba más y murió, en 1992, a los 49 años. Dicen quienes estuvieron cerca que jamás se quejó y que “ella nunca lloraba”.   
Otro de los Temptations, Paul Williams, también lo tuvo difícil. De quienes formaron los primeros Temptations era el único que no trasegaba alcohol, es más, siempre aconsejaba a los otros que dejaran de beber. Pero Williams padecía anemia falciforme, que suele cursar con fuertes dolores, por lo que buscó alivio… en el alcohol. Según sus compañeros, podía beberse dos o tres botellas al día, así que en poco tiempo se vino abajo, se quedó sin fuerza, apenas podía respirar y, por tanto, no podía cantar, por lo que se vio obligado a dejar el grupo. Intentó carrera en solitario, pero dos años después, en 1973, aparcó a unos metros de Motown y se pegó un tiro.
¡Qué grandes canciones dejaron The Temptation!, pero qué mal lo pasaron algunos y qué malos fueron otros. El mencionado David Ruffin fue un cantante excelso, pero también una persona espantosa. Hijo de un predicador violento, Ruffin aterrorizó a quien fue su novia, la también citada Tammi Terrell, aporreándola en todo su cuerpo, especialmente en la cara. Además, Ruffin tenía un ego desmedido (a veces no compartía coche con sus compañeros, iba él solo en limusina). Luego se casó dos veces, y con las dos fue maltratador. A causa de su fuerte adicción a la cocaína, y de su carácter insoportable, fue expulsado de Temptations; inició su carrera en solitario, pero para entonces ya llevaba mucho metido en drogas, había sido juzgado por posesión y por enfrentarse a la policía, pasó por la cárcel y se le obligó a ingresar en un centro de desintoxicación, pero de poco sirvió: tenía 50 años cuando fue encontrado inerte en un fumadero de crack. Murió al poco, en 1991, en el hospital.
Sabido es que Michael Jackson fue golpeado, humillado, explotado por su padre hasta el punto de que, como él mismo confesó, muchas veces vomitaba hasta el desmayo. En todo caso, Michael no tuvo infancia, ya que su padre lo obligaba a trabajar en el estudio todos los días, a todas horas; “miraba con envidia a los otros niños jugando en el parque”, dijo muchas veces. La obsesión por la cirugía para tratar de mantenerse niño, así como su fijación por estar con niños, debieron ser consecuencia de su robada infancia. Como casi todos los niños prodigio, Jackson fue profundamente infeliz y murió joven. Su hermana LaToya acusó al terrible padre, Joe Jackson, de indescriptibles abusos: no sólo solía encañonar a sus hermanos con su pistola gritando enloquecidamente, sino que ella sufrió palizas brutales y abusos sexuales. Para huir de él La Toya se casó con su representante, Jack Gordon, que era…, otro cobarde abusón. No sólo la golpeaba de modo inmisericorde, sino que le echaba la culpa a ella de su mal humor… Por suerte se quedó viuda en 2005.
Menos conocidos son los músicos de sesión, los instrumentistas que estaban en el estudio a disposición de quien los necesitara. Allí se formó un grupo de acompañamiento para todo llamado The Funk Brothers. Su bajista era James Jamerson, de quien Gordy decía “es un genio al bajo y un excelente improvisador”; los grandes éxitos de Supremes o Marvin Gaye cuentan con sus líneas de bajo. Pero aunque en los sesenta era común no acreditar a los músicos, la Motown los trató como con gran desprecio, pagándoles tan poco que al terminar se iban a tocar a locales de tercera por unos pocos dólares durante horas; luego, en el 25 aniversario del sello humillaron a Jamerson prohibiéndole pasarse en el ‘backstage’ para saludar a los viejos amigos. Además, Jamerson había sufrido un accidente al caer de la bici que lo relegó a una silla de ruedas durante un año, y le dejó cojera y otras secuelas de por vida, incluyendo un tremendo alcoholismo. Todo ello le afectó mentalmente, pasando por varios hospitales e instituciones mentales hasta su muerte, en 1983, cuando tenía 42 años. Poco antes le habían robado su Fender Precision Bass. ¿Qué más podía pasarle?
Y esto hablando sólo de las grandes estrellas… No es disparatado decir que las grandes figuras de la Motown sufrieron una auténtica maldición.
CARLOS DEL RIEGO

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