Marvin Gaye y Tammi Terrell, pareja dentro y fuera de escena, ella murió con 24 años de un tumor, a él lo mató su padre la víspera de su 45 cumpleaños |
Cuando se menciona el término Motown, todo interesado en este asunto de la música popular surgida en la segunda mitad del siglo XX pensará en canciones inolvidables, artistas inmortales, sonidos frescos e innovadores, y también en ritmos como el soul, blues, funk, disco… En realidad todo esto es lo que quedará. Sin embargo, la vida personal de muchos de los que triunfaron con la Motown fue verdaderamente terrible, a pesar de lo cual (o tal vez a causa de ello), su legado artístico es tan grande que sigue cautivando
No fueron pocas las
grandes estrellas de la Motown (abreviatura de Motor Town, ciudad del motor,
Detroit, Usa) que disfrutaron del éxito, la fama y el dinero pero, a la vez,
sobrellevaban vidas lamentables. Este sello discográfico fue fundado por Berry
Gordy en 1959 para dar posibilidades a músicos negros que lo tenían fatal en
aquella sociedad en la que el racismo y la segregación eran la ley. Y como casi
todos los afro-estadounidenses de ese momento, los músicos procedían de
familias marginadas, generalmente muy pobres y con problemas de alcoholismo,
violencia y discriminación racial. Muchas de esas leyendas de la música
padecieron las mil calamidades y terminaron muy mal.
Uno de los gigantes
de la Motown y artista con un talento desbordante fue Marvin Gaye. Su padre, Marvin
Gay (sin la e final), era un predicador que casi siempre estaba borracho y muy
propenso a la violencia. Y claro, convirtió al pequeño Marvin en un saco de
boxeo. “Cuando tenía 12 años no había una sola pulgada de mi cuerpo que no
hubiera sido golpeada infinidad de veces”, recordaba con amargura. Cuando pudo
sacudirse la tiranía paternal, su talento empezó a desarrollarse. Pero en 1970
su novia Tammi Terrel murió a causa de un tumor cerebral, algo que fue
devastador para el joven Marvin: cayó en una profunda depresión que le duró
años, estuvo a punto de dejar la música, se casó y divorció varias veces, se
hundió en las drogas y se desgastó luchando por desengancharse…, incluso se volvió tan
paranoico que sus guardaespaldas (armados) probaban su comida y bebida. A
principios de los ochenta volvió a vivir casa de sus padres…, una muy mala
idea. En 1984, la víspera de su 45 cumpleaños, su padre insistía en pedirle
dinero (algo cotidiano), pero Marvin se negó y entonces el terrible progenitor
le disparó. Según algunos especialistas lo último que dijo el cantante y
compositor fue “he conseguido lo que quería, no podía hacerlo yo mismo, así que
te obligué a hacerlo”; pero otros aseguran que, herido de muerte, le gritó a su
asesino: “Me has disparado cabrón, no volveré nunca a esta casa”. Fuera como
fuese, Marvin Gaye conoció tanto éxito
artístico como fracaso vital.
Su novia, la
mencionada Tammy Terrell, sufrió lo indecible lejos del escenario y murió muy
joven. Antes de entrar en Motown había trabajado para James Brown, de quien se
cuentan infinitas crueldades. Su tema ‘I cried’ (‘Lloré’), que salió antes de
Motown, indica cómo era su vida al lado del Padrino del Soul, pues éste la
apaleaba casi a diario, brutalmente, sangrientamente; un ex integrante de su
grupo, Bobby Bennet, dijo literalmente que Tammi abandonó a James Brown porque
no soportaba que éste “estuviera siempre azotándole el trasero”. La pobre Tammi
fue de lo malo a lo peor cuando cayó en brazos de otro gran artista y horrible
persona, David Ruffin, cantante de The Temptations, quien se ensañó con la
desdichada según infinidad de testigos; baste decir que le atizaba en la cabeza
con lo que tenía a mano, desde un casco de moto a un martillo. Por fin, la
deliciosa cantante se topó con Marvin Gaye, quien se enamoró de ella. Pero la
desgracia no iba a dejarla tan fácilmente; durante un concierto con quien ya
era su pareja artística y sentimental, Tammi se desmayó en brazos de Gaye en
plena actuación; en el hospital le descubrieron un tumor cerebral, donde fue sometida
a ocho operaciones quirúrgicas que la dejaron semiparalizada y casi sin
memoria. Murió en 1970 con sólo 24 años. Demasiada fatalidad en tan poco
tiempo.
Entre las grandes
estrellas de la Motown estaban The Supremes, que alternaban en las listas con
los mismísimos Beatles a mediados de los sesenta. Pero las chicas no
disfrutaron de vidas felices, sobre todo Florence Ballard, que fue la fundadora
del grupo. Su padre murió cuando tenía 15 años y dos después fue violada por un
pre-simio que se ofreció a llevarla a casa; desde entonces no confiaba en
nadie, abandonó los estudios y buscó refugio en la bebida. Comenzó siendo la
solista del grupo, pero fue despedida por faltar reiteradamente a las grabaciones, compromisos
artísticos y actos promocionales. Intentó una carrera en solitario que tampoco
tuvo buen final, pues su abogado se aprovechó de su debilidad y le robó. Luego
se casó con un maltratador para, finalmente, dejar su auténtico ‘valle de
lágrimas’ en 1976, cuando falleció por un coágulo en una arteria coronaria. Tenía
sólo 32 años. Con el tiempo, sus compañeras también recibieron duros golpes:
Mary Wilson perdió a su hijo al sufrir un accidente de coche con ella al
volante en 1994; y en 1996 Diana Ross se llevó el golpe de su vida cuando le
dijeron que habían encontrado a su hermano y su cuñada estrangulados y en
avanzada descomposición en el sótano de casa.
Mary Wells fue la
primera que logró un número 1 para Motown, cuando tenía 17 años. Pero tuvo la
desdicha de casarse con su compañero de discográfica Herman Griffin. Discutían
violentamente a diario porque el tiparraco la engañaba a diario con una
prostituta y, además, la obligó a abortar dos veces (en contra del deseo de la
desgraciada Mary) para no “perjudicar su carrera”. Se divorciaron en 1963 y al
año siguiente dejó Motown porque pensó que le pagaban poco; pero las cosas no
le fueron mejor entonces. Se lió con diversos desaprensivos y luego se casó con
Cecil Womack; después tuvo una aventura con el hermano de éste y, sintiéndose
dolorosamente culpable, intentó suicidarse. Entonces se echó en brazos de la
heroína. Y fumaba y fumaba, hasta que un cáncer de laringe destrozó su hermosa
voz; desde entonces apenas susurraba sus canciones. Los gastos eran excesivos,
no tenía para pagar ni médicos, ni tratamientos, ni vivienda, así que fue
desahuciada. Entonces, muchos artistas (incluyendo Springsteen) se volcaron para ayudarla, pero su salud no
aguantaba más y murió, en 1992, a los 49 años. Dicen quienes estuvieron cerca
que jamás se quejó y que “ella nunca lloraba”.
Otro de los Temptations,
Paul Williams, también lo tuvo difícil. De quienes formaron los primeros
Temptations era el único que no trasegaba alcohol, es más, siempre aconsejaba a
los otros que dejaran de beber. Pero Williams padecía anemia falciforme, que
suele cursar con fuertes dolores, por lo que buscó alivio… en el alcohol. Según
sus compañeros, podía beberse dos o tres botellas al día, así que en poco
tiempo se vino abajo, se quedó sin fuerza, apenas podía respirar y, por tanto,
no podía cantar, por lo que se vio obligado a dejar el grupo. Intentó carrera
en solitario, pero dos años después, en 1973, aparcó a unos metros de Motown y
se pegó un tiro.
¡Qué grandes
canciones dejaron The Temptation!, pero qué mal lo pasaron algunos y qué malos
fueron otros. El mencionado David Ruffin fue un cantante excelso, pero también
una persona espantosa. Hijo de un predicador violento, Ruffin aterrorizó a
quien fue su novia, la también citada Tammi Terrell, aporreándola en todo su
cuerpo, especialmente en la cara. Además, Ruffin tenía un ego desmedido (a
veces no compartía coche con sus compañeros, iba él solo en limusina). Luego se
casó dos veces, y con las dos fue maltratador. A causa de su fuerte adicción a
la cocaína, y de su carácter insoportable, fue expulsado de Temptations; inició
su carrera en solitario, pero para entonces ya llevaba mucho metido en drogas,
había sido juzgado por posesión y por enfrentarse a la policía, pasó por la
cárcel y se le obligó a ingresar en un centro de desintoxicación, pero de poco
sirvió: tenía 50 años cuando fue encontrado inerte en un fumadero de crack.
Murió al poco, en 1991, en el hospital.
Sabido es que Michael
Jackson fue golpeado, humillado, explotado por su padre hasta el punto de que,
como él mismo confesó, muchas veces vomitaba hasta el desmayo. En todo caso,
Michael no tuvo infancia, ya que su padre lo obligaba a trabajar en el estudio
todos los días, a todas horas; “miraba con envidia a los otros niños jugando en
el parque”, dijo muchas veces. La obsesión por la cirugía para tratar de
mantenerse niño, así como su fijación por estar con niños, debieron ser
consecuencia de su robada infancia. Como casi todos los niños prodigio, Jackson
fue profundamente infeliz y murió joven. Su hermana LaToya acusó al terrible
padre, Joe Jackson, de indescriptibles abusos: no sólo solía encañonar a sus
hermanos con su pistola gritando enloquecidamente, sino que ella sufrió palizas
brutales y abusos sexuales. Para huir de él La Toya se casó con su
representante, Jack Gordon, que era…, otro cobarde abusón. No sólo la golpeaba
de modo inmisericorde, sino que le echaba la culpa a ella de su mal humor… Por
suerte se quedó viuda en 2005.
Menos conocidos son
los músicos de sesión, los instrumentistas que estaban en el estudio a
disposición de quien los necesitara. Allí se formó un grupo de acompañamiento
para todo llamado The Funk Brothers. Su bajista era James Jamerson, de quien
Gordy decía “es un genio al bajo y un excelente improvisador”; los grandes
éxitos de Supremes o Marvin Gaye cuentan con sus líneas de bajo. Pero aunque en
los sesenta era común no acreditar a los músicos, la Motown los trató como con
gran desprecio, pagándoles tan poco que al terminar se iban a tocar a locales
de tercera por unos pocos dólares durante horas; luego, en el 25 aniversario
del sello humillaron a Jamerson prohibiéndole pasarse en el ‘backstage’ para
saludar a los viejos amigos. Además, Jamerson había sufrido un accidente al
caer de la bici que lo relegó a una silla de ruedas durante un año, y le dejó cojera
y otras secuelas de por vida, incluyendo un tremendo alcoholismo. Todo ello le
afectó mentalmente, pasando por varios hospitales e instituciones mentales
hasta su muerte, en 1983, cuando tenía 42 años. Poco antes le habían robado su
Fender Precision Bass. ¿Qué más podía pasarle?
Y esto hablando sólo
de las grandes estrellas… No es disparatado decir que las grandes figuras de la
Motown sufrieron una auténtica maldición.
CARLOS DEL RIEGO
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