Aun con 77 años, el tío sigue teniendo mucho rock & roll dentro. |
El
gran Macca cumple estos días (18-VI-19) 77 añazos, casi sesenta de los cuales
como estrella de alcance mundial. Pocos personajes habrá más conocidos en todo
el planeta, y así viene siendo desde que, con su grupo, lanzó sus primeros
discos, en aquellos primeros años sesenta del siglo pasado. Parece momento
oportuno para echar un vistazo hacia atrás y recordar algunos momentos de tan
abigarrada biografía
Paul
McCartney es, sin duda, uno de los grandes personajes de la cultura del siglo
XX. A poco de convertirse en octogenario, parecen muy lejanos aquellos años
sesenta que lo convirtieron en leyenda, ya que puede afirmarse que Paul es una
estrella de la cultura desde hace casi seis décadas, las cuales han dado mara
mucho…
Llegada
cierta edad, las aventuras y batallitas juveniles o adolescentes se recuerdan con
nostalgia y una sonrisa comprensiva. Los Beatles dieron sus primeros pasos en
el Kaiserkeller de Hamburgo (1960), pero un día recibieron una oferta mejor del
Top Ten Club de la misma ciudad y la aceptaron; el dueño del primero quiso
vengarse y denunció a George por ser menor y tocar sin permiso. Por su parte, Paul
y Pete Best fueron a recoger sus cosas del piso, que también era del jefe del
Kaiserkeller, y para jorobarlo clavaron un condón en la pared y le prendieron
fuego. Al enterarse, el hostelero denunció a Paul y Pete por intento de
incendio, por lo que el bajista fue detenido, se pasó varias horas en comisaría
y fue deportado.
Sabido
es que fue Bob Dylan quien, en 1964, les ofreció unos canutos de maría, pues
entendió mal un verso de una de sus canciones y se convención de que era
fumadores empedernidos. Al parecer fue Paul el que mejor asimiló el humo, ya
que declaró que entonces fue la primera vez que “realmente pensé”. Con el paso
de los años ciertas sustancias se hicieron notar en algunas canciones, como
‘Got you get into my life’ (‘Tengo que meterte en mi vida’). Y parece que así
lo hizo, ya que Macca siempre tuvo un canuto a mano…, hasta 2015, cuando
declaró que había dejado los porros, ya que no quería dar mal ejemplo a sus
hijos, explicó. No hay que olvidar que había sido detenido varias veces en
otras partes del mundo por idéntica causa. Como aquella en 1980 cuando fue arrestado
en Japón por posesión de unos 200 gramos de marihuana en la maleta; la pena
allí por esa cantidad era de siete años de cárcel, aunque dada la notoriedad
del personaje ‘sólo’ pasó nueve días a la sombra y fue deportado; dice la
leyenda que una vengativa Yoko Ono fue la que dio el soplo a las autoridades,
ya que no soportaba que John ‘mancillara’ el hotel de Tokio donde ella y John
vivieron sus días más apasionados.
Sí,
es imposible hablar de Beatles o de cualquiera de sus integrantes sin que
aparezca la sombra de Yoko Ono. Siempre será acusada de ser la causante de la
disolución, y si es cierto que no fue factor determinante, seguro que algo
ayudó a la desbandada. En los últimos tres años de vida del cuarteto, explicaba
McCartney que “nos sentíamos un poco incómodos, casi amenazados por Yoko, que
siempre estaba allí durante las grabaciones, sentada en los amplificadores;
nosotros lo aceptamos, pero no demasiado bien”. Luego pensó que “si John ama a
esa mujer, está bien, hay que aceptarlo y superar cualquier animadversión”. Hoy
declara que su relación es “muy buena” con Ono. Fuera como fuese, aquella
presencia debió contribuir lo suyo al choque de egos e intereses artísticos que
los llevó al final.
Ya
en solitario, Paul logró varias veces reverdecer la sensación de llegar al
número uno, como con su disco ‘Band on the run’. Sin que se sepa muy bien por
qué, Paul y sus Wings decidieron grabarlo en Lagos, capital de Nigeria; fue en
1973, año de enorme inestabilidad política que se sumaba a la violencia
cotidiana en las calles, la corrupción generalizada, el gobierno dictatorial…;
y además era verano, o sea, plena época de monzones. No puede extrañar que una
noche Paul y Linda fueran asaltados y los ladrones les robaran lo que llevaba
encima, incluyendo las primeras maquetas de algunas canciones del disco; al
poco, en el estudio, Paul sufrió un desmayo que parecía un infarto, pero sólo
fue un espasmo provocado por los muchos humos que se metía entre pecho y
espalda. Y para rematar la ‘feliz idea’ de grabar en Nigeria, el icono de la
música nigeriana Fela Kuti lo acusó públicamente de apropiarse y robar música africana; el exbeatle lo llevó al
estudio para que viera y escuchara por sí mismo, de modo que Kuti rectificó:
“no, por supuesto que no nos robas”.
También
se sabe de aquella noche de marzo de 1976 en la que Paul y John estuvieron a
punto de volver a tocar juntos. Un ejecutivo de la televisión NBC lanzó en
directo una especie de broma que empezó diciendo: “Los Beatles es lo mejor que
nos ha pasado, no es sólo un grupo musical, sino parte de nosotros”, para a
continuación añadir “La NBC me autoriza a ofrecer este cheque de 3.000 dólares
para que vengan juntos a nuestro programa”. Ni que decir tiene que, de haber
aceptado, el cheque hubiera tenido más ceros. El caso es que John y Paul
estaban viendo el programa en el piso que aquel tenía en Nueva York (en el
edificio Dakota); divertido, John bromeó: “Deberíamos ir, sólo estamos tú y yo,
nos repartiríamos la pasta a medias”. Paul contestó que no, que estaban “de
vacaciones y eso es trabajo, así que no”. Sin embargo, otra versión dice que John
y Paul vieron con buenos ojos aquella posibilidad, pero no fueron juntos a la
tele porque Yoko se negó, porque se puso pétrea como una esfinge y dijo que eso
no iba a pasar (otra vez la sombra japonesa).
Se
dice que, después del éxito monstruoso de ‘Trhiller’ (y tras haber realizado
varias colaboraciones), Michael Jackson le preguntó qué hacer con tanta pasta.
Paul le contestó que lo mejor era invertir en la compra de derechos de
canciones famosas que, previsiblemente, iban a sonar durante años. Jackson le
hizo caso y compró el 50% del sello Northern Songs, que poseía, entre otros
muchos, gran parte del catálogo de Los Beatles. Paul se sintió traicionado,
engañado, y quiso recomprar aquellos derechos, pero Jackson se negó, por lo que
el exbeatle le retiró el saludo y lo trató de traidor.
En
todo caso, Paul McCartney sí que invirtió bien: es propietario de los derechos
de sus canciones, así como de parte de las que escribió y grabó con Beatles
(con la compañía MLP, McCartney Productions Ltd.); y también de muchos otros
títulos que van desde el rock & roll clásico (como el ‘That´ll be the day’
de Buddy Holly o el ‘Blue suede shoes’ de Carl Perkins), hasta piezas tan
emblemáticas como ‘Hello Dolly’ (inolvidable la versión de Louis Armstrong),
pasando por temas que fueron éxito en los años, 30 y 40 del siglo XX. En fin,
que cada vez que suena una de su propiedad en la radio, en la tele, en el cine,
en una cancha deportiva o en un concierto, Paul ingresa.
CARLOS
DEL RIEGO
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