El ejército rojo contó con miles de tanques donados por Estados Unidos, concretamente el M4 Sherman 936 estaba comandado por el prestigioso coronel Dimitry Fedorovich Loza. |
Como cada comienzo del mes de junio se
recuerda en todo el mundo el ‘Desembarco de Normandía (VI-1944), aquella
operación militar que supuso el final de la ocupación de Europa por los nazis y
la seguridad del fin inminente del III Reich. Curiosamente, sin embargo, hay
criaturas que niegan que aquella batalla liderada por USA fuera significativa
para el transcurso de la guerra y que la derrota de Alemania se debió exclusivamente
a la Unión Soviética
Casi todos los historiadores y
especialistas serios y rigurosos consideran el masivo desembarco en Normandía (con
Estados Unidos al frente) a comienzos de junio de 1944 como un momento decisivo
en el transcurso de la II Guerra Mundial. Pero también hay opiniones (procedentes
más de la ideología que de documentos, cifras, hechos) que sostienen que, en
realidad, aquello fue una nadería, algo insignificante que apenas tuvo
incidencia, ya que el Ejército Rojo fue quien hizo todo el trabajo y quien
realmente ganó la guerra. Lo mejor es revisar una serie de datos que desmienten
esas opiniones.
Es cierto que la Unión Soviética fue el
país que más bajas sufrió, el que ‘más muertos puso sobre la mesa’. Sin
embargo, las cosas no son tan simples. Muchos miles de los soldados del
Ejército Rojo fueron reclutados entre el campesinado que nunca había salido del
pueblo para, apenas un par de semanas después, estar en el frente. A ello hay
que añadir que toda compañía, cuerpo de ejército o batallón contaba con sus
comisarios políticos, cuya única misión era disparar a quien no combatiera con
el suficiente ardor, a quien diera un paso atrás, a quien hiciera amago de
huir…; además, los soldados sabían que rendirse, retirarse o caer prisionero significaba
una condena para su familia (se sabe de un tanquista represaliado por salir de
su tanque en llamas); así, ejércitos enteros eran lanzados a pecho descubierto
contra las posiciones alemanas, que los abatían por miles hasta agotar la
munición, y a continuación se enviaban más y más tropas… Igualmente, las purgas
de Stalin acabaron con infinidad de oficiales y suboficiales veteranos y
expertos en combate y en mando de tropa, los cuales fueron sustituidos por militares
con mucha más ideología que capacidad y conocimiento. Y no hay que olvidar que
Stalin azuzó la competencia entre sus generales (Zhukov, Konev, Rokossovsky)
para llegar antes a Berlín, lo cual supuso que uno quería anticiparse al otro e
improvisaba un ataque sin comunicárselo a los demás, lo cual redundaba en bajas
por fuego enemigo y amigo. Todo ello multiplicó el número de muertos, pero ¿qué
le importaban los muertos a Josif Stalin?
Es innegable que la Unión Soviética tuvo
una importancia determinante en la derrota de Alemania, pero nunca hubiera
podido empujar tanto desde el este sin que se avanzara también desde el oeste.
Y además, el Ejército Rojo no hubiera sido capaz de llegar antes a Berlín sin
la ayuda de Estados Unidos, que regó de recursos a sus aliados, URSS incluida,
mediante lo que se conoce como Ley de Préstamo y Arriendo.
Dentro de este programa (‘Lend-Lease Act’
en inglés) USA distribuyó más de 50 mil millones de dólares en material de
guerra entre sus aliados (se estima que equivalen a unos 800 mil millones
actuales) a lo largo de los últimos cuatro años de la guerra. Inglaterra fue la
que más recibió, más de 30 mil millones, y luego la URRS, que fue subvencionada
con más de 11 mil millones en equipos y suministros bélicos. El desglose de lo
recibido por los ejércitos de Stalin fue, groso modo, 15 mil aviones, 7 mil
tanques, 8 mil cañones, 131 mil ametralladoras, 11 mil revólveres y pistolas y
345 mil toneladas de explosivos; 50 mil jeeps, 35 mil motos, 375 mil camiones y
casi 4 millones de neumáticos; 2 mil locomotoras, 11 mil vagones y medio millón
de toneladas de raíles; 2,5 millones de toneladas de petróleo, 1 millón de
toneladas de productos químicos, víveres, cable telefónico, cuero, botas, barcos y maquinaria naval,
metales diversos, equipos de radio… Se dice que muchas puntas de avance
soviéticas se hicieron a bordo de vehículos Chevrolet y Studebaker.
Lógicamente, la Unión Soviética no pagó nada…, y USA tampoco lo reclamó.
Nikita Jruhchev, sucesor de Stalin, dejó
escrito en sus memorias que varias veces habló con el propio Stalin sobre el
asunto, y que éste le había dicho que “… si los Estados Unidos no nos hubieran
ayudado no habríamos ganado la guerra. Si hubiéramos tenido que luchar contra
la Alemania nazi uno contra uno no podríamos haber resistido la presión de
Alemania y habríamos perdido la guerra”. Y concluye Jruhchev: “Entonces estuve
de acuerdo con él, y hoy lo estoy aún más”.
Sí, la URSS tuvo una gran importancia en
la derrota nazi, pero sin USA la cosa hubiera sido muy distinta.
CARLOS DEL RIEGO
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