A la llegada de los romanos había vascones donde está Navarra, várdulos y caristios donde Vascongadas, y cántabros, astures..., pero no catalanes |
El ex-presidente vasco Ibarreche afirma
(VI-19) que hace 2000 años no existían ni Francia ni España pero sí los pueblos
vasco y catalán. En primer lugar es ignorante equiparar una tribu de hace dos
milenios con un estado-nación moderno. En segundo lugar, la primera noticia
indiscutible del uso del término Cataluña es en un texto de 1117, lo que indica
que se vendría utilizando desde algún tiempo atrás, pero no hace dos mil años.
Finalmente, sí es cierto que hubo vascones, asentados en lo que hoy es Navarra,
y várdulos y caristios donde está País Vasco, pero también había carpetanos,
vetones, astures, cántabros, turdetanos, lusitanos, celtas, íberos…, pueblos o
tribus de la península a la llegada de los romanos; lo que no aparece es ninguna
tribu, nación o pueblo catalán. En todo caso, lo que demuestra este personaje
es su añoranza por la tribu, por el espíritu tribal que, seguro, es herencia
del Paleolítico Inferior y al que, al parecer, desea regresar.
Pero entonces, ¿cuándo se tienen
conciencia de la existencia de España y de españoles? Durante años los libros
de texto afirmaban, erróneamente, que España existe como tal desde la unión de
las coronas de Castilla y Aragón, pero esa unión no fue real, efectiva, de
hecho y de derecho hasta la entronización de Carlos I. Y es precisamente
durante el reinado de éste cuando se vuelven de uso corriente los términos
España y españoles, lo que indica que ya se tiene conciencia de nación y de
pertenencia a ella. Hay historiadores que retrasan la toma de identidad
jurídica y política hasta la llegada del primer Borbón, Felipe V, a comienzos
del siglo XVIII, pero se basan casi exclusivamente en cuestiones legislativas y
políticas; de todos modos, ya con el Emperador Carlos el poder y la ley
afectaban por igual a todos los territorios que hoy conforman el país (también a
los de ultramar, pero eso es otro asunto).
Un dato muy significativo es el hecho de
que a los nuevos territorios americanos continentales, una vez finalizada la
conquista de México-Tenochtitlán, se les empezó a denominar La Nueva España, y
a partir de 1535 se creó oficialmente el Virreinato de Nueva España. Parecen
indicios bastante razonables de que ya existía el concepto de España, pues si
no fuera así, ¿a qué venían esos nombres para las nuevas tierras americanas?
Cortés escribió a Carlos I varias ‘Cartas
de la conquista de México’, normalmente llamadas Cartas de relación, la primera
fechada en julio de 1519 y la quinta en septiembre de 1526. La tercera, en mayo
de 1522, se titula elocuentemente: “Carta tercera enviada por Fernando Cortés,
capitán y justicia mayor del Yucatán, llamado la Nueva España del mar océano,
al muy alto y potentísimo César y invictísimo señor Don Carlos, emperador semper
augusto y Rey de España, nuestro señor” (a lo largo del texto se repiten
términos parecidos infinidad de veces). Si no existía la idea de España, ¿a qué
se referirá Cortés al decir la Nueva España o Rey de España? Objetivamente,
esas palabras señalan inequívocamente que existía noción de país llamado
España, que estaba arraigado y que era de uso cotidiano.
Algo parecido se puede decir de la obra
de Bernal Díaz del Castillo ‘Historia verdadera de la conquista de la Nueva
España’. Y tanto éste como Hernán Cortés narran continuamente lo que les sucede
a los españoles, no a los castellanos, aragoneses o vascos, y por ello en sus
libros se leen frases como “éramos muy pocos españoles”, “aquella noche murieron
muchos españoles”, “… hacíamos a algunos españoles se metiesen en celada”. Cuando
cuentan el episodio en el que un soldado escaló el volcán Popocatépetl para
recoger azufre (con que hacer pólvora), Bernal especifica que era canario,
mientras que Cortés dice “…entrando un español setenta o ochenta brazas, atado
a la boca abajo…”, y acto seguido dice que en adelante espera “que nos provean
de España”. Al hablar Bernal de sus compañeros suele señalar su lugar de procedencia,
y al final de su libro se detiene a enumerar a todos, dejando claro de qué
parte de España es cada uno, pero cuando habla del contingente siempre, sin
excepción, se refiere a españoles.
Si a aquel territorio se le llamó desde
tan pronto ‘Nueva España’, si en aquellos libros escritos en el siglo XVI (el
de Cortés desde 1519 hasta 1526; Bernal debió terminar el suyo hacia 1568) se
refieren continuamente a esos términos, es fácil deducir que el concepto de
España ya estaba más que arraigado, asumido, interiorizado, e igualmente la
denominación de españoles.
Todo ello indica que España tenía que
existir entonces, por fuerza, en el sentir, en la conciencia del pueblo, de
todos los pueblos que la integraban.
CARLOS DEL RIEGO
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