Infalible cuando trata asuntos teológicos, el Papa puede equivocarse cuando habla de temas terrenales, y de hecho se equivoca. |
Algunas declaraciones recientes (IV-19)
del Papa Francisco han provocado perplejidad y desconcierto en parte de la
comunidad católica. Siempre que lo publicado coincida al cien por cien con lo
dicho por Su Santidad (salvedad que permanentemente hay que tener en cuenta),
da la impresión de que hace afirmaciones bastante alejadas de su magisterio, es
decir, está vertiendo opiniones acerca de cuestiones de índole más mucho más ‘terrenal’,
con lo que, al pisar esos terrenos, deja de ser infalible
En cuanto a cuestiones teológicas,
cristianismo e Iglesia Católica, el Papa tiene una autoridad indiscutible, o sea,
es infalible. Sin embargo, cuando se aparta de ese magisterio, pierde tal
facultad y queda expuesto a la tan humana equivocación. El Papa Francisco viene
haciendo en los últimos meses manifestaciones sobre temas ajenos a la religión
(y no es que no tenga derecho a expresar lo que piensa, ¡faltaría más!), y
entonces sí que cabe la discrepancia.
Hace apenas unos días, preguntado por
cuándo visitaría España, respondió: “Cuando haya paz”. Si tal respuesta se
produjo tal cual (que puede que no fuera exactamente así) quiere decir que el
Papa cree que en España hay una guerra, cosa que, evidentemente, no es verdad.
Lo más seguro es que esté mal informado, por lo que tal pensamiento puede ser
refutado fácilmente.
Por otro lado, meses atrás, afirmó el
Papa Francisco que “Tirar la comida es robar”. Si lo dijo de ese modo, también
se le puede rebatir, puesto que tirar la comida es un acto insolidario,
inmoral, inhumano, deshonesto, indecente…, pero no es robar, no es apropiarse
de algo ajeno. En temas de lingüística también se puede contradecir al Obispo
de Roma.
En no pocas ocasiones ha cargado contra
los países que no permiten la entrada libre, o sea, que controlan la
inmigración. Cierto que los que huyen de su casa (por necesidad, violencia,
guerra) deben ser socorridos, lo que no es lo mismo que abrir las fronteras y
poner el cartel de ‘entrada libre’, ya que tal cosa desordenaría los países
con, seguro, muy indeseables consecuencias. Sin duda, Su Santidad tiene
presente lo de ‘dar de comer al hambriento y acoger al caminante (hoy
emigrante)’, pero la mejor forma de combatir aquellas desgracias no es animar a
abandonar en masa los países de origen, ya que éstos se quedarían sin jóvenes y
sin futuro, por no hablar de que la desertificación avanzaría incontrolablemente.
Lo razonable es invertir recursos y esfuerzos en origen. En fin, que la
geopolítica internacional no es terreno en el que el Papa sea una autoridad.
En 2015, en Bolivia, dijo: “… pido
perdón por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada
conquista de América”. A continuación habló de la independencia de Sudamérica
con palabras muy severas para España (“falta de libertades, saqueadores”). Aquí,
Su Santidad cae en un error de bulto, porque las culpas son individuales (de
Fulanito y Menganito); y porque cae en la trampa de juzgar hechos y personas de
hace medio milenio con mentalidad de hoy; y porque no cae en la cuenta de que esos
crímenes se llevaban a cabo no sólo en América, sino que se perpetraban en todo
el mundo, incluyendo la América precolombina; y porque quienes cometieron esos
crímenes eran criminales al margen de la leyes españolas; y porque aquellos
pueblos vivían en la más primitiva barbarie; y porque muchos otros pueblos han
sido invadidos y masacrados a lo largo de la Historia, no sólo los americanos,
y por tanto también tendrían derecho a exigir disculpas… De hecho, ningún
pueblo o colectivo ha recibido desde el Vaticano los palos que el Papa
Francisco ha propinado a España. En resumen, en esta materia, el parecer del
Santo Padre es discutible.
En fin, cuando el Papa habla
sobre asuntos ajenos a su magisterio su opinión es tan discutible como la de
cualquier otro, es decir, es tan falible como los demás. Por eso, si se
posiciona políticamente, si asume los presupuestos de una ideología, correrá
riesgo evidente de equivocarse.
Sólo es infalible si
sentencia sobre Teología, por ejemplo cuando afirma: ‘Messi no es Dios”. Indiscutible.
CARLOS DEL RIEGO
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