Tal vez este sea el mejor belga de la historia . |
Bélgica
es uno de los países europeos en los que parte de la población sigue
colocándose por encima de las demás, mirando por encima del hombro hacia el
sur, horrorizándose con episodios históricos ajenos y disculpando los propios.
A causa de este complejo de superioridad, jueces y políticos belgianos (no todos) se burlan de
quienes se suponen sus socios, cosa que vienen haciendo desde… No será preciso
recordar cómo sistemáticamente negaban la extradición de asesinos etarras, a
los que daban refugio por el simple hecho de huir de España. Y ahora acogen
entusiásticamente a personajillos que han intentado un golpe de estado y a tiparracos
que vocean sus odios y amenazas de un modo tan explícito y soez que en otro
ámbitos se consideraría intolerable, es decir, si en sus mensajes se cambia
políticos y víctimas de terrorismo por mujeres y homosexuales sería detenido
con el aplauso general. Aquí y en Bélgica.
Gran
parte de la población de allí (no pocos jueces, políticos y ciudadanos)
dicen desconfiar de la democracia
española, pero sus cargos públicos son tan corruptos y caraduras como los de
cualquier otro lugar del entorno (del mundo, en realidad); Pierre Ives Monette,
que fue una especie de defensor del pueblo, afirmó que “Bélgica está en el
pelotón de cola de los países europeos en términos de ética pública (…), con
continuos casos de corrupción, acumulación de cargos, clientelismo, acuerdos
preelectorales secretos entre partidos…”.
El
caso es que en muchos ámbitos se tiene al belga, en general, por persona poco
fiable (hasta en Los Simpson hacen referencia a la desconfianza que generan). Así,
qué decir de leyes como la que impide detener a nadie en su casa pasadas las 4
o las 5 de la madrugada…, algo digno de los Hermanos Marx. O de cuando tuvieron
a un pederasta asesino en sus manos (una bestia llamada Dutroux), pero su
ineficacia e incompetencia le permitieron seguir con sus atroces actividades;
aquello fue una inexplicable chapuza jurídico-legal-policial digna de la Uganda
de Idi Amin. Los atentados yihadistas de marzo de 2016 en Bruselas volvieron a
dejar patente la ineptitud, torpeza y desidia imperante en todo el sistema
belga: recibieron avisos y chivatazos fiables de lo que se preparaba y no los
investigaron, los diversos cuerpos policiales no compartieron información, se
pilló a uno con las manos en el Kalasnikov y apenas lo interrogaron, se
equivocaron de sospechosos, no tomaron ninguna medida porque creyeron que la
cosa no era para tanto… ¡Y se atreven a mirar por encima del hombro a los
sistemas legales y judiciales de sus socios!
Y
cuando vuelven los ojos a la Historia, siguen echando pestes del Duque de Alba
y los Tercios de Flandes (de hace unos 500 años), pero disimulan cuando se
habla de Leopoldo II, rey de los belgas (1865-1909), y las atrocidades
cometidas en el Congo por sus compatriotas hace unos 125 años, cuando ya habían
aceptado conceptos como Derechos Humanos y Democracia. El tal Leopoldo fue el
gran responsable de una masacre atroz, uno de los mayores genocidios
perpetrados en África. El incalificable personaje se las dio de hombre
solidario que iba a solucionar los graves problemas del Congo, pero su verdadera
intención era aprovechar sus recursos naturales como fuera. Le otorgaron, como
una propiedad, todo el territorio (Conferencia de Berlín, 1885), lego engañó a
los jefes locales para que le cedieran la tierra y concedió la explotación a
empresas privadas a cambio de porcentajes; pero como no había leyes
reguladoras, las empresas hacían lo que querían sin el mínimo límite. Así,
esclavizaron tribus y aldeas enteras, retenían mujeres y niños para coaccionar
a los hombres, fusilaron, torturaron, mutilaron, infligieron terribles
castigos…, con lo que se calcula que acabaron con no menos de diez millones de
personas, sin contar los cientos de miles a los que cortaron manos y pies. Esto
no terminó ni con la muerte de aquel desalmado rey belga, puesto que a pesar de
que Bélgica era una monarquía parlamentaria, o sea, era una democracia, no hubo
reacción política cuando se supo del genocidio, no se dijo nada… Y es que allí
no se promulgaron leyes que protegieran al nativo ni contaron con un de las Casas
para denunciar Eso sí, muchos belgas están siempre dispuestos a ver la paja en
el ojo ajeno sin reparar en que el propio está lleno de caucho y sangre.
En
fin, ni Lemaitre (el que propuso la teoría del Big bang) ni el novelista
Georges Simenon ni el pintor Pedro Pablo Rubens, los máximos representantes de
Bélgica son inventados: Tintín, héroe del cómic creado por Hergé, y Hercule
Poirot, el detective de las novelas de Agatha Christie. Sería difícil para el
común de los mortales señalar algún belga real que supere a estos personajes,
lo cual no dice mucho de ese país…Todos los territorios, naciones o estados tienen
su historia, sus glorias y sus vergüenzas, por eso sorprende que algunos se
atrevan a cuestionar desde los sistemas legales hasta el pasado de países
nominalmente aliados.
Claro que, bien pensado y volviendo al asunto
de los delincuentes prófugos: a enemigo que huye, puente de plata.
CARLOS
DEL RIEGO
No hay comentarios:
Publicar un comentario