Roy Orbison escribió mucho sobre la soledad y la tristeza, pero ninguna de esas camciones surgió de la desgracia, sino de momentos alegres |
Sí, aseguran que casi un veinte por cien
de la población inglesa padece ese mal, y que cientos de miles de mayores se
pasan semanas sin hablar con nadie. Es sabido (y está más que comprobado) que
en los países nórdicos el aislamiento y la introspección permanente son como
una epidemia que, por ejemplo, empuja a muchos a encerrarse en una habitación
con una botella y no salir hasta que se le han trasegado hasta la última gota (y
no es un tópico). En todo caso, es un hecho verificado científicamente que
estar siempre y exclusivamente con uno mismo es causa de enfermedades tanto
mentales como físicas. En el universo
del arte en general y de la música rock en particular, sentimientos que
conllevan infelicidad, como la soledad, siempre tienen quién les cante. Tal vez
sea porque la estrella de rock, aun estando siempre rodeada de gente, nota ese
pinchazo de soledad al verse en lo alto de la torre de marfil a la que sólo él
tiene acceso, de modo que, mucho o poco, tarde o temprano, no verá a nadie a su
lado. Muchas y muy buenas canciones se han escrito en torno a este triste
asunto con gran diversidad de puntos de vista.
Por ejemplo el ‘Another day’ de Paul
McCartney (del que ya se ha hablado aquí). El tema va de una mujer (podía ser
un hombre) que vive sola y repite un día y otro la misma rutina, que se siente
desgraciada al no tener con quién compartir su vida, que a veces está con
hombres pero sólo una noche y al día siguiente, al despertar, ya no hay nadie a
su lado. Y entonces vuelve a sentir lo desolado y triste de su existencia. Todo
envuelto en una preciosa melodía que evidencia el talento de Macca para idear partituras
y ambientes llenos de encanto.
También sir Paul es el autor de otra delicia
que habla de la soledad, la mágica ‘Eleanor Rigby’ de The Beatles; la letra se
pregunta ¿de dónde viene toda la gente solitaria, a dónde pertenece?; la
protagonista, Eleanor, vive sola, mira por la ventana esperando, esperando; y
algo parecido le pasa al padre McKenzie, el otro personaje de la historia, que
se zurce él solo los calcetines y que de noche sufre una profunda soledad. El
mensaje es también triste (“mira toda esa gente solitaria”), y a ello
contribuye el glorioso grupo de cuerda que acompaña a las voces. Pero claro, la
pieza tiene tal poder de fascinación que no hay quien no caiga en sus encantos
en cuanto comienza.
Nada menos que en 1960 publicó el gran
Roy Orbison su exquisita y refinada ‘Only the lonely’; en realidad el título
completo sería ‘Sólo los solitarios (saben cómo me siento)’. Se tiene por una
de las canciones más tristes jamás escritas en el terreno del pop y el rock,
sin embargo, el músico tejano de las gafas oscuras siempre afirmó que todas sus
canciones, incluyendo las más pesarosas, las escribió en momentos felices, y
añadió que en estados de pena no podía comer, dormir o, mucho menos, componer
canciones (hay que recordar lo duramente que la vida lo trató). Con su voz
cristalina, Orbison habla específicamente sobre lo que es estar sólo
“porque ellos se han ido para siempre (…) no más tristeza, pero es lo que
tienes cuando tu corazón solitario se rompe”. Al final hay un rayo de esperanza
y, en todo caso, afronta la desgracia sin autocompasión.
Mucho más lacrimógena es ‘Alone again,
naturly’ (1972) de Gilbert O’Sullivan; sobre una melodía sencilla pero con
gancho, el cantautor se desespera y sopesa la posibilidad del tirarse desde una
torre después de que su novia lo dejara plantado ante el altar; por si fuera
poco, cuenta cómo murieron sus padres, de manera que no extrañará que los
versos finales digan “lloré y lloré todo el día; otra vez solo, naturalmente”. También
hay que recordar el ‘Are you lonesome tonight’ que Elvis lanzó al éxito en 1960
(el original data de los años 20 del siglo pasado); esta canción alude a la
soledad y la tristeza que surgen tras el abandono de la persona amada, tanto
que llega a decir que “prefiero tus mentiras a quedarme solo”; la profundidad,
la calidad, la armonía de la voz de ‘el rey’, en todo caso, sacuden los sentimientos
de quien escucha. El ‘Owner of a lonely heart’ (‘Dueño de un corazón solitario’)
que publico Yes en 1982 habla de la contradicción de la soledad, la cual es más
deseable que tener un corazón destrozado; el sonido y arreglos son más
aparatosos y efectistas, como corresponde a una banda de rock sinfónico o progresivo,
géneros que entonces ya estaban en desuso.
Y puede incluirse también el inolvidable
‘Nadie te quiere ya’ (1967) de Los Brincos, que no se refiere explícitamente a
la soledad, pero lanza una especie de maldición que conlleva la ausencia de
compañía: “Nadie te quiere ya, ¿qué vas a hacer, a dónde irás?”. Una letra que
desprende infelicidad y resentimiento, pero ¡qué enorme canción!, de las
mejores de la historia del pop rock español.
Se trata de imprescindibles e
inolvidables piezas que reflexionan sobre un sentimiento tristón, pero que
tienen la propiedad de elevar el espíritu de quien las escucha.
CARLOS DEL RIEGO
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